Análisis físicos en
Diez Casos de Inexplicados Objetos Aéreos con muestras materiales
Physical Analyses in Ten
Cases of Unexplained Aerial Objects
with Material Samples
Por
Presentado en
the Physical Evidence Related to UFO Reports
Workshop, Tarrytown, New York, 30 Sept.
3 October 1997.
Abstracto. Un estudio de 10 casos de
inexplicado fenómeno aéreo, acompañado de residuos materiales, muestra una
amplia distribución de elementos naturales, muchos de los cuales son de
naturaleza metálica. Pueden ser aproximadamente descritos como pertenecientes a
dos categorías: “Materiales de luz” de elevada conductividad, como el aluminio;
y “materiales parecidos a escoria/desecho” que recuerdan a los derivados
industriales. La mayoría de los casos bajo consideración trata de encontrarse
con cuatro criterios: 1-La
literatura ofrece suficiente terreno para apoyar el hecho de que ha sucedido un
inusual fenómeno aéreo. 2-Las circunstancias
de la recuperación real de los especímenes son informadas. 3-Hay datos para sugerir que los especímenes, de hecho, están
directamente vinculados al objeto aéreo observado. 4-Los análisis físicos han sido llevados a cabo por un laboratorio
competente de reconocida fiabilidad. En varias instancias, la muestra está
disponible para seguir siendo estudiada por científicos independientes. En
ausencia de una firme cadena de evidencias y una investigación de campo
profesional, la mayoría de los casos no puede llevarnos a una conclusión
definitiva sobre la naturaleza del fenómeno que da lugar a cada espécimen, pero
puede aprenderse mucho de la metodología aplicada en tales análisis. Además, la
recopilación de casos similares sobre un fundamento aumentado puede, al final,
conducirnos al descubrimiento de patrones subyacentes.
Palabras clave: OVNIs, Avistamientos,
Evidencias Físicas, Propulsión.
Introducción
La
combinación de un avistamiento fiable de un objeto aéreo inexplicado con
recuperación de un espécimen físico duradero es rara. Mientras, los medios de
comunicación a menudo aluden a hallazgos sensacionales y, al menos, un antiguo
oficial de inteligencia militar ha afirmado que una vez tuvo bajo custodia
tecnología avanzada procedente de un accidente (Corso, 1997), dicho material no
está disponible para un estudio independiente y los detalles de su composición
son escasos y contradictorios. En un nivel más modesto, en el curso de sus
investigaciones del fenómeno alrededor del mundo, investigadores civiles actúan
privadamente y con paciencia han reunido el germen de una colección de
muestras, empezando por especímenes físicos que se han informado como recogidos
en el lugar de un encuentro cercano o del tipo “avistamiento en movimiento”.
El presente documento resume
los datos, poniendo el acento en la metodología mientras se abstiene de
proponer prematuras explicaciones sobre el origen de las muestras.
Hemos tratado de hallar
aquellos casos donde la literatura nos da suficiente margen para apoyar el hecho
de que 1-la literatura ofrece
suficiente terreno para apoyar el hecho de que ha sucedido un inusual fenómeno
aéreo. 2-Las circunstancias de la
recuperación real de los especímenes son informadas. 3-Hay datos para sugerir que los especímenes, de hecho, están
directamente vinculados al objeto aéreo observado. 4-Los análisis físicos han sido llevados a cabo por un laboratorio
competente de reconocida fiabilidad. En varias instancias, la muestra está
disponible para seguir siendo estudiada por científicos independientes.
Trataremos
de establecer la frecuencia de tales casos y el tipo de análisis que ellos
implican. En conclusión examinaremos hipótesis que podrían merecer un mayor
examen.
Frecuencia estadística de casos con
muestras físicas
En un excelente catálogo
recogido por el Sr. Larry Hatch y puesto a disposición pública de
investigadores y el público en general, uno encuentra 15.181 informes del
fenómeno aéreo no inexplicado que han sido tabulados en forma legible con el
ordenador.
Nosotros hemos desglosado
estos casos en función del sistema de clasificación usado por este autor
(Valle, 1990), con el propósito de sacar a relucir la distribución de
incidentes a través de varias situaciones. Bajo esta clasificación, inspirada
por la definición de Hynek “encuentros cercanos” (Hynek, 1972), a cada caso se
le ha otorgado un tipo y una categoría. Hynek usó un solo dígito para
representar el tipo o clase de incidente, en un rango de 1 para un simple avistamiento, 2
para avistamiento con efectos físicos y 3
para informes que mencionan alguna forma de vida o entidad. Nosotros hemos
extendido esta tipología usando 4
para los casos en los que los testigos experimentan una transformación de sus
sentidos de la realidad (a menudo correspondiente a un incidente como la
abducción) y 5 para los casos en que
hay un impacto fisiológico perdurable, como heridas serias o muerte.
Las categorías en las cuales
la tipología es aplicada van desde CE,
para encuentro cercano y MA para
movimiento del objeto (trayectoria discontinua) hasta FB para vuelo de reconocimiento (sin discontinuidad en el vuelo) y AN para simples anomalías en las cuales
no se informa de OVNI: luces anómalas o entidades inexplicadas entran en esta
última categoría.
Usando esta clasificación
hablaríamos de un caso concreto como un incidente CE-3 o un incidente MA-2,
etc, conduciéndonos a la matriz simple de la Tabla 1, la cual nos provee de una conveniente forma para el
establecimiento de una referencia para comparar informes procedentes de
variados países o varias épocas.
