¿QUÉ ES MATRIX?
Ahora
le llega el turno a The Matrix (1999).
Pocas
películas han sido objeto de mayor estudio por parte de las nuevas
generaciones, que se han sentido identificadas con el mensaje de que se hace
eco, convirtiendo a toda la saga en obras de inusitado culto.
La
afinidad del público joven con la trilogía hay que buscarla en la mezcla de
filosofía, acción, y épica apocalíptica. A todo ello se le añade una estética
única, que ha convertido al universo de las (ahora) hermanas Wachowski en el
más prominente de cuantos se describen en el subgénero que juega a cuestionarse
las bases de la realidad. (En esa categoría tenemos a Blade Runner, Dark City, Terminator, o El Show de Truman, entre otras.)
Esta
alegoría del mundo actual comienza en el año 1998. Desde un principio, las
imágenes se nos muestran teñidas en tonos verdosos. Esta pigmentación nos
conduce al uso que Night Shyamalan hizo del verde en La Joven del Agua, como
recurso para mostrarnos una atmósfera de incomunicación y aislamiento.
En
Capital City, la urbe en la que Matrix comienza su andadura, el clima emocional
es frío, aislante, carente de confort…
LOS CELOS
Vemos
una pantalla de ordenador. Y escuchamos una conversación telefónica entre una
chica y un chico. Aunque no se nos muestran los rostros ni las identidades de
quienes protagonizan tan interesante charla, diré que ella es Trinity y él se
llama Cifra.
Él
le dice que su turno de vigilancia ya ha concluido, pero la chica responde que
le entretiene seguir ocupada en ello. Te gusta observarlo, ¿verdad?, añade
Cifra, demasiado evidente en los celos que siente hacia el desconocido objeto
de atención.
Es
cierto que a Trinity le gusta observar a no sabemos quién, pero responde con un
comentario evasivo y poco convincente.
-Al
final lo mataremos, lo sabes –insiste Cifra.
-Morfeo
cree que él es El Elegido –responde ella, justificando así el interés que
demuestra.
El
Elegido es un término que en inglés se traduce por The One, lo cual explicaría
el nombre por el que ese escogido será identificado: Neo, anagrama de One.
Además, Neo es prefijo que significa nuevo, adjetivo que añade información al
supuesto cometido de dicho personaje.
Cifra
le pregunta a la chica si comparte la opinión de Morfeo. Lo que yo crea no es
importante, responde ella a su interlocutor. En ese instante ya se ha percatado
de que la llamada telefónica está intervenida, y cuelga el auricular.
Trinity
está en penumbra, en una habitación del Hotel Heart (Corazón), al que entran
unos policías con intención de detenerla. La denominación del hotel, en
términos simbólicos, personifica, quizás, la naturaleza emocional de la
conversación, así como el carácter arquetípico de Trinity, que personifica al
alma (receptora, emocional, femenina, simbólico 20 %) expectante de la
conciencia (emisora, intelectual, masculina) que la complementa.
Al
fin y al cabo, todo el diálogo ha girado en torno a El Elegido, un sujeto que
-parece ser- inspira ciertos sentimientos de ternura en Trinity. Esto es algo
que inquieta, y mucho, a Cifra, quien desconoce -como nosotros- lo
determinantes que las emociones (fuerza motriz) de la chica podrían llegar a
ser…
Trinity
podría haber estado hablando desde un móvil, desde una cabina o incluso desde
un locutorio, pero no. Está en la habitación 303 de un lúgubre hotel en
abandono.
La
numeración de la estancia ya nos indica algo. Nos induce a pensar que existe
una íntima relación entre aquel cuarto y su eventual habitante, puesto que
Trinity es Trinidad. Esa cifra capicúa, dado que se lee igual desde la derecha
como desde la izquierda, revela el enfrentamiento entre dos trinidades
opuestas. (Luego veremos que, en efecto, Trinity compone, junto a El Elegido y
Morfeo, una trinidad con roles –que se complementan- muy bien definidos.)
Para
una mayor comprensión, conviene recordar que ya en algunas religiones
anteriores al cristianismo, caso de los cultos en Egipto e India, la divinidad era
intuida como una triada de seres. Por consiguiente, la numeración que aparece
en la puerta de la habitación de Trinity, podría representar una pugna mucho
más eminente que la aparente entre una mujer y una pareja de policías.
Ya
no hay dudas, se trata de una emboscada. La chica estaba en lo cierto cuando
sospechó que su teléfono estaba pinchado. A las puertas del edificio llegan
refuerzos policiales, y un vehículo negro con tres extraños, rígidos y
circunspectos personajes con sobria e idéntica indumentaria. Sus ojos, a pesar
de que el sol ya se ha puesto, cubiertos por gafas oscuras…
El
empeño de esta, si se me permite, trinidad oscura, es hacerse con el control de
la fea situación, relevando a los agentes de policía, quienes parecen no tener
ni idea de contra quién se están enfrentando. En efecto, Trinity los reduce.
Ella no es un objetivo policial común, sino una especie de elemento rebelde que
debe ser aniquilado a toda costa.
(Insisto,
el tono verde de la fotografía logra crear un clima frío y decadente que aporta
emociones de desafecto y desamparo.)
La
lucha, cuerpo a cuerpo, de los policías que han entrado a la habitación 303
para detener a Trinity, es desigual. La han menospreciado, porque ahora vemos
que posee ciertas habilidades que serían tildadas de sobrehumanas; salta y
flota en el aire, suspendida frente a sus adversarios. Aunque armados, los
agentes acaban siendo derrotados por una mujer capaz de romper con la
resistente gravedad…
Con
escaso tiempo para escapar, Trinity habla por teléfono con Morfeo, el hombre al
que se mencionó en la charla previa. Éste le indica que debe dirigirse a una
calle concreta, donde hay una cabina telefónica que, entendemos, será vital
para su escape.
Pero
han llegado más policías y, lo que es peor, dos de los tres extraños y sombríos
individuos dispuestos a destruirla, la siguen por la azotea del edificio. Esos
dos sujetos parecen igualarse a Trinity en el uso de capacidades excepcionales:
cuando la chica salta de un bloque a otro –separados por muchos metros-, sus
perseguidores van más allá de lo humanamente aceptable y le pisan los talones.
Pero
la suerte ha estado del lado de su presa, y Trinity logra acercarse a unos
pocos metros de la cabina sugerida por Morfeo. Allí la espera el último miembro
del trío de agentes especiales, quien conduce un enorme camión que pretende
usar para arrollar a la joven rebelde. Se escucha el sonar de una llamada en la
cabina, y Trinity corre hacia ella. El camión acelera en la misma dirección y
choca con extrema violencia. Inexplicablemente, Trinity se ha volatilizado. La
trinidad que pretendía darle captura no ha logrado, por ahora, su objetivo.
Esos
tres hombres de negro que la perseguían deberán centrarse en apresar a un tal
Neo, alguien de suma importancia para los rebeldes, a juicio de un desconocido
y convincente informante en las filas lideradas por Morfeo, el mítico
insurgente.
DESPIERTA, NEO
Más
allá de la evidente alegoría de nexo entre dos mundos, entre dos dimensiones,
el teléfono es un medio técnico que permite a Trinity escapar de quienes la
hostigan. De algún modo, al levantar el auricular, su cuerpo, imagen que pulula
en la dimensión física, ha desaparecido por completo.
Más
allá de la evidente alegoría de nexo entre dos mundos, entre dos dimensiones,
el teléfono es un medio técnico que permite a Trinity escapar de quienes la
hostigan. De algún modo, al levantar el auricular, su cuerpo, imagen que pulula
en la dimensión física, ha desaparecido por completo.
Mientras
tanto, en algún lugar de la oscura ciudad vemos otra pantalla de ordenador. Se
trata del apartamento de Neo, quien duerme mientras la música que escuchaba
sigue sonando en sus auriculares. Huelga añadir que el sueño de Neo, un tipo
que ronda la treintena, va más allá de lo meramente físico; nos está sugiriendo
la somnolencia espiritual generada por la granja, el Sistema de Control.
La pantalla
del ordenador, a oscuras, comienza a mostrar una breve línea: Despierta, Neo. Y
luego otra: Matrix te posee.
Sorprendido
por la soberanía con la que se manifiesta su computadora, Neo trata de
reaccionar. Y aparece una tercera consigna: Sigue al conejo blanco. Y,
simultáneamente, sin tiempo a pensar demasiado, alguien llama a la puerta de
entrada de su vivienda. Aturdido, abre la puerta y vemos a dos parejas jóvenes.
