martes, 30 de julio de 2019

Análisis físicos en Diez Casos de Inexplicados Objetos Aéreos con muestras materiales


Análisis físicos en Diez Casos de Inexplicados Objetos Aéreos con muestras materiales

Physical Analyses in Ten Cases of Unexplained Aerial Objects
with Material Samples

Por

Presentado en
the Physical Evidence Related to UFO Reports Workshop, Tarrytown, New York, 30 Sept.
 3 October 1997.

Abstracto. Un estudio de 10 casos de inexplicado fenómeno aéreo, acompañado de residuos materiales, muestra una amplia distribución de elementos naturales, muchos de los cuales son de naturaleza metálica. Pueden ser aproximadamente descritos como pertenecientes a dos categorías: “Materiales de luz” de elevada conductividad, como el aluminio; y “materiales parecidos a escoria/desecho” que recuerdan a los derivados industriales. La mayoría de los casos bajo consideración trata de encontrarse con cuatro criterios: 1-La literatura ofrece suficiente terreno para apoyar el hecho de que ha sucedido un inusual fenómeno aéreo. 2-Las circunstancias de la recuperación real de los especímenes son informadas. 3-Hay datos para sugerir que los especímenes, de hecho, están directamente vinculados al objeto aéreo observado. 4-Los análisis físicos han sido llevados a cabo por un laboratorio competente de reconocida fiabilidad. En varias instancias, la muestra está disponible para seguir siendo estudiada por científicos independientes. En ausencia de una firme cadena de evidencias y una investigación de campo profesional, la mayoría de los casos no puede llevarnos a una conclusión definitiva sobre la naturaleza del fenómeno que da lugar a cada espécimen, pero puede aprenderse mucho de la metodología aplicada en tales análisis. Además, la recopilación de casos similares sobre un fundamento aumentado puede, al final, conducirnos al descubrimiento de patrones subyacentes.


Palabras clave: OVNIs, Avistamientos, Evidencias Físicas, Propulsión.

Introducción

   La combinación de un avistamiento fiable de un objeto aéreo inexplicado con recuperación de un espécimen físico duradero es rara. Mientras, los medios de comunicación a menudo aluden a hallazgos sensacionales y, al menos, un antiguo oficial de inteligencia militar ha afirmado que una vez tuvo bajo custodia tecnología avanzada procedente de un accidente (Corso, 1997), dicho material no está disponible para un estudio independiente y los detalles de su composición son escasos y contradictorios. En un nivel más modesto, en el curso de sus investigaciones del fenómeno alrededor del mundo, investigadores civiles actúan privadamente y con paciencia han reunido el germen de una colección de muestras, empezando por especímenes físicos que se han informado como recogidos en el lugar de un encuentro cercano o del tipo “avistamiento en movimiento”.
El presente documento resume los datos, poniendo el acento en la metodología mientras se abstiene de proponer prematuras explicaciones sobre el origen de las muestras.
Hemos tratado de hallar aquellos casos donde la literatura nos da suficiente margen para apoyar el hecho de que 1-la literatura ofrece suficiente terreno para apoyar el hecho de que ha sucedido un inusual fenómeno aéreo. 2-Las circunstancias de la recuperación real de los especímenes son informadas. 3-Hay datos para sugerir que los especímenes, de hecho, están directamente vinculados al objeto aéreo observado. 4-Los análisis físicos han sido llevados a cabo por un laboratorio competente de reconocida fiabilidad. En varias instancias, la muestra está disponible para seguir siendo estudiada por científicos independientes.
   Trataremos de establecer la frecuencia de tales casos y el tipo de análisis que ellos implican. En conclusión examinaremos hipótesis que podrían merecer un mayor examen.

   Frecuencia estadística de casos con muestras físicas

En un excelente catálogo recogido por el Sr. Larry Hatch y puesto a disposición pública de investigadores y el público en general, uno encuentra 15.181 informes del fenómeno aéreo no inexplicado que han sido tabulados en forma legible con el ordenador.
Nosotros hemos desglosado estos casos en función del sistema de clasificación usado por este autor (Valle, 1990), con el propósito de sacar a relucir la distribución de incidentes a través de varias situaciones. Bajo esta clasificación, inspirada por la definición de Hynek “encuentros cercanos” (Hynek, 1972), a cada caso se le ha otorgado un tipo y una categoría. Hynek usó un solo dígito para representar el tipo o clase de incidente, en un rango de 1 para un simple avistamiento, 2 para avistamiento con efectos físicos y 3 para informes que mencionan alguna forma de vida o entidad. Nosotros hemos extendido esta tipología usando 4 para los casos en los que los testigos experimentan una transformación de sus sentidos de la realidad (a menudo correspondiente a un incidente como la abducción) y 5 para los casos en que hay un impacto fisiológico perdurable, como heridas serias o muerte.
Las categorías en las cuales la tipología es aplicada van desde CE, para encuentro cercano y MA para movimiento del objeto (trayectoria discontinua) hasta FB para vuelo de reconocimiento (sin discontinuidad en el vuelo) y AN para simples anomalías en las cuales no se informa de OVNI: luces anómalas o entidades inexplicadas entran en esta última categoría.
Usando esta clasificación hablaríamos de un caso concreto como un incidente CE-3 o un incidente MA-2, etc, conduciéndonos a la matriz simple de la Tabla 1, la cual nos provee de una conveniente forma para el establecimiento de una referencia para comparar informes procedentes de variados países o varias épocas.


