sábado, 11 de agosto de 2018

SIMBOLISMO: La joven del Agua (2006)


En La Joven del Agua, Night Shyamalan nos relata un cuento que habla de lo indispensable que es para el hombre adentrarse en la visión femenina, para entender y entenderse, por encima de lo que sus ojos físicos le sugieren.

Sirva mi análisis para reivindicar una de las más bellas historias que ha parido la pantalla grande en los últimos años. Denostada por gran parte de la crítica -que se burló de su espíritu-, La Joven del Agua es inspiración para el alma. Nos aporta útiles claves de comprensión del lenguaje arquetípico. Sobre este habla, y sobre las dificultades que las apariencias ejercen sobre el entendimiento, el propio autor nos cuenta que…

Hubo un tiempo en el que el hombre y las criaturas del agua estaban unidos. Ellas nos inspiraban, nos hablaban del futuro. El hombre escuchaba y todo se hacía realidad… pero el hombre no sabe escuchar muy bien.

La necesidad del hombre de apropiarse de todo, lo llevó a alejarse tierra adentro. El mundo mágico de los que viven en los mares y el mundo de los hombres, se separaron. Con el paso de los siglos ese mundo mágico y todos sus habitantes se dieron por vencidos. El mundo de los hombres se volvió más violento, se sucedieron las guerras, al no haber guías a los que escuchar. 



Ahora, las criaturas del agua vuelven a intentarlo; intentan llegar a nosotros. A unas pocas de las más jóvenes las han enviado al mundo del hombre. Las han llevado a altas horas de la noche, donde habita el hombre. Un fugaz cruce de miradas, y el despertar del hombre se hará realidad. Pero sus enemigos deambulan por la tierra. Si bien hay leyes para proteger a las más jóvenes, las envían conscientes de que sus vidas corren un grave peligro. Muchas no regresan. A pesar de todo lo intentan. ¡Intentan ayudar al hombre! Pero el hombre ha olvidado cómo escuchar…

Nos situamos a las afueras de la ciudad de Filadelfia, concretamente en un bloque de apartamentos llamado ‘The Cove’ (La ensenada). Se trata del escenario en el que se desarrolla este cuento. Absolutamente todo transcurrirá allí, un espacio de paso, una parada –como ciclo vital de transición- en medio de las experiencias de sus inquilinos.
La introducción ya nos dio las claves: el Mundo Azul desea hablarle al hombre… ¿qué mejor lugar para ello, que la urbanización a la que han recalado un montón de humanos en constante tránsito? Aquel edificio con forma (y nombre) de bahía, en el que el mar, el Mundo Azul, está representado por una piscina (con una forma muy similar a un corazón), se está expresando con su color blanco, según confiesa el propio Shyamalan, para que cada personaje resalte y añada su particular carácter. La piscina será el punto de encuentro de todos los vecinos. Si hay una puerta para acceder a los demás, es ese espacio de recreo, imagen del espíritu universal e individual que es nuestro epicentro. Luego, el Mundo Azul personifica al cosmos espiritual, el eterno océano primigenio del que parte todo lo material.

