EN ALGÚN LUGAR DEL ATLÁNTICO NORTE, 1912.
El barco ya está herido de muerte, pero pocos lo
saben. Una roca de hielo ha abierto una grieta, pero los creyentes siguen
convencidos de que su llegada al Nuevo Mundo no se retrasará.
Nos remontamos a una fría noche de abril de 1912,
cuando un buque, el RMS Titanic, se hunde en las profundas aguas del Atlántico.
RMS (Royal Mail Steamship), Buque de Vapor del
Correo Real. Es un portador de mensajes, de correspondencia, de comunicaciones.
El Titanic -y sus breves pero intensas circunstancias- es la representación teatral de un escenario arquetípico, el de la era
industrial y sus primeras consecuencias: la bella época del desarrollo
económico, el imperialismo capitalista, la tecnología en progreso. La vanidad
propia de los imperios se alojaba en las mentes de los hombres y mujeres que
veían en la ciencia la panacea. Y en la industria, el desarrollo que colmaría
las necesidades de todos. Aquel estado mental parió al insumergible Titanic.
Pero, en esencia, nada había cambiado; el Sistema de Control (SC) únicamente se
había sofisticado.
El hundimiento del Titanic enterró la Belle Epoque,
y trajo la Primera Guerra Mundial.
El barco, imagen arquetípica del útero materno. Todo
simbólico, manifiesta al principio femenino, las emociones, lo que nos hace
receptivos, listos para ser engendrados de amor o violados; lo uno o lo otro
dependerá del conocimiento que el capitán posea de las características que
hacen a la madre (emociones) fuerte o vulnerable.
‘La filosofía clásica describía el cuerpo humano
como una nave en la que el timonel es el alma que RAZONA (…) El naufragio,
entonces, sugiere una nave que es arrastrada por un torbellino de energías al
que no puede resistirse, o un navío cuya estructura es inherentemente inestable
o se destroza contra las mortíferas rocas de las actitudes malvadas, por el mal
liderazgo del capitán o por la incompetencia o la anarquía de la tripulación’
(El Libro de los Símbolos, The Archive for Research in Archetypal Symbolism).
PERSONALMENTE:
Arquetípicamente hablando, un mal capitán (sin
ejercer como Conciencia) llevará su barco (alma, 20 %, emociones) al naufragio.
¿Cómo? No conociendo adecuadamente sus emociones, desprotegiéndolas de las
tormentas (al no identificarlas), no usando cartas de navegación (pautas de comportamiento
basadas en la experiencia observada, no en los deseos o sueños), confiando que
toda luz es un puerto al que acercarse.
GLOBALMENTE:
Un mal capitán (Jefe Estado, Líder Religioso,
Director de Empresa) llevará su barco (conjunto de almas, seres humanos) al
naufragio. ¿Cómo? Mediante el mal manejo de las emociones (barco).
ACTUALMENTE:
El Viejo Mundo (SC) está en plena transformación. El
entretenido (por necesidad o por voluntad) ser humano no se arranca la tutela
de sus capataces. Hemos visto que ni aquellos que se llaman a sí mismos
‘despiertos’ logran hacerlo. Las corporaciones, en incestuosa relación con los
poderes públicos, han convertido el planeta del siglo XXI en una pestilente
mercadería de muerte y miseria. Las emociones, comprometidas. La Conciencia,
neutralizada. ¿Quién lleva el timón? Los creadores de la mercadería.
¿Qué sucede cuando -a nivel global- el barco
(conjunto de almas, seres humanos) está en manos de un capitán (cabeza que no
ejercita la conciencia, intelecto manipulador de emociones) que no cumple con
su compromiso de responsabilidad? Naufragio.
¿Qué sucede cuando -a nivel personal- el barco
(alma, emociones) está en manos de un capitán (intelecto demonizado por
supremacía de las apariencias y sublimación de las incontroladas emociones) que
no lee las cartas de navegación (pautas de comportamiento basadas en la
experiencia observada, no en los deseos o sueños)? Naufragio.
Película 2012, con imágenes peculiares:
EL CORREO (RMS TITANIC) ENTREGA EL MENSAJE
Ella (el alma, las emociones, la Vida, el simbólico
20 %) es el mascarón de proa. Ella (Rose en Titanic) es el mascarón de proa que
hay que proteger con la Conciencia (Jack en Titanic, intelecto, el simbólico 80
%).