Cuando el Catálogo Hatch es mapeado dentro de esta clasificación, la distribución resultante nos lleva a la Tabla 2, donde se muestran 3.175 casos de efectos físicos o 21% del Catálogo Hatch desglosado como sigue: 90 son asociados con simples anomalías, 19 con vuelos de reconocimiento, 1.782 con maniobras discontinuas de vuelo y 1.284 con encuentros cercanos.


Debe destacarse que estamos usando la versión del Catálogo Hatch de enero de 1997, el cual es un trabajo en constante evolución. Las estadísticas desarrolladas sobre otras versiones del catálogo podrían ser diferentes a las dadas aquí.
En la Tabla 2, los efectos físicos pueden referirse a perturbación en la tierra, ramas de árboles rotas, hierba machacada, áreas quemadas o a una variedad de efectos electromagnéticos.

El presunto accidente ovni en Aurora (Texas), 17 de abril de 1897

Con el objetivo de proveer de algún marco para el siguiente análisis, es interesante mencionar que alegatos sobre accidentes extraterrestres no son nada novedoso ni siquiera algo de comienzos del siglo XX.
En el curso de la investigación del temprano fenómeno aéreo en los EEUU, Donald Hanlon y el autor encontraron numerosos informes de avistamientos en el período 1896-1897, el cual llegó a ser conocido en la literatura como la Ola de Aeronaves (Hanlon & Vallee, 1967). Uno de sus más sobresalientes casos fue informado el 17 de abril de 1897 en la pequeña ciudad de Aurora (Texas). La historia, tal y como la contó un periódico local, afirma que un objeto no identificado planeó sobre la plaza pública y cuando alcanzó la parte norte de la ciudad colisionó con la torre del molino del procurador del juez y se hizo añicos en una terrible explosión, esparciendo restos sobre varios acres de tierra. Aunque Hanlon y este autor consideraron la historia como ejemplo de probable fraude (en un contexto notablemente similar a Rosswell, donde la prensa vino a afirmar que el pilo de la nave no era un habitante de este mundo, y que había muerto en el accidente y que le fueron hallados documentos indescifrables) nuestro artículo despertó el interés por el caso. De nuevo fue investigado en 1973 por William Case, periodista del Dallas Time-Herald, y por personal de la compañía aérea MacDonnell Douglas. Mientras la historia de 1897 informó que la aeronave estaba hecha de un metal desconocido que parecía alguna clase de mezcla de aluminio y plata, el fragmento hallado por Case y sus co-trabajadores se determinó que era de alumnio (83%) y zinc (sobre 16%) con posibles trazas de manganeso y cobre. La combinación podría originar con numerosas aleaciones comunes de aluminio, según los científicos de McDonnell, pero no antes de 1908. (Holliday, J. E.: McDonnell informa del Caso Aurora, sin publicar, 13 Agosto 1973. Los investigadores de campo fueron Ronald A. y N. Joseph Gurney, 12 Mayo 1973).
 Mientras citamos este caso para su conclusión, no está incluido en los análisis generales.

Casos estudiados

Los siguientes casos han sido extraídos del pequeño subconjunto de casos de efectos físicos donde la recuperación de especímenes materiales fue hecha bajo condiciones que son de suficiente crédito como para justificar su seguimiento. Un caso (Council Bluffs, diciembre 17 de 1977) será descrito en detalle. Otros incidentes esbozados de la literatura y enlistados en orden cronológico aportan un trasfondo relevante.

CASO 1: 1933 o 1934. Ubatuba, cerca de Sao Paulo, Brasil. Clasificación: MA-2. Este incidente salió a la luz en 1957 gracias al esfuerzo del Dr. Olavo Fontés de Brasil y Jim y Coral Lorenzen, fundadores de la Organización de Investigación del Fenómeno Aéreo, un extinto grupo de investigación de civiles en los EEUU. Testigos en la playa de Ubatuba dijeron haber informado de ver un disco que caía hacia el océano a gran velocidad, se elevó de nuevo unos 100 pies (30 metros) y explotó, repartiendo fragmentos metálicos brillantes por el área y también cayendo al agua. Unos pocos de esos fragmentos fueron recuperados y analizados en Brasil por la Dra. Luisa Barbosa en un laboratorio especializado en estudios de producción mineral. Barbosa identificó el componente principal de la muestra como magnesio puro, más puro que el magnesio comercialmente producido, pero posiblemente no tanto como magnesio múltiplemente sublimado.
Posterior trabajo bajo la dirección del Profesos Peter Sturrock fueron llevados a cabo en la Universidad de Stanford y en varios laboratorios franceses, incluido el de la Universidad Orsay, confirmando que el material de la muestra es magnesio y óxido de magnesio, con una muy pequeña cantidad de impurezas, principalmente, aluminio, calcio y hierro. Análisis de este espécimen siguen en curso, en un intento por medir índices isotópicos que podrían ayudarnos a establecer el origen del material (Lorin & Havette, 1986)
La fecha real de este evento, en ocasiones fijada en la literatura como 1957 es realmente imprecisa. El Dr. Pierre Kaufmann de Sao Paulo cree que el incidente tuvo lugar en 1933 o 1934, cuando un bólido de verdad sobrevoló Utuba y se estrelló cerca de la playa. El único evento aéreo que ocurrió cerca de Ubatuba en 1957 fue un accidente de un avión DC-3.