Cuando el Catálogo Hatch es
mapeado dentro de esta clasificación, la distribución resultante nos lleva a la
Tabla 2, donde se muestran 3.175
casos de efectos físicos o 21% del Catálogo Hatch desglosado como sigue: 90 son
asociados con simples anomalías, 19 con vuelos de reconocimiento, 1.782 con
maniobras discontinuas de vuelo y 1.284 con encuentros cercanos.
Debe destacarse que estamos
usando la versión del Catálogo Hatch de enero de 1997, el cual es un trabajo en
constante evolución. Las estadísticas desarrolladas sobre otras versiones del
catálogo podrían ser diferentes a las dadas aquí.
En la Tabla 2, los efectos físicos pueden referirse a perturbación en la
tierra, ramas de árboles rotas, hierba machacada, áreas quemadas o a una variedad
de efectos electromagnéticos.
El presunto accidente ovni en Aurora (Texas), 17 de abril de
1897
En el curso de la
investigación del temprano fenómeno aéreo en los EEUU, Donald Hanlon y el autor
encontraron numerosos informes de avistamientos en el período 1896-1897, el
cual llegó a ser conocido en la literatura como la Ola de Aeronaves (Hanlon
& Vallee, 1967). Uno de sus más sobresalientes casos fue informado el 17 de
abril de 1897 en la pequeña ciudad de Aurora (Texas). La historia, tal y como
la contó un periódico local, afirma que un objeto no identificado planeó sobre
la plaza pública y cuando alcanzó la parte norte de la ciudad colisionó con la
torre del molino del procurador del juez y se hizo añicos en una terrible
explosión, esparciendo restos sobre varios acres de tierra. Aunque Hanlon y este
autor consideraron la historia como ejemplo de probable fraude (en un contexto
notablemente similar a Rosswell, donde la prensa vino a afirmar que el pilo de
la nave no era un habitante de este mundo, y que había muerto en el accidente y
que le fueron hallados documentos indescifrables) nuestro artículo despertó el
interés por el caso. De nuevo fue investigado en 1973 por William Case,
periodista del Dallas Time-Herald, y por personal de la compañía aérea
MacDonnell Douglas. Mientras la historia de 1897 informó que la aeronave estaba
hecha de un metal desconocido que parecía alguna clase de mezcla de aluminio y
plata, el fragmento hallado por Case y sus co-trabajadores se determinó que era
de alumnio (83%) y zinc (sobre 16%) con posibles trazas de manganeso y cobre.
La combinación podría originar con numerosas aleaciones comunes de aluminio,
según los científicos de McDonnell, pero no antes de 1908. (Holliday, J. E.: McDonnell
informa del Caso Aurora, sin publicar, 13 Agosto 1973. Los investigadores de
campo fueron Ronald A. y N. Joseph Gurney, 12 Mayo 1973).
Mientras citamos este caso para su conclusión,
no está incluido en los análisis generales.
Casos estudiados
Los siguientes casos han
sido extraídos del pequeño subconjunto de casos de efectos físicos donde la
recuperación de especímenes materiales fue hecha bajo condiciones que son de
suficiente crédito como para justificar su seguimiento. Un caso (Council
Bluffs, diciembre 17 de 1977) será descrito en detalle. Otros incidentes
esbozados de la literatura y enlistados en orden cronológico aportan un
trasfondo relevante.
CASO 1: 1933 o 1934. Ubatuba, cerca de Sao Paulo, Brasil.
Clasificación: MA-2.
Este incidente salió a la luz en 1957 gracias al esfuerzo del Dr. Olavo Fontés
de Brasil y Jim y Coral Lorenzen, fundadores de la Organización de
Investigación del Fenómeno Aéreo, un extinto grupo de investigación de civiles
en los EEUU. Testigos en la playa de Ubatuba dijeron haber informado de ver un
disco que caía hacia el océano a gran velocidad, se elevó de nuevo unos 100
pies (30 metros) y explotó, repartiendo fragmentos metálicos brillantes por el
área y también cayendo al agua. Unos pocos de esos fragmentos fueron
recuperados y analizados en Brasil por la Dra. Luisa Barbosa en un laboratorio
especializado en estudios de producción mineral. Barbosa identificó el
componente principal de la muestra como magnesio puro, más puro que el magnesio
comercialmente producido, pero posiblemente no tanto como magnesio
múltiplemente sublimado.
Posterior trabajo bajo la
dirección del Profesos Peter Sturrock fueron llevados a cabo en la Universidad
de Stanford y en varios laboratorios franceses, incluido el de la Universidad
Orsay, confirmando que el material de la muestra es magnesio y óxido de
magnesio, con una muy pequeña cantidad de impurezas, principalmente, aluminio,
calcio y hierro. Análisis de este espécimen siguen en curso, en un intento por
medir índices isotópicos que podrían ayudarnos a establecer el origen del
material (Lorin & Havette, 1986)
La fecha real de este
evento, en ocasiones fijada en la literatura como 1957 es realmente imprecisa.
El Dr. Pierre Kaufmann de Sao Paulo cree que el incidente tuvo lugar en 1933 o
1934, cuando un bólido de verdad sobrevoló Utuba y se estrelló cerca de la
playa. El único evento aéreo que ocurrió cerca de Ubatuba en 1957 fue un
accidente de un avión DC-3.
(Sturrock,
Peter A.: Brazil Magnesium Study,
paper presented at the Third Annual Meeting of the Society for Scientific
Exploration, Princeton, New Jersey).