Exactamente; en el contexto arquetípico, el alma
(también el conjunto de almas, cuando nos vamos a lo global) se ve representada
por el barco. Si el trayecto se realiza sin trágicas sorpresas, es que el alma
no ha perdido la perspectiva de su objetivo vital.
Por eso, no es de extrañar que los gnósticos
–expertos en este lenguaje- escondiesen en aquellos textos destinados a
permanecer vigentes cientos de años después, su percepción de que la toma de
Conciencia que pone coto a la distorsión mental del hombre es consecuencia
directa de un esfuerzo personal, y no algo inherente a la forma en la que
habitualmente miramos la vida. Nada es regalado, ni tampoco incondicional; algo
que hemos olvidado.
Parémonos un instante y observemos un ejemplo
(Evangelio de Mateo, 14:22), un cuento que ha de ser leído y comprendido
alegóricamente, como luego se verá:
Jesús ordenó a los discípulos a subir a la barca y
precederle en la otra orilla del lago, mientras él despedía a la muchedumbre.
Luego, subió a un monte apartado para orar y, llegada la noche estaba allí
solo. La barca se había alejado de la tierra muchos estadios, azotada por las
olas, pues el viento le era contrario. En la cuarta vigilia de la noche vino a
ellos andando por el mar. Al verle ellos andar sobre el mar, se turbaron y
decían: ‘Es un fantasma’. Y de miedo comenzaron a gritar. Pero al instante les
habló Jesús, diciendo: ‘Tened confianza, soy yo. No temáis’. Tomando Pedro la
palabra, dijo: ‘Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre las aguas’. Jesús
dijo: ‘Ven’. Bajando de la barca, anduvo Pedro sobre las aguas y vino hacia
Jesús. Pero viendo el viento fuerte, temió, y comenzando a hundirse gritó:
‘Señor, sálvame’. Al instante, Jesús le agarró y le dijo: ‘Hombre de poca fe,
¿por qué has dudado?’. Y subiendo a la barca se calmó el viento.
Ahora, yendo más allá del absurdo literal,
apliquemos un traductor arquetípico a las imágenes del cuento. El personaje
principal es Cristo, entendido como una personificación del intelecto elevado,
la Conciencia, a la cual he venido denominando –simbólicamente- 80 %. Los demás
actores representan diversos estados del alma (al que he venido en llamar,
simbólicamente, 20 %). La barca, ya lo sabemos, representa al alma; en este
caso, conjunto de ellas, pues todos los hombres que van abordo están en el
mismo estado emocional, aunque el portavoz, el sujeto que en el relato expresa
lo que la psique colectiva vive, es Pedro.
El mar personifica las emociones humanas que están
plenamente sujetas, como por cinchas, a la dinámica colectiva del Sistema de Control (SC). Se entiende que el propósito de esta representación arquetípica
pretende mostrarnos lo inconveniente de esa sujeción de las emociones al SC.
Así, el azote de las olas es la virulenta manipulación a la que se somete el
alma humana dependiente de los dictados de dicho sistema, aunque en nuestra
vida cotidiana las olas vengan tan espaciadas unas de otras que la manipulación
se muestre muy sutilmente.