(Sturrock, Peter A.: Brazil Magnesium Study, paper presented at the Third Annual Meeting of the Society for Scientific Exploration, Princeton, New Jersey).
(Sturrock, Peter A. Material Isotopic Analysis, presentation at this conference.)

   CASO 2: 21 de junio de 1947. Isla de Maury, Washington. Clasificación: MA-2. En la tarde del 21 de junio, tres días antes del Caso Kenneth Arnold, cuatro personas en un bote cerca de la orilla de la Isla de Maury, cerca de Tacoma, Washington, informaron de una observación que ha desconcertado y dividido a los investigadores desde entonces. De acuerdo a la historia publicada los testigos fueron el Sr. Harold Dahl (operador de salvamento marítimo), su hijo de 16 años y dos miembros de su tripulación. Llevaban con ellos un perro. Dijeron haber visto un grupo de seis grandes objetos achatados con forma de donut a una altura estimada de 2000 pies (600 metros). Los agujeros centrales de los objetos tenían unos 25 pies (7’5 metros) de diámetro y relucían con un color de oro y plata. De repente, uno de los objetos comenzó a bambolearse y cayó a una altitud de 500 pies (150 metros) sobre el bote. Otro de los objetos descendió, como si, según Dahl, tuviese el propósito de ayudar al primero en dificultad. Se escuchó una leve explosión y numerosas láminas de luminoso y delgado metal fueron emitidas desde el centro abierto del primero de los objetos. Al mismo tiempo, los testigos fueron bañados con oscuros y calientes fragmentos que les pareció como rocas de lava o desechos, brasas en color. El perro, según se informó, fue alcanzado por uno de esos fragmentos y murió.
   Un hombre llamado Fred Crisman, a quien se informó del evento, supuestamente fue a la orilla y la encontró sucia con material cristalino y residuos de aluminio. Las autoridades militares y el FBI, en una serie de muy confusas investigaciones, atribuyó el caso a un fraude: el análisis de los fragmentos muestra que proceden de una trituradora de escoria metálica de Tacoma. Según el conocimiento de este autor, en cualquier caso, la composición de las muestras originales, asumiendo que de hecho fueran estudiadas por el FBI, nunca fue hecha pública. En un libro coescrito con Kenneth Arnold (quienes observaron el lugar tres días después de los hechos, 24 junio de 1947) el popular escritos Ray Palmer publicó un análisis de los fragmentos originales cuyos principales componentes eran calcio, hierro, zinc y titanio. También fue hallado aluminio, manganeso, cobre magnesio y silicona, níquel, plomo, estroncio y cromo. Trazas de plata, estaño y cadmio también. Aquellos investigadores que consideran este caso un fraude basan su opinión en el hecho de que Crisman fue quien inicialmente envió las muestras a Ray Palmer, vinculando a ambos con supuestas experiencias de Shaver Mystery, un cuento de ciencia ficción sobre seres subterráneos. En su opinión, sólo después de que la observación de Kenneth Arnold fue publicada, la historia fue cambiada para introducir el supuesto incidente ovni. Por el propósito de este debate mantendremos este débil caso en la lista presente, pero está claro que no hay una conclusión firme con los hechos informados. Como comentó Ray Palmer: Ahí la teníamos. Las muestras primero enviadas por Crisman y Dahl no eran residuos ni rocas naturales. ¿Qué era?

CASO 3: 1952. Washington (DC). Clasificación: MA-2. Según el periodista Frank Edwards, un fragment metálico proveniente de un objeto que cayó en 1952 fue examinado unos pocos años más tarde por el investigador canadiense Wilbert Smith. El fragmento fue cortado de una muestra recuperada, representando sobre una tercera parte de su volumen. Por encima de una pulgada (2’50 centímetros) de tamaño, fue remarcablemente duro y se informó compuesto de una matriz de magnesium orthosilicate compuesto de partículas de 15 micrómetros (Edwards, 1996). Entrevistado por dos investigadores civiles, C.W. Fitch de Cleveland, Ohio y George Popovitch de Akron, Ohio, Smith afirmó que un piloto de  la marina había estado persiguiendo un disco, cuando vio un brillante y centelleante fragmento separarse del disco y caer a la tierra. Fue recuperado una hora después y pesado, siendo de 250 gramos. Smith informó haber mostrado la pieza al Almirante Knowles. Desafortunadamente, no hay un informe de un análisis independiente en la literatura, y la muestra no está disponible para más exámenes.

   CASO 4: 14 de diciembre de 1954. Campinas, Brasil. Clasificación: MA-2. A juicio del periodista Frank Edwards (Edwards, 1996) numerosos testigos en Campinas observaron tres objetos con forma de disco que volaban sobre la ciudad. De nuevo, uno de ellos comenzó a bambolearse violentamente y perdió altitud. Los otros objetos lo siguieron bajando y se estabilizó a una altitud de unos 300 pies (90 metros). En ese momento el disco en apuros emitió un delgado chorro de líquido plateado. El material se informó que salpicó un área amplia que incluía tejados, calles y paseos. También las ropas tendidas al sol. Un análisis de un laboratorio del gobierno brasileño dijo haber identificado aluminio (Sn) como el principal componente de las muestras recogidas. Un análisis independiente realizado un químico privado, el Dr. Risvaldo Maffei, informó que el 10% del material estaba compuesto por otras sustancias además de aluminio, pero no dio cantidades precisas.