El recién llegado

Érase que escuchamos los gritos de cinco mujeres jóvenes (las hermanas de la Torre), hispanas, asustadas por la presencia en su apartamento de -según intuimos- un roedor. El encargado del complejo de viviendas, el superintendente Cleveland Heep, se ocupa de matarlo. 
Heep es más que un simple supervisor, algo más que el responsable del mantenimiento de La Ensenada, pero él mismo lo ignora. Tras lo exclusivamente aparente, el lenguaje visual nos permite comprender que Heep ha protegido a las cinco chicas, no de un simple e inofensivo roedor, sino de sus miedos.
Cleveland Heep se siente un hombre muy desgraciado, aunque desconocemos la razón. Se ve a sí mismo como un ser simple, poco útil, pero llegará el momento en que alguien le recuerde que todos tenemos un cometido, una función importante en la vida de los demás…
Desde un principio sabemos que nuestro protagonista tiene problemas con el lenguaje: la fluidez de su voz se ve entrecortada con un molesto tartamudeo, aquí signo de insuficiencia para expresar su propio mundo emocional. Estas limitaciones están subrayadas en la diferencia lingüística entre él y las cinco hermanas hispanas, que necesitan de la traducción de su padre para hacerse entender.
El aislamiento que sufre Cleveland Heep es una constante en la mayoría de los personajes que se nos presentarán. El color verde del uniforme del superintendente, aunque pudiera parecer irrelevante, no lo es. Los colores siempre hablan en las películas de Night Shyamalan, y aquí no será una excepción. El verde podría representar el aislamiento, la incomunicación y hasta la reclusión: Heep habita un bungalow, rodeado de verde césped, frente al níveo bloque de apartamentos. Aquel es su mundo aparte. ¿Cuál es el mundo de los demás habitantes de La Ensenada?
Al siguiente que se nos presenta es a un extraño individuo, de aspecto insulso, que acaba de llegar a la urbanización. Se llama Farber, crítico de cine venido desde muy lejos, que desde un primer instante parece sentirse poco confortable en aquel lugar.
La distorsionada percepción de Heep, tan habitual en nuestro mundo, le impide ver la realidad del nuevo inquilino, al que cree un hombre de gran valía. En este caso, la falta de autoestima del encargado le hace cometer ese error. Todo parece indicar que Farber, ser estirado, parco en palabras y de rostro inexpresivo, vive un bajón en su carrera, razón por la que se ve obligado a aceptar un empleo en el periódico local.
Después de que Heep le dé la bienvenida al recién llegado, se encarga de conducirlo hasta su vivienda. Durante el recorrido asistimos a la presentación de los otros vecinos, en apariencia, convencionales:
Tenemos a Young-Soon, una universitaria china que vive con su madre, la señora Choi, que también tiene un problema con el lenguaje: no habla una sola palabra de inglés.
Caminan por delante de la vivienda del señor Leeds, un hombre solitario que pasa de los cincuenta. Intuimos que sus días transcurren encerrado en casa -sentado ante el televisor- viendo las noticias de la guerra en Irak. Cuando el inseguro Heep y el altivo Farber pasan por delante de su puerta abierta, Leeds los observa sin pronunciar palabra alguna. 
El ostracismo al que se somete voluntariamente tiene, en el silencio que les muestra, su más evidente manifestación.
Vemos a otra inquilina, la señora Bell, abuela, cabello cano, y amante de los animales, a los que recoge y cuida. Cleveland la considera una mujer muy inteligente, razón por la que cree que hará buenas migas con el recién llegado.
Junto al apartamento de Farber viven cinco chicos jóvenes, siempre sentados, fumando, hablando de cosas que, aparentemente, carecen de importancia.
Y luego tenemos a Reggie, un joven deportista que sólo entrena y da forma a la parte derecha de su cuerpo.
Por último está la pintoresca señora Bubchik, incapaz de no contar alguna intimidad de su marido al primero que se le cruza por delante. Añade que él no debe saber de esa indiscreción.

