jueves, 2 de abril de 2020

Crónica de un Diluvio anunciado (V) En Actualización


La lectura arquetípica se construye con la información que se produce a lo largo y ancho del globo durante un período determinado de tiempo. Esos datos se cruzan con los acontecimientos celestes y su identificación en la mitología antigua; con eventos pasados con los que comparte denominadores comunes, tales como imágenes arquetípicas semejantes, cercanía de fechas, etc. 

En este caso que nos ocupa, nuestro presente, toda la interpretación arquetípica estoy desarrollándola dentro de un contexto político-económico (acentuamiento del declive estadounidense; capitalismo en callejón sin salida; ascenso del fascismo) y, a su vez, dicho contexto está situado dentro de otro mayor, el del Final de los Tiempos, dentro de la concepción de -como mínimo- las tres religiones del Dios Único. 
Me atrevería a decir que los albores de esos tiempos escatológicos se corresponden, aproximadamente, con todo el siglo XX. Desde los cataclísmicos eventos del 11 de septiembre de 2001, situaría un rápido aceleramiento de los, si se me permite, tiempos apocalípticos, que comienzan a tomar verdadera forma, ya de manera palpable, a lo largo de 2019: 
A) El progresivo dominio temático -desde los medios de comunicación y hasta las charlas de café-, del cambio climático y la degradación ambiental. Comienza a percibirse que el asunto va en serio, y se otea el abismo en un horizonte cada vez más cercano. 
B) La constatación, por cada vez mayor parte de la sociedad, de que su vida estaba completamente vendida a la insaciable voracidad de la mafia políticoeconómica. Los escenarios políticos de todas las naciones no han conocido unas tormentas de guerra desinformativa como las actuales, dando lugar a nuevas versiones de las viejas polarizaciones. 
C) Los psicópatas, públicos y anónimos, dan rienda suelta a sus perversiones sin que ya sea necesario ocultarlo. Ahora el entorno, por simpatía o innacción, es propicio para desplegar su maldad a cara descubierta. 
Y llegó el bicho: en diciembre de 2019; oficial el día 31. Llegó en el momento álgido, no sólo de la guerra comercial chinoestadounidense, sino de éstos últimos con Europa.
Al finalizar la primera semana de marzo, Italia y -unos pasos atrás- España fueron alcanzadas por las primeras olas. Día a día se fue haciendo más devastador. Estados Unidos no prestó atención a lo ocurrido en Europa y durante el tránsito a abril comenzaba a aceptar la gravedad del caso.



Encerrados entre Cuatro Paredes


Respecto al confinamiento casero como una manera de protección frente al virus hay que decir, más allá de la obviedad, que en términos simbólicos mayoritariamente sobresale la visión de que esta medida es una suerte de Arca de Noé frente al peligro mortal del Diluvio. 
Y, sin embargo, aunque me parece parcialmente acertada dicha asociación imagen-realidad, he de remarcar que hay un elemento en la naturaleza de ambos conceptos que no sólo no coinciden, sino que son -por completo- opuestos.



Ningún enemigo invisible debería hacernos olvidar un par de cosas: los mismos psicópatas que nos han conducido a las puertas del abismo son los que están gestionando esta crisis; muchos de ellos han visto las posibilidades de pescar en río revuelto. 
Así que permítaseme matizar que, en todo caso, el Arca de Noé representa a aquellas "almas" que, tras haberse cultivado antes de que las cosas se pusieran feas, ahora pueden disfrutar de un sólido arca que las protege de las tormentas externas. En el Arca Bíblico, Noé y esposa habitaban el ático del barco. Un piso más abajo, sus hijos; y finalmente, en la primera de las tres divisiones, los animales. 
Esta composición nos da una visión de orden perfecto en la materia, en la que los progenitores representan a la Conciencia, a la cual está supeditada el Alma (los tres hijos y sus esposas). Todo ello, sobre el reino animal, representación del mundo nuevo a habitar. En breve veremos que el Titanic representa su opuesto negativo, el desorden. 
Finalmente, el Arca es la imagen de la Conciencia protegiendo a las Almas (el Sistema Líbico, nuestra composición mamífera). Y quien dice Alma dice niño:



Si hablamos del Sistema de Control, o sea, de todas las circunstancias adversas que, desde antes de la llegada del bicho, ya padecíamos, diré que la imagen arquetípica más ilustrativa es el buque Titanic y su trágico final. 
Dos barcos, dos naturalezas: dos destinos diferentes. El Arca está llamado a portar a los pioneros de un mundo nuevo postDiluvio; el Titanic (Titánico, de Titán) está destinado a hundirse en un combate entre las fuerzas u órdenes celestes (que toman forma en la Conciencia) y los -más que probables- creadores del Sistema de Control que nos gobierna; Inteligencia Alienígena suplantadora de la Conciencia Individual, mediante la creación (véase Fátima) de Sistemas de Creencias Religiosos que, dentro del Sistema de Control son tan efectivos en su estrategia de evitar que el esclavo se preocupe de buscar el conocimiento (Gnosis) mediante la introspección soberanista. Esa efectividad se concreta en el engaño que permite someter colectivamente a las almas (psiques), estableciendo en ellas una pueril lógica de trueque en lo que a la naturaleza de la relación Dios-Humanidad se refiere. Una dinámica perversa (a la que hay que añadir la sustitución del Lenguaje Arquetípico por parte de la literalidad), brillántemente instalada que -aúnque ignoramos cómo- parece ser el epicentro del Fenómeno Alienígena: alimentarse de las Almas (a la intemperie, vulnerables, sin el escudo de la Conciencia) como si fueran vampiros, a través de una relación psicopática (por ende, parasitaria) que se personifica a la perfección en la pirámide en que se estructuran los poderes de nuestro mundo.



Así, pues, a comienzos de abril de 2020 nos encontramos con una Conciencia que pide a su alma la sintonización, llamada a la calma, a no dejarse conducir por la senda del miedo irracional. Es tiempo de poner en cuestión muchos supuestos, mirándonos al espejo que ofrece la Conciencia, elegir. Elegir si al frente de tu timón estará tu Conciencia o sus suplantadores (del que Jacob/Israel, regido por el Titán Saturno, es el mejor ejemplo). Una llamada a la resistencia y a la fortaleza, porque todos estamos en el mismo barco, pero dentro de él no todos estamos igualmente situados. Los hay de primera, segunda y tercera clase. Y los capitanes de nuestros barcos -Estados, Iglesias, Ejércitos, etc- han dejado meridianamente clara su psicopática condición y la desventajosa (en tanto que parasitaria) naturaleza de su relación con nosotros.


Entramos en abril y en los cielos comienza a brillar la presencia del Cometa Atlas.



Más adelante, muy pronto, sabremos más sobre la información arquetípica (Atlas era un Titán) que nos ofrece la presencia en los cielos de este cometa.



Durante esas mismas fechas de finales de marzo, comienzo de abril, en los medios de comunicación aparecían, a propósito de la situación mundial, alusiones al Titanic, tal y como desde semanas antes venía ocurriendo con las alusiones al Diluvio, como hemos visto en los capítulos precedentes de esta crónica. 




Si tuviera que dividir la línea del tiempo del proceso (con comienzo en febrero) que estamos viviendo, diría que desde mediados de marzo las aguas del Diluvio comenzaron a crecer de forma sobresaliente, con epicentro en Italia, alcanzando a España, Inglaterra, cruza el Atlántico y llega a toda América. A 1º de abril los Estados Unidos ya estaban anegados, para comenzar una dramática subida durante las dos próximas semanas (colocándonos sobre el 15, aniversario del hundimiento del Titanic), que el presidente Trump anunció como "dolorosas". Teniendo en cuenta estos datos, la propia guerra interna que vive Trump contra el Estado Profundo, y que el destino original del popular buque era Nueva York, probablemente iremos viendo señales de las consecuencias del mortal impacto del Diluvio (como expresión de la propia carga autodestructiva derivada de la naturaleza cortoplacista y parasitaria del Sistema de Control) contra el casco del barco, el Estado, la autoridad...


Entretanto los días se van sucediendo, y para conocer qué puede ofrecernos esta experiencia en términos de riqueza procedente de la Conciencia, invito al lector a continuar esta crónica a través de la cinematográfica Titanic (1997), en donde encontramos los elementos simbólicos básicos de un relato arquetípico coherente con todo lo expuesto hasta el momento. Tras dicha exposición iré actualizando diariamente cualquier información relevante sobre los acontemientos.

Interpretación Arquetípica de Titanic (1997)


EN ALGÚN LUGAR DEL ATLÁNTICO NORTE, 1912.

El barco ya está herido de muerte, pero pocos lo saben. Una roca de hielo ha abierto una grieta, pero los creyentes siguen convencidos de que su llegada al Nuevo Mundo no se retrasará.
Nos remontamos a una fría noche de abril de 1912, cuando un buque, el RMS Titanic, se hunde en las profundas aguas del Atlántico, al sur de Terranova (Nueva Tierra). RMS (Royal Mail Steamship), Buque de Vapor del Correo Real. Es un portador de mensajes, de correspondencia, de comunicaciones. El Titanic -y sus breves pero intensas circunstancias- es la representación teatral de un escenario arquetípico (coherente con la representación del principio de Final de los Tiempos), el de la era industrial y sus primeras consecuencias: la bella época del desarrollo económico, el imperialismo capitalista, la tecnología en progreso. La vanidad propia de los imperios se alojaba en las mentes de los hombres y mujeres que veían en la ciencia la panacea. Y en la industria, el desarrollo que colmaría las necesidades de todos. Aquel estado mental parió al insumergible Titanic. Pero, en esencia, nada había cambiado; el Sistema de Control únicamente se había sofisticado.
El hundimiento del Titanic enterró la Belle Epoque, y trajo la Primera Guerra Mundial.