   CASO 5. 11 de noviembre de 1956. Isla de Vaddo, Suecia. Clasificación: CE-2.
   El Profesor Sturrock tiene bajo custodia una muestra que se informó fue recuperada por dos testigos de un fenómeno aéreo (uno de los cuales murió entonces). Aunque el material parece ser común carburo de wolframio, la forma original del espécimen era inusual y no fue identificado como un objeto de uso convencional. Según el sumario del caso reunido por Von Ludwiger, los dos testigos, Stig Ekberg y Harry Sjoberg estaban construyendo una casa en la Isla de Vaddo, a unos 90 kilómetros NNO de Estocolmo. Sobre las 10 de la noche Ekberg estaba conduciendo su ranchera Ford V8 cuando vieron un brillante objeto volante con la forma de una esfera aplanada de 8 metros por 3 de altura acercándose por la derecha (desde el este) contra el claro cielo nocturno. Estimaron que volaba a un kilómetro frente a ellos a una altitud de 100 metros. De repente, el objeto dio un giro brusco hacia ellos, provocando que el motor del vehículo crujiera y se rompiera, y los focos delanteros se apagasen. El objeto lentamente comenzó a dejarse caer. Parecía que se balanceaba hasta que se paró en medio de la carretera, a unos 100 metros frente a ellos, suspendido a un metro del suelo. Con una gran cantidad de luz iluminó todo a su alrededor, de tal forma que hasta un granero que estaba a medio kilómetro de distancia estaba tan visible como si el sol estuviera brillando. El aire olía como a ozono y aislamiento térmico a fuego lento. Tras unos 10 minutos la luz del objeto se intensificó, despegó del suelo y se movió a la izquierda y hacia arriba, hizo un repentino giro y aceleró en la dirección de la cual había partido. En ese momento, Ekberg fue capaz de reiniciar el vehículo con normalidad y los faros delanteros volvieron a iluminar. Observaron que la hierba donde había estado el objeto estaba hundida, e investigaron más lejos y encontraron una roca resplandeciente que no estaba caliente al tacto. Se trataba de una pieza de tres caras de metal del tamaño de una caja de cerillas y con gran peso. Después de varios intentos infructuosos por estudiar la muestra, fue llevada a la compañía de fabricación aérea SAAB, donde el Sr. Sven Schalin llevó a cabo un riguroso análisis. Posteriormente se llevaron a cabo otros exámenes en laboratorios suecos, daneses y alemanes. La conclusión general fue que el objeto estaba compuesto por carburo de wolframio y cobalto, congruente con productos manufacturados. Según Von Ludwiger, todos los países industrializados tienen compañías que producen tales metales y su tecnología de fabricación es, en principio, la misma… En general, la calidad del material era excepcional, pero no inusual para el comienzo de los años 50.

CASO 6: 13 de julio de 1967. Maumee, Ohio. Clasificación: CE-2.
   A las 11:26 de la noche se reportó una colisión cerca de Maumee, involucrando a un coche conducido por dos hombres y una luz no identificada. Ambos testigos eran jóvenes veteranos de la marina, uno de ellos un especialista en radares. En su informe a la policía afirmaron que tuvieron un inesperado encuentro con una intensa fuente de luz en medio del andén mientras viajaban al oeste por la carretera Stitt hacia Whitehouse, Ohio. Pudieron ver que no había contorno o estructura en el objeto. El conductor giró a la izquierda, derrapando por unos 70 pies (20 metros) y creyendo que tendrían un choque catastrófico. Cuando pararon, de alguna forma, no había rastro del objeto. El pasajero confirm el informe, añadiendo que la luz parecía brillar tanto como un soldador de arco. Tras el suceso, los dos hombres condujeron a Waterville, donde telefonearon a la policía. Se les dijo que fueran a la estación de policía de Maumee y esperasen la llegada de una patrulla de la autopista del estado. Junto a dos miembros de esa patrulla volvieron al lugar de los hechos. El coche fue examinado, así como el área en cuestión, la carretera y los cultivos de alrededor. No se informó de ninguna evidencia tangible, except las marcas dejadas por el coche y algún daño sobre el capó y parachoques del vehículo. Algún tiempo después el conductor informó que había encontrado dos muestras de metal que había recuperado en medio de la carretera, así como algunas fibras de metal fundido sombre el coche. Esta muestra de fibra estaba compuesta en un 92% de magnesio, según Lorenzen y Condon. Ninguno de los dos testigos experimentó alguna sensación inusual durante el incidente, y su salud no se vio afectada.


CASO 7: Comienzos de los años 70. Kiana, Alaska. Clasificación: MA-2. En este caso, donde el Profesor Sturrock también uno de los fragmentos recuperados, un esquimal se informó que había hallado dos piezas de un material en un banco del río cerca de Kiana, siguiendo un fenómeno aéreo. Cada uno de los dos especímenes es plateado, ligero y parece como si hubiese sido vertido en estado fundido desde una fuente cerca de la tierra.