La narf

Desde hace un par de noches, Cleveland Heep advierte la presencia de alguien en la piscina y, últimamente, el agua aparece viscosa y con cabellos.
Al finalizar una dura jornada de trabajo, agotado y tras quedarse dormido frente a una televisión encendida que emite noticias sobre la guerra de Irak, el señor Heep escucha chapoteos en la piscina, y cree ver movimientos en el agua. Sale afuera y, creyendo que se trata de una gamberrada, advierte al intruso. Pero nadie responde. Es más, resulta extraño que alguien pueda aguantar tanto tiempo bajo el agua sin respirar. Cleveland se preocupa y entra en la piscina, pero no ve a nadie y, con sus ropas mojadas, resbala y cae al agua, donde queda inconsciente...
Despierta en su bungalow, tendido en la cama. Una joven desnuda, de cabello rojizo, completamente callada, lo observa cobijada sobre una manta. Ella era quien estaba en el agua. La chica no siente pudor alguno, pero el superintendente le ordena que cubra su desnudez.
Es entonces cuando la desconocida le cuenta que se llama Story, y que es una narf proveniente del Mundo Azul.
-¿Sientes algo especial? –le pregunta a un Heep perplejo que responde que no, y ella se siente decepcionada. ¿Acaso debía suceder algo diferente?
Es posible que él no sienta nada especial, pero cae en la cuenta de que no tartamudea…
-Mi nombre es Cleveland.
Story le dice que Cleveland significa de los acantilados; nombre muy apropiado para el responsable de unos apartamentos llamados La Ensenada… (El significado del nombre propio de Heep podría aludir a la dificultad para estar unido a su mundo interior, representado en el Mundo Azul, ya que los acantilados son costas abruptas, cortadas en vertical, difíciles en su acceso al mar.)
La joven siente miedo, razón por la que él accede a que se quede allí hasta que se sienta mejor. Al cabo de un breve tiempo, ya dispuestos a salir del bungalow, la tenebrosa silueta de un animal -similar a un perro, pero de mayor tamaño- se arrastra entre el crecido césped del jardín circundante. Desafiante, aquella criatura terrorífica se muestra dispuesta a atacarles, lo que obliga a la pareja a regresar a la casa.
A la mañana siguiente, aprovechando que una de las inquilinas, Young-Soon, la universitaria de origen chino, le suele prestar libros, el encargado de la urbanización le pide se informe sobre la palabra ‘narf’, término con el que Story se definió.
La chica le aclara que esa palabra procede de un cuento oriental y su significado es similar al de una ninfa marina. En este punto, recordemos que las ninfas son criaturas mitológicas que representan a la divinidad femenina.
Según cuenta la joven china, su bisabuela acostumbraba a narrarle un relato sobre las narfs, pero no recuerda exactamente su contenido. Añade que dicha fábula le era contada como si de una oración se tratase, subrayando así su carácter extraordinario, espiritual, casi místico, algo que ya se advierte cuando se nos dice que la transmisión del relato se produce por vía femenina, a través de su bisabuela, efigie de sabiduría.
Con la intención de que la señora Choi -madre de la joven- le revele más datos sobre el relato, van a su casa. Choi, amén de su dificultad con la lengua inglesa, se muestra muy poco dispuesta a compartir con su hija y Heep el fondo del cuento. Vemos en ambos hándicaps algo nada fortuito, si tenemos presente que las condiciones desventajosas de Heep para acceder a la fábula, no son sino el resultado de la ineptitud para ver más allá de sus narices.
El protagonista pone toda su confianza en el sentido de la vista, sobreestimando su valía ante un mundo que funciona sobre los pilares de la engañosa apariencia. Ese acceso denegado a las fuentes del relato narf, deberá ser superado por el señor Heep mediante su inmersión en el lenguaje alegórico, yendo tras las ilusorias cortinas de la imagen visible. Sólo de ese modo se le revelará que el propósito principal de Story es dejarse ver ante un determinado humano, llamado ‘el recipiente’, que al observar a la ninfa habrá de sentir algo insólito y sensacional. Si este propósito se cumple, el humano en cuestión obtendrá una respuesta, y Story podrá regresar a su mundo con el Gran Eatlon, una gigantesca criatura semejante a un águila.
Pero cuidado, el relato también nos habla de unas criaturas malignas, llamadas scrunts, que tienen el cometido de matar a las narfs cuando éstas salen del agua con el empeño de ayudar a los seres humanos…
Todos esos aspectos del cuento se los confirmará Story al superintendente, concretando algo más sobre la identidad del recipiente que debe verla: se trata de alguien que se expresa con la escritura, de alguien que está escribiendo algo sumamente importante.
La palabra, esa muralla que el tartamudo de Cleveland debe salvar cada vez que no está en compañía de la misteriosa ninfa, toma ahora mayor relevancia. La palabra escrita, el medio de expresión que reivindica el Mundo Azul, es una derivación del asunto primordial que da cuerpo a La Joven del Agua, consistente en la recuperación del lenguaje metafórico, formado no por palabras sino por figuras arquetípicas que representan ideas abstractas. Ese es el paradigma que el mundo espiritual desea restaurar en el hombre y la mujer, aquí representados en Cleveland Heep, un individuo que tiene un pobre concepto de sí mismo, consecuencia de su inexpresiva dimensión emocional.
A pesar del esfuerzo psíquico y anímico que ello pueda suponerle, Heep se compromete a ayudar a Story en la búsqueda de esa persona que está escribiendo algo notable.
Pero como la percepción de la realidad -su vínculo con el mundo- está contaminada por las limitaciones de una psique (espiritualmente) disfuncional, supeditada a la falaz apariencia, nuestro protagonista cree que ese escritor podría ser Farber, el arrogante crítico de cine que confiesa detestar las películas románticas, sin duda, como reflejo de su propia atrofia emocional. ¿Cómo va a escribir algo de vital importancia si la altivez no le permite reconocer su grave insuficiencia anímica?
Descartado el crítico, Cleveland se dirige a la señora Bell. Al parecer, esta vecina ha escrito un libro, según Farber le confiesa al supervisor del edificio. Sentada fuera de su apartamento, la señora está junto a su gato. Extrañamente, una mariposa se posa en el hombro de la inquilina justo cuando Heep entabla conversación con ella. Cierto que escribió un libro, le dice a su interlocutor, pero eso fue hace más de veinte años…
Tras un nuevo descarte, se dirige a visitar al señor Dury, un hombre culto pero demasiado ensimismado en su afición, hacer crucigramas. Vive con su hijo, Joey, un niño de unos diez años que posee una extraña sensibilidad que, sin embargo, pasa desapercibida a los ojos de todos…
-Mira este muñeco de los cereales, papá –le dice el pequeño, que observa la formación de los copos en el tazón de leche-. Tiene la misma cara que puso tía Sylvia cuando supo que a nadie le gustaba su bodegón.
Su padre calla y ni lo mira. Tampoco Heep advierte nada digno de atención. De nuevo, la ceguera espiritual. La interpretación que hace el niño carece de interés a los ojos de ambos adultos, que lo oyen hablar pero no lo escuchan. Joey insiste en su comentario, vinculado al estado de ánimo de su tía…
-La caja (de cereales) es del mismo color que tu coche, papá. A lo mejor deberíamos coger el coche e ir a visitar a la tía Sylvia...
 El señor Dury no responde, pero le confiesa a Cleveland que ‘adora las palabras’. Irónico, ¿no? En verdad, a pesar de la cultura que se le presupone, no sabe entender el lenguaje sensible y emocional que su hijo le muestra.
Dury es un sujeto intelectualmente ágil, pero sordo en cuanto a los sentimientos. Sólo rellena –sistemáticamente- crucigramas, así que no es el hombre que Cleveland está buscando.
La búsqueda debe continuar, y se dirige al apartamento de un grupo bien compacto de jóvenes, conocido como los fumadores. Estos chicos pasan el día juntos, compartiendo charlas aparentemente ociosas, con un lenguaje insustancial y pueril (rozando lo televisivo). Descartados por completo.