En términos generales, el barco, es una imagen arquetípica del útero materno. Todo simbólico, manifiesta al principio femenino, las emociones, lo que nos hace receptivos, listos para ser engendrados de amor o violados; lo uno o lo otro dependerá del conocimiento que el capitán posea de las características que hacen a la madre (emociones) fuerte o vulnerable.

‘La filosofía clásica describía el cuerpo humano como una nave en la que el timonel es el alma que razona (…) El naufragio, entonces, sugiere una nave que es arrastrada por un torbellino de energías al que no puede resistirse, o un navío cuya estructura es inherentemente inestable o se destroza contra las mortíferas rocas de las actitudes malvadas, por el mal liderazgo del capitán o por la incompetencia o la anarquía de la tripulación’ (El Libro de los Símbolos, The Archive for Research in Archetypal Symbolism).

Imaginemos ahora que la composición del ser humano, el tándem metafísico, Vida (Alma) y Conciencia, fuese de un 20% y 80% respectivamente:


PERSONAL:
Arquetípicamente hablando, un mal capitán (sin ejercer la Conciencia) llevará su barco (alma, 20 %, emociones) al naufragio. ¿Cómo? No conociendo adecuadamente sus emociones, desprotegiéndolas de las tormentas (al no identificarlas), no usando cartas de navegación (pautas de comportamiento basadas en la experiencia observada, no en los deseos o sueños), confiando que toda luz es un puerto al que acercarse y no un faro de advertencia.

GLOBAL:
Un mal capitán (Jefe Estado, Líder Religioso, Director de Empresa) llevará su barco (conjunto de almas, seres humanos) al naufragio, mediante el perverso manejo de las emociones (barco).

ACTUALIDAD:
El Viejo Mundo está en plena transformación. El entretenido (por necesidad o por voluntad) ser humano no se arranca la tutela de sus capataces. Las corporaciones, en incestuosa relación con los poderes públicos, han convertido el planeta del siglo XXI en una pestilente mercadería de muerte y miseria. Las emociones, comprometidas. La Conciencia, neutralizada. ¿Quién lleva el timón? Los creadores de la mercadería; de ahí, como dije antes, la diferente naturaleza del Titanic respecto del Arca del Diluvio.


¿Qué sucede cuando -a nivel global- el barco (conjunto de almas, seres humanos) está en manos de un capitán (cabeza que no ejercita la conciencia, intelecto manipulador de emociones) que no cumple con su compromiso de responsabilidad? Naufragio.
¿Qué sucede cuando -a nivel personal- el barco (alma, emociones) está en manos de un capitán (intelecto demonizado por supremacía de las apariencias y sublimación de las incontroladas emociones) que no lee las cartas de navegación (pautas de comportamiento basadas en la experiencia observada, no en los deseos o sueños)? Naufragio.
El film 2012 lo expresó a la perfección, con imágenes peculiares, como una especie del "eco" del hundimiento de 1912 en medio del Atlántico. Eco que, por aquellos días, la realidad convirtió en el drama del Concordia:


EL CORREO (RMS TITANIC) ENTREGA EL MENSAJE

Ella (el alma, las emociones, la Vida, el simbólico 20 %) es el mascarón de proa. Ella (Rose) es el mascarón de proa que hay que proteger con la Conciencia (Jack, intelecto, el simbólico 80 %).


Exactamente; en el contexto arquetípico, el alma (también el conjunto de almas, cuando nos vamos a lo global) se ve representada por el barco. Si el trayecto se realiza sin trágicas sorpresas, es que el alma no ha perdido la perspectiva de su objetivo vital.
Por eso, no es de extrañar que los gnósticos –expertos en este lenguaje- escondiesen en aquellos textos destinados a permanecer vigentes cientos de años después, su percepción de que la toma de Conciencia que pone coto a la distorsión mental del hombre es consecuencia directa de un esfuerzo personal, y no algo inherente a la forma en la que habitualmente miramos la vida. Nada es regalado, ni tampoco incondicional.
Parémonos un instante y observemos un ejemplo (Evangelio de Mateo, 14:22), un cuento que ha de ser leído y comprendido alegóricamente, como luego se verá:

Jesús ordenó a los discípulos a subir a la barca y precederle en la otra orilla del lago, mientras él despedía a la muchedumbre. Luego, subió a un monte apartado para orar y, llegada la noche estaba allí solo. La barca se había alejado de la tierra muchos estadios, azotada por las olas, pues el viento le era contrario. En la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando por el mar. Al verle ellos andar sobre el mar, se turbaron y decían: ‘Es un fantasma’. Y de miedo comenzaron a gritar. Pero al instante les habló Jesús, diciendo: ‘Tened confianza, soy yo. No temáis’. Tomando Pedro la palabra, dijo: ‘Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre las aguas’. Jesús dijo: ‘Ven’. Bajando de la barca, anduvo Pedro sobre las aguas y vino hacia Jesús. Pero viendo el viento fuerte, temió, y comenzando a hundirse gritó: ‘Señor, sálvame’. Al instante, Jesús le agarró y le dijo: ‘Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?’. Y subiendo a la barca se calmó el viento.

