domingo, 6 de octubre de 2019

Conversión, oración, penitencia



Para los cristianos, las revelaciones de Dios concluyeron con la muerte de San Juan, autor de Apocalipsis. Pero, eso no quita que de vez en cuando la gracia divina, según ellos, se manifieste para recordar su mensaje de salvación.
Una vez que hemos metido las narices en el fenómeno alienígena con tintes católicos, me pregunto, ¿qué crédito puede dársele a una entidad que es incoherente; que atemoriza a la gente y juega a placer con su emotividad; que usa a niños analfabetos como sus portavoces? Absolutamente ninguno.

Sus manifestaciones no son didácticas. La reaccionaria María que se aparece es todo lo opuesto a una madre que enseña. Es la victimista amedrentadora que hace uso, para sus propios fines, del carácter carismático que sus seguidores atribuyen en una madre celestial.
Quiere conversiones en masa a base de superchería. Ansía que todo el mundo doble el espinazo ante el Obispo de Roma.
Y no debe extrañarnos. Después de todo, el Cristo que las apariciones marianas llaman hijo doliente por los pecados del mundo, no es Jesús de Nazaret, sino el Jesucristo católico que exige el regreso al redil.
Un Jesucristo que -al parecer- ha sido perfectamente representado por sus vicarios, puesto que los entes marianos evitan cualquier crítica que ponga en entredicho la labor del clero.
Otros asuntos más importantes requieren la atención de la Señora: Quiere que el dinero de sus santuarios sea para la majestad de las procesiones en su honor. Quiere cruz, culpa y, tal vez, energía… De esta manera se entiende que la entidad que se aparece en Fátima, pida a los tres niños que se provoquen dolor físico. Por no hablar del incalculable daño moral que les causa toda la experiencia.
En La Salette, Francia, 1846, el ente que se aparece a dos niños pastores se queja de que la gente no acuda a misa los domingos, ni cumpla con la Cuaresma. La Virgen se les muestra llorosa, diciendo que, o bien hay sacrificios, o no podrá frenar por más tiempo la ira de Jesucristo contra el mundo. La solución: rezos.
 Sobre todas las cosas, se deben realizar sacrificios que acentúen el arraigo -en la psique- del sentimiento de culpa.
El Papa Pío IX recibió por escrito unos mensajes secretos que la Virgen de La Salette había pedido que se transmitieran exclusivamente al Vicario de mi Hijo, el Santo Padre, como ella lo llamó. Huelga decir que Pío aprobó las apariciones y se construyó una basílica.
Conversión, oración y penitencia, son los tres propósitos del ente que se aparece. Desea que el devoto establezca un lazo íntimo, afectivo, con él; el ente, ya sea caracterizado de Virgen, Cristo Cósmico o extraterrestre del espacio exterior, siempre sigue el mismo guión.
La Virgen desea que se le pida. Pero, cuidado con lo que se le pide. No está permitido solicitar una mayor comprensión de los misterios. ¡No!
En cambio, se le debe suplicar, desde la humillación y la culpabilidad propias de una mísera criatura, que a veces osa creer que merece la misericordia divina, por el perdón de los pecados propios y ajenos. Se le debe orar sin descanso -con sentimiento de bicho insignificante-, esperando lograr que la justa cólera del Padre no se desate.
El alienígena que se identifica a sí mismo como la Virgen María, se aparece en Los Villares, Jaén, España, diciendo que el agua curará a muchos creyentes, pero a otros no; se entiende que dependerá del grado de entrega del interesado. Sus fieles se arrodillan y besan la roca sobre la cual se apareció la entidad, mientras la testigo-portavoz anuncia guerras y demás desgracias que hacen temblar a los creyentes.
Por cierto, como no podía ser de otro modo, la Virgen remarca la inferioridad de las mujeres frente a los varones, precisando que éstas deben cubrirse la cabeza con un pañuelo.
Ante todo lo expuesto, no me parece descabellado pensar que para los alienígenas, nosotros signifiquemos lo mismo que el petróleo para Repsol o ExxonMobil.
De hecho, la encarnizada lucha que las grandes corporaciones del gas y el petróleo llevan a cabo, por hacerse (sin escrúpulos) con la teta de los combustibles fósiles en lugares de creciente tensión mundial, podría ser una derivación de la explotación llevada a cabo por los titiriteros del mito sobre nuestra dimensión. Nuestro arcaico sistema necesita de la energía subterránea para no desmoronarse; el de ellos, posiblemente, necesita de nuestra energía para persistir.