(Sturrock,
Peter A. Material Isotopic Analysis, presentation at this conference.)
CASO 2: 21 de junio de 1947.
Isla de Maury, Washington. Clasificación: MA-2. En la tarde del 21 de
junio, tres días antes del Caso Kenneth Arnold, cuatro personas en un bote
cerca de la orilla de la Isla de Maury, cerca de Tacoma, Washington, informaron
de una observación que ha desconcertado y dividido a los investigadores desde
entonces. De acuerdo a la historia publicada los testigos fueron el Sr. Harold
Dahl (operador de salvamento marítimo), su hijo de 16 años y dos miembros de su
tripulación. Llevaban con ellos un perro. Dijeron haber visto un grupo de seis
grandes objetos achatados con forma de donut a una altura estimada de 2000 pies
(600 metros). Los agujeros centrales de los objetos tenían unos 25 pies (7’5
metros) de diámetro y relucían con un color de oro y plata. De repente, uno de
los objetos comenzó a bambolearse y cayó a una altitud de 500 pies (150 metros)
sobre el bote. Otro de los objetos descendió, como si, según Dahl, tuviese el
propósito de ayudar al primero en dificultad. Se escuchó una leve explosión y
numerosas láminas de luminoso y delgado metal fueron emitidas desde el centro
abierto del primero de los objetos. Al mismo tiempo, los testigos fueron
bañados con oscuros y calientes fragmentos que les pareció como rocas de lava o
desechos, brasas en color. El perro, según se informó, fue alcanzado por uno de
esos fragmentos y murió.
Un hombre
llamado Fred Crisman, a quien se informó del evento, supuestamente fue a la
orilla y la encontró sucia con material cristalino y residuos de aluminio. Las
autoridades militares y el FBI, en una serie de muy confusas investigaciones,
atribuyó el caso a un fraude: el análisis de los fragmentos muestra que
proceden de una trituradora de escoria metálica de Tacoma. Según el
conocimiento de este autor, en cualquier caso, la composición de las muestras
originales, asumiendo que de hecho fueran estudiadas por el FBI, nunca fue
hecha pública. En un libro coescrito con Kenneth Arnold (quienes observaron el
lugar tres días después de los hechos, 24 junio de 1947) el popular escritos
Ray Palmer publicó un análisis de los fragmentos originales cuyos principales
componentes eran calcio, hierro, zinc y titanio. También fue hallado aluminio,
manganeso, cobre magnesio y silicona, níquel, plomo, estroncio y cromo. Trazas
de plata, estaño y cadmio también. Aquellos investigadores que consideran este
caso un fraude basan su opinión en el hecho de que Crisman fue quien
inicialmente envió las muestras a Ray Palmer, vinculando a ambos con supuestas
experiencias de Shaver Mystery, un
cuento de ciencia ficción sobre seres subterráneos. En su opinión, sólo después
de que la observación de Kenneth Arnold fue publicada, la historia fue cambiada
para introducir el supuesto incidente ovni. Por el propósito de este debate
mantendremos este débil caso en la lista presente, pero está claro que no hay
una conclusión firme con los hechos informados. Como comentó Ray Palmer: Ahí la
teníamos. Las muestras primero enviadas por Crisman y Dahl no eran residuos ni
rocas naturales. ¿Qué era?
CASO 3: 1952. Washington (DC). Clasificación: MA-2. Según el periodista Frank Edwards, un fragment metálico
proveniente de un objeto que cayó en 1952 fue examinado unos pocos años más
tarde por el investigador canadiense Wilbert Smith. El fragmento fue cortado de
una muestra recuperada, representando sobre una tercera parte de su volumen. Por
encima de una pulgada (2’50 centímetros) de tamaño, fue remarcablemente duro y
se informó compuesto de una matriz de magnesium orthosilicate compuesto de partículas
de 15 micrómetros (Edwards, 1996). Entrevistado por dos investigadores civiles,
C.W. Fitch de Cleveland, Ohio y George Popovitch de Akron, Ohio, Smith afirmó
que un piloto de la marina había estado
persiguiendo un disco, cuando vio un brillante y centelleante fragmento separarse
del disco y caer a la tierra. Fue recuperado una hora después y pesado, siendo
de 250 gramos. Smith informó haber mostrado la pieza al Almirante Knowles. Desafortunadamente,
no hay un informe de un análisis independiente en la literatura, y la muestra
no está disponible para más exámenes.
CASO 4: 14 de diciembre de
1954. Campinas, Brasil. Clasificación: MA-2. A juicio del periodista Frank Edwards
(Edwards, 1996) numerosos testigos en Campinas observaron tres objetos con
forma de disco que volaban sobre la ciudad. De nuevo, uno de ellos comenzó a
bambolearse violentamente y perdió altitud. Los otros objetos lo siguieron
bajando y se estabilizó a una altitud de unos 300 pies (90 metros). En ese
momento el disco en apuros emitió un delgado chorro de líquido plateado. El
material se informó que salpicó un área amplia que incluía tejados, calles y
paseos. También las ropas tendidas al sol. Un análisis de un laboratorio del
gobierno brasileño dijo haber identificado aluminio (Sn) como el principal
componente de las muestras recogidas. Un análisis independiente realizado un
químico privado, el Dr. Risvaldo Maffei, informó que el 10% del material estaba
compuesto por otras sustancias además de aluminio, pero no dio cantidades precisas.
CASO 5. 11 de noviembre de 1956. Isla de
Vaddo, Suecia. Clasificación: CE-2.