   CASO 8: 1976 o 1976. Bogotá, Colombia. Clasificación: MA-2. Dos estudiantes de la Universidad de Bogotá se disponían a tomar un taxi a las 4 de la madrugada esa noche, oyeron un sonido metálico sobre ellos. Informaron haber visto un disco, de unos 12 pies (3’6 metros) de diámetro, balanceándose en el aire como si tuviese dificultad para mantener su altitud de 3.000 a 3.500 pies (1.066 metros), una estimación aproximada, dada la dificultad de conocer la distancia y medida de un objeto luminoso en la noche. Hicieron aparición otros cuatro objetos, volando alrededor del primero, como si tratasen de asistirlo. Entonces, chorros de líquido fueron vertidos desde el primero de los objetos. Los testigos se protegieron bajo un árbol y observaron que el líquido caía sobre el pavimento de la acera produciendo vapor. Los objetos se elevaron y desaparecieron dentro de las nubes cargadas de lluvia. Después de dejar que el material derramado se enfriase durante unos 10 minutos, los testigos fueron capaces de recuperar dos pedazos de metal de unas 4 pulgadas (10’16 centímetros) por 1’15 pulgadas de grueso. El primer análisis fue llevado a cabo en Centro América por parte de un ingeniero mecánico de una compañía petrolera. Concluyó que la muestra era de una aleación de aluminio con magnesio y estaño. No era magnético y contenía trazas de materiales no identificados. También afirmó que el material era de corte fácil y fina granulación. En octubre de 1985 a este autor se le entregó una muestra de este material por parte del Sr. Ricardo Vilchez, un investigador latinoamericano, y fue llevado a los EEUU para su análisis. Un estudio subsecuente llevado a cabo por el Dr. Harold Puthoff y nosotros mismos mostró que el material estaba principalmente compuesto de aluminio (93’7%) con fósforo (4’8%) y hierro (0’9%) con trazas de sulfuro y un estrato inexplicado de Oxycarbide. La muestra no incluía  fluoruro ni agua, contrariamente a lo común en las muestras de aluminio. El fluoruro es un producto derivado de la producción de aluminio. Un lado del espécimen mostraba evidencia de actividad violenta y burbujeante, mientras que el otro lado era chato con algún material incrustado, posiblemente asfalto de la carretera. Su apariencia era la típica de un sobrecalentado y consistente de verdad con la explosión de un aparato, si bien la hipótesis de un fraude no puede ser descartada. La muestra fue analizada con un Microscopio Electrónico de Barrido (SEM), el cual produce un espectro fluorescente de rayos X que condujo a las conclusiones arriba expuestas. También fue analizado con una espectrometría de masas de iones secundarios (SIMS), que exploró el material de fuera hacia dentro, hacia las profundidades, golpeado por rayo de electrones. Este examen halló una capa externa de carbono, oxígeno y nitrógeno, más allá de esa capa dieron con aluminio, magnesio, potasio, sulfuro, sodio y silicio, con trazas de fósforo y hierro.

CASO 9: 17 de diciembre de 1977. Council Bluffs, Iowa. Clasificación: MA-2.
   En este incidente (el cual es descrito más ampliamente en la siguiente sección), dos residentes de Council Bluffs vieron un objeto que se estrelló en el suelo cerca de un dique en el Big Lake Park, al noroeste de los límites de la ciudad. Eran las 7:45 de la tarde. Un brillante flash fue observado, seguido de llamas de entre 8 y 10 pies (3 metros) de altura. Cuando los testigos llegaron a la escena se encontraron con una amplia área del dique cubierto con una masa de metal derretido que brillaba en rojo y naranja quemando la hierba. A diferencia de muchos de los casos previos, donde sólo están disponibles unos pocos detalles, este incidente ofrece información en abundancia. La policía y los bomberos llegaron a la escena dentro de los minutos posteriores al evento. Un oficial de la ley describió la masa derretida como un líquido hirviente que caía por los extremos del dique sobre un área de unos 4 por 6 pies (1’8 metros). La parte central aún estuvo caliente al tacto por dos horas. Habían sido 11 testigos en total, eliminando la posibilidad de fraude. Dos de ellos vieron de forma independiente un objeto rojo con luces parpadeantes alrededor de su perímetro sobrevolar la zona. Indagaciones hechas en el Campo Aéreo de Eppley y la Base de la Fuerza Aérea de Offutt revelaron que no había habido ningún fallo de aparatos en la zona, ni operaciones aéreas. Los residuos recuperados fueron analizados en la Universidad del Estado de Iowa y la Compañía de Productos de Tuberías Griffin, conduciendo a determinar que el metal era principalmente hierro con pequeñas cantidades de metales aleados tales como el níquel y el cromo. La composición excluye que se tratase de un meteorito.

    CASO 10: Alrededor de 1978. Jopala, cerca de Puebla, México. Clasificación: MA-2. Estando el autor en México en noviembre de 1978, se le dijo por investigadores locales que había habido una caída y recuperación de residuos metálicos posterior al avistamiento de un fenómeno aéreo en las montañas cercanas a Puebla. Se informó que el objeto estaba compuesto por hierro con silicio (1’13%) y trazas de manganeso (0’84%), cromo (0’77%) y carbono (0’28%).