Yendo más allá de la hueca literalidad, aplicando un traductor arquetípico a las imágenes de la narración, veamos a Jesús como la personificación de la elevada Conciencia. Los demás actores, en proceso de maduración -como niños- abordo de la barca, son la personificación del Alma receptiva a su complemento activo.
El mar personifica las emociones humanas que están plenamente sujetas, como por cinchas, a la dinámica colectiva del Sistema de Control. Se entiende que el propósito de esta representación arquetípica pretende mostrarnos lo inconveniente de esa sujeción de las emociones al Sistema de Control. Así, el azote de las olas es la virulenta manipulación a la que se somete el alma humana dependiente de los dictados de dicho sistema, aunque en nuestra vida cotidiana las olas vengan tan espaciadas unas de otras que la manipulación se muestre muy sutilmente.
La narración, por tanto, nos habla de cómo la Conciencia -como agente emisor al que debe supeditarse el Alma, las emociones que nos hacen mamíferos y las que se desarrollaron del cerebro reptil primigenio-, hace frente al Sistema de Control en el marco de la psique. La orden de la Conciencia es que las Almas suban a la barca (se protejan, para resistir), pues están a punto de abandonar una orilla (la de hace 2000 años) para dirigirse al presente, la otra orilla, el Final de los Tiempos que trae Justicia mediante el colapso del Sistema de Control. Esas Almas son una minoría, puesto que son las únicas que suben a la barca, entretanto Jesús, (la Conciencia) despedía, decía adiós, a los demás, "las multitudes". Para remarcar que la travesía en barco es la expresión simbólica de 2000 años, se nos dice que Jesús ya no está aquí, de ahí ese "subió a un monte apartado" y el subrayado: "y llegada la noche (el fundido a negro que sirve de entreacto entre dos escenas) estaba allí solo". Es en ese mismo momento, durante la oscuridad de la noche, que la barca "se había alejado de la tierra muchos estadios (unidad de longitud usada por griegos y romanos), azotada por las olas, pues el viento le era contrario"; o sea, las circunstancias que rodean a dichas almas son hostiles. La aparición de Jesús andando poderosamente sobre las tormentosas aguas del Sistema de Control tiene lugar "en la cuarta vigilia de la noche", que se corresponde con el período entre las 3 y las 6 de la madrugada, precediendo al amanecer, en este caso, alegórico, en el que la Conciencia (Jesús), el Sol que borra la oscuridad de la noche, se eleva en el horizonte. La comprensión extremadamente racionalista y materialista de la realidad que han hecho suyas muchas almas, las lleva a no ir más allá de la literalidad, a no lograr ver las señales; incluso las conduce a pervertir lo que la Conciencia es, desposeyéndola de toda naturaleza ética hasta convertirla en un equivalente de mera información. De ahí que el Jesús que se acerca sobre las aguas, la Conciencia -sobre la que no tiene poder la fuerza de la gravedad- se acercara a las Almas, y fuera confundida con un "fantasma". Y las poseyó el miedo injustificado, inducido, hijo del Síndrome de Estocolmo, enemigo / opuesto de la Conciencia a perpetuidad. La Conciencia se identifica, espera ser reconocida ("Soy yo") por quienes ya la habían conocido, precisamente mediante la diligente construcción del Arca, cumpliendo los dictados que Noé había recibido antes del Diluvio. Y la Conciencia se dirige a las atribuladas almas para dar el único mensaje capaz de apacentar las Almas: "Tened confianza (...) No temáis". Y de remate, una pregunta al Alma: "¿Por qué has dudado". La Conciencia entra en el Alma (barca) y, tomando el control -la protege de las adversidades-, el viento para.


ROSE Y JACK

La película Titanic regresó a los cines en abril de 2012, conmemorando el centenario del naufragio. Se unieron a esa celebración todos los barcos del mundo, que hicieron sonar sus sirenas al unísono a las 23:40 del día 14 de abril de 2012.