No obstante, hay una diferencia sustancial entre ellos y nosotros: mientras que el hombre realiza prospecciones, exploraciones del subsuelo, en la compleja búsqueda de yacimientos que explotar, ellos, los alienígenas, saben muy bien por dónde ha de comenzar la empresa.
Cuando la Virgen se aparece al indio Juan Diego en 1531, cerca de la ciudad de México, sabe a quién está eligiendo como privilegiado portavoz. Los creyentes consideran que la elección de la Señora es un modo de reconocer la dignidad de todos los indígenas americanos. Mi opinión es otra.
Su elección no es sino un medio de facilitar la conversión masiva de los millones de indios que se verían reflejados en Juan Diego. Los datos hablan por sí solos: ocho millones de conversos en los seis años posteriores a los eventos que dieron origen al culto a Nuestra Señora de Guadalupe.
De hecho, el mensaje del alienígena consiste en reclamar que en el lugar de las apariciones, Cerro de Tepeyac, se le construya un templo, exactamente sobre el altar de una deidad femenina de la que los nativos eran seguidores… Mito que se superpone a un mito anterior.
Cuando a finales del siglo XX el catolicismo entra en declive en México, la santificación de Juan Diego (2002) es una estrategia que pretende frenar la huida de fieles a otras confesiones. Después de todo, el indio católico es todo un modelo de sumisión.
Todo lo contrario que Óscar Arnulfo Romero (1917-1980), arzobispo de San Salvador, que no era del gusto vaticano, asesinado por el poder ultraderechista mientras denunciaba las sistemáticas violaciones de los derechos humanos en su país. Roma lo quería acallar, pero él no hizo caso y eligió el sendero de la dignidad.
Un último ejemplo de cómo el mito se renueva: Al mismo tiempo que -en París, 1830- la monja Catherine Labouré recibe la aparición de la Virgen María, en Estados Unidos se publica el Libro de Mormón, recopilación de relatos (en los que aparece Jesús resucitado) que pretende legitimar la instauración de una nueva iglesia de masas.
El origen del Mormonismo está en John Smith Jr. (1805-1844), quien dice recibir la visita de Dios Padre, Jesús, algún que otro apóstol, y un ángel que se hace llamar Moroni, principal adoctrinador del fundador. La iglesia levantada por Smith es un claro ejemplo de cómo una manifestación sobrenatural relativamente reciente, es suficiente para crear una nueva corriente del mito. Actualmente, los más de diez millones de miembros de la Iglesia Mormona se reparten por todo el mundo, siendo la cuarta confesión más numerosa de EEUU.
Conversión… La exaltada defensa emocional que hacen los participantes de una experiencia religiosa, pública y colectiva, no difiere, en la esencia, de la que hacen los aficionados a la tauromaquia, los forofos de un equipo de fútbol, o los patriotas frente a su bandera o himno.
Imagino que el secreto está en el cerebro, donde se produce alguna reacción química que no distingue entre la irracional emoción provocada por un evento deportivo, o la desaforada agitación que sufre un fan ante su ídolo, de la turbación que vive un creyente en plena experiencia religiosa, pública y colectiva. Digo bien, religiosa, no espiritual.
Una de las muestras más recientes de fervor religioso lo tenemos en Civitavecchia, Italia, donde una estatua de yeso de la Virgen llora sangre en más de una docena de ocasiones, desde 1995. Desde entonces, miles de peregrinos se acercan semanalmente a ella para recibir bendiciones.
Curiosamente, la talla había sido traída de Medjugorje, localidad bosnia que representa el modelo perfecto de las teofanías herederas de Fátima.