El Profesor Sturrock tiene bajo custodia una muestra que se
informó fue recuperada por dos testigos de un fenómeno aéreo (uno de los cuales
murió entonces). Aunque el material parece ser común carburo de wolframio, la
forma original del espécimen era inusual y no fue identificado como un objeto
de uso convencional. Según el sumario del caso reunido por Von Ludwiger, los
dos testigos, Stig Ekberg y Harry Sjoberg estaban construyendo una casa en la
Isla de Vaddo, a unos 90 kilómetros NNO de Estocolmo. Sobre las 10 de la noche
Ekberg estaba conduciendo su ranchera Ford V8 cuando vieron un brillante objeto
volante con la forma de una esfera aplanada de 8 metros por 3 de altura
acercándose por la derecha (desde el este) contra el claro cielo nocturno.
Estimaron que volaba a un kilómetro frente a ellos a una altitud de 100 metros.
De repente, el objeto dio un giro brusco hacia ellos, provocando que el motor
del vehículo crujiera y se rompiera, y los focos delanteros se apagasen. El
objeto lentamente comenzó a dejarse caer. Parecía que se balanceaba hasta que
se paró en medio de la carretera, a unos 100 metros frente a ellos, suspendido
a un metro del suelo. Con una gran cantidad de luz iluminó todo a su alrededor,
de tal forma que hasta un granero que estaba a medio kilómetro de distancia
estaba tan visible como si el sol estuviera brillando. El aire olía como a
ozono y aislamiento térmico a fuego lento. Tras unos 10 minutos la luz del
objeto se intensificó, despegó del suelo y se movió a la izquierda y hacia
arriba, hizo un repentino giro y aceleró en la dirección de la cual había
partido. En ese momento, Ekberg fue capaz de reiniciar el vehículo con
normalidad y los faros delanteros volvieron a iluminar. Observaron que la
hierba donde había estado el objeto estaba hundida, e investigaron más lejos y
encontraron una roca resplandeciente que no estaba caliente al tacto. Se
trataba de una pieza de tres caras de metal del tamaño de una caja de cerillas
y con gran peso. Después de varios intentos infructuosos por estudiar la
muestra, fue llevada a la compañía de fabricación aérea SAAB, donde el Sr. Sven
Schalin llevó a cabo un riguroso análisis. Posteriormente se llevaron a cabo
otros exámenes en laboratorios suecos, daneses y alemanes. La conclusión
general fue que el objeto estaba compuesto por carburo de wolframio y cobalto,
congruente con productos manufacturados. Según Von Ludwiger, todos los países industrializados tienen compañías que
producen tales metales y su tecnología de fabricación es, en principio, la
misma… En general, la calidad del material era excepcional, pero no inusual
para el comienzo de los años 50.
CASO 6: 13 de julio de 1967. Maumee, Ohio. Clasificación:
CE-2.
A las 11:26 de la noche se reportó una colisión
cerca de Maumee, involucrando a un coche conducido por dos hombres y una luz no
identificada. Ambos testigos eran jóvenes veteranos de la marina, uno de ellos
un especialista en radares. En su informe a la policía afirmaron que tuvieron
un inesperado encuentro con una intensa fuente de luz en medio del andén
mientras viajaban al oeste por la carretera Stitt hacia Whitehouse, Ohio.
Pudieron ver que no había contorno o estructura en el objeto. El conductor giró
a la izquierda, derrapando por unos 70 pies (20 metros) y creyendo que tendrían
un choque catastrófico. Cuando pararon, de alguna forma, no había rastro del
objeto. El pasajero confirm el informe, añadiendo que la luz parecía brillar
tanto como un soldador de arco. Tras el suceso, los dos hombres condujeron a
Waterville, donde telefonearon a la policía. Se les dijo que fueran a la
estación de policía de Maumee y esperasen la llegada de una patrulla de la
autopista del estado. Junto a dos miembros de esa patrulla volvieron al lugar
de los hechos. El coche fue examinado, así como el área en cuestión, la
carretera y los cultivos de alrededor. No se informó de ninguna evidencia
tangible, except las marcas dejadas por el coche y algún daño sobre el capó y
parachoques del vehículo. Algún tiempo después el conductor informó que había
encontrado dos muestras de metal que había recuperado en medio de la carretera,
así como algunas fibras de metal fundido sombre el coche. Esta muestra de fibra
estaba compuesta en un 92% de magnesio, según Lorenzen y Condon. Ninguno de los
dos testigos experimentó alguna sensación inusual durante el incidente, y su
salud no se vio afectada.
CASO 7:
Comienzos de los años 70. Kiana, Alaska. Clasificación: MA-2. En este caso, donde el Profesor
Sturrock también uno de los fragmentos recuperados, un esquimal se informó que
había hallado dos piezas de un material en un banco del río cerca de Kiana,
siguiendo un fenómeno aéreo. Cada uno de los dos especímenes es plateado,
ligero y parece como si hubiese sido vertido en estado fundido desde una fuente
cerca de la tierra.