Por
cierto, la numeración del apartamento de Neo es otra cifra capicúa, la 101, aportándonos
información sobre la condición del personaje que, como ya vimos, podría ser –en
opinión de Morfeo- El Elegido, The One. Esa unicidad, cualidad de excepción, se
personifica en la cifra que vemos en la puerta, aunque también podría estar
hablándonos del enfrentamiento entre dos realidades absolutas y opuestas,
representados en ambos números uno. Desde luego, Neo está destinado a
participar en ese combate, a modo de potente y moderno ariete contra los
robustos muros de Matrix, alegoría del Sistema de Control.
Esa
lucha dual de mundos podría tener su expresión en la escueta pero sustanciosa
conversación entre Neo y Choi, el portavoz de los recién llegados. Cuando el
visitante saluda a Neo, éste le dice que han acudido con dos (1+1) horas de
retraso a la cita. Aquel breve encuentro consiste en la entrega, por parte de
Neo, de un programa pirata por el cual nuestro protagonista recibe dos (1+1)
mil dólares. Tras el pago, Choi añade: Aleluya,
eres mi Jesucristo personal. Neo, el hacker, le pide discreción sobre sus
actividades, a lo que Choi responde con una tranquilizadora expresión: Tranquilo, tú no existes…
Pero
aquella no es una mera relación profesional. Parece ser que ambos son
camaradas, y Neo le confiesa su desconcierto: ¿Has tenido alguna vez la sensación de no saber, con seguridad, si
sueñas o estás despierto?
Choi
apunta que esa es la impresión que tiene cuando está en las alas de las
sustancias alucinógenas… Ante la evidente turbación de Neo, el visitante lo
anima a que los acompañe de juerga y, aunque en un momento lo duda, su
vacilación se disipa cuando advierte que en el hombro de la acompañante de su
amigo hay un tatuaje de un conejo blanco…
Nuestro
protagonista siente que hay cierta consistencia en la recomendación (Sigue al conejo blanco) que leyó en la
pantalla de su ordenador. ¿Por qué resistirse a seguir su intuición? Ha captado
la relación entre ambas imágenes y, a pesar de que podría tildar todo ese
episodio nocturno de casualidad, Neo apuesta por lo invisible. Acertada
decisión. La avidez por arrojar luz a las preguntas que rondan en su mente está
siendo alimentada por un impulso externo, y pronto conseguirá las primeras
respuestas a tantas incertidumbres.
Por
lo pronto, lo vemos en medio del asfixiante ambiente de un club nocturno.
Podría parecer el lugar menos adecuado, pero es allí donde Neo es abordado por
Trinity, que lo saluda dando muestras de conocerlo.
TRINITY, LA MODERNA JADE
-¿Cómo
sabes mi nombre? –pregunta extrañado.
-Sé
muchas cosas sobre ti –replica ella-. Me llamo Trinity.
Neo,
conocedor de ese nombre, había creído que semejante seudónimo –afamado en los
círculos informáticos- pertenecería a un hombre. Una vez más la apariencia, los
supuestos, se tambalean en su mente.
Trinity
advierte a Neo de la situación de peligro en la que él se encuentra, razón por
la que lo ha convocado a ese encuentro. Te están vigilando, concluye. Y ante la
mirada perpleja de su oyente se acerca aún más y le susurra al oído lo que él
necesita oír, lo que precisaba haber escuchado de labios de alguien, para así
no creerse loco y perdido en sus insólitas lucubraciones…
-Sé
por lo que estás aquí, Neo. Sé lo que has estado haciendo. Sé por qué apenas
duermes. Sé por qué vives solo y por qué, noche tras noche, te sientas ante tu
ordenador… Le buscas a él. Lo sé porque una vez yo estuve buscando lo mismo, y
cuando él me encontró me dijo que, en realidad, no le buscaba a él… Lo que
buscaba era una respuesta. Es la pregunta lo que nos impulsa, Neo. Es la
pregunta la que te ha traído aquí. Conoces la pregunta igual que yo.
-¿Qué
es Matrix? –pregunta él.
-La
respuesta la encontrarás por ahí. Te está buscando y te encontrará, siempre que
lo desees.
La
conversación entre Trinity y Neo, no exenta de cierta sensualidad más propia de
un cortejo, nos ilustra a una mujer que lleva la iniciativa. Es la Jade del
nuevo milenio, y Neo un renovado Lao Er… Es cierto que una Trinity semejante,
demasiado independiente del patrón masculino predominante, generaría
suspicacias en un varón común, pero Neo es de la nueva hornada, heraldo y
obrero de una nueva forma de ver el mundo, razones más que suficientes para
entender que se dejará cortejar al modo de Trinity, esa Jade vestida de cuero
negro, también de cabello corto, igualmente como un viento de poniente.
Doquiera que se hallaba, lo ponía todo en movimiento.
Pero
Neo ya no es el Lao Er que debe asimilar la emancipación intelectual de su
complemento. No. Neo no se avergüenza de saber que mientras él dormía en los
sueños del corral, Trinity ya frecuentaba las casas de té y, a la pregunta ¿estáis dispuestos a resistir?,
vociferaba en nombre de los despiertos: ¡Lo estamos!
Esta
Trinity estuvo dispuesta a escuchar las cosas reales que Morfeo
(personificación del intelecto que opera desde lo elevado, eventual portador de
la conciencia –simbólico 80 %- que ha de depositar en Neo) le reveló. Y este
Neo no se siente degradado al escuchar las verdades de labios de una mujer; ni
siquiera se siente vulnerable cuando Trinity, esa Jade que no pide un libro
sino que lo ofrece, le confiesa que sabe muchas cosas sobre él…
El
destino elegido por Trinity es muy cercano al de Jade y su suegra, Ling Sao,
cuando se deciden a resolver el problema creado por Wu Lien, el comerciante que
no sólo colabora con el enemigo sino que pone en peligro la integridad física
de la familia de campesinos. En ese sentido, Trinity se preguntó por Matrix,
implicándose –con todas sus consecuencias- en el propósito de la acción,
mientras otros perdían el tiempo hablando…
EL INDISCIPLINADO SEÑOR ANDERSON
Tras
la escena en el club, vemos a Neo durmiendo mientras suena el despertador y llega
tarde a su trabajo, como programador informático en una empresa llamada
Metacortex, término que alude a la labor esencial de Neo, puesto que meta
significa lo que trasciende a, mientras cortex es corteza en español, cuya
acepción aquí podría hacer referencia a la corteza cerebral, el tejido nervioso
que cubre los dos hemisferios cerebrales. Luego, el nombre de la empresa nos
indicaría que el personaje trata de ir ‘más allá del uso ordinario del cerebro’
(en el ejercicio de la conciencia), hacia otra realidad, para lo cual deberá
desprogramarlo del paradigma cultural que hasta entonces ha creído real.
Dicho
esto, debemos saber que Neo no es sino el sobrenombre de un individuo llamado
Thomas Anderson. La información más precisa sobre el señor Anderson nos la irá
dando a conocer gente que, desde luego, no tiene un buen concepto de él.
Es
el caso de su jefe en Metacortex,
quien le echa una reprimenda en estos términos: Tiene usted un problema con la autoridad. Se cree usted muy especial y
que, por algún motivo, las reglas no están hechas para usted. Obviamente se
equivoca.
Nótese
que esta amonestación puede ser aplicada en un sentido mucho más amplio que el
meramente laboral y, como el resto de la bronca, consiste en una alegoría sobre
el funcionamiento de la granja (Sistema de Control) y las molestias que provoca
toda rebeldía: Si un empleado tiene un problema, la compañía tiene un problema…
Deberá tomar una decisión, señor Anderson. O decide estar puntualmente en su
mesa de ahora en adelante, o deberá buscarse otro trabajo.
En
otras palabras: El Sr. Anderson es un alma (20 %) que, por su tendencia –aún no
completamente desarrollada- a ejercer desde posiciones intelectualmente más
elevadas (conciencia, 80 %) de las que desearía el Sistema de Control, se convierte
en una amenaza para el mismo.
La
noche anterior, Trinity alentaba a Neo a buscar la respuesta a qué es Matrix (la encontrarás por ahí. Te está buscando y
te encontrará, siempre que lo desees); ahora, su jefe lo insta a hacer una
elección: formar parte del todo, o excluirse.
No
por casualidad, cuando su superior le está exponiendo que cada empleado
(alegoría de las almas que componen el Sistema de Control de naturaleza
meramente productivo) debe entender que forma parte de un todo, la mirada de
Neo está centrada en las ventanas que miran al mundo exterior. Por ellas corre
el agua enjabonada, puesto que los limpiadores están fregando los cristales,
formando una cortinilla muy parecida a la caída de caracteres típicamente
característica de la representación de Matrix. Esa curiosidad trata de acentuar
el cariz trascendente de la decisión que se le pide al protagonista,
indicándonos el nexo entre lo estrictamente individual (las circunstancias
personales y laborales de Thomas Anderson) y lo colectivo (la influencia que
las acciones de Neo tendrán en el conjunto), el sistema global.