El escritor asustado

En su recorrido por el edificio, Heep se encuentra (¿casualmente?) con unos vecinos que no nos han sido presentados: Vick y Anna, dos hermanos de origen hindú, treintañeros, que viven juntos. Vick se dirige al superintendente para recordarle que la luz de su escritorio sigue sin funcionar. El chico escribe una novela desde hace seis meses, pero va con lentitud, algo que su hermana achaca al miedo: está asustado. Busca cualquier pretexto para no escribir.
¡Vaya!, parece que la búsqueda ha dado sus resultados. Aparentemente fruto del azar, este revelador encuentro con el escritor, por fin, comienza a dar consistencia a las palabras de Story. Resulta obvio que la luz que Cleveland debe arreglar es una metáfora de su propia vida (también de la de Vick) y no un asunto puramente físico. Así, cuando el supervisor está arreglando la lámpara del escritorio, se encuentra de frente con el libro que Vick ha estado escribiendo. Su título: El Libro de Cocina. ¿Sabrá Heep ver más allá de un nombre tan poco significativo?
-Ya sé que es un mal título –responde el joven escritor-. En realidad, es mi visión de todos los problemas culturales, de los líderes y demás. No sé quién va a querer publicármelo.
¡Eureka!, debió pensar nuestro protagonista. Tras El Libro de Cocina se oculta un trabajo interesante que, nuevamente, nos transporta a la cuestión lingüística (los problemas culturales, de entendimiento). Esa fractura que el escritor refleja entre contenido (la temática) y continente (el título) es una muestra más de la fisura existente entre el mundo interior (espíritu) y el exterior (imagen).
Vick -personaje interpretado por Shyamalan- lo expone con gran claridad cuando explica que, a pesar de lo que expresa el anodino título, la obra contiene su visión sobre los líderes. ¡Unos líderes que, agradecidos por la ignorancia y desinterés de las masas, serían los causantes de los consecuentes problemas culturales, y no a la inversa!
Es exactamente aquí donde La Joven del Agua enlaza el camino iniciático de un simple mortal, con el colectivo sobre el cual el héroe ejercerá su acción regeneradora. Porque el Mundo Azul personificó sus colectivas fuerzas femeninas en una ninfa, que a su vez contactó con un hombre-héroe (que debe arrebatar el liderazgo de su vida al torpe sentido de la vista, para entregárselo a su conciencia), que será quien restablezca el nexo de unión entre el escritor-héroe y el mundo interior del que se nutre.
 Si Vick supera su falta de autoestima y su miedo (está asustado. Busca cualquier pretexto para no escribir), se restablecerá el puente que une el mundo espiritual y el físico, sustituyendo el desequilibrio producido por líderes que enfrentan al hombre, por un liderato unificador y equilibrado. Será el vencimiento en su alma el que genere un efecto transformador en el exterior, a través del inspirador libro.
Porque su alma, eventualmente estéril y fracturada por la guía del temor, está en guerra. Lo mismo le ocurre a Cleveland con el aprecio que no siente hacia sí mismo. Ninguno de los dos hombres puede crear si no se sobreponen a sus déficits.
Trazando un paralelismo entre el liderazgo (político, religioso o social) en la colectividad, y el liderazgo en la psique, veremos que los problemas culturales (cuya consecuencia más grave es la guerra que declaran los estratos sociales dominantes) tienen su equivalente en la preeminencia de lo visual sobre lo intuitivo, de las exacerbadas fuerzas masculinas sobre las minusvaloradas fuerzas femeninas. Entendemos, pues, la tartamudez de Heep, la sequía creativa de Vick y el desenlace de ambas en la materia: la irracional guerra en Irak, que tanto el señor Leeds como el propio Cleveland observan por televisión.
Mientras todo esto ocurre, Story encuentra y lee el diario personal de Heep, descubriendo la razón por la que siempre está triste: su mujer e hijos fueron asesinados cuando él no estaba en casa. Cleveland era médico, motivo por el que –posiblemente- estaba ausente en aquel trágico momento.
Cuando la narf le hace saber que conoce su pasado, éste le dice que nadie lo conoce y que, por favor, no vuelva a mencionarlo. Absurdamente cree que aquello de lo que no se habla, no existe, pero su dolor aún es fresco.
-Tus palabras son preciosas –le dice Story, alentándolo a expresarse-. Tienes un corazón enorme… Crees que no tienes una función en la vida, pero ayudas a todos los que viven aquí.
-Creo haber encontrado a tu recipiente –responde Heep, quien hace entrar a Vick. El joven queda obnubilado por la presencia de la ninfa. Ese cúmulo de nuevas emociones confirma que se trata del predestinado. Story ya puede regresar a casa.
 Hasta el momento crucial en que la narf se encuentra frente a Vick, los colores han ido ofreciéndonos una información suplementaria. Ya vimos que el verde parece personificar el sentimiento de aislamiento, las deficiencias comunicativas. Lo vemos en el interior del bungalow de Heep, especialmente en marcos de puertas y ventanas. La camiseta que viste hasta este punto de la narración también es verde.
 La señora Bell muestra su madurez con unos cabellos canos que no colorea. La hemos visto, en compañía de un gato, sentada en un sillón verde, desde donde está aislada del mundo de los humanos. Un aislamiento que parece ser voluntario y bastante saludable.
Las cortinas del apartamento de la asiática señora Choi, cuyo nulo conocimiento del inglés limita sus posibilidades de comunicarse únicamente a su hija, son verdes. Del mismo color son las paredes del hogar de la indiscreta señora Bubchik, cuyo comportamiento podría estar motivado por una vida demasiado centrada en su marido, exenta de más vida social. Y lo mismo ocurre con el apartamento del señor Dury y su hijo; aquí el verde refleja la incomunicación entre el niño y su padre. Concretamente, la insuficiencia del adulto para entender el habla emocional del pequeño Joey.