CASO 8: 1976 o 1976. Bogotá, Colombia. Clasificación:
MA-2. Dos estudiantes de la Universidad de Bogotá se disponían a tomar un
taxi a las 4 de la madrugada esa noche, oyeron un sonido metálico sobre ellos. Informaron
haber visto un disco, de unos 12 pies (3’6 metros) de diámetro, balanceándose
en el aire como si tuviese dificultad para mantener su altitud de 3.000 a 3.500
pies (1.066 metros), una estimación aproximada, dada la dificultad de conocer
la distancia y medida de un objeto luminoso en la noche. Hicieron aparición
otros cuatro objetos, volando alrededor del primero, como si tratasen de
asistirlo. Entonces, chorros de líquido fueron vertidos desde el primero de los
objetos. Los testigos se protegieron bajo un árbol y observaron que el líquido
caía sobre el pavimento de la acera produciendo vapor. Los objetos se elevaron
y desaparecieron dentro de las nubes cargadas de lluvia. Después de dejar que
el material derramado se enfriase durante unos 10 minutos, los testigos fueron
capaces de recuperar dos pedazos de metal de unas 4 pulgadas (10’16
centímetros) por 1’15 pulgadas de grueso. El primer análisis fue llevado a cabo
en Centro América por parte de un ingeniero mecánico de una compañía petrolera.
Concluyó que la muestra era de una aleación de aluminio con magnesio y estaño.
No era magnético y contenía trazas de materiales no identificados. También
afirmó que el material era de corte fácil y fina granulación. En octubre de
1985 a este autor se le entregó una muestra de este material por parte del Sr. Ricardo
Vilchez, un investigador latinoamericano, y fue llevado a los EEUU para su
análisis. Un estudio subsecuente llevado a cabo por el Dr. Harold Puthoff y
nosotros mismos mostró que el material estaba principalmente compuesto de
aluminio (93’7%) con fósforo (4’8%) y hierro (0’9%) con trazas de sulfuro y un
estrato inexplicado de Oxycarbide. La muestra no incluía fluoruro ni agua, contrariamente a lo común
en las muestras de aluminio. El fluoruro es un producto derivado de la
producción de aluminio. Un lado del espécimen mostraba evidencia de actividad
violenta y burbujeante, mientras que el otro lado era chato con algún material
incrustado, posiblemente asfalto de la carretera. Su apariencia era la típica
de un sobrecalentado y consistente de verdad con la explosión de un aparato, si
bien la hipótesis de un fraude no puede ser descartada. La muestra fue
analizada con un Microscopio
Electrónico de Barrido (SEM), el cual produce un espectro fluorescente de rayos
X que condujo a las conclusiones arriba expuestas. También fue analizado con
una espectrometría de masas de iones
secundarios (SIMS), que exploró el material de fuera hacia dentro, hacia
las profundidades, golpeado por rayo de electrones. Este examen halló una capa
externa de carbono, oxígeno y nitrógeno, más allá de esa capa dieron con
aluminio, magnesio, potasio, sulfuro, sodio y silicio, con trazas de fósforo y
hierro.
CASO 9: 17 de
diciembre de 1977. Council Bluffs, Iowa. Clasificación: MA-2.
En este
incidente (el cual es descrito más ampliamente en la siguiente sección), dos
residentes de Council Bluffs vieron un objeto que se estrelló en el suelo cerca
de un dique en el Big Lake Park, al noroeste de los límites de la ciudad. Eran
las 7:45 de la tarde. Un brillante flash fue observado, seguido de llamas de
entre 8 y 10 pies (3 metros) de altura. Cuando los testigos llegaron a la
escena se encontraron con una amplia área del dique cubierto con una masa de
metal derretido que brillaba en rojo y naranja quemando la hierba. A diferencia
de muchos de los casos previos, donde sólo están disponibles unos pocos
detalles, este incidente ofrece información en abundancia. La policía y los
bomberos llegaron a la escena dentro de los minutos posteriores al evento. Un
oficial de la ley describió la masa derretida como un líquido hirviente que
caía por los extremos del dique sobre un área de unos 4 por 6 pies (1’8
metros). La parte central aún estuvo caliente al tacto por dos horas. Habían
sido 11 testigos en total, eliminando la posibilidad de fraude. Dos de ellos
vieron de forma independiente un objeto rojo con luces parpadeantes alrededor
de su perímetro sobrevolar la zona. Indagaciones hechas en el Campo Aéreo de
Eppley y la Base de la Fuerza Aérea de Offutt revelaron que no había habido
ningún fallo de aparatos en la zona, ni operaciones aéreas. Los residuos
recuperados fueron analizados en la Universidad del Estado de Iowa y la Compañía
de Productos de Tuberías Griffin, conduciendo a determinar que el metal era
principalmente hierro con pequeñas cantidades de metales aleados tales como el
níquel y el cromo. La composición excluye que se tratase de un meteorito.
CASO
10: Alrededor de 1978. Jopala, cerca de Puebla, México. Clasificación: MA-2.
Estando el autor en México en noviembre de 1978, se le dijo por investigadores
locales que había habido una caída y recuperación de residuos metálicos
posterior al avistamiento de un fenómeno aéreo en las montañas cercanas a
Puebla. Se informó que el objeto estaba compuesto por hierro con silicio
(1’13%) y trazas de manganeso (0’84%), cromo (0’77%) y carbono (0’28%).
Análisis del
Caso de Council Bluffs
El tiempo en
Council Bluffs la noche del sábado 17 de diciembre de 1977 era nublado con un
techo de nubes a unos 2.500 pies (760 metros), visibilidad de 10 millas (16
kilómetros) y temperatura de 32º F (0ºC). El viento soplaba a 16 mph con rachas
de 25 mph. La ciudad está situada en la orilla suroeste del río Missouri en
Iowa, cruzando desde la ciudad de Omaha (ver mapa). El objeto impactó en el
suelo cerca de Gilbert’s Pond, en Big Lake Park, cruzando el Missouri desde el
aeropuerto de Eppley. La dirección exacta de la calle es 1900 N. Eight Street.