Análisis del Caso de Council Bluffs

   El tiempo en Council Bluffs la noche del sábado 17 de diciembre de 1977 era nublado con un techo de nubes a unos 2.500 pies (760 metros), visibilidad de 10 millas (16 kilómetros) y temperatura de 32º F (0ºC). El viento soplaba a 16 mph con rachas de 25 mph. La ciudad está situada en la orilla suroeste del río Missouri en Iowa, cruzando desde la ciudad de Omaha (ver mapa). El objeto impactó en el suelo cerca de Gilbert’s Pond, en Big Lake Park, cruzando el Missouri desde el aeropuerto de Eppley. La dirección exacta de la calle es 1900 N. Eight Street. Cayó en un punto a 16 pies (4’8 metros) desde la carretera asfaltada y 6 pies (1’8 metros) desde lo alto del dique, quemando un área de 4 pies (1’2 metros) de ancho por 9 pies (2’7 metros) de largo. Hubo una segunda zona quemada a 27 pies (8’2 metros) desde el lateral del dique, cubriendo un área de unos 2 por 4 pies (1’2 metros). Algunas muestras del material estaban incrustadas en la tierra en ambas zonas, pero no se descubrió cráter alguno. Había una marca de 2 a 3 pulgadas (7’6 centímetros) de profundidad y pequeñas esferas de metal fueron halladas por el área, especialmente hacia el noroeste. Los testigos iniciales era Kenny Drake y su esposa Carol, y el hijo de 12 años de Kenny y su sobrino Randy James. Otros dos testigos, Mike Moore y su esposa Criss, informaron haber visto un objeto con luces sobrevolando cuando cruzaban la 16th Street en su camino al centro por la Avenida Broadway. 


Criss informó de una gran cosa redonda que volaba en el cielo por debajo de la copa de los árboles. Sobrevolaba, pero no se movía. Ella añadió que vio luces rojas alrededor del perímetro del objeto parpadeando en secuencia. Una pareja de mediana edad que vio el evento habló por teléfono con los investigadores, afirmando que ellos habían visto un objeto rojo brillante ir como un cohete hacia el suelo cerca de Big Lake Park, pero se negaron a ser identificados. Cuatro adolescentes en un pequeño coche hablaron del incidente con Drakes en aquel momento, pero no informaron de ello. Testigos secundarios que observaron el metal fueron Jack E. Moore, asistente del jefe de bomberos (quien recibió la llamada de Kenny Drake al 911, urgencias), el oficial de policía Dennis Murphy y Robert E. Allen, quien había servido en las Fuerzas Aéreas y escribía una columna semanal de astronomía en un periódico local. El Sr. Moore afirmó que el centro de la masa de metal aún estaba demasiado caliente al tacto cuando llegó al lugar del suceso a las 8 de la tarde, sólo 15 minutos después del incidente inicial, permaneciendo allí sobre una hora. La investigación procedió como sigue: las medidas del impacto tomadas por Robert Allen indican que el objeto viajaba desde el suroeste al noroeste. Muestras del objeto fueron enviadas al Laboratorio Ames de la Universidad del Estado de Iowa, y otras fueron dadas a la Griffin Pipe Products Company. Se determinó que el material era acero al carbón, probablemente hecho por el hombre, de un tipo común en manufactura. Las siguientes cuatro hipótesis fueron tenidas en cuenta:

A-Fraude realizado por personas desconocidas que vierten metal derretido sobre la tierra. Se revisó casa una de las empresas del área metropolitana en las cuales existía la más remota posibilidad de que tuvieran metal en estado líquido. Griffin Pipe es la única compañía con posibilidad de producir un producto similar. El Sr. Linton Stewart, Gerente de Trabajos allí, afirmó que ellos gotean los recipientes desde sus cúpulas en la tarde del viernes y no lo vierten hasta el lunes. El punto de fundido es cerca de 2500º F. (1.371ºC), lo cual habría requerido transportarlo en un horno de ladrillo de 6 pulgadas de grosor con un camión grande, manteniendo el material en ese punto de fundido. Conclusión: negativo.

   B-Fraude realizado por desconocidos usando termita (mezcla reactante) y metal ordinario. El Profesor Frank Kayser, de la Universidad del Estado de Iowa, observó que uno “podría recoger salpicaduras de una pieza de fundición o de una operación de soldadura, involucrando acero al carbono” rodeándolo todo con polvo de termita (mezcla reactante) y encenderlo, calentando el metal a 1000 grados centígrados. Un índice de enfriamiento apropiado para microestructuras de forjar hierro podría ser logrado rociando agua sobre la mezcla. En cualquier caso, el material estaba derretido cuando los testigos llegaron. La superficie de la tierra estaba helada a una profundidad de al menos 4 pulgadas (10 centímetros) y el aire a 32ºF (0ºC). En tales condiciones el rociado con agua habría generado una considerable cantidad de hielo. Una comprobación hecha con firmas químicas y de construcción en el área reveló que no había fuente de termita. Conclusión: negativa.

   C-Pieza de equipamiento de aeronave. Dada la proximidad del Campo Aéreo de Eppley se pensó que el objeto pudo haber caído en el aterrizaje de una aeronave en una pista de 320 grados. En cualquier caso, una comprobación con el aeropuerto indicó que no había habido actividad anómala de aeronaves por entonces. Todas las líneas aéreas que operaban en el aeropuerto respondieron que tuvieron ningún vuelo de llegada usando aquella pista, la cual llevaría a un avión a estar dentro de las inmediaciones del lugar del impacto. (Braniff había aterrizado a las 7:32 de la tarde). Es más, la aeronave estaría baja y el metal no podría haberse calentado en el aire hasta alcanzar el punto de fundido mientras caía. Conclusión: negativa.