Ser como niños

Una vez que la narf y Cleveland se despiden junto a la piscina, y todo parece que ha concluido, volvemos a ver a Story, esta vez corriendo asustada dentro del edificio de apartamentos. La acción sucede mientras el supervisor está desarrollando sus habituales labores de limpieza. No hay duda alguna: la ninfa ha sido atacada por un scrunt.
Aterrorizada y con grandes arañazos en sus piernas, y con el fin de no volver a exponerla al mismo peligro, se dirigen al apartamento de Vick y Anna, los dos hermanos, quienes acceden a que Story descanse allí mientras Heep busca -en el cuento- las claves para curarla.
Con esa intención se dirige a hablar con Young-Soon, quien le cuenta que la bestia que atacó a la narf tiene un veneno que sólo se cura con una especie de barro que las ninfas tienen en su mundo. También le cuenta que existen tres criaturas, llamadas ‘tartutic’, que hacen cumplir la ley en el peculiar mundo del cuento. Los tartutic, parecidos a los monos, viven en los árboles y son muy temidos por todos, incluido los scrunts.
Estas nuevas informaciones, desveladas a cuenta gotas, llevarán a Cleveland a sumergirse en la piscina, para así acceder a la cavidad subterránea en la que la narf tiene el barro con el que sanará.
Young-Soon, con el fin de que su madre acepte revelarle más datos sobre el cuento, le sugiere al supervisor que se muestre como un niño. De ese modo, la singular señora Choi no lo verá como un extraño, y accederá de buena gana a transmitir el saber reservado a los que son como niños, esto es, vírgenes de ideas preconcebidas y abiertos al aprendizaje.
Cleveland se acomoda a los deseos de la señora Choi, y se tumba en su sofá, come sus galletas y toma un vaso de leche con las maneras propias de un crío. El cuento le será revelado… En cada generación de narfs nace una excepcional: la Dama Narf, considerada una reina por los suyos. El recipiente con el que contacte esa relevante ninfa será importante, porque traerá cambios globales para el hombre. Esa será la razón por la que los scrunts harán todo lo posible por matarla, olvidando, incluso, el miedo reverencial que le tienen a los tartutic. Además, la Dama Narf desconoce su propia identidad de líder. 
 -Esa es la moraleja del cuento -añade Young-Soon-. A nadie se le dice nunca quién es… Yo quiero creer que el cuento es verdad –concluye animosa.
Story desconoce su identidad como líder del Mundo Azul, algo que la asemeja a Vick y a Cleveland, también ignorantes respecto de la envergadura de sus respectivas labores.
Mientras tanto, Story va sanando de sus heridas y Vick le confiesa las emociones que ha sentido desde que se encontró frente a frente con ella…
-No sé quién eres –dice el escritor-, pero has despertado algo en mí, en mi mente. De repente he visto todo claro. Los miedos que desordenaban mis pensamientos han desaparecido. Me oigo a mí mismo.
 Ese me oigo a mí mismo expresa a la perfección el reequilibrio que se está produciendo en su capacidad comprensiva, y en la del propio Heep.
Es entonces cuando Story le desvela a Vick las consecuencias de ese despertar: Un niño de esta tierra crecerá en un hogar donde estará tu libro, del que hablarán mucho. Crecerá con esas ideas en su cabeza y se convertirá en un gran orador. Hablará y sus palabras las escucharán en toda esta tierra y en todo el mundo; ese niño se convertirá en el líder de este país, e iniciará un movimiento de grandes cambios. Hablará de ti y de tus palabras. Tu libro será la semilla de muchas de sus grandes ideas; será la semilla del cambio.