Ya
frente a su ordenador de trabajo en una de las compañías de software más
importantes del mundo, Thomas Anderson recibe un envío de correos. Se trata de
un móvil que, nada más estar en sus manos, comienza a sonar. Asombrado, Neo
atiende la llamada. Una voz misteriosa, grave y serena, se dirige a él por su
alias.
-Hola,
Neo. ¿Sabes quién soy?
-¿Morfeo?
-Sí.
Llevaba tiempo buscándote, Neo. No sé si estarás preparado para ver lo que
quiero enseñarte. Pero, desgraciadamente, se nos ha acabado el tiempo a los
dos. Van a por ti, Neo, y no sé lo que piensan hacerte.
¿Quiénes
van a por él? No tiene sino que levantarse de su sillón y observar cómo dos de
los agentes que trataron de dar caza a Trinity están preguntando por él.
Morfeo
–personificación de la conciencia de Neo, que éste aún no ha adquirido- desea
transferir a Thomas Anderson (alma, 20 %) el contenido intelectual que lo
convertirá en Neo (alma + conciencia, 80 %).
La
conversación telefónica entre Morfeo y Neo va más allá de lo ordinario, si
tenemos en cuenta que Morfeo –aunque no está físicamente presente en aquel
lugar- ofrece indicaciones precisas (cometido propio de la Conciencia, 80 %,
intelecto) a su interlocutor (el alma, 20 %, emociones), tal como si estuviese
observando la acción. Neo, apoyándose en esas directrices, trata de huir, pero
la única opción es salir por una ventana del edificio. Abrumado, intenta evitar
la detención y sale por la ventana, pero el peligro es evidente. Después de
tantear sus posibilidades, lo vemos salir detenido…
El
nombre original de Neo nos ofrece una información extra. Thomas es un nombre
que significa gemelo, mientras que Anderson significa hijo de Andrés. Y Andrés significa hombre, luego tenemos que Anderson equivale a hijo de hombre, uno de los títulos con que es identificado
Jesucristo. De este modo, se entiende que el nombre propio unido al apellido
(resultando gemelo + hijo de hombre) nos conduce a una estrecha similitud entre
los caracteres de Neo y Jesucristo, emparejamiento que ya nos había advertido
Choi: Aleluya, eres mi Jesucristo
personal.
Esta
identificación entre Cristo (figura
arquetípica del humano que ejerce desde la conciencia que se complementa con
las emociones) y Neo viene a consolidar la importancia que el hacker tiene
para los agentes que lo han detenido. Si en el caso de Jesús de Nazaret tenemos
a la personificación de una conciencia (intelecto activo, emisor –no receptor-)
enfrentada con el Sistema de Control, en Neo observamos al ente que está
recorriendo la senda iniciática que conduce al conocimiento de su propia
identidad (en términos intelectuales, de conciencia), en el marco de un mundo
que sabe corrupto y agresivo, como preparación para ejercer su particular
misión.
De
hecho, si la chispa divina del arquetipo llamado Jesús tiene su origen en el
vínculo con la fuente creadora que él llama Padre, en el caso de Thomas
Anderson tenemos la voz potente de una entidad llamada Morfeo (nombre de la
deidad griega que induce a soñar), que ejerce –eventualmente- de transmisor del
cosmos espiritual, como portador temporal de la conciencia (80 %) que desea
incorporar a Thomas Anderson.
EL INTERROGATORIO
Ya
detenido, Anderson recibe la visita de los agentes cuyo cometido es combatir a
todos los disidentes del sistema. Un sistema que es opresor cuando no hay otra
opción, pero que es mayormente disuasorio con los que ponen su mente a pensar.
Así da largas. Disuade entreteniendo, induciendo a que el crítico se recree en
aquellos elementos que hacen el cautiverio más soportable; anima a clonar la
vida del objeto de admiración y envidia; inculca sus preceptos desde la más
tierna infancia, estimulando a los cachorros del esclavo a tener fe (en lugar
de espíritu crítico), a travestirse con afán competitivo, a memorizar en vez de
aprender, a acatar en lugar de discrepar…
A
estos tres individuos los vimos cuando iban tras Trinity, y ya entonces quedó
claro que uno de ellos era el jefe: Smith. Circunspecto, sereno, siempre
comedido, y sin que su voz sufra alteración alguna, Smith es la verdadera
personificación de todo aquello que Neo debe combatir.
Durante
el interrogatorio al que se somete al programador informático, sale a relucir
su doble vida: Thomas Anderson, empleado de Metacortex y cumplidor con el pago
de sus impuestos. En esta vida, ordinaria hasta el extremo, Anderson no causa
problemas a la granja.
El
disgusto está en esa otra vida, nocturna, entre ordenadores, en la que se hace
llamar Neo y es culpable de todos los delitos informáticos posibles. Ahí está
el meollo. Porque esa segunda existencia suya, la virtual, es pura alegoría del
uso de la conciencia que, por limitada que aún esté en Neo, es peligrosísima
para Matrix, para el Sistema de Control.
Esa
virtualidad, intangible (como lo es la conciencia), casi irreal (si no fuera
porque la conciencia SE EXPRESA EN ACTOS:
‘Por sus HECHOS los conoceréis’), rebasa las murallas levantadas para que la
insubordinación no se desarrolle. Cierto es que el señor Anderson ayuda a su
casera a sacar la basura, y que cumple religiosamente con el pago de sus
impuestos, pero su atrevimiento está en lo que realiza en la privacidad de su
mente (expresada en la nocturnidad en la que no existe Anderson, sino Neo). De
alguna forma ya ha comenzado a trascender, desde el momento en que dudó de la
consistencia y bondad del sistema.
Porque,
en esencia, los agentes como Smith necesitan –a toda costa- que la masa amorfa
no se preocupe sino del cumplimiento de los deberes físicos más elementales.
Buscan que el humano sea un mero gestor –productivo y eficiente- de las
obligaciones cotidianas. No desean actividad intelectual crítica, ni una
espiritualidad reticente con la fe grupal. No. Ellos precisan que después de
una dura jornada laboral se descanse para el nuevo día. Requieren que el ganado
acuda a las rebajas, que bautice a sus hijos, que –con pasión religiosa- disfrute
con el fútbol y sienta –fervorosamente- los colores de su equipo. Sí, se
demanda al esclavo que se disfrace en carnavales, que haga bulto en las
variopintas manifestaciones religiosas, que se endeude en las satánicas
navidades recordando, a golpe de un derroche que no honra sino a sus majestades
los comerciantes, el falso nacimiento del niño dios.
Por
eso, por ser una anomalía en el funcionamiento del sistema, Neo es un elemento
a monitorizar, para poder seguirlo y llegar a la entidad (Morfeo) que lo inspira.
Un Morfeo (conciencia) que conoce y repudia la ceremoniosa y esclavizante vida
de la que hablo unos renglones atrás.
No
obstante, Smith desconoce la verdadera magnitud del hombre al que está
interrogando. Y el origen de su desconocimiento no es sino su incapacidad, como
elemento consustancial de la granja (Sistema de Control), para ir más allá de
las imágenes. Lo que nace del Sistema y lo defiende sólo ve el continente
(imagen), pero se pierde el contenido (la esencia, el arquetipo). Smith y los suyos
son nulos en la interpretación real de los acontecimientos, los nombres, las
señales, pues su distorsión, su vacío e inconsistencia, los incapacita para ir
más allá de lo que tienen frente a sus narices.
Así,
el agente no advierte que Neo, como mínimo, es tan peligroso como el Morfeo al
que busca dar captura. (Después de todo, Morfeo no es sino una expresión
externa de la conciencia de Neo.) Y esa ceguera suya libra a Thomas Anderson de
una muerte inmediata.
El
propósito de todo el interrogatorio de Smith y sus colegas es que Thomas
Anderson colabore y se preste a conducirles hasta Morfeo, según las autoridades
de la granja, el individuo más peligroso que existe. Morfeo es, simple y
llanamente, considerado un terrorista. ¿A
que no es absurdo pensar que –en efecto- en nuestro mundo actual, la conciencia
individual, intransferible pero contagiosa, es una verdadera entidad terrorista
contra el Sistema de Control?