   D-Impacto de meteorito. No hubo cráter significativo, el material permaneció derretido bastante tiempo, la composición del material no es compatible con la naturaleza de un meteorito como apunté arriba (demasiado bajo en níquel en concreto) y el análisis espectrográfico no revela ningún componente metálico de los que debería componerse un meteorito. Negativo. El material fue enviado al Laboratorio Ames en la Universidad del Estado de Iowa, y analizado por el Dr. Robert S. Hansen, director del Instituto Ames de Investigaciones de Energía y Recursos Minerales. El material era metal sólido, escoria y ceniza blanca incluida en la escoria. Fue analizado por espectro fluorescente de rayos x, rayo de electrón microprobe y técnicas de emisión microscópicas bajo la supervisión de Edward DeKalb, de la sección analítica de espectroscopia. El Instituto Ames concluyó que el metal es principalmente hierro con muy pequeñas cantidades (menos del 1%) de metales aleados como el níquel y el cromo. La escoria es un material espumoso que contiene hierro metálico y aluminio con más pequeñas cantidades de magnesio, silicio y titanio. La ceniza blanca era calcio con algo de magnesio. En el curso de la investigación y el seguimiento posterior para este documento, el autor contactó con el Sr. Robert Allen, quien confirmó que el caso ha permanecido sin resolver después de 20 años. Amablemente nos suministró copias de su correspondencia con los Sistemas de las Fuerzas Aéreas Espaciales, quien ha afirmado que en opinión de ellos el material no son escombros espaciales de algún objeto hecho por el hombre, citando cuatro razones: 1) Escombros de aeronaves espaciales no impactan con la superficie terrestre en estado líquido. 2) De 35 a 40 libras de masa no dejó cráter o marca en tierra. 3) El avistamiento visual informado fue a una altitud de solo 500 a 600 pies (182 metros), donde residuos espaciales no estarían encendidos. 4) La ausencia de señales de una estructura es inconsistente con basura espacial.

Exposición de la frecuencia de elementos

   Las muestras descritas en los 10 casos que hemos revisado están resumidas en la Tabla 3. Encajan, hablando en términos generales, a dos grandes clases: muestras que se asemejan a escoria o residuos industriales, y aleaciones plateadas ligeras, con un incidente (Caso 2, Maury Island) que involucra ambos tipos de materiales. Desafortunadamente, como hemos visto, los análisis de las muestras en este caso en concreto nunca fueron presentados por las autoridades, y únicamente podemos referirnos a fuentes de dudosa credibilidad.

   En los incidentes que involucran materiales parecidos a escoria fundamentalmente encontramos hierro con trazas de cromo, manganeso y silicio, de forma notable en los casos de Jopala y Council Bluffs.
   En casos que tienen que ver con material plateado ligero encontramos referencias a magnesio (casos 1, 3 y 6) y aluminio (casos 1 y 8), con hierro mencionado en trazas. Algunos de los detalles de la composición permanecen desconcertantes: no podemos explicar el muy alto grado de pureza de la muestra de magnesio encontrada en Ubatuba, o la ausencia de agua y fluoruro en la muestra de Bogotá.
   No nos hemos encontrado con algún caso de elementos desconocidos, ni con materiales de tecnología avanzada que exhiban una estructura anormal. En cualquier caso, las muestras, tras ser analizadas, parecen ser congruentes con las explicaciones dadas por los testigos, dando credibilidad a los informes a pesar de sus, algunas veces, extraordinarios detalles. En resumen, los análisis apoyan la tesis de que un fenómeno no identificado ha sido repetidamente observado en varias partes del mundo a lo largo de un extenso periodo de tiempo, que se manifiesta a través de respaldo físico, material, y que está disponible para su estudio científico. En la otra mano, los patrones observados en la composición de las muestras a nuestra disposición no señalan a alguna clara hipótesis sobre la naturaleza del fenómeno. El hecho de que no haya una composición exótica en las muestras de estos 10 casos no puede ser usado para negar la teoría de que una avanzada tecnología de desconocido origen puede haber creado las muestras.
En el caso de nuestra propia industria automovilística, por ejemplo, motores que respetan el medio ambiente producen más tubos de escape (tales como agua pura) que los modelos más viejos, donde uno podría encontrase una compleja combinación de gases.

In the case of our own automobile industry, for example, environmentally-compliant engines produce more mundane exhaust (such as pure water) than older models, where one could find complex combination of gases.