Los arquetipos

Aunque parezca intrascendente, vemos a las hermanas de la Torre saltando al agua de la piscina y gritando al unísono…
Dado que el legado ya ha sido entregado, ahora sólo resta preparar el regreso definitivo de la narf a su mundo. Cleveland le dice a Story que entiende que ella no puede revelar más sobre el Mundo Azul, pero que necesita cierta información para la estrategia de apoyo a su partida, así que le propone que responda o no a una serie de preguntas.
Anna, la hermana del escritor, le dice a la narf que ella, cuando era una niña y hacía alguna travesura en compañía de sus amigas, para no sentir que las traicionaba cuando su madre le preguntaba por ello, callaba pero informaba a través de gestos. Story acoge la sugerencia y se presta a entrar en el juego, y Cleveland sigue hablando:
-En  este cuento la narf ha llegado a un lugar predestinado, y debe regresar a su mundo partiendo del mismo sitio. El Gran Eatlon, el águila gigante, regresará a por ella. Hay humanos con poderes que pueden ayudarla, y esas personas han ido –de manera inconsciente- a vivir cerca del recipiente. Esas personas no saben quienes son, y siempre aparecen al principio del cuento. Tienen nombres extraños: El Guardián, El Simbolista y El Gremio.
Story gesticula afirmativamente, y Anna entiende que Heep es El Guardián. El Simbolista es alguien que interpreta mensajes provenientes del universo. El Gremio se define porque en él se unirán muchas manos para ayudar (se trata de la vertiente física del arquetipo). También está La Curandera, que no siempre aparece en este cuento; generalmente es una mujer, tan llena de esperanza que puede devolverle la vida a todas las cosas. Es fácil de reconocer porque las mariposas (tótem de la resurrección) van a ella.
Story no desvela quiénes son La Curandera, El Gremio y El Simbolista, y les hace saber que ellos deben averiguarlo. Esa es parte indispensable de la esencia de esta fábula, en la que las adversidades provocan la búsqueda, y la búsqueda en sí conduce a la identificación de los arquetipos en sus respectivos cuerpos.
Al acabar la charla, Cleveland va a visitar al escéptico y malhumorado crítico de cine, en la creencia de que se trata de El Simbolista o, al menos, puede ayudarle a reconocerlo. Sin embargo, éste es demasiado terrenal, odia las comedias románticas y desprecia los sentimientos. Esos son síntomas suficientes de su desconexión con la naturaleza misma de la interpretación simbólica, ya que ésta tiene un alto componente de visión poética de las cosas, algo de lo que Farber carece por completo.
Nada más abrir la puerta del apartamento, el crítico reprocha a Heep que no sea capaz de evitarle los ruidos de otros vecinos. No obstante, le sugiere que El Simbolista podría ser alguien al que se le dan bien los crucigramas, mientras que El Gremio podría ser el molesto grupo de jóvenes fumadores que tiene por vecinos.
Con esos datos, Cleveland se dirige a casa del señor Dury, persona experta en crucigramas que parece reunir las condiciones para ser el intérprete de los mensajes del universo. Y es entonces cuando volvemos a escuchar al pequeño Joey, mientras observa una caja de cereales:
-Se supone que debiera hacerme sentir feliz, pero me pongo triste… como esa vez que te olvidaste de venir a por mí al colegio.
En efecto, el crío ve más allá de las imágenes, tal como ocurriera en una primera ocasión, pero su padre y Cleveland no le prestan atención.
A pesar de que el señor Dury es un ser excesivamente racional, ajeno a los sentimientos de su hijo, el supervisor cree ver en él al intérprete que se requiere para ayudar a la ninfa. Cierto que este experto en hallar las palabras adecuadas hace uso de su inteligencia deductiva, pero su comportamiento es demasiado frío. No es de extrañar que su apellido derive del término latino para definir ‘estricto’.
Con todo, Cleveland, claramente influido por la opinión de Farber, considera que tanto el señor Dury como los holgazanes que matan las horas fumando y hablando, son las personas apropiadas para la labor de apoyo.
Respecto al rol de La Curandera, nuestro hombre piensa que debe estar representada por la señora Bell, puesto que cuando fue a verla la última vez una mariposa revoleó cerca y se posó en su hombro.
De este modo, todos los arquetipos se reúnen alrededor de Story. Ya puede comenzar a escenificarse el acto que la devolverá a su mundo.