Imaginemos, pues, que el relato que hemos leído es
obra de un genial guionista (Billy Wilder, por ejemplo), y que su objetivo es
contarnos una historia –en celuloide- que exprese mucho más de lo que los
elementos físicos dicen. Quedaría una cosa así (entre paréntesis mi
interpretación):
Jesús (Conciencia, 80 %) ordenó a los discípulos
(Alma, 20 %) a subir a la barca (símbolo de tránsito temporal; las experiencias
del alma) y precederle en la otra orilla (la actualidad, dos mil años después)
del lago, mientras él despedía a la muchedumbre. Luego, subió a un monte
(imagen arquetípica de cercanía al cielo) apartado para orar y, llegada la
noche (‘fundido a negro’ que hace de ‘entreacto’ entre dos periodos, el de la
narración y el presente) estaba allí solo. La barca se había alejado de la
tierra (de la ‘orilla’ de embarque, que representa el tiempo de hace dos mil
años) muchos estadios (unidad de longitud usada antiguamente por griegos y
romanos), azotada por las olas (SC que enfrenta a los 20 %), pues el viento
(hostiles fuerzas del SC) le era contrario. En la cuarta vigilia de la noche
(se corresponde con el período entre las 3 y las 6 de la madrugada, precediendo
al amanecer, en este caso, alegórico) vino a ellos andando por el mar
(supremacía de la Conciencia, el 80 %, sobre el SC). Al verle ellos (los 20 %,
las almas) andar sobre el mar, se turbaron y decían: ‘Es un fantasma’. Y de
miedo comenzaron a gritar. Pero al instante les habló Jesús (Conciencia, 80 %),
diciendo: ‘Tened confianza (en la condición de 20 % que se complementa con
el 80 %), soy yo (vuestra Conciencia). No temáis (no dejéis que este derivado
del SC entre en vuestra psique y atente contra la Vida)’. Tomando Pedro
(representante de las almas inmaduras) la palabra, dijo: ‘Señor (80 %), si eres
tú, mándame ir a ti sobre las aguas (con supremacía sobre el SC)’. Jesús (80 %)
dijo: ‘Ven’. Bajando de la barca, anduvo Pedro sobre las aguas (con soberanía
sobre sus emociones mientras confió en su Conciencia) y vino hacia Jesús (su 80
%). Pero viendo el viento fuerte (embates del SC), temió (derivado del SC), y
comenzando a hundirse gritó: ‘Señor, sálvame’. Al instante, Jesús le agarró y
le dijo: ‘Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado (ausencia de confianza)?’. Y
subiendo a la barca se calmó el viento. (Mt. 14:22)
Se entiende, pues, que la concepción que los
gnósticos tenían de la Conciencia, al contrario de lo que dicta el buenismo de
la Nueva Era, es un compendio de varios elementos: Confianza en los dictados
derivados de los procesos intelectuales propios, en contraposición a los
dictados provenientes de lo socialmente establecido; elevado código ético que
conforma la Conciencia individual, con la que el sujeto está comprometido.
(Esto último se desprende del resto de la literatura gnóstica, no de este texto
concreto)
Así, el miedo que se expresa y censura en el cuento
que acabamos de leer, no es aquella emoción razonable y necesaria que sentimos
antes situaciones arriesgadas, ya sean éstas físicas o morales. Tampoco nos
está proponiendo fe ciega en una figura mitológica o religiosa. Se trata de una
invitación a romper con el miedo a pensar por uno mismo, distanciándonos de la
normal social imperante en un sistema corrupto.
En síntesis, la Conciencia (80 %) prueba
experimental a su alma (20 %) con el exclusivo objetivo de obtener un acople
perfecto entre ambos que materialice un comportamiento ético, que es lo que
personifican los ‘frutos’ en el lenguaje de estos textos clásicos.
ROSE Y JACK
La película Titanic regresó a los cines en abril de 2012, conmemorando el centenario del naufragio. Se unieron a esa celebración
todos los barcos del mundo, que hicieron sonar sus sirenas al unísono a las 23:40
del día 14 de abril de 2012.
Rose Dawson tiene 100 años, y rememora su
experiencia a bordo del Titanic. Embarcó cuando tenía 17 años, junto a su
madre, Ruth, y su prometido, Cal, un millonario que tiene en Rose a su más
preciada posesión. En efecto, Cal representará en esta trama al sujeto que le
ha ido muy bien en la fiesta, rico y presuntuoso. En fin, todo un humanoide que
no es nada sin sus posesiones. Ruth, sin embargo, ha de recordar a su hija que
la boda prevista es la única oportunidad para no seguir descendiendo en el
escalafón social en el que ambas se encuentran. Así, para Cal, la llegada a
América (el arquetípico Nuevo Mundo) significa la continuidad de los planes
fijados en Europa (Viejo Mundo, Sistema de Control). Pero para Rose, el
embarque no es sino el principio de su cautiverio, pues no ama a su prometido.
La chica vive en el mismo marco opresivo que ya describí cuando analicé El Laberinto del Fauno (ELF) y vimos lo que Guillermo del Toro quería contarnos de
la pequeña Ofelia. A propósito del nombre de la protagonista de Titanic, merece
la pena mencionar el cuento que, sobre una rosa azul, Ofelia (ELF) nos cuenta:
‘La rosa azul es esa oportunidad de regresar a la
inmortalidad del alma, para lo cual hay que someter al alma (el 20 %, las manos
que pretenden tomar la rosa inmortal) a la dura labor de descondicionamiento de
la imperante cultura solar, opresora de lo femenino, de la Vida, representada
en el alma, las emociones. Esto viene confirmado cuando vemos el florecimiento
de la rosa a la luz de la luna (Diosa), y cuándo nos narra Ofelia que es ese
florecimiento: al caer la tarde, o sea, cuando el sol se oculta.’