Rose Dawson tiene 100 años, y rememora su experiencia a bordo del Titanic. Embarcó cuando tenía 17 años, junto a su madre, Ruth, y su prometido, Cal, un millonario que tiene en Rose a su más preciada posesión. 
En efecto, Cal representará en esta trama a la psicopática élite, al sujeto rico y presuntuoso al que le ha ido muy bien en la fiesta, (de la que no se debe hablar nunca exclusivamente sobre cómo nos fue a nosotros). En fin, todo un humanoide desalmado que no es nada sin sus posesiones, sin su control ilícito de la materia. 
Ruth, sin embargo, ha de recordar a su hija que la boda prevista es la única oportunidad para no seguir descendiendo en el escalafón social en el que ambas se encuentran. Así, para Cal, la llegada a América (el arquetípico Nuevo Mundo) significa la continuidad de los planes fijados en Europa (Viejo Mundo, Sistema de Control). 
Para Rose, el embarque no es sino el principio de su cautiverio, pues no ama a su prometido. La chica vive en el mismo marco opresivo que ya describí cuando analicé El Laberinto del Fauno (ELF) y vimos lo que Guillermo del Toro quería contarnos de la pequeña Ofelia. A propósito del nombre de la protagonista de Titanic, merece la pena mencionar el cuento que, sobre una rosa azul, Ofelia (ELF) nos cuenta:

‘La rosa azul es esa oportunidad de regresar a la inmortalidad del alma, para lo cual hay que someter al alma (el 20 %, las manos que pretenden tomar la rosa inmortal) a la dura labor de descondicionamiento de la imperante cultura solar, opresora de lo femenino, de la Vida, representada en el alma, las emociones. Esto viene confirmado cuando vemos el florecimiento de la rosa a la luz de la luna (Diosa), y cuándo nos narra Ofelia que es ese florecimiento: al caer la tarde, o sea, cuando el sol se oculta.’


Al mismo tiempo, durante el embarque, en un bar del puerto, Jack ha ganado una partida al póker que le permitirá obtener un pasaje en el Titanic. Allí conocerá a Rose. Desde ese instante, la chica representará intensamente al Alma que pretende ser liberada por la Conciencia (Jack) que la complementa.
La dura experiencia que habrá de vivir se condensa en la imagen de la mariposa, que es el motivo que aparece reflejado en uno de los enseres que la anciana Rose vuelve a tener en sus manos:


Arquetípicamente, la mariposa expresa las transmutaciones del alma. William Blake dejó constancia de este significado en el siguiente dibujo, que ilustra su obra ‘For the children: the Gates of Paradise’ (1793). Podemos ver a un bebé que tiene forma de pupa, antes de convertirse en un hombre:



Desesperada por el vacío existencial al que sabe está avocada, Rose se propone cometer suicidio. Paralelamente, alejado del sofisticado ambiente de la Primera Clase, Jack, mira desde la cubierta al cielo estrellado al que, alegóricamente, representa. En ese instante, cuando Rose se dirija corriendo hacia la popa del buque, ambos se encontrarán por primera vez. Ese momento dramático manifiesta las condiciones en las que, generalmente, se produce en impacto entre Alma y Conciencia, durante un estado de estrés entre fuerzas involutivas y las tendencias innatas del alma:


Jack logra convencer a Rose para que desista. Y lo logra. Sin embargo, se produce un mal entendido que coloca en un mismo plano a las dos fuerzas que pujan por el Alma: Cal, propietario de Rose, que representa al propio Sistema de Control y sus fuerzas involutivas (Inteligencia Alienígena & Psicópatas). Y Jack, que es una extensión -externa e independiente- de la psique de la chica, el Alma que ha de definir si apuesta por el Inmovilismo o la Evolución.


Jack es el arquetipo (veámoslo como un actor) de la Conciencia, que en textos como el Evangelio de Mateo que hemos visto, toma la forma de Jesús. Es libre, no está sujeto al Sistema de Control, y así lo expresa:



Tras diversas circunstancias, Jack tendrá la oportunidad de mostrar a Rose cómo se vive en un ambiente de mayor libertad frente a las rígidas normas sociales.


Y ella confiará en él. El Alma confiará en su Conciencia, pues la chica ha descubierto que, en efecto, Jack la ve a ella y ve a las personas:


Fruto de la relación de confianza (opuesto a la relación de trueque propia de la religión) que se establece entre ambos, la Conciencia coloca al Alma ante el dilema: ¿Quieres, alma, seguir engañándote? O por el contrario, ¿estás dispuesta a aceptar la verdad y actuar en consecuencia?



Es una pregunta que pretende arrancar el ropaje de la hipocresía, obligándonos a ser honestos y reconocer cuáles son los verdaderos lazos que, voluntariamente, nos vinculan dependientemente al Sistema de Control (Cal). El Alma (Rose) ha entrado ya, casi sin saberlo, en la espiral ascendente que conduce a su liberación. Pero no hay ascenso sin esfuerzo…


Cal, como humanoide que es, sin Vida, sin Alma, sin Conciencia (la mejor definición de la psicopatía), sin escrúpulos, advierte que su preciada posesión puede escurrírsele entre las manos. Y le entrega el único corazón de que dispone: una piedra preciosa.