Las apariciones de la Virgen en Medjugorje comienzan en 1981, como continuidad de los prósperos eventos protagonizados por Lucía do Santos. El mensaje se reduce a lo siguiente: Queridos hijos, ofrezcan novenas (actos de devoción por nueve días), haciendo sacrificios a los cuales ustedes se sientan de lo más dispuestos. (…) Hagan un esfuerzo por venir cada vez en mayor número. (…) Consideren cuánto sufre mi hijo todavía hoy, a causa de sus pecados. (…) Estos días han estado orando poco y trabajando mucho. Por tanto, oren. (…) ¡Queridos hijos!, en estos días, Satanás está tratando de obstaculizar mis planes. Oren para que su plan no tenga éxito. (…) Oren lo más posible. Que ayunen estrictamente los miércoles y los viernes; que recen cada día, cuando menos el Rosario completo (…) Especialmente en estos días, vayan al monte y oren al pie de la cruz. Yo necesito de sus oraciones. (…) Porque el mundo está en pecado grave, recen el Rosario cada noche. (…) Cada familia debe orar unida y leer La Biblia (…) Abandónense totalmente a mí (…) Ustedes olvidan que yo deseo de ustedes sacrificios para ayudarlos, y para alejar a Satanás de ustedes (…) Si ustedes oran, Satanás no podrá hacer nada contra ustedes (…) ¡Oren! Que el Rosario esté siempre en sus manos como signo para Satanás de que ustedes me pertenecen (…) Dense cuenta que la iglesia es la Casa de Dios, el lugar donde yo los reúno (…) Vengan y oren (…) Las iglesias son sagradas y merecen respeto, porque Dios vive en ellas día y noche (…) Yo los invito a todos ustedes, queridos hijos, a orar y a ayunar con una firmeza aun mayor. Yo los invito a una renunciación por nueve días, a fin de que, con su ayuda, lo que yo quería que se realizara por medio de los secretos que comenzaron en Fátima, pueda cumplirse…
Incluso los clérigos más reticentes ante la sobresaliente dimensión otorgada al fenómeno de las apariciones marianas, que defienden que la revelación de Dios al hombre ya fue dada a través de Jesucristo, lo justifican como una gracia divina que fortalece la fe de las gentes.
Obviamente, un intermediario oficial de Dios debe sentir algún recelo cuando un ente divino lo ningunea y habla directamente al populacho, poniendo en peligro su estatus. No teman los pastores de la iglesia, la Señora alienígena siempre trabaja para el equipo.
¿Es carta de autenticidad divina el que se hayan producido curaciones? Absolutamente, no. Desconocemos en qué medida la acción mental del individuo afectado por una dolencia interviene positivamente en su propia sanación.
Dicho esto, huelga decir que toda sanación implica la acción de un determinado conocimiento científico; no se trata de una actividad necesariamente divina, por muy sobrenatural que esa intervención llegara a ser. Sin ir más lejos, nuestros doctores sanan dolencias que antes eran incurables, y no por ello se levantan capillas en su honor.
Tenemos el interesante caso de un contacto ovni en la Francia de 1968, precisamente en la persona de un médico, herido en la pierna tras un accidente sufrido tres días antes.
Era de madrugada y se despertó al escuchar los gritos de su hijo de algo más de un año de edad. El bebé señalaba a la ventana, pero el doctor creyó que aquellas luces que llamaban la atención del pequeño eran simples relámpagos. Más tarde se asomó a otra ventana y descubrió que allí afuera había dos objetos discoidales (hasta que ambos se fusionaron en un solo disco), emitiendo una potente luminosidad que envolvió la casa con rayos de luz. Seguidamente, el aparato despegó hacia el cielo. La herida de la pierna del doctor desapareció esa misma noche. Días más tarde ocurrió lo mismo con las heridas sufridas durante su estancia en la guerra de Argelia.
Del mismo modo que hay episodios de sanación física en ambos fenómenos –el religioso y el ovni-, las consecuencias físicas derivadas de la exposición a un evento y otro son muy similares.
El Dr. Vallée nos cuenta que en julio de 1965, en Valensole, Francia, un campesino llamado Maurice Masse se dirige al alba a trabajar sus tierras, cuando observa que allí hay un objeto extraño con forma de balón de rugby (sobre siete patas) y el tamaño de un coche, junto al cual hay dos hombrecillos cabezones, calvos. Los extraños lo apuntan con un pequeño tubo y Masse queda paralizado por unos veinte minutos, aunque se mantenía consciente de todo lo que acontecía. Los dos entes entran en su nave y despegan velozmente. Las consecuencias directas de este episodio en el testigo no se hicieron esperar: semanas de intensa somnolencia que impedían a Masse permanecer despierto por más de cuatro horas.
En Aveyron, Francia, allá por 1967, un muchacho se acerca en su coche hasta el lugar en el que vio aterrizar una extraña nave. Una vez allí, dos esferas de pequeño tamaño entran en su vehículo. Por si esto fuera poco, advierte la presencia de un ovni discoidal con dos seres en su interior. Una semana después de este episodio, el testigo cae en una profunda somnolencia que le obliga a dormir unas veinte horas diarias. 

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