Al mismo tiempo, en un bar del puerto, Jack ha
ganado una partida al póker que le permitirá obtener un pasaje en el Titanic.
Allí conocerá a Rose. Desde ese instante, la chica representará intensamente al
alma (20 %) que pretende ser liberada por la Conciencia (Jack) que la
complementa.
La dura experiencia que habrá de vivir se condensa
en la imagen de la mariposa, que es el motivo que aparece reflejado en uno de
los enseres que la anciana Rose vuelve a tener en sus manos:
Arquetípicamente, la mariposa expresa las
transmutaciones del alma. William Blake dejó constancia de este significado en
el siguiente dibujo, que ilustra su obra ‘For the children: the Gates of Paradise’ (1793). Podemos ver a un bebé que tiene forma de pupa, antes de
convertirse en un hombre:
Desesperada por el vacío existencial al que sabe
está avocada, Rose se propone cometer suicidio. Paralelamente, alejado del
sofisticado ambiente de la Primera Clase, Jack, mira desde la cubierta al cielo
estrellado al que, alegóricamente, representa. En ese instante, cuando Rose se
dirija corriendo hacia la popa del buque, ambos se encontrarán por primera vez.
Ese momento dramático manifiesta las condiciones en las que, generalmente, se
produce en impacto entre alma y Conciencia, durante un estado de estrés entre
fuerzas involutivas y las tendencias innatas del alma:
Jack logra convencer a Rose para que desista. Y lo
logra. Sin embargo, se produce un mal entendido que coloca en un mismo plano a
las dos fuerzas que pujan por el alma: Cal, propietario de Rose, que representa
al propio Sistema de Control y sus fuerzas involutivas. Y Jack, que es una
extensión (80 %) de la psique de la chica, el alma que ha de definir si apuesta
por el inmovilismo o la evolución.
Jack es el arquetipo (veámoslo como un actor) de la
Conciencia, que en textos como el Evangelio de Mateo que hemos visto, toma la
forma de Cristo (veámoslo como el personaje físico, con ropajes de galileo). Él
es libre, no está sujeto al Sistema de Control, y así lo expresa:
Tras diversas circunstancias, Jack tendrá la
oportunidad de mostrar a Rose cómo se vive en un ambiente de mayor libertad
frente a las rígidas normas sociales.
Y ella CONFIARÁ en él. El alma (Rose) CONFIARÁ en su
Conciencia (Jack), pues la chica ha descubierto que, en efecto, Jack la VE a
ella y VE a las personas:
Fruto de la relación de confianza que se establece
entre ambos, la Conciencia coloca al alma ante el dilema: ¿Quieres, alma,
seguir engañándote? O por el contrario, ¿estás dispuesta a aceptar la verdad y
actuar en consecuencia?
El alma ha entrado ya, casi sin saberlo, en la
espiral ascendente que conduce a su liberación. Pero no hay ascenso sin
esfuerzo…
Cal, como humanoide que es, sin Vida, sin alma, sin
escrúpulos, advierte que su preciada posesión puede escurrírsele entre las
manos. Y le entrega el único corazón de que dispone: una piedra preciosa.
Rose está en medio de ese estrés tan útil que, sin
ser percibido como tal, acaba siendo visto como una mera disyuntiva moral del
sencilla solución. Es mucho más que eso: el que el Sistema de Control haya
subido la apuesta por el alma de la chica es consecuencia directa del
incremento del riesgo de que ésta se libere y funda con su Conciencia (Jack).