Rose está en medio de ese estrés tan útil que, sin ser percibido como tal, acaba siendo visto como una mera disyuntiva moral de sencilla solución. Es mucho más que eso: el que el Sistema de Control haya subido la apuesta por el alma de la chica es consecuencia directa del incremento del riesgo de que ésta se libere y funda con su Conciencia (Jack). Sólo por ello, Cal debe intentar comprarla sin que sea demasiado evidente el indigno concepto que de ella tiene:


Perfectamente construida, la narración no entra en su fase más dramática (el hundimiento del barco) hasta que Rose haya apostado firmemente por su complementaria Conciencia:



El vínculo entre Alma y Conciencia es la confianza, la ausencia de temor, entendiéndolo en los mismos términos en los que se expresa, como vimos, en Mateo 14:22. Aquí Rose no camina sobre las aguas ante la llamada de su Conciencia (el Cristo), sino que simula que vuela. Es lo propio en esa década del siglo XX. Es, además, la plena identificación del alma como barco: el mascarón de proa…


El naufragio del Titanic se hace realidad. Como es de esperar, la Conciencia (Jack) salvará a Rose, que llegará al Nuevo Mundo, donde vivirá una vida plena, fruto de la decisión tomada en el estresante ambiente que vivió (confinada) en el Titanic…
Antes, cómo no, se volverá a poner a prueba la confianza de ella en quien (Conciencia) le ha ofrecido ser libre. Será Cal quien tiente a Rose a pensar que Jack es deshonesto. Pero ella no duda, sabe (PUES ATIENDE A LOS HECHOS, QUE NO A LAS PALABRAS) que su Conciencia no la traicionaría.


Desde ese momento, el Titanic comenzará a representar al colectivo de almas que están abordo.



Rose se esposará con la Conciencia, Jack, en Nueva York:

Fíjense en la lluvia que cae en Nueva York, aquí como icono de renovación. Y en el siguiente vídeo, el mismo recurso en la película Ben Hur:


Un Titanic, aparentemente insumergible, como las corporaciones que pocas décadas atrás habían empezado a emerger, siendo el monstruoso engendro que domina el comienzo del siglo XXI. Es la cara benéfica y amable del progreso la que se hunde en la madrugada del 14 al 15 de abril de 1912, considerando el naufragio del Titanic como el verdadero comienzo del siglo XX.



Un barco (opuesto de la naturaleza del Arca del Diluvio), un Sistema de Control, que espera una absolución que nunca llegaría.
Sólo dos años después, la Primera Guerra Mundial arrasaría el Viejo Mundo. Cerrada en falso, la contienda traería el ascenso de nazismo (1933) en Alemania. La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) otorgaría el dominio imperial a los EEUU, reinstaurando una suerte de segunda Belle Epoque que sería conocida como la exultante american way of life.
Pero, como el Sistema de Control se levanta sobre cadáveres, el poder de los psicópatas, desalmados humanoides, aumentó hasta límites que sólo hoy podemos sospechar. Así fue por la claudicación de unas sociedades, las nuestras, demasiado entretenidas en gozar de libertad condicional y el consumo… Dejación de responsabilidades, asumiendo el engañoso discurso de las élites, cayendo rendidos ante la seductora estrategia del psicópata.

2012, cien años después, acercándonos al escenario de nuestro 2020, el correo enviado por el Titanic llegó: Anunciando el riesgo, avisando de la tragedia, revelando la naturaleza irresponsable y fraudulenta de quienes están al timón de la nave:


Según los pasajeros del Costa Concordia, cuando el buque impactó con las rocas se escuchaba la canción principal de la película Titanic, interpretada por Celine Dion.


2012, sin duda, por razones evidentes, fue el año del Titanic, reclamando su justo lugar en el imaginario colectivo. ¿Quién no ha visto una alegoría de la distracción a la que nos someten los medios de comunicación, en la orquesta que sigue realizando su trabajo mientras el buque hace aguas?


Aquellos músicos trataban, con alegres tonadas, de calmar a los pasajeros (inicialmente en el salón de primera, más tarde en la cubierta de botes), con la esperanza de que se produjese el ansiado rescate. Todo fue en vano: 1500 muertos. (Ninguno de los ocho miembros de la banda de música sobrevivió)
Rescatando imágenes de nuestro imaginario colectivo nos hemos encontrado con un barco que hace cien años se hundió en las heladas aguas del Atlántico Norte durante su viaje inaugural hacia el Nuevo Mundo: el Royal Mail Steamship Titanic, un correo, un mensajero. El naufragio marcó, en la mente de los hombres y mujeres de la época, el comienzo real del siglo XX.
Eran las 2:20 de la fría madrugada del 15 de abril, el Titanic había desaparecido en las profundidades. El 22 es un número que nos habla de lo completo, del principio que se resuelve en el final, desde el alfa hasta la omega del alfabeto griego, desde alef hasta tau, en el alfabeto hebreo, que tiene 22 letras. 22 son los capítulos de Apocalipsis, y a 22 nudos de velocidad iba el Titanic cuando chocó con el iceberg que lo condenaría a reposar en la oscura fosa atlántica.