Con
la misma educación y diplomacia ejercida por Smith, Neo les hace saber, de una
forma muy evidente, que no está dispuesto a colaborar lo más mínimo. Más aún,
conocedor de sus derechos, exige poder hacer una llamada telefónica. Sin
embargo, Smith le dice que para qué hacer esa llamada si es incapaz de hablar…
En
efecto, inexplicablemente, la boca de Neo no puede emitir sonido alguno. Es
más, sus labios acaban literalmente sellados. Es evidente que estos individuos
poseen la capacidad de ejercer un cierto poder sobre el mundo de las imágenes.
También Morfeo demostró una aptitud sobrehumana cuando, sin estar presente, fue
capaz de guiar a Neo en el edificio de Metacortex. Igualmente, Trinity logró
escapar del Hotel Heart dando titánicos saltos que le permitieron ir de azotea
en azotea.
Desesperado
por lo que -repentinamente- le ha ocurrido, Neo es agarrado por los agentes,
que le introducen, a través del ombligo, una especie de híbrido
eléctrico-orgánico que servirá para mantenerlo localizado y poder, así, dar con
Morfeo.
Tras
esa escena, como es de esperar en una trama de estas características, Neo
aparece en su apartamento, despertando de lo que cree es una pesadilla. Puesto
que su boca no está sellada ni su vientre muestra alteración alguna, la
experiencia del interrogatorio flota ambiguamente entre sus recuerdos.
EMPEZANDO POR ADÁN
Y
el teléfono vuelve a sonar. De hecho, esta escena es muy similar a la del
comienzo, cuando el protagonista despierta y observa que en la pantalla de su
ordenador algo o alguien, se dirige a él. Aquella epifanía, como manifestación
mágica, inexplicable, supuso la entrada de Trinity (personificación de las
fuerzas motrices, emocionales) en su vida. Ahora, al levantar el teléfono,
exactamente cuando él ha despertado, Neo deberá dar un paso más. Se escucha la
voz de Morfeo (conciencia de Thomas Anderson)…
-Han
pinchado la línea, así que debo ser breve. Ellos te han encontrado antes, pero
subestiman lo importante que eres. Si supieran lo que yo sé, quizás estarías
muerto.
-¿Qué
me está pasando? –pregunta desorientado.
-Tú
eres El Elegido, Neo –se escucha un trueno que asiente en la madrugada-. Te
habrás pasado los últimos años buscándome, pero yo he pasado toda mi vida
esperándote. ¿Aun quieres que nos conozcamos?
En
efecto, Thomas Anderson –como humano disconforme con un Sistema de Control que
lo hace sentirse un exiliado- es el alma (20 %) deseosa de hallar su
complemento (80 %, conciencia); lógicamente, cuando Morfeo se expresa (yo llevo
toda mi vida esperándote), es la voz de una conciencia que requiere de la
voluntad del alma (contenida en un físico, en una imagen corpórea) para
manifestarse en HECHOS.
Neo
responde afirmativamente al ofrecimiento, y Morfeo lo emplaza a ir al puente de
la Calle Adams. Una vez allí se nos ofrece un plano bajo el puente, desde donde
observamos caer la lluvia -a modo de cortina-, que vuelve a evocar la lluvia de
caracteres de Matrix…
Podría
pensarse que el nombre de la calle –Adams- carece de importancia, pero como
hemos tenido ocasión de ver en este análisis y en las obras anteriores, los más
pequeños e insignificantes detalles son aportes suplementarios de información.
Desde
esa perspectiva, Neo, casi obligado por los acontecimientos externos a
emprender el camino de su propio conocimiento (y la consecuente labor redentora
hacia el mundo), adopta la condición del (arquetipo del) primer ser humano
creado, en su senda de regreso al simbólico Paraíso (el mundo post Matrix). Sí,
Adams (Adán en español) es el punto de encuentro con esa senda. De ahí el
puente, símbolo del enlace entre dos realidades: 1) Origen: Adán (alma sin conciencia)
y 2) Destino: Neo (alma en proceso de adquisición de conciencia).
Cada
nuevo paso, cada experiencia a vivir, le irán devolviendo a Anderson (‘hijo de
hombre’) su identidad primigenia (20 % + 80 %, alma + conciencia = hombre
completo).
Se
le acerca un vehículo. En él viaja Trinity -sentada en los asientos traseros-,
que lo invita a subir. Neo acepta y, nada más sentarse junto a ella, otra chica
(llamada Interruptor) lo apunta con una pistola. Puede que Neo no tenga
constancia precisa de que han insertado en su cuerpo un mecanismo de rastreo,
pero las chicas lo saben y deben protegerse. Interruptor le ordena que se quite
la camiseta. Neo se niega, razón por la que ésta le dice en un tono severo: a
nuestra manera o carretera. Cruce de miradas entre Neo y Trinity y, cuando el
chico se dispone a salir del coche, ella le dice…
-Por
favor, confía en mí.
-¿Por
qué? –pregunta él.
-Porque
ya has estado allí (en el Sistema de Control, se entiende), Neo –insiste
Trinity. Su tono es sincero y convincente-. Conoces ese camino. Sabes,
exactamente, dónde acaba. Y yo sé que no es donde quieres estar.
Persuadido
por los argumentos de Trinity, Neo accede a ser examinado.
Huelga
decir que el implante en el cuerpo de Thomas Anderson tiene una lectura que va
más allá de lo evidente. La prueba que acaba de pasar en el vehículo,
orquestada por dos mujeres, es un primer vencimiento sobre su propio ego; más
concretamente, sobre esa común reticencia masculina a supeditarse a una
reivindicación de origen femenino. No obstante, como prueba verdadera, no
debían ponérselo nada fácil. De hecho, Trinity guardó prudencial silencio ante
la dureza de su compañera (Interruptor), y únicamente intervino para persuadir
a Neo mediante argumentos (derivado de conciencia, intelecto) y una cierta
dosis de ternura (derivado de vida, emociones).
Sí,
ternura. Al igual que en el primer encuentro, en el club nocturno, Trinity da
sutiles muestras de amor -aquí matizado en la petición de confianza- que
envuelven los argumentos con los que Neo se convencerá. Se diría que las
razones esgrimidas por ella (Conoces ese camino…Y yo sé que no es donde quieres
estar), más allá de su obvio contenido, llegan a Neo gracias a una cómplice
correspondencia a los velados sentimientos de Trinity.
El
consentimiento interior de Neo da paso a que Trinity le diga al conductor,
llamado Apoc, que encienda la luz. (Sólo se enciende la luz cuando Neo pasa la
prueba puesta por Interruptor.) Acto seguido, con un extraño artilugio, le
extraen a Neo el implante colocado por el agente Smith.
Por
cierto, el nombre del conductor es apócope de Apocalipsis, el último libro
bíblico, que significa ‘revelación’. Así, pues, la prueba superada por Neo
–puesta por Interruptor-, conduce a que Apocalipsis (revelación), encienda la
luz.
Libres
de todo seguimiento, bajo una lluvia torrencial -que vuelve a mostrársenos
cayendo en forma de cortina- llegamos hasta el edificio abandonado donde Morfeo
(conciencia lista para instalarse en el alma) y Neo (alma lista para que se le
instale la conciencia) se encontrarán por primera vez. Como anticipo de las dos
dimensiones en que se mueven nuestros personajes, las baldosas del interior del
edificio componen un inmenso tablero de ajedrez, sólo blanco y negro.
Trinity
conduce a Neo hasta la sala en la que Morfeo lo está esperando.
-Deja
que te dé un consejo –dice la chica-. Sé sincero. Él sabe más de lo que
imaginas. (Acertado mensaje el de Trinity, pues, ciertamente, nuestra
conciencia sabe todo de nosotros.)
YO NO ESPERO NADA. LO SÉ.
Morfeo
permanece en pie junto a la ventana. La tormenta es ensordecedora.
-Ya
era hora –dice el terrorista más buscado-. Bienvenido, Neo. Como habrás
imaginado, yo soy Morfeo.
-Es
un honor conocerte –añade el recién llegado.
-No.
El honor es mío –y es que estamos ante las formalidades reales y sinceras que
rigen más allá de Matrix. Para Morfeo, Thomas Anderson es aquel por el cual él
ha estado trabajando. En el entendimiento humano podría decirse que Morfeo es
el precursor, el anunciador (a modo de moderno Juan el Bautista), del Mesías
Neo, razón por la que no duda en mostrar sus respetos al desconocido señor
Anderson.
En
medio de alusiones a Alicia en el País de
las Maravillas, emblema de las tramas que describen el acceso a otras
realidades, se desarrolla un interesante diálogo sobre el destino, la acción
consciente en la vida diaria, la intuición, etc. Se puede decir que estamos
ante la escena-conversación más explícita y clarificadora sobre qué es Matrix.
Es, tal vez, el coloquio que mayor atracción ejerce sobre la tropa de
simpatizantes del film.