Sólo por ello, Cal debe intentar comprarla sin que sea demasiado evidente el
indigno concepto que de ella tiene:
Perfectamente construida, la narración no entra en
su fase más dramática (el hundimiento del barco) hasta que Rose haya apostado
firmemente por su complementaria Conciencia:
El vínculo entre alma y Conciencia es la confianza,
la ausencia de temor, entendiéndolo en los mismos términos en los que se
expresa en Mateo 14:22. Aquí Rose no camina sobre las aguas ante la llamada de
su Conciencia (el Cristo), sino que simula que vuela. Es lo propio en esa
década del siglo XX. Es, además, la plena identificación del alma como barco:
el mascarón de proa…
El naufragio del Titanic se hace realidad. Como es
de esperar, la Conciencia (Jack) salvará a Rose (alma), y la chica llegará al
Nuevo Mundo, donde vivirá una vida plena, fruto de la decisión tomada en el
estresante ambiente que vivió en el Titanic…
Antes, cómo no, se volverá a poner a prueba la
confianza de ella en quien le ha ofrecido ser libre. Será Cal quien tiente a
Rose a pensar que Jack es deshonesto. Pero ella no duda, SABE (PUES ATIENDE A
LOS HECHOS, QUE NO A LAS PALABRAS) que su Conciencia no la traicionaría.
Desde ese momento, el Titanic comenzará a representar
al colectivo de almas que están abordo.
Rose se esposará con la conciencia, Jack, en Nueva York:
Fíjense en la lluvia en Nueva York, icono de renovación, en otras imágenes que usan el mismo recurso, Ben Hur:
Un Titanic, aparentemente insumergible, como las
corporaciones que pocas décadas atrás habían empezado a emerger, siendo el
monstruoso engendro que domina el siglo XXI. Es la cara benéfica y amable del
progreso la que se hunde el 14 de abril de 1912, considerando el naufragio del
Titanic como el verdadero comienzo del siglo XX.
Sólo dos años después, la Primera Guerra Mundial
arrasaría el Viejo Mundo. Cerrada en falso, la contienda traería el ascenso de
nazismo (1933) en Alemania. La Segunda Guerra Mundial otorgaría el dominio
imperial a los EEUU, reinstaurando una suerte de segunda Belle Epoque que sería
conocida como la exultante american way of life.
Pero, como el Sistema de Control se levanta sobre
cadáveres, el poder de los humanoides aumentó hasta límites que sólo hoy
podemos sospechar. Así fue por la claudicación de unas sociedades, las
nuestras, demasiado entretenidas en gozar de libertad condicional y el consumo…
Dejación de responsabilidades.
2012, cien años después:
Según los pasajeros del Costa Concordia, cuando el
buque impactó con las rocas se escuchaba la canción principal de la película Titanic, interpretada por Celine Dion.
2012, sin duda, por razones evidentes, fue el año del
Titanic, reclamando su justo lugar en el imaginario colectivo. ¿Quién no ha
visto una alegoría de la distracción a la que nos someten los medios de
comunicación, en la orquesta que sigue realizando su trabajo mientras el buque
hace aguas?
Aquellos músicos trataban, con alegres tonadas, de
calmar a los pasajeros (inicialmente en el salón de primera, más tarde en la
cubierta de botes), con la esperanza de que se produjese el ansiado rescate.
Todo fue en vano: 1500 muertos. (Por cierto, ninguno de los ocho miembros de la
banda de música sobrevivió…)
Rescatando imágenes de nuestro imaginario colectivo
nos hemos encontrado con un barco que hace cien años se hundió en las heladas
aguas del Atlántico Norte durante su viaje inaugural hacia el Nuevo Mundo: el
Royal Mail Steamship Titanic, un correo, un mensajero. El naufragio marcó, en
la mente de los hombres y mujeres de la época, el comienzo real del siglo XX.
Eran las 2:20 de la fría madrugada del 15 de abril,
el Titanic había desaparecido en las profundidades. El 22 es un número que nos
habla de lo completo, del principio que se resuelve en el final, desde el alfa
hasta la omega del alfabeto griego, desde alef hasta tau, en el alfabeto
hebreo, que tiene 22 letras. 22 son los capítulos de Apocalipsis, y a 22 nudos
de velocidad iba el Titanic cuando chocó con el iceberg que lo condenaría a
reposar en la oscura fosa atlántica…
Hoy, en medio de un lento proceso de naufragio,
despojado de toda soberanía, el ser humano comienza ya a afrontar su momento
más duro: lo que creía superado toca a su puerta. No es el fantasma de las
viejas navidades, precisamente, sino el de todo aquello que pensó no le tocaría
vivir. Y asiste perplejo, desorientado, como perdiz mareada, como un pasajero
más de un barco que se le dijo era imposible de hundir.