Hoy, abril de 2020, en medio de la mayor crisis desde la Segunda Guerra Mundial, el escenario global nos ha conducido a estar DENTRO del barco. Nosotros, confinados, somos Rose. Habitamos la parte del Titanic destinada a la Tercera Clase. Y estamos en medio de un lento proceso de naufragio; despojado de toda soberanía, el ser humano comienza ya a afrontar su momento más duro. Asiste perplejo, desorientado, como perdiz mareada, como un pasajero más de un barco que se le dijo era imposible de hundir.
La última canción que se interpretó en el Titanic, los acordes del himno Nearer, my God, to Thee (Más cerca de ti, mi Dios), creación de Sarah Adams, inspirado en el versículo de Génesis 28:11-12, nos habla de un joven Jacob (Israel) soñando con una escalera que alcanzaba el cielo, y he aquí que los ángeles de Dios subían y bajaban por ella… El resto es historia. Historia decarne, huesos y sangre, mucha sangre derramada.

DE TITANES VA LA COSA

Saturno era hermano menor de Titán; su madre, que lo prefería a sus otros hijos (¿no les suena a la vida de Jacob?), convence a Titán para que le dé la primogenitura a Saturno, gobernando como Dios, con la condición de que Saturno se comería a sus propios hijos, para garantizarle que algún día su descendencia -los Titanes- reinase.

Ya en el poder, Saturno se casa con su hermana y nace Zeus, que va a ser devorado por su padre, pero la madre del bebé huye con él y se refugia en una cueva de la isla de Creta… Esto me suena al cuento de María y José huyendo del hebreo rey Herodes, quizás porque el arquetipo Saturno rige el Sabbat (sábado, día sagrado judío) y representa a Israel, a quien protege.
Definitivamente, Zeus no ha corrido la misma suerte que sus hermanos. En su lugar, Gea le ha dado a comer a Saturno una piedra y el devorador no se da cuenta, pues está ciego (se diría que le domina el pensamiento deseoso, sólo ver lo que se quiere ver) y no sabe lo que se lleva a la boca.
El pequeño Zeus crece y lucha contra su padre, al que vencerá. Así, Saturno, derrotado se marchará a Roma, escondiéndose en el Monte Capitolio, desde donde se dirigirá el Imperio Romano, que lo tendrá por su Dios Supremo, celebrándose las fiestas saturnales el 22 de diciembre, celebración que dará origen a las navidades.
Cuenta la mitología clásica que Zeus logró que Cronos vomitase a sus hermanos, tras lo cual, éstos, liderados por el libertador, emprendieron una –nunca mejor dicho-, titánica lucha contra su progenitor y los hermanos de éste, los Titanes. Dioses del nuevo y viejo panteón se enfrascaron en una cruenta y larga contienda conocida como Titanomaquia; los Titanes tuvieron su cuartel general en el monte Otris, mientras que Zeus, sus hermanos y sus nuevos aliados (Cíclopes y Centímanos) hicieron lo propio en la cumbre del Olimpo. Ambos montes están en Grecia.
La victoria recayó en el joven Zeus, que se convirtió en heredero de la primacía divina sobre toda la creación.
Pero los problemas no habían concluido. Veinticuatro gigantes fueron prestos a enfrentarse con los triunfantes dioses olímpicos. A ese conflicto bélico final se le llamó Gigantomaquia y la victoria volvió a sonreír a Zeus y los suyos. El Oráculo había anunciado que así ocurriría siempre y cuando los olímpicos tuviesen a un mortal por aliado. Y un humano llamado Hércules fue quien se les unió.
En medio de la batalla, Zeus creó a Atenea, diosa virgen y armada hasta los dientes, que se encargó de llevar a Hércules hasta el lugar del enfrentamiento con los Gigantes, donde el héroe humano remataba a los enormes enemigos de los dioses.
Con la derrota de los gigantes, periodo identificable con el Final de los Tiempos, llegó el triunfo del Orden sobre el Caos; las bajas pasiones e instintos, y el maléfico influjo de Saturno-Cronos, Señor del Tiempo que todo lo corrompe, desaparecerían para siempre. La misma historia nos la contó Guillermo del Toro en El Laberinto del Fauno.


El mito llegó a nuestro presente, un tiempo de desconcierto y cierta angustia para la mayoría de los seres humanos. Moraleja (aportación arquetípica): Las batallas a ganar precisan del compromiso de muchos Hércules dispuestos a unirse a su linaje olímpico –a través de la unidad con Atenea-, contra la ferocidad de unos gigantes que sólo serán derrotados con esa extraordinaria alianza. Pues Hércules fue engendrado por Zeus...