Enfrentando a la bestia

Tenemos a El Simbolista (Dury), a La Curandera (Bell), a El Gremio (los fumadores), y a El Guardián (Heep). O eso parece…
Cuando todos están reunidos en torno a la narf, Dury toma en sus manos un crucigrama y comienza su labor interpretativa. Cree entender que hay un plan esencial que debe desarrollarse durante la celebración de una fiesta nocturna junto a la piscina. El festejo, a organizar por El Gremio, ha de servir para proteger a Story del ataque del scrunt, hasta la llegada del águila gigante. Vale, todos se ponen manos a la obra…
Mientras tanto, el inseguro señor Heep, de nuevo en su bungalow junto a la narf, se propone comprobar que él es El Guardián. Para ello sale afuera, al jardín cubierto de niebla, a la espera de mostrarle su determinación al temible scrunt. Story le explica que El Guardián posee la capacidad de hipnotizar a la bestia con la mirada, controlando su mente. De ese modo la criatura retrocederá.
Pero lo que no se tiene seguro en la psique no se puede formalizar en un acto tan arriesgado, y Cleveland siente miedo frente a la bestial criatura, cayendo en su huida…
Estamos junto a la piscina. Con un cierto halo de comicidad, vemos a Heep tirado en el suelo de forma ridícula. Frente a él no tenemos al monstruoso animal que lo amenazaba, sino al siempre tedioso señor Farber. Sospechosamente, viste una camiseta verde, semejante al color del scrunt…
-¿Qué es lo que hace? –pregunta el crítico.
-Ah… -Heep balbucea avergonzado- ¿puedo ayudarle en algo?
-No –responde con rotundidad.
Este breve diálogo repite la misma estructura que ya vimos cuando el supervisor acudió a buscar consejo al apartamento del crítico. En ambos casos, el engreído inquilino presupone la inutilidad del apañado señor Heep, al que hace sentir una completa frustración. No es descabellado pensar que existe una relación simbólica entre el crítico y la bestia que trata de acabar con la vida de Story, personificación de la inocencia.
De hecho, Farber acaba de ver una película romántica -que califica de ‘basura’- en la que la pareja se dice que se quiere bajo la lluvia. También se pregunta ¿por qué a todo el mundo, en el cine, le gusta hablar bajo la lluvia?
Cleveland responderá dando muestras de un lento despertar al lenguaje que había olvidado:
-Bueno, quizás es una metáfora para hablar de la purificación y de un nuevo comienzo.
-No –contesta seco y hasta autoritario-. Claro que no.
Sin duda se trata de un enfrentamiento psicológico, una superposición de lo que acaba de ocurrir sobre el césped. Farber y el scrunt son dos imágenes de una misma esencia. Así que, aunque la apariencia diga lo contrario, Heep combate a la bestia cuando responde sobre la interpretación poética de la lluvia en el cine. La convicción que fluyó de su contestación enfureció más aún a su contrincante dialéctico. En verdad, la bestia sí se sintió amenazada.
No obstante, la repentina aparición del crítico junto a la piscina será malinterpretada por Cleveland, que cree que su llegada evitó que el animal lo atacara. Y se siente desgraciado, incapaz de proteger a su amiga, preguntándose dónde está la justicia…

El buen consejo

Amanece un nuevo día y se anuncia la fiesta que esa noche se celebrará junto a la piscina. Para dar una oportuna justificación se dice que el festejo es en honor del recién llegado.
Cuando Cleveland se acerca al apartamento del reservado y observador señor Leeds, con el fin de preguntarle si asistirá al festejo, éste le hace partícipe de que conoce lo que ocurrió con su familia años atrás. Y le ofrece palabras de ánimo y apoyo: No puede rendirse. No puede esconderse aquí, hijo. No querrá acabar como yo. Y de ese modo le hace comprender que la tragedia familiar no es algo que él pudiera evitar, motivo por el que no debe torturarse.
Simbólicamente, Leeds personifica lo que será nuestro protagonista si no resuelve el conflicto emocional que tiene a su alcance solucionar. Este vecino ve la vida pasar sin optimismo alguno, sin chispa, siempre atento a la dura realidad, representada en la guerra televisada.
Leeds es un mero observador de lo que ha supuesto la ruptura entre el mundo interior y el exterior, tal como se nos expresó en la introducción al cuento: Se sucedieron las guerras, al no haber guías a los que escuchar. Por esa razón anima a Heep, su yo actual, para que sea fuerte y rectifique la senda de su vida asimilando el legado de la Dama Narf, que aspira a que el hombre se escuche a sí mismo, y que esa determinación acabe derivando -a modo de silenciosa revolución espiritual ajena a todo obstáculo- en la aparición de líderes responsables que no entren en el indebido juego de la especulación sobre el alma del hombre. Líderes que no sean cínicos, que venzan los obstáculos de lo evidente y crean en la realización de lo utópico.
Sin rendirse ante el miedo, Vick, el escritor que necesitaba recobrar la fuerza creativa, acaba su libro. La inspirada creación ha tomado forma en un texto que disgustará mucho a los capataces de la granja mundial. Sin duda, es simiente de cambio. Y la semilla, la buena semilla, debe morir, transformarse, para germinar. Y así se le hace saber al intuitivo autor. Las palabras contenidas en su libro son él mismo, y perdurarán. Pero Vick, como recipiente, no ha concluido su trabajo, su compromiso con un mundo nuevo. Aun le resta enfrentar al intolerante mundo viejo que presume de civilizado, mientras firma sentencias de muerte para los inocentes más incómodos.
Story le hace saber al escritor que ese libro será su sentencia de muerte.