Posiblemente
porque, de una manera sencilla y muy visual (excesivamente visual, con todo lo
peligroso que ello puede ser para mentes poco curtidas, que tienden a hacer
lecturas demasiado literales), esta experiencia cinematográfica puso palabras e
imágenes a lo que muchas personas intuían (como esa astilla clavada en tu
mente, que diría Morfeo) y no habían sabido verbalizar.
Ahí
radica la trascendencia y frescura del discurso de Morfeo, en que vocalizó lo
inefable, lo que emanaba del inconsciente colectivo. Y en Keanu Reeves, el
actor que interpreta al atento Neo, muchos vimos nuestro propio e incrédulo
rostro.
-Matrix
nos rodea –comienza a hablar Morfeo, actuando como transmisor de la conciencia
de Neo-. Está por todas partes. Incluso ahora, en esta misma habitación. Puedes
verla si miras por la ventana o al encender la televisión. Puedes sentirla
cuando vas a trabajar, cuando vas a la iglesia, cuando pagas tus impuestos. Es
el mundo que ha sido puesto ante tus ojos para ocultarte la verdad.
-¿Qué
verdad?
-Que
eres un esclavo, Neo. Igual que los demás, naciste en cautiverio; naciste en
una prisión que no puedes ni saborear ni oler ni tocar. Una prisión para tu
mente. Por desgracia, no se puede explicar lo que es Matrix. Has de verla con
tus propios ojos.
Sin
duda, estas palabras son una verdadera epifanía, un flash de luz en forma de alegoría
sobre nuestro presente.
Y
puesto que Matrix no se puede explicar, sino que debe ser vista, experimentada,
Morfeo propone a Neo una nueva elección, sin retorno. Extrae dos píldoras de
una cajita y le da a escoger…
-Si
tomas la pastilla azul, fin de la historia. Despertarás en tu cama y creerás lo
que quieras creerte (entendiendo por cama al espacio que hasta hoy ha ocupado
en el mundo, dormitando). Si tomas la roja, te quedarás en el país de las
maravillas, y yo te mostraré hasta dónde llega la madriguera de conejos…
Recuerda, lo único que te ofrezco es la verdad. Nada más.
Puesto que Neo ha elegido conocer qué es Matrix,
Morfeo lo conduce a otra estancia, donde es conectado a un complejo sistema
electrónico. La píldora que Neo ha tomado es un programa de rastreo que
permitirá, de algún modo, neutralizar su imagen corpórea dentro de Matrix, y
localizar la ubicación exacta de lo que sería su esencia-alma. A partir de
entonces, Neo observa cómo la materia que le rodea, incluido su propio cuerpo,
se distorsiona. Lo que hasta entonces parecía compacto ahora se muestra frágil
y maleable.
Neo comienza a despertar a un nuevo estado.
Podríamos decir que su imagen-cuerpo se ha desmantelado y, consiguientemente,
su conciencia física, el monitor por el que percibe la realidad, ha ido a
encontrarse con la verdadera composición de su cuerpo, viéndose como esclavo
integrante de la granja, alegoría del Sistema de Control. Así que lo vemos
desnudo, dentro de una cápsula llena de un líquido viscoso, conectado a un
sistema inmenso de millones y millones de otras cápsulas. Se entiende que todo ello
hace las funciones de un invernadero humano, en el que lo primordial es la
extracción de la energía vital (alma, 20 %).
Una vez desconectado de la estructura, Neo es
recogido por sus nuevos amigos, que están en una nave llamada Nabucodonosor.
Ese cambio de escenario es fácil de entender: del mismo modo que Thomas
Anderson era una imagen artificial de la esencia llamada Neo, lo mismo les
ocurre a Morfeo, Trinity, y todo el equipo de rebeldes. Digamos que ahora
estamos viendo la realidad, y antes observábamos el mundo virtual, Matrix.
-Bienvenido al mundo real –le dice Morfeo a un Neo
que ya no volverá a ser el mismo-. Lo conseguimos, Trinity, lo encontramos.
-Espero que tengas razón –responde la chica.
-Yo no espero nada. Lo sé –replica convencido.
LA BÚSQUEDA HA
CONCLUIDO
Neo ha comenzado a tomar conciencia de sí mismo. Una
conciencia que persigue la simplificación, dejando a un lado las trivialidades.
Simplificar significa dejar ir, liberar los lastres que nos apegan al Sistema
de Control, y profundizar en el complejo conocimiento que fluye más allá del
espejismo de la apariencia.
En ese sentido, el Neo real, el que yace bajo el
artificioso traje confeccionado en la granja, es estéticamente diferente. De
hecho, lo observamos sin cabello alguno, en período de rehabilitación, pues sus
músculos (obvia alegoría de sus capacidades intelectuales y emocionales en
plenitud) estaban atrofiados. Sus doloridos ojos están ejercitándose por
primera vez; ahora está empezando a ver desde dentro, desde el centro mismo de
su conciencia (80 %).
En este escenario no existen los tonos verdosos que
predominaban en Matrix. Por el contrario, todo parece sutilmente tintado en
azul. Dentro de la nave no hay un ambiente estéticamente confortable, pero sí
hay paz y calidez.
Morfeo va presentando toda su tripulación al recién
liberado. Conocemos a Apoc, Interruptor, Cifra, Ratón, Tanque y Dozer. Llama la
atención que todos vistan en tonos grises, excepto Cifra…
Otro de los detalles más llamativos es la placa identificativa
de la nave. En ella se lee: Marcos III,
Número 11. Se trata de un versículo bíblico que dice así sobre la presencia
de Cristo: ‘Y los espíritus impuros, apenas lo veían, se tiraban a sus pies,
gritando: “¡Tú eres el Hijo de Dios!”. Evidentemente, se puede trasladar dicha
cita a la personalidad de El Elegido, Neo, pues él es una imagen más del
arquetipo Cristo, personificación de la conciencia (80 %, intelecto, emisor,
masculino) que equilibra al alma (20 %, emociones, receptor, femenino).
Tras las presentaciones, Morfeo le muestra a Neo,
gracias a un programa informático, qué es Matrix. Gracias a dicho programa se
puede cargar, con destino a Matrix, todo lo que se desee. Pero no sólo objetos
físicos. De hecho, la apariencia física varía respecto de la que se tiene en la
nave. Morfeo denomina imagen residual a ese fenómeno, una suerte de proyección
mental de tu’ yo digital’.
-Entonces, ¿esto no es real? –pregunta Neo una vez
dentro del programa.
-¿Qué es real? –insiste Morfeo- ¿De qué modo
definirías real? Si te refieres a lo que puedes sentir, a lo que puedes oler, a
lo que puedes saborear y ver, lo real podrían ser señales eléctricas
interpretadas por tu cerebro.
Llegados a este punto, Morfeo le muestra a Neo el
mundo tal y como lo conocemos. Y le explica que ahora sólo existe como una
simulación interactiva a la que llamamos Matrix. Le dice que ha estado viviendo
en un mundo imaginario, y que la realidad es que el mundo real está en ruinas (léase
siempre metafóricamente), en lo que Morfeo denomina el desierto de lo real.
Éste prosigue con su revelador discurso, explicando cómo al comienzo del siglo
XXI la humanidad estaba celebrando, con entusiasmo, su atrevimiento al crear la
inteligencia artificial (IA). Una creación que se volvería contra el hombre…
Tal es así, que en el enfrentamiento contra ese
monstruo creado por la humanidad, el hombre arrasó el cielo. Y el mismo ser
humano se convirtió en fuente de energía para las máquinas que lo esclavizaron…
El relato fílmico de las hermanas Wachowski y la
hipótesis de entidades sobrehumanas que intervienen sobre nuestra dimensión,
convergen en un punto que, desde la óptica estrictamente racional, no deja de
ser sino una exposición de ciencia ficción. No obstante, desde mi punto de
vista, esta convergencia nos sirve para entender la legítima hipótesis de
trabajo sobre entes (alienígenas) a los que, podría ser, servimos como fuente
de energía (ese alimento sería la Vida, el simbólico 20 %, emocional). El
símil, más allá de los elementos fantásticos propios de la narración
cinematográfica, me parece muy válido, al menos, como punto de partida para el
cuestionamiento de lo que creemos real. Después de todo, la principal discrepancia entre ambos modelos está en la naturaleza del
ente opresor (IA / alienígenas), no en sus efectos.
La IA bien puede asociarse con la deshumanización
del ser humano y su dependencia a manos de la tecnología, una burbuja de falsas
ilusiones con la misma consistencia de la euforia. La deshumanización del
hombre y la mujer es una forma de sintetizar el devenir de una humanidad
perezosa, adicta a una espiritualidad prostituida, irresponsable en la
delegación de competencias y compromisos.