Mi opinión es que los amos de la materia están
dispuestos a que el planeta entero se acabe hundiendo como lo hizo el Titanic
en 1912, mientras los músicos hicieron sonar una última canción… los acordes
del himno Nearer, my God, to Thee (Más cerca de ti, mi Dios), creación de Sarah
Adams, inspirado en Génesis 28:11-12; versículo que nos habla de un joven Jacob
(Israel) soñando con una escalera que alcanzaba el cielo, y he aquí que los
ángeles de Dios subían y bajaban por ella… El resto es historia. Historia decarne, huesos y sangre, mucha sangre derramada.
DE TITANES VA LA COSA
Saturno era hermano menor de Titán, y su madre, que
lo prefería a sus otros hijos (¿no les suena a la vida de Jacob?), convence a
Titán para que le dé la primogenitura a Saturno, rigiendo como Dios, con la
condición de que Saturno se comería a sus propios hijos, para garantizarle que
algún día su descendencia -los Titanes- reinase.
Ya en el poder, Saturno se casa con su hermana y
nace Zeus, que va a ser devorado por su padre, pero la madre del bebé huye con
él y se refugia en una cueva de la isla de Creta… Esto me suena al cuento de
María y José huyendo del rey Herodes, quizás porque el arquetipo Saturno rige
el Sabbat (sábado, día sagrado judío) y representa a Israel, a quien protege.
Definitivamente, Zeus no ha corrido la misma suerte
que sus hermanos. En su lugar, Gea le ha dado a comer a Saturno una piedra y el
devorador no se da cuenta, pues está ciego y no sabe lo que se lleva a la boca.
El pequeño Zeus crece y lucha contra su padre, al
que vencerá. Así, Saturno, derrotado se marcha a Roma, escondiéndose en el
Monte Capitolio, desde donde se dirigirá el Imperio Romano, que lo tendrá por
su Dios Supremo, celebrándose las fiestas saturnales el 22 de diciembre,
celebración que dará origen a las navidades.
Cuenta la mitología clásica que Zeus logró que
Cronos vomitase a sus hermanos, tras lo cual, éstos, liderados por el
libertador, emprendieron una –nunca mejor dicho-, titánica lucha contra su
progenitor y los hermanos de éste, los Titanes. Dioses del nuevo y viejo
panteón se enfrascaron en una cruenta y larga contienda conocida como
Titanomaquia; los Titanes tuvieron su cuartel general en el monte Otris,
mientras que Zeus, sus hermanos y sus nuevos aliados (Cíclopes y Centímanos)
hicieron lo propio en la cumbre del Olimpo. Ambos montes están en Grecia.
Como digo, dura fue la batalla, pero la victoria
recayó en el joven Zeus, que se convirtió en heredero de la primacía divina
sobre toda la creación.
Pero los problemas no habían concluido. Veinticuatro
gigantes fueron prestos a enfrentarse con los triunfantes dioses olímpicos. A
ese conflicto bélico final se le llamó Gigantomaquia y la victoria volvió a sonreír
a Zeus y los suyos. El Oráculo había anunciado que así ocurriría siempre y
cuando los olímpicos tuviesen a un mortal por aliado. Y un humano llamado
Hércules fue quien se les unió.
En medio de la batalla, Zeus creó a Atenea, diosa
virgen y armada hasta los dientes, que se encargó de llevar a Hércules hasta el
lugar del enfrentamiento con los Gigantes, donde el héroe humano remataba a los
enormes enemigos de los dioses.
Con la derrota de los gigantes llegó el triunfo del
Orden sobre el Caos; las bajas pasiones e instintos, y el maléfico influjo de
Saturno-Cronos, Señor del Tiempo que todo lo corrompe, desaparecerían para
siempre. La misma historia nos la contó Guillermo del Toro en El Laberinto del Fauno.
El mito llegó a nuestro presente, un tiempo de
desconcierto y cierta angustia para la mayoría de los seres humanos. Moraleja
(aportación arquetípica): Las batallas a ganar precisan del compromiso de
muchos Hércules dispuestos a unirse a su linaje olímpico –a través de la unidad
con Atenea-, contra la ferocidad de unos gigantes que sólo serán derrotados con
esa extraordinaria alianza. Pues aunque no lo dije antes, Hércules fue
engendrado por Zeus...