Tecnología de metal líquido

   Las similaridades entre muchos de los casos arriba expuestos señalan a un escenario común para la generación de muestras recuperadas: el metal es observado siendo expulsado en forma derretida por parte de un objeto aéreo no identificado, comúnmente descrito como un disco, ocasionalmente como un vehículo volador en condiciones inestables. El material, en forma líquida, cae sobre un área bastante amplia donde tarda minutos u horas en enfriarse. Cuando es analizado se presenta como hecho de comunes materiales terrestres, en ocasiones de una manera que recuerda a los ordinarios derivados industriales. Dado este escenario, es apropiado preguntarse bajo qué condiciones uno podría querer usar metal líquido en un vehículo volador. En palabras de J.R. Bumby, de la Universidad de Durham, “la elevada conductividad de metales líquidos hace de ellos un medio atractivo de captación de corriente para máquinas homopolares”. (Bumby, 1983) Bumby sigue citando un número de tales máquinas, tanto superconductoras como no superconductoras, que han sido construidas (Watt, 1958; Doyle, 1974; Chabrerie et al., Mailfert, 1972) y uno que está comercialmente disponible (Lewis, 1971). De manera similar, diseños de metal líquido han sido propuestos para generadores de magnetohidrodinámica (MHD), para la descomposición de residuos tóxicos y para plataformas aerotransportadas superconductoras (Southall & Oberly, 1979). En cualquier caso, la composición de los líquidos usas en tales máquinas es radicalmente diferente de las lista de elementos que encontramos en la Tabla 3. Como apunta Bumby, “A temperatura ambiente el único metal líquido puro es el mercurio, aunque a unas temperaturas ligeramente más elevadas el galio (29’8ºC), el sodio (97’8ºC) y el sodio (97’8ºC) pasan a ser líquidos”. Las máquinas actuales están usando mezclas de sodio-potasio y galio-indio como conductores de corriente, minimizando deterioro y fricción. El segundo mencionado es líquido sobre los 15’7ºC. Todavía ninguno de esos elementos ha sido identificado entre las muestras que hemos revisado. Un acercamiento diferente ha sido propuesto por J. Roser en correspondencia con el autor. Mencionando la composición del espécimen de Bogotá del que hablamos en nuestra publicación previa (Vallee, J. F.: Confrontations, 1990, pp. 44-45.), teoriza sobre un diseño nuclear para la planta de energía del objeto, utilizando conversión directa de energía en lugar de calor conducido por un motor principal mecánico. “Un ciclo cerrado de generador de magnetohidrodinámica (MHD) usando un metal líquido trabajando fluido en fase de bombeo sin vapor podría ser configurado en un cilindro horizontal o forma circular y haría muy poco ruido del esperado a falta de partes móviles”, escribió, añadiendo que el proceso nuclear conocido como Desintegración Beta podría permitir el diseño para extraer un excedente de energía en la forma de electrones libres. Asumiendo un fluido de trabajo de aluminio 27 más algún porcentaje de fósforo 31 (isótopos solitarios estables de sus respectivos elementos), Roser especula que fluido agotado podría necesitarse ocasionalmente de ser expulsado: “este material desechado contendría aluminio 27, fósforo 31, hierro del fundido original o de la erosión del armazón, más isótopos del núcleo cercano a aluminio y fósforo, tales como el magnesio, sodio y azufre.” Por consiguiente, él sugirió análisis isotópico de la muestra de Bogotá para determinar si revelaba isótopos anómalos, como el silicio 32 (vida media de 280 años), que indicaría una fuente de energía nuclear.

Conclusión

   Informes de inusuales residuos metálicos siguientes a la observación de un fenómeno aéreo inexplicado están suficientemente detallados para que sea emprendido un estudio comparativo. Esta investigación es complicada, de alguna manera, por los varios problemas de metodología donde el escaso dinero o de recursos para analizar es sólo un obstáculo secundario. Las primeras preocupaciones tienen que ver con imprecisiones en la recolección de datos, ausencia de información sobre días y horas exactas, falta de detalles, fundamental trabajo de campo y fallos a la hora de proveer una irrefutable cadena de evidencias en la recolección, transporte y examen de las muestras. A pesar de estas limitaciones (las cuales podrían ser combatidas a través del establecimiento de mejores estándares y acuerdos de colaboración entre investigadores), este documento ha mostrado que se ha hecho un significativo progreso hacia el análisis de un número relevante de incidentes. En un caso al menos (Council Bluffs), se presentaron las condiciones de credibilidad y disponibilidad de los testigos, el testimonio in situ de los oficiales de la ley, la cadena de custodia y el análisis puntual de las muestras. Otros casos, como Ubatuba y Bogotá, son lo suficientemente interesantes como para motivar a los investigadores a expandir su trabajo en el terreno. A través de los años los debates del asunto ovni han permanecido polarizados entre defensores y adversarios de una sola teoría, nombrada Hipótesis Extraterrestres (ETH) definida como contacto con una civilización alienígena originaria de otro sistema solar de nuestro universo. Esta fijación con la ETH ha reducido y empobrecido el debate, excluyendo la investigación de otras posibles teorías del fenómeno. Dado que las muestras recuperadas no muestran una composición exótica o una estructura compleja que apoye sus hipótesis preconcebidas, ambos lados del argumento extraterrestre perdieron interés en los casos. En opinión del presente autor, tal ausencia de seguimiento es desafortunada, porque se podría aprender mucho de análisis comparativos de tales materiales incluso si fueran mundanos. Por lo tanto, nuestra esperanza es que promover la investigación de campo puede verse estimulada por la publicación del presente estudio.


The author is especially indebted to Dr. Peter Sturrock, Dr. Harold Puthoff, Dr. Robert Wood, Mr. Illobrand von Ludwiger and Mr. John Schuessler for help in analyzing materials or in communicating details of their own findings on various samples mentioned in this article. We owe recognition to pioneers of this research, such as Dr. Olavo Font†s in Brazil and Jim and Coral Lorenzen in the U.S. Assistance from Messrs. Robert Allen, Ricardo Vilchez, Richard Masilko and Mark Uriarte in securing access to various specimens is gratefully acknowledged. Several correspondents, notably Robert Kincheloe, Pierre Lagrange, James McCam pbell, and Joe Roser, have called the author’ s attention to important documents and research ideas.

Larry Hatch’s computer catalogue is available from him in diskette format under the DOS operating system running on standard IBM-compatible PCs. His address is 142 Jeter street, Redwood City, California 96062.

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