El desdén hacia lo interior toma forma en el imperio
de lo aparente, el culto a lo perecedero, la entronización de una mente
adictiva y desorientada, fácil de engañar (por las apariencias, la seducción
del lenguaje), ligada a los dictados del sistema. Todo eso y mucho más, en mi
humilde opinión, se ilustra en la inteligencia artificial (antítesis de la
conciencia) de la que nos habla Morfeo.
Dicho esto, permíteme, amigo lector, que prosigamos
con el relato que Morfeo le está contando a un Neo perplejo ante la
inconsistencia de lo que, hasta entonces, creía real.
-¿Qué es Matrix? –reitera Morfeo-. Control. Matrix
es un mundo imaginario generado por ordenador. Construido para mantenernos bajo
control y convertir al ser humano en esto –le muestra una batería eléctrica.
-No… -responde Neo, conmocionado. Le cuesta aceptar
semejante posibilidad-. No me lo creo. No es posible.
-No te dije que fuera fácil, Neo. Te dije que sería
la verdad.
Pero el torrente de información acaba por producir
ansiedad en el chico, y es sacado del programa y regresado a la Nabucodonosor.
Allí, una vez se ha calmado y ha comenzado a aceptar lo que le ha sido
desvelado, pregunta a Morfeo si, acaso, se puede volver a la vida que tenía
antes. Morfeo le responde negativamente y le pide disculpas por haber roto una
de las normas elementales que él se había impuesto: no liberar ninguna mente ya
curtida por los años de experiencia en Matrix.
En realidad, Morfeo tiene un complejo conflicto
interior. Sabe qué es lo que debe hacer, pero al mismo tiempo conoce que sus
decisiones no están exentas de dolor. Dolor en otros, pero también en él.
Asumió la responsabilidad de buscar, proteger e instruir a El Elegido, pero ese
mismo compromiso viene acompañado de cierto sacrificio. Quizás por ello siente
una evidente culpa, por el daño que Neo pudiera sufrir a causa de lo que debe
darle a conocer. Aunque no es menos cierto que la ruptura de los moldes
mentales de Neo es un destete espiritual imprescindible para acceder a la
evolución. Así que, muy a pesar del daño, esta lucha en la conciencia de
Morfeo, como elemento de su propia redención, se resuelve con la aceptación de
que la verdad es dura pero necesaria.
Y que Neo debe madurar y aceptar una realidad que
siempre intuyó, aunque no supiese procesarla –ni verbalizarla- hasta entonces. Una
verdad que conforma su destino. Un destino que Morfeo se encarga de recordarle…
-Cuando Matrix se construyó, en su interior nació un
hombre. Tenía la capacidad de cambiar lo que quisiera para rehacer Matrix a su
voluntad. Él fue quien liberó a los nuestros. Nos enseñó la verdad. Resulta
que, mientras Matrix exista, la raza humana jamás será libre. Después de que él
muriera, El Oráculo profetizó su regreso, y que su llegada presagiaría la
destrucción de Matrix, el fin de la guerra, y nos traería la libertad. Por esa
razón, algunos de nosotros nos hemos pasado la vida rastreando Matrix, buscándole
a él... He hecho lo que he hecho porque creo que la búsqueda ha concluido.
DESPROGRAMANDO
En efecto, Neo muestra el arquetipo del hijo del
hombre (Anderson), cuyo regreso en las conciencias (80 %) de los humanos (20 %)
pronostica el final de la pugna material entre los engendros sustentados por
las bestias, y quienes reivindican la libertad del espíritu humano y su derecho
a construir en la dimensión material.
Entonces, Neo comienza a ser instruido en las
técnicas de combate. Lo que en la pantalla se muestra como artes marciales
puede ser comprendido como procedimientos y habilidades para la transformación
mental. Luchando contra Morfeo, Neo aprende a adaptarse, a improvisar, a
resistir, a sobreponerse a las leyes que rigen la granja.
Y Trinity, al ver los avances del chico, sonríe. Los
progresos de Neo parecen evidenciar que se trata de El Elegido. Aunque Morfeo
trate de mostrarle la puerta que conduce a la liberación de la mente, es Neo
quien debe hacer el trabajo, quien debe olvidar todo lo que dio por bueno hasta
ese momento, como el miedo, la duda y la incredulidad (y el exceso de
credulidad, también). Tarea difícil, pero posible.
A pesar de los logros, Neo debe mejorar mucho más;
llegará el momento de entrar en Matrix, y su mente, si no la controla, lo
expondrá a una muerte segura. Antes, debe adecuar su mente para la
improvisación, para ser resolutiva y perspicaz ante los contratiempos diarios,
redibujando la estrategia, disponiéndose a abandonar proyectos inmediatos –si
fuera preciso- para construir su objetivo primordial: ser (20 % + 80 % en
equilibrio).
Si no se escarba, indagando con perseverancia, en la
acción de desprogramación mental, no se hallarán las raíces de la granja, lo no
evidente, lo que yace en el inconsciente colectivo -posible hogar de los dioses
parásitos-, escenario al que hay que acudir si deseamos ver cómo se origina la
maraña. Tratar de resolver exclusivamente en la materia, como un activista
social al uso, no es sino una agotadora posibilidad, una lucha contra las
consecuencias materiales, pero no contra el origen de las mismas.
Posiblemente, también Thomas Anderson protestó,
movilizó, denunció, ayudó, pero se mantuvo inserto en una sociedad que lo
adormecía, que dinamitaba su soberanía personal. No obstante, si queremos un
trabajo más efectivo, a más largo plazo, tendremos que dirigirnos a la
desprogramación individual, actuando sobre el germen, el lugar más sagrado para
las bestias. Precisamente ahí, profanando
el semillero, cuestionando lo que no quieren que te cuestiones, nace la
turbación. Y entre el hedor de lo descompuesto estás tú, capacitado para
emprender la lucha interna por la dignidad. Y lo prosaico y trivial, lo frívolo
y lo insustancial, quedan atrás. Como quedan atrás las efímeras promesas que
vende la sociedad romántica, madre de un estresante dinamismo que no conduce
sino a la extenuación del tiranizado.
LA INSTRUCCIÓN
Y el adiestramiento continúa…
-Matrix es un sistema –le dice Morfeo a Neo,
mientras pasean por un programa que recrea una concurrida avenida de cualquier
ciudad-. Ese sistema es nuestro enemigo. Pero cuando entras, ¿qué ves a tu
alrededor? Hombres de negocio, profesores, abogados, carpinteros… Son las
mentes de los mismos que intentamos salvar, pero hasta que no lo hagamos siguen
formando parte de ese sistema, y eso hace que sean nuestros enemigos. Tienes
que entender que la mayoría de ellos no están preparados para ser desactivados.
Y muchos están tan habituados, dependen tanto del sistema, que lucharían para
protegerlo.
Y mientras Morfeo pronuncia esas últimas palabras,
el pupilo se encuentra frente a una atractiva joven rubia, vestida de rojo, que
distrae su atención. La vuelve a observar y ésta se ha convertido en un agente
-con la apariencia de Smith- que lo apunta con una pistola. Como dice Morfeo:
si no estás con nosotros, eres uno de ellos.
Smith es el ego terrenal, el enlace mental entre la
criatura subyugada y la granja. O como dice Morfeo: Son programas capaces de
sentir; definición que enfatiza el uso inmoral que, de los sentimientos, se
hace en Matrix. Recuérdese la habilidad de los psicópatas, cuando hablamos de
la capacidad que tienen para fingir sentimientos de empatía.
En esta ocasión, Neo se ha visto abordado por la
fuerza de atracción que se desarrolla entre los cuerpos, algo inherente a la
constitución carnal. Una fuerza que, en los estratos de menor maduración
espiritual conlleva la preeminencia de las hormonas, lo que podríamos llamar
amor lúdico. Se trata de una clase de vínculo que construye relaciones
cimentadas en la pasión más llana. En ellas se acepta que el amor también es
amargo, pero no como fruto del crecimiento mutuo, sino de la imposición de
determinados preceptos inmovilistas que, siendo aceptados por miedo al rechazo,
se convierten en fatales errores de base que convierten la relación en un
círculo parasitario.
Esos errores conceptuales se personifican en la
aceptación de los roles politizados en ambos miembros, cuando la fuerza
masculina se contamina y ejerce como socialmente se ha dictado, y la fuerza
femenina sigue los mismos cánones. El peso de la tradición, una vez más… Aunque
claramente exagerado, un ejemplo de despolitización del cuerpo lo tenemos en la
actitud mostrada por Cleveland Heep en La Joven del Agua, cuando se comporta como
si de un niño se tratase, libre del lenguaje gesticular que se espera de un
varón adulto, para que la señora Choi acepte narrarle el cuento narf.