13 DE ENERO DE 2012, MILENIO DOS, NUEVA GLORIA, CONCORDIA…

El 13 de enero de 2012, a última hora de la tarde (en Europa), en el marco de la guerra económica entre el EEUU y Europa, la agencia de calificación Standard & Poor (S&P) ataca a la economías del viejo continente.
El Banco Central Europeo afirma que la rebaja de la calificación de la deuda a nueve países europeos es ‘Un golpe arrollador’. Simultáneamente a la acción de S&P, en las costas del Mediterráneo, un enorme buque llamado Concordia (definido como pacto para conseguir armonía, entre partes que mantienen un litigio) hace aguas al chocar con unas rocas en las costas italianas.
En la religión romana, Concordia era la diosa del acuerdo, el entendimiento y la armonía matrimonial. Arquetípicamente, los Esposos; la unión entre Conciencia y Vida, el matrimonio primordial que se establece en cada ser humano que logra el equilibrio de las partes (masculino-femenino), sin preponderancia de una sobre la otra.
La diosa Concordia era representada sosteniendo una patera (barca) en una mano. En la otra mano, una cornucopia (símbolo prosperidad) y un caduceus (símbolo de paz). La imagen del barco, tal como hemos visto, evoca al Alma bien gobernada por el intelecto. Sin dicha ‘gobernanza’, el buque se hunde. Y con él, prosperidad y paz.
Concordia, la diosa romana, se la representaba vinculada a dos conceptos: seguridad y fortuna, que tomaban forma, precisamente, en otros dos dioses, Hércules y Mercurio.
El mal gobierno estatal o supranacional, entregando soberanía a terceros, ocultando a las masas la existencia de una guerra económica, conduce al hundimiento del sistema, el barco.
La necesidad de tutores es lo que hace del hombre un inútil. La perversa astucia del tutor, y la pereza del hombre, son la ventaja del primero sobre el segundo. Y mientras todo propósito de nuevo tiempo no contenga como piedra angular la soberanía del hombre (que no se construye sin esfuerzo personal), la renuncia a soñar con cuentos, la reflexión real, y el compromiso por la justicia, lo único que tendremos es un escenario en el que el mal que observábamos en la lejanía geográfica golpee nuestra puerta, como estamos padeciendo en términos globales durante el primer trimestre de 2020.
Ese mismo 13 de enero de 2012, sólo unas horas antes de que el drama del Concordia aconteciese, en la entrada del Mediterráneo, donde la mitología sitúa las llamadas Columnas de Hércules, dos embarcaciones han chocado…



…El Millenium II ha sido embestido por el New Glory. Son las 19:50 de la tarde. El escenario del impacto no está lejos de la Macizo del Atlas, donde la mitología sitúa donde el Titán Atlas fue encadenado y concenado a soportar el firmamento sobre sus hombros. Un firmamento que ahora, abril de 2020, nos muestra el recorrido del Cometa Atlas, puntual a su cita con los eventos terrestres.


Posteriormente, el 21 de enero de 2012, frente a las costas de Irán, en el Estrecho de Ormuz, un nuevo naufragio. 
Los días posteriores al episodio del Concordia comenzaron a surgir informaciones que apuntaban a un vínculo arquetípico entre la tragedia del 13 de enero de 2012 y la del 14 de abril de 1912:

El 8 de enero de 2012 se publica un reportaje fotográfico sobre la película Titanic que ha sido realizado a bordo del Concordia.


‘En un irónico giro del destino, los comensales en el restaurante del Concordia estaban escuchando a Celine Dion con el tema "My Heart Will Go” -la melodía de la película Titanic - cuando chocó con las rocas el viernes por la noche.’


El tío abuelo de una pasajera del Concordia murió en el Titanic:
‘La tragedia del "Titanic", en la cual murió el camarero Giovanni Capuano, tío abuelo de Valentina Capuano, quien viajaba en el "Costa Concordia" y le tocó revivir un drama similar al de su pariente.’
El irresponsable capitán del Concordia declaraba en 2010: ‘No me gustaría ser el capitán del Titanic’.
El Concordia era mayor que el Titanic, y abordo iba casi el doble de pasaje que el buque que naufragó hace 100 años. Los muertos del Concordia se podían haber evitado.



Les dejo con las curiosas diferencias entre los acontecimientos reales del Titanic, y la novela de 1898 en la que se menciona un naufragio bastante parecido.


Entretanto, hoy es 2 de abril, sigamos atentos a ver qué nuevas escenas nos trae el Evento, el bicho invisible que ha puesto al mundo en jaque. Quédate en casa y permanece en sintonía.





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(3/4/20)






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AQUÍ,  artículo -febrero de 2010- de Antoni Trilla, catedrátido de Salud Pública de la Universidad de Barcelona, sobre las acusaciones de Wodarg, en el que sale en defensa de la OMS. Durante la crisis del COVID-19 Trilla es integrante del Comité Científico que asesora al Gobierno de España.

















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