Cayó en un punto a 16 pies (4’8 metros) desde la carretera asfaltada y 6 pies
(1’8 metros) desde lo alto del dique, quemando un área de 4 pies (1’2 metros)
de ancho por 9 pies (2’7 metros) de largo. Hubo una segunda zona quemada a 27
pies (8’2 metros) desde el lateral del dique, cubriendo un área de unos 2 por 4
pies (1’2 metros). Algunas muestras del material estaban incrustadas en la
tierra en ambas zonas, pero no se descubrió cráter alguno. Había una marca de 2
a 3 pulgadas (7’6 centímetros) de profundidad y pequeñas esferas de metal
fueron halladas por el área, especialmente hacia el noroeste. Los testigos
iniciales era Kenny Drake y su esposa Carol, y el hijo de 12 años de Kenny y su
sobrino Randy James. Otros dos testigos, Mike Moore y su esposa Criss,
informaron haber visto un objeto con luces sobrevolando cuando cruzaban la 16th
Street en su camino al centro por la Avenida Broadway.
Criss informó de una
gran cosa redonda que volaba en el cielo por debajo de la copa de los árboles.
Sobrevolaba, pero no se movía. Ella añadió que vio luces rojas alrededor del
perímetro del objeto parpadeando en secuencia. Una pareja de mediana edad que
vio el evento habló por teléfono con los investigadores, afirmando que ellos
habían visto un objeto rojo brillante ir como un cohete hacia el suelo cerca de
Big Lake Park, pero se negaron a ser identificados. Cuatro adolescentes en un
pequeño coche hablaron del incidente con Drakes en aquel momento, pero no
informaron de ello. Testigos secundarios que observaron el metal fueron Jack E.
Moore, asistente del jefe de bomberos (quien recibió la llamada de Kenny Drake
al 911, urgencias), el oficial de policía Dennis Murphy y Robert E. Allen,
quien había servido en las Fuerzas Aéreas y escribía una columna semanal de
astronomía en un periódico local. El Sr. Moore afirmó que el centro de la masa
de metal aún estaba demasiado caliente al tacto cuando llegó al lugar del
suceso a las 8 de la tarde, sólo 15 minutos después del incidente inicial,
permaneciendo allí sobre una hora. La investigación procedió como sigue: las
medidas del impacto tomadas por Robert Allen indican que el objeto viajaba
desde el suroeste al noroeste. Muestras del objeto fueron enviadas al
Laboratorio Ames de la Universidad del Estado de Iowa, y otras fueron dadas a
la Griffin Pipe Products Company. Se determinó que el material era acero al
carbón, probablemente hecho por el hombre, de un tipo común en manufactura. Las
siguientes cuatro hipótesis fueron tenidas en cuenta:
A-Fraude realizado por personas
desconocidas que vierten metal derretido sobre la tierra. Se revisó casa una de
las empresas del área metropolitana en las cuales existía la más remota
posibilidad de que tuvieran metal en estado líquido. Griffin Pipe es la única
compañía con posibilidad de producir un producto similar. El Sr. Linton
Stewart, Gerente de Trabajos allí, afirmó que ellos gotean los recipientes
desde sus cúpulas en la tarde del viernes y no lo vierten hasta el lunes. El
punto de fundido es cerca de 2500º F. (1.371ºC), lo cual habría requerido
transportarlo en un horno de ladrillo de 6 pulgadas de grosor con un camión
grande, manteniendo el material en ese punto de fundido. Conclusión: negativo.
B-Fraude realizado por desconocidos
usando termita (mezcla reactante) y metal ordinario. El Profesor Frank Kayser,
de la Universidad del Estado de Iowa, observó que uno “podría recoger
salpicaduras de una pieza de fundición o de una operación de soldadura,
involucrando acero al carbono” rodeándolo todo con polvo de termita (mezcla
reactante) y encenderlo, calentando el metal a 1000 grados centígrados. Un
índice de enfriamiento apropiado para microestructuras de forjar hierro podría
ser logrado rociando agua sobre la mezcla. En cualquier caso, el material
estaba derretido cuando los testigos llegaron. La superficie de la tierra
estaba helada a una profundidad de al menos 4 pulgadas (10 centímetros) y el
aire a 32ºF (0ºC). En tales condiciones el rociado con agua habría generado una
considerable cantidad de hielo. Una comprobación hecha con firmas químicas y de
construcción en el área reveló que no había fuente de termita. Conclusión:
negativa.
C-Pieza de equipamiento de aeronave.
Dada la proximidad del Campo Aéreo de Eppley se pensó que el objeto pudo haber
caído en el aterrizaje de una aeronave en una pista de 320 grados. En cualquier
caso, una comprobación con el aeropuerto indicó que no había habido actividad
anómala de aeronaves por entonces. Todas las líneas aéreas que operaban en el
aeropuerto respondieron que tuvieron ningún vuelo de llegada usando aquella
pista, la cual llevaría a un avión a estar dentro de las inmediaciones del
lugar del impacto. (Braniff había aterrizado a las 7:32 de la tarde). Es más,
la aeronave estaría baja y el metal no podría haberse calentado en el aire
hasta alcanzar el punto de fundido mientras caía. Conclusión: negativa.
D-Impacto de meteorito. No hubo cráter
significativo, el material permaneció derretido bastante tiempo, la composición
del material no es compatible con la naturaleza de un meteorito como apunté
arriba (demasiado bajo en níquel en concreto) y el análisis espectrográfico no
revela ningún componente metálico de los que debería componerse un meteorito.