Las características que hacen de Jade una mujer
singular para su tiempo son, junto a la disposición de su esposo –Lao Er- a
entrar en el mundo que ella reivindica, ejemplos notorios de esa
despolitización. También en ese amplio y complejo estadio que incumbe a dos
debe ejercitarse un constante trabajo, para que las dos fuerzas -más allá de
las condiciones corpóreas- puedan complementarse ascendentemente. De ese modo
podrá brotar el amor real, en el propósito recíproco de contrarrestar al ego
intoxicador y sus deficiencias. La parte esencial sólo es desvelada y
compartida con aquel o aquella digna de semejante tesoro, que en manos de seres
vanos acaba vulgarizado.
He ahí la razón de la cautela de Trinity a la hora
de hacer fluir sus sentimientos hacia Anderson, que aun debe demostrar el grado
de afinidad con su esencia, Neo. Ese es el trabajo complementario de nuestro
protagonista, en el que no interviene Morfeo sino Trinity. Una labor que
comienza con el esfuerzo del chico por aceptar que una ruda pose de centauro
del desierto, sería ineficaz ante la chica. Ella se sentiría identificada con
un hombre que no necesita hacer hincapié en su masculinidad.
Borrar la distinción entre hombre y mujer es uno de
los objetivos de quienes se sienten identificados con el pensamiento gnóstico.
Véase lo que afirma el Evangelio de Tomás,
logión 22, de los textos de Nag Hammadi:
Jesús ve unos nenes que están mamando y dice a sus
discípulos: Estos nenes que están mamando
se asemejan a los que entran en la soberanía. Le preguntan: ¿Al convertirnos en nenes entraremos en la
soberanía? Jesús les responde: Cuando
hagáis los dos uno, y hagáis el interior como el exterior, y el exterior como
el interior y lo de arriba como lo de abajo, y así establezcáis el varón con la
hembra como una sola unidad, de tal modo que el hombre no sea masculino y la
mujer no sea femenina, entonces entraréis en la soberanía.
La lectura de este pasaje evidencia que desde hace
siglos, contra la ortodoxa corriente que ha marcado las épocas, el ser humano
conoce el sendero para recuperar la soberanía usurpada. Un sendero, a la vista
está, interior.
Ese trabajo de pulimentación ya lo ha tenido en
cuenta Trinity, que se muestra equilibrada, despolitizada del rol que Matrix,
por ser mujer, le había conferido. Trinity es una falla en el sistema. Su
imagen suprime la diferenciación discriminatoria, a través de su definido
liderazgo sobre un conjunto de varones; también en que la identificación de El
Elegido, en última instancia, recaerá en ella…
Desde un principio, su vestimenta -libre de
florituras- desvela el desprecio a la política de rangos. En su imagen, su
cuerpo biológico, tanto dentro como fuera de Matrix, no hay largos cabellos
rubios, ni aspecto virginal. No hay ademán de suave feminidad al uso; por
contra, tenemos indocilidad e iniciativa, perfectamente construidas en cada uno
de sus movimientos, y en el dominio de sus emociones.
En Matrix, el mismo orden social, las ceremonias,
los discursos, están inclinados a representar la supremacía varonil imperante,
frente a la condición femenina. Incluso, como hemos visto, las cosmovisiones de
las tres grandes religiones del mundo esquematizan la diferenciación entre las
dos condiciones, siempre con preeminencia del dios masculino, el profeta, el
libertador del folclore judío, el hijo de Dios…
Aquí, al contrario de otros esquemas narrativos
clásicos respecto de un héroe, Trinity no ha sido colocada en el guión para
distraer con sensualidad, sino para todo lo contrario. Ella es la causa
personificada, la que muestra un innegociable propósito de destruir Matrix a
toda costa. Con todo ello ya está creando, ya que se asignó para sí una tarea
que la granja consideraría únicamente digna de un varón. De este modo, su rol
no es de relleno, sino de imprescindible complemento a Neo.
EL TRAIDOR
La presencia de Neo en la Nabucodonosor entusiasma a
la tripulación, con la excepción de Cifra, cuyos celos por el recién llegado
quedaron patentes desde aquella primera conversación con Trinity, al comienzo
de la película. La relación de ella con El Elegido irrita profundamente a
Cifra, que trata, a toda costa, de sembrar de dudas la mente de Trinity.
Con Cifra estamos ante un evidente ejemplo del poder
del ego. Y aunque se muestre en un cuerpo humano, se trata de la propia psique
de Trinity, de su residual recelo a la hora de dar veracidad a sus sentimientos
y su intuición.
Cifra habita en la nave, pero su mente sigue ligada
a la granja. No nos debe extrañar su presencia alrededor de Trinity, ya que
también representa a la Bestia que desea ocupar, como si de un usurpador de la
conciencia se tratara, el lugar que sabe no le corresponde.
Incluso su nombre nos informa de lo que su comedido
comportamiento oculta: Cifra evoca una de las figuras más sugerentes del libro
Apocalipsis. En el capítulo 13, verso 18, se nos dice: Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la
bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis.
Así, Cifra es ese número de hombre.
Dicho esto, no resulta nada extraño que, a medida
que Neo va consolidando su identidad, Cifra vaya acentuando su personalidad de
traidor, como moderno Judas...
Lo vemos cenando con Smith, quien se dirige a él con
otro nombre: Reagan. Se trata de una alusión al que fuera presidente de Estados
Unidos, Ronald Wilson Reagan. Nótese que cada uno de los tres nombres está
compuesto por seis letras, lo que da lugar al 666 que define a Cifra, quien
degusta un pedazo de carne mientras dice que la ignorancia es la felicidad. Durante
la comida se ha llegado a un acuerdo. La conspiración siempre presente. Cifra
exige no acordarse de los años que ha permanecido fuera de Matrix. De nuevo se
hace un guiño a Ronald Reagan, víctima de la enfermedad de Alzheimer. Las
referencias al político y estrella de Hollywood continúan cuando el conspirador
reclama ser rico e importante, como un actor.
Smith acepta las reivindicaciones de Cifra, quien se
compromete a entregarle a Morfeo. La ocasión para prender al líder de la
Resistencia se ofrece cuando éste y Trinity se encaminan a casa de El Oráculo,
para que Neo lo conozca.
EL ORÁCULO
La primera sorpresa viene cuando descubrimos que
detrás de ese sobrenombre se oculta una campechana mujer de palabras sencillas,
guía de apoyo que profetizó el retorno de aquel ser con poder para destruir
Matrix. Fue ella quien le dijo a Morfeo que lograría encontrarlo. Y, aunque Neo
lo desconoce todavía, también le hizo saber a Trinity que ella sería la que,
guiándose por sus sentimientos, identificaría a El Elegido. La responsabilidad
que recae en Trinity es muy similar a la de Vick, el inseguro escritor de La
Joven del Agua, cuyo extraordinario sentir ante Story lo definirá como el
recipiente que se espera. En ambos casos, la simplicidad y la sencillez son denominador
común.
El Oráculo recibe a Neo en la cocina, mientras
prepara unas galletas y se fuma un cigarrillo. Sobre el marco de la puerta una
frase preside la estancia: Conócete a ti mismo. Ahí está condensada toda la
respuesta que la amable señora puede darle al joven Anderson.
En realidad, pareciera que la visita, desde el punto
de vista de quien espera que se le confirme algo que sólo debe buscar dentro,
es irrelevante. Puesto que los cuerpos son torpes de entendimiento, El Oráculo
insiste: Ser El Elegido es igual que estar enamorado: nadie te dice si lo
estás, sólo lo sabes. Al cien por cien, de la cabeza a los pies.
Pero Neo, que todavía debe aprender esa lección, no
reacciona. Y entonces la escena se torna cómica, cuando la buena mujer
–consciente de las actuales limitaciones de su visitante- comienza a chequearle
la boca, los ojos y las manos, para concluir con aquello que Neo tiene en su
dubitativa mente: No eres El Elegido. Ella se ha limitado a ser el soporte de
sus inseguridades. Él se sonríe. Después de todo, Morfeo casi lo había
convencido.
El Oráculo aprecia cierto pesar en Neo, y se propone
ayudarlo a descubrir lo que es competencia exclusiva suya. Para ello lo
introduce en la prueba definitiva, la que lo hará trascender y, cómo no,
disipar las dudas que lo torturan.
-Morfeo cree en ti, Neo. Y nadie, ni tú, ni siquiera
yo, le convencería de lo contrario. Él cree, ciegamente, que va a sacrificar su
vida para salvar la tuya. Vas a tener que tomar una decisión. Vas a tener la
vida de Morfeo en una mano, y en la otra tendrás la tuya. Uno de los dos tiene
que morir. Quien sea dependerá de ti.