13 DE ENERO DE 2012, MILENIO DOS, NUEVA GLORIA,
CONCORDIA…
El 13 de enero de 2012, a última hora de la tarde (en
Europa), en el marco de la guerra económica entre el EEUU y Europa, la agencia
de calificación Standard & Poor (S&P) ataca a la economías del viejo
continente.
El Banco Central Europeo afirma que la rebaja de la
calificación de la deuda a nueve países europeos es ‘UN GOLPE ARROLLADOR’.
Simultáneamente a la acción de S&P, en las
costas del Mediterráneo, un enorme buque llamado Concordia (pacto para
conseguir armonía, entre partes que mantienen un litigio) hace aguas al chocar
con unas rocas en las costas italianas.
En la religión romana, Concordia era la diosa del
acuerdo, el entendimiento y la armonía matrimonial. Arquetípicamente, la unión
entre Conciencia (intelecto, simbólico 80 %) y Vida (emociones, simbólico 20 %)
es el matrimonio primordial que se establece en cada ser humano que logra el
equilibrio de las partes, sin preponderancia de una sobre la otra.
La diosa Concordia era representada sosteniendo una
patera (barca) en una mano. En la otra mano, una cornucopia (símbolo
prosperidad) y un caduceus (símbolo de paz). La imagen del barco, tal como
hemos visto, evoca al alma (20 %) bien gobernada por el intelecto (80 %). Sin
dicha ‘gobernanza’, el buque se hunde. Y con él, prosperidad y paz.
Concordia, la diosa romana, se la representaba
vinculada a dos conceptos: seguridad y fortuna, que tomaban forma,
precisamente, en otros dos dioses, Hércules y Mercurio.
El mal gobierno estatal o supranacional, entregando
soberanía a terceros, ocultando a las masas la existencia de una guerra
económica, conduce al hundimiento del sistema.
Véase el psicópata ocupando lugares depoder.
La necesidad de tutores es lo que hace del hombre un
inútil. La perversa astucia del tutor, y la pereza del hombre, son la ventaja
del primero sobre el segundo. Y mientras todo propósito de nuevo tiempo no
contenga como piedra angular la soberanía del hombre (que no se construye sin
esfuerzo personal), la renuncia a soñar con cuentos, la reflexión real, y el
compromiso por la justicia, lo único que tendremos es un escenario en el que el
mal que observábamos en la lejanía geográfica golpee nuestra puerta. Véase psicópatas integrados.
Ese mismo 13 de enero de 2012, sólo unas horas antes de que
el drama del Concordia aconteciese, en la entrada del Mediterráneo, donde la
mitología sitúa las llamadas Columnas de Hércules, dos embarcaciones han
chocado…
…El Millenium II ha sido embestido por el New Glory.
Son las 19:50 de la tarde.
Posteriormente, el 21 de enero de 2012, frente a las
costas de Irán, en el Estrecho de Ormuz, un nuevo naufragio.
Y los días posteriores al episodio del Concordia
comenzaron a surgir informaciones que apuntaban a un vínculo arquetípico entre
la tragedia del 13 de enero de 2012 y la del 14 de abril de 1912:
El 8 de enero de 2012 se publica un reportaje
fotográfico sobre la película Titanic que ha sido realizado a bordo del
Concordia.
‘En un irónico giro del destino, los comensales en
el restaurante del Concordia estaban escuchando a Celine Dion con el tema
"My Heart Will Go” -la melodía de la película Titanic - cuando chocó con
las rocas el viernes por la noche.’
El tío abuelo de una pasajera del Concordia murió en
el Titanic:
‘La tragedia del "Titanic", en la cual
murió el camarero Giovanni Capuano, tío abuelo de Valentina Capuano, quien
viajaba en el "Costa Concordia" y le tocó revivir un drama similar al
de su pariente.’
El irresponsable capitán del Concordia declaraba en
2010: ‘No me gustaría ser el capitán del Titanic’.
El Concordia era mayor que el Titanic, y abordo iba
casi el doble de pasaje que el buque que naufragó hace 100 años. Los muertos
del Concordia se podían haber evitado.
Les dejo con las curiosas diferencias entre los acontecimientos reales del Titanic, y la novela de 1898 en la que se menciona un naufragio bastante parecido:
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