Negativo. El material fue enviado al Laboratorio Ames en la Universidad del
Estado de Iowa, y analizado por el Dr. Robert S. Hansen, director del Instituto
Ames de Investigaciones de Energía y Recursos Minerales. El material era metal
sólido, escoria y ceniza blanca incluida en la escoria. Fue analizado por espectro
fluorescente de rayos x, rayo de electrón microprobe y técnicas de emisión
microscópicas bajo la supervisión de Edward DeKalb, de la sección analítica de
espectroscopia. El Instituto Ames concluyó que el metal es principalmente
hierro con muy pequeñas cantidades (menos del 1%) de metales aleados como el
níquel y el cromo. La escoria es un material espumoso que contiene hierro
metálico y aluminio con más pequeñas cantidades de magnesio, silicio y titanio.
La ceniza blanca era calcio con algo de magnesio. En el curso de la
investigación y el seguimiento posterior para este documento, el autor contactó
con el Sr. Robert Allen, quien confirmó que el caso ha permanecido sin resolver
después de 20 años. Amablemente nos suministró copias de su correspondencia con
los Sistemas de las Fuerzas Aéreas Espaciales, quien ha afirmado que en opinión
de ellos el material no son escombros espaciales de algún objeto hecho por el
hombre, citando cuatro razones: 1) Escombros
de aeronaves espaciales no impactan con la superficie terrestre en estado
líquido. 2) De 35 a 40 libras de
masa no dejó cráter o marca en tierra. 3)
El avistamiento visual informado fue a una altitud de solo 500 a 600 pies (182
metros), donde residuos espaciales no estarían encendidos. 4) La ausencia de señales de una estructura es inconsistente con
basura espacial.
Exposición de la frecuencia de elementos
Las muestras
descritas en los 10 casos que hemos revisado están resumidas en la Tabla 3. Encajan, hablando en términos
generales, a dos grandes clases: muestras que se asemejan a escoria o residuos
industriales, y aleaciones plateadas ligeras, con un incidente (Caso 2, Maury
Island) que involucra ambos tipos de materiales. Desafortunadamente, como hemos
visto, los análisis de las muestras en este caso en concreto nunca fueron
presentados por las autoridades, y únicamente podemos referirnos a fuentes de
dudosa credibilidad.
En los
incidentes que involucran materiales parecidos a escoria fundamentalmente
encontramos hierro con trazas de cromo, manganeso y silicio, de forma notable
en los casos de Jopala y Council Bluffs.
En casos que
tienen que ver con material plateado ligero encontramos referencias a magnesio
(casos 1, 3 y 6) y aluminio (casos 1 y 8), con hierro mencionado en trazas. Algunos
de los detalles de la composición permanecen desconcertantes: no podemos
explicar el muy alto grado de pureza de la muestra de magnesio encontrada en
Ubatuba, o la ausencia de agua y fluoruro en la muestra de Bogotá.
No nos hemos
encontrado con algún caso de elementos desconocidos, ni con materiales de
tecnología avanzada que exhiban una estructura anormal. En cualquier caso, las
muestras, tras ser analizadas, parecen ser congruentes con las explicaciones
dadas por los testigos, dando credibilidad a los informes a pesar de sus,
algunas veces, extraordinarios detalles. En resumen, los análisis apoyan la
tesis de que un fenómeno no identificado ha sido repetidamente observado en
varias partes del mundo a lo largo de un extenso periodo de tiempo, que se
manifiesta a través de respaldo físico, material, y que está disponible para su
estudio científico. En la otra mano, los patrones observados en la composición
de las muestras a nuestra disposición no señalan a alguna clara hipótesis sobre
la naturaleza del fenómeno. El hecho de
que no haya una composición exótica en las muestras de estos 10 casos no puede
ser usado para negar la teoría de que una avanzada tecnología de desconocido
origen puede haber creado las muestras.
En el caso de nuestra propia industria automovilística,
por ejemplo, motores que respetan el medio ambiente producen más tubos de
escape (tales como agua pura) que los modelos más viejos, donde uno podría
encontrase una compleja combinación de gases.
In
the case of our own automobile industry, for example, environmentally-compliant
engines produce more mundane exhaust (such as pure water) than older models,
where one could find complex combination of gases.
Tecnología de metal líquido
Las similaridades
entre muchos de los casos arriba expuestos señalan a un escenario común para la
generación de muestras recuperadas: el metal es observado siendo expulsado en
forma derretida por parte de un objeto aéreo no identificado, comúnmente descrito
como un disco, ocasionalmente como un vehículo volador en condiciones
inestables. El material, en forma líquida, cae sobre un área bastante amplia
donde tarda minutos u horas en enfriarse. Cuando es analizado se presenta como
hecho de comunes materiales terrestres, en ocasiones de una manera que recuerda
a los ordinarios derivados industriales. Dado este escenario, es apropiado
preguntarse bajo qué condiciones uno podría querer usar metal líquido en un vehículo
volador. En palabras de J.R. Bumby, de la Universidad de Durham, “la elevada
conductividad de metales líquidos hace de ellos un medio atractivo de captación
de corriente para máquinas homopolares”. (Bumby, 1983) Bumby sigue citando un número
de tales máquinas, tanto superconductoras como no superconductoras, que han
sido construidas (Watt, 1958; Doyle, 1974; Chabrerie et al., Mailfert, 1972) y
uno que está comercialmente disponible (Lewis, 1971). De manera similar,
diseños de metal líquido han sido propuestos para generadores de magnetohidrodinámica
(MHD), para la descomposición de residuos tóxicos y para plataformas aerotransportadas
superconductoras (Southall & Oberly, 1979). En cualquier caso, la composición
de los líquidos usas en tales máquinas es radicalmente diferente de las lista
de elementos que encontramos en la Tabla
3. Como apunta Bumby, “A temperatura ambiente el único metal líquido puro
es el mercurio, aunque a unas temperaturas ligeramente más elevadas el galio
(29’8ºC), el sodio (97’8ºC) y el sodio (97’8ºC) pasan a ser líquidos”. Las máquinas
actuales están usando mezclas de sodio-potasio y galio-indio como conductores
de corriente, minimizando deterioro y fricción. El segundo mencionado es líquido
sobre los 15’7ºC. Todavía ninguno de esos elementos ha sido identificado entre
las muestras que hemos revisado. Un acercamiento diferente ha sido propuesto
por J. Roser en correspondencia con el autor. Mencionando la composición del
espécimen de Bogotá del que hablamos en nuestra publicación previa (Vallee, J.