Así es. De hecho, Morfeo ya ha sacrificado toda su
vida en una búsqueda que no puede, por justicia, resultar infructuosa. Es la
lucha y la espera de los que creen que la culminación de la historia humana es
la ansiada justicia. Y en esa suprema aspiración, Thomas Anderson, el hombre
que debe romper con los límites, tiene algo que decir.
Tiene la última palabra a la hora de decidir quién
merece perecer: el señor Anderson o Neo-Morfeo. O lo que es igual: el ego
temeroso e incrédulo o el alma que necesita trascender y liberarse; una
elección que debe tomar no sólo pensando en él mismo, sino en los que necesitan
de su fuerza para despertar. En resolver correctamente ese dilema está la
amorosa prueba que dignifica a los buscadores de la evolución.
Porque el amor con lazos sanguíneos está
condicionado por la tradición social y el apego, y no prueba el
desprendimiento. Y el remunerado amor de pareja, tan ciego como gratificante,
está privado de ese sentido de la ofrenda.
Ya lo dijo el Cristo: No hay amor más grande que el de dar la vida por sus amigos (1).
¿Por qué? Porque se entrega todo y no se
recibe nada.
LA PRUEBA
La traición de Cifra comienza a desarrollarse, siendo
la raíz de la prueba que Neo debe superar para definirse en el plano evolutivo.
Cuando Morfeo, Trinity, Neo, Ratón y Cifra, se proponen abandonar Matrix de
regreso a la nave, empiezan los problemas. Gracias a la inestimable ayuda
aportada por Cifra, los agentes de Smith asaltan a los miembros de la
Resistencia, y el primero en morir durante la encerrona es Ratón. Mientras,
Morfeo trata de mantener a salvo a Neo, para lo cual se enfrenta directamente
con Smith, que logra apresarlo. Simultáneamente, como era de esperar, Cifra
huye y regresa a la Nabucodonosor en solitario.
Los siguientes en regresar deben ser Neo y Trinity,
pero es entonces cuando el conspirador dispara contra Tanque -el encargado de
llevar a cabo la operación- y el retorno a la nave se ve frustrado. Cifra está
exultante, y se muestra tal como es, burlándose de Morfeo y su idealismo. Al
fin y al cabo, el personaje del desleal no hace sino representar a las
entidades que supuestamente (según los textos antiguos) boicotearon el plan
diseñado para la Tierra por el universo. De hecho, aludiendo a esos supuestos
ángeles rebeldes, dice: No me odies, Trinity, sólo soy un mensajero (ángel =
mensajero).
Cifra es el portavoz del demiurgo oscuro que crea
Matrix; también del ignorante feliz, el que prefiere la comodidad de la pereza
espiritual a la lucha por la libertad. Por consiguiente, no debe extrañarnos
que estando solo en la nave se proponga acabar con la vida de los que fueron
sus compañeros, inmóviles e indefensos mientras estén en Matrix. El primer
elegido para morir es Apoc, que cae desplomado al suelo. Acto seguido le llega
el turno a Interruptor. El siguiente al que se propone matar es, precisamente,
Neo.
-Si Neo es El Elegido –dice Cifra a Trinity- debería
ocurrir una especie de milagro que me detuviera.
En esos interminables segundos de tensión la chica
reconoce que, en efecto, cree que Neo es El Elegido. Lo cree su corazón. Su
afirmación está enfrentándose –literalmente- con el propósito de su enemigo.
¿Se equivoca Trinity respecto de Neo? No.
El milagro esperado se llama Tanque, que está herido
y se encara con el asesino, matándole. A pesar de todo sigue habiendo lugar
para la esperanza, ya que Trinity y Neo han logrado regresar a la nave. Ahora
lo importante es rescatar a Morfeo, que está en manos de Smith, quien pretende
penetrar en su mente y extraer sus valiosos secretos. En definitiva: si Morfeo
cae, la esperanza de acabar con Matrix habrá desaparecido para siempre.
Esta dramática coyuntura, en la que Neo tiene en sus
manos reingresar en el sistema para salvar a Morfeo, es el escenario que El
Oráculo anunció al inseguro señor Anderson. No puede ser una simple
coincidencia. Neo no se lo piensa dos veces: regresará a por su amigo. Después
de todo él no es El Elegido, no tiene una labor que realizar. Puede que Morfeo
se equivocase cuando lo identificó como aquel al que todos esperan, pero al
menos intentará salvarle la vida. Así debe ser. La prueba de trascendencia debe
ser afrontada desde la fría incertidumbre, desde la creencia de que se lucha a
riesgo de perder, desde la idea de morir para salvar, al menos, una vida.
Neo ingresa en Matrix, pero no estará solo. Trinity
lo acompaña; Morfeo es su amigo, y nadie podrá evitar que vaya en su ayuda. Esa
decisión no debe ser cuestionada por nadie, ni siquiera Neo. Es una cuestión de
principios, de lealtad hacia su mentor. De este modo, juntos, Trinity y Neo
regresan a Matrix, más peligrosa que nunca, con el único propósito de liberar a
Morfeo.
La lucha es ardua, los agentes se muestran
combativos, pero el rescate es un éxito; aunque no será completo, porque
mientras Morfeo marcha con Trinity a la Nabucodonosor, Neo habrá de enfrentarse
en solitario con un Smith desafiante, enérgico y rotundo en sus golpes. El
combate entre rivales absolutamente opuestos es determinante. Será concluyente
para saber si, tal como Morfeo y Trinity han creído ciegamente, Thomas Anderson
es El Elegido o, por contra, un simple hacker con mucho talento.
El escenario de la lucha no puede ser sino aquella
habitación 303 del Hotel Heart, precisamente donde Trinity dejó saber a Cifra
que, en efecto, le gustaba observar al desorientado señor Anderson.
Ahora, el mismo Neo que resolvió sus inseguridades
entregando la vida por la causa de la esperanza, por lealtad a Morfeo y su
ideal libertador, se encuentra con que el agente Smith le está apuntando -al
corazón- con un arma de fuego. El momento fatal, el instante en que el gatillo
es apretado, llega inevitable: una ráfaga de disparos abate a Neo, que se
derrumba hasta la muerte.
VICTORIA
Trinity ha visto cómo Neo ha muerto a manos de
Matrix. La chica, como una moderna, indócil, rebelde Magdalena, sabe del poder
del amor. También Graham Hess, Cleveland Heep, Jade, conocen esos misterios y
su poder sanador.
-Ya no tengo miedo –susurra Trinity a Neo. Siempre
susurros…-. El Oráculo me dijo que me enamoraría de un hombre que sería El
Elegido. Así que no puedes estar muerto. No puedes, porque yo te quiero. ¿Me
oyes? Te quiero.
Y lo besa. Porque en esta fábula la muerte no es
física, sino espiritual. Por eso lo besa, porque sabe que gracias a su aliento
de Vida, él renacerá. Al fin y al cabo, ella debía superar el miedo a
equivocarse, el temor a confiar en su intuición.
Ahora que Trinity ha vencido en su psique, Neo debe
renacer. En efecto, Neo se levanta en silencio. Ya no existe el señor Anderson.
Las balas que antes lo condujeron a la muerte, ahora -que sabe del amor de su
complemento, Trinity- ni lo rozan.
Porque los proyectiles que Neo paraliza y caen al
suelo son la tendencia a la manipulación, la inconsciencia, la indecisión, el
miedo al miedo. El silencio de Neo expresa su comprensión.
Decía el filósofo acerca del silencio: Cada uno, cuando ha terminado de servir en
todos los trabajos, llega a la más alta cima del esfuerzo. Más allá de todos
los trabajos, él no lucha ya, no grita ya, madura del todo, silenciosamente,
indestructiblemente, con el Universo (2).
Así parece sentirse Neo. Los ojos cerrados permiten
que su mente fluya libre, sin más interferencias de imágenes externas. Ha
vencido.
Las últimas palabras de esta narración las pronuncia
El Elegido:
-Sé que estáis ahí. Ahora puedo sentiros. Sé que
tenéis miedo. Nos teméis. Teméis el cambio. No conozco el futuro. No vengo a
deciros cómo va a terminar esto. Vengo a deciros cómo va a comenzar. Voy a
colgar. Y contaré a esta gente lo que no queréis que vean. Les mostraré un
mundo sin vosotros. Un mundo sin reglas ni controles, sin fronteras ni límites.
Un mundo donde todo es posible. Lo que ocurra después es decisión que queda en
vuestras manos.
Y no hay mucho más que añadir.
(1) Evangelio de Juan, 15:13.
(2) Ascesis, obra de Nikos
Kazantzaki.
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