F.: Confrontations, 1990, pp. 44-45.), teoriza sobre un diseño nuclear para la
planta de energía del objeto, utilizando conversión directa de energía en lugar
de calor conducido por un motor principal mecánico. “Un ciclo cerrado de generador
de magnetohidrodinámica (MHD) usando un metal líquido trabajando fluido en fase
de bombeo sin vapor podría ser configurado en un cilindro horizontal o forma
circular y haría muy poco ruido del esperado a falta de partes móviles”,
escribió, añadiendo que el proceso nuclear conocido como Desintegración Beta
podría permitir el diseño para extraer un excedente de energía en la forma de
electrones libres. Asumiendo un fluido de trabajo de aluminio 27 más algún
porcentaje de fósforo 31 (isótopos solitarios estables de sus respectivos
elementos), Roser especula que fluido agotado podría necesitarse ocasionalmente
de ser expulsado: “este material desechado contendría aluminio 27, fósforo 31,
hierro del fundido original o de la erosión del armazón, más isótopos del núcleo
cercano a aluminio y fósforo, tales como el magnesio, sodio y azufre.” Por
consiguiente, él sugirió análisis isotópico de la muestra de Bogotá para
determinar si revelaba isótopos anómalos, como el silicio 32 (vida media de 280
años), que indicaría una fuente de energía nuclear.
Conclusión
Informes de inusuales residuos metálicos siguientes
a la observación de un fenómeno aéreo inexplicado están suficientemente
detallados para que sea emprendido un estudio comparativo. Esta investigación
es complicada, de alguna manera, por los varios problemas de metodología donde
el escaso dinero o de recursos para analizar es sólo un obstáculo secundario. Las
primeras preocupaciones tienen que ver con imprecisiones en la recolección de
datos, ausencia de información sobre días y horas exactas, falta de detalles, fundamental
trabajo de campo y fallos a la hora de proveer una irrefutable cadena de evidencias
en la recolección, transporte y examen de las muestras. A pesar de estas
limitaciones (las cuales podrían ser combatidas a través del establecimiento de
mejores estándares y acuerdos de colaboración entre investigadores), este
documento ha mostrado que se ha hecho un significativo progreso hacia el análisis
de un número relevante de incidentes. En un caso al menos (Council Bluffs), se
presentaron las condiciones de credibilidad y disponibilidad de los testigos,
el testimonio in situ de los oficiales de la ley, la cadena de custodia y el análisis
puntual de las muestras. Otros casos, como Ubatuba y Bogotá, son lo
suficientemente interesantes como para motivar a los investigadores a expandir
su trabajo en el terreno. A través de los años los debates del asunto ovni han
permanecido polarizados entre defensores y adversarios de una sola teoría,
nombrada Hipótesis Extraterrestres (ETH) definida como contacto con una
civilización alienígena originaria de otro sistema solar de nuestro universo. Esta
fijación con la ETH ha reducido y empobrecido el debate, excluyendo la
investigación de otras posibles teorías del fenómeno. Dado que las muestras
recuperadas no muestran una composición exótica o una estructura compleja que
apoye sus hipótesis preconcebidas, ambos lados del argumento extraterrestre
perdieron interés en los casos. En opinión del presente autor, tal ausencia de seguimiento
es desafortunada, porque se podría aprender mucho de análisis comparativos de
tales materiales incluso si fueran mundanos. Por lo tanto, nuestra esperanza es
que promover la investigación de campo puede verse estimulada por la publicación
del presente estudio.
The author is especially indebted to Dr. Peter Sturrock, Dr. Harold
Puthoff, Dr. Robert Wood, Mr. Illobrand von Ludwiger and Mr. John Schuessler
for help in analyzing materials or in communicating details of their own
findings on various samples mentioned in this article. We owe recognition to
pioneers of this research, such as Dr. Olavo Font†s in Brazil and Jim and Coral
Lorenzen in the U.S. Assistance from Messrs. Robert Allen, Ricardo Vilchez,
Richard Masilko and Mark Uriarte in securing access to various specimens is
gratefully acknowledged. Several correspondents, notably Robert Kincheloe, Pierre
Lagrange, James McCam pbell, and Joe Roser, have called the author’ s attention
to important documents and research ideas.
Larry Hatch’s computer catalogue is available from him in diskette
format under the DOS operating system running on standard IBM-compatible PCs.
His address is 142 Jeter street, Redwood City, California 96062.
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