 El festejo

Comienza la fiesta. Y vemos al señor Farber, cómo no, elegantemente vestido con una corbata de color verde. Cree que todo ese bullicio es en su honor, razón por la que se muestra exultante, lleno de su propio ego. El temible scrunt, extensión del crítico, merodea por los alrededores.
Parece que todo está como debe ser, pero –repentinamente- el plan diseñado en torno a Story fracasa.
Reggie, el joven culturista, peculiar personaje del que no sabemos nada desde el comienzo del relato, intuye que algo extraño está sucediendo. Él ignora el objetivo que se oculta tras la fiesta; ni tan siquiera conoce a la ninfa, pero se siente en estado de alerta e intuye que algo misterioso y singular está por suceder…
Entretanto, el supuesto Gremio anda desorganizado, ocasión que el scrunt aprovecha para ir a por una Story completamente desprotegida. En medio de tanta confusión, sólo la sagacidad de Cleveland evitará que la narf desaparezca, arrastrada por el animal, más allá del jardín. Pero Story está inconsciente y es llevada al bloque de apartamentos, al que también vemos acceder a la bestia verde...
¿Por qué ha fallado el plan? Bueno, vemos que la señora Bell (la supuesta Curandera) no puede sanar las heridas de la joven ninfa. Definitivamente, la idea de hacer una fiesta ha sido un verdadero fiasco, evidenciando que el señor Dury no es El Simbolista, ni los fumadores -coordinadores del evento- son El Gremio. Una vez más la apariencia ha jugado una mala pasada. Se exige mayor precisión en la descodificación del lenguaje simbólico, pero también definir la verdadera identidad del respetado señor Farber. Porque fue el crítico, y no otra persona, quien asesoró a Cleveland.
-Parecía tan seguro… -se lamenta el superintendente-. Parecía que él lo sabía.
-¿Qué tipo de persona podría ser tan arrogante como para presumir que conoce las intenciones de otro ser humano? –pregunta el señor Dury- ¿Quién ha puesto en peligro la vida de esta joven?
Y la respuesta es muy simple: vemos a Farber entrar en el edificio y tratar de encender la luz, pero la bombilla estalla... Indiscutiblemente, no es un personaje más. De una manera sutil se nos deja ver que representa todo aquello que Cleveland debe extirpar de su mente.
Pero no sólo el encargado de La Ensenada tiene a Farber como simbólico enemigo; la bombilla que estalla cuando ha apretado el interruptor nos transporta a la lámpara estropeada del escritorio de Vick, alegórica razón de su apatía a seguir escribiendo.
Farber es de carácter agrio, cree que está de vuelta de todo y que no hay nada nuevo por lo que sorprenderse. Sencillamente, el feroz crítico es la encarnación de la involución, de los monstruos que crea la preeminencia del hemisferio izquierdo (racional) del cerebro.
Tal es así, que su llegada al bloque de apartamentos coincide –premeditadamente- con la llegada de la narf, personificación de un mundo que reivindica el equilibrio entre hemisferios cerebrales, reclamando el ejercicio de las prestaciones que ofrece el lado derecho, emocional.
Lo hemos visto reprochar a Heep, con poca sutileza, su incapacidad para evitarle los ruidos provocados por otros vecinos: ¿Puede hacer algo al respecto? Claro que no. Y presenciamos un duelo psicológico junto a la piscina, en el que se mostraba ofendido por la perspicacia del superintendente al dar explicación a determinado lenguaje cinematográfico.
Incluso las aportaciones que le hace sobre quiénes podrían personificar a El Simbolista y El Gremio, fueron erradas. La ingenuidad del supervisor, la alta consideración que le dio al recién llegado, facilitaron el engaño.
(El intérprete necio se precipita, pero el sabio escucha, observa, sigue observando y extrae conclusiones. El objetivo de la observación es la observación misma, que es tan sustanciosa y rica en sí misma que en ella se madura y se acrecienta la paciencia y la perspicacia.)
En el plano simbólico, la veneración a la apariencia es la que produce los errores de percepción de Cleveland Heep. Sólo ahora, interpretando desde lo más profundo de su psique intuitiva, podrá adjudicar perfectamente los roles arquetípicos.

Así que no es de extrañar que ahora, cuando se han desvelado las falsas apreciaciones y se afina la agudeza, el ya prescindible personaje secundario desagradable sea atacado por el scrunt. En una de las escenas más cómicas de la película, Farber muere violentamente.
Entretanto, se avecina tormenta y hay que reescribir un plan para salvar a Story.

Secreto revelado


El tiempo escasea y hay que identificar a los cuerpos que portan los arquetipos de Guardián, Curandera, Gremio y Simbolista. Este último es, en palabras de la hermana del escritor, alguien que ve pureza donde nosotros vemos mundanidad; que ve la voz de Dios en lo cotidiano. Ahora resulta mucho más sencillo. Ya no existe la maraña mental que creaba el difunto señor Faber.
Y vemos al pequeño Joey. Él es el intérprete cotidiano, El Simbolista. Paciente, frente a un montón de cajas de cereales, comienza su trabajo: Hay una ceremonia que celebrar, encabezada por una Curandera… Se van a necesitar las manos de El Gremio y las de dos personas más… Es una ceremonia de siete hermanas que entrelazarán sus manos como si fueran una sola persona, un solo corazón, para otorgar fuerza al momento. Harán falta, como testigos, un hombre que no tenga secretos y otro cuya opinión sea muy respetada.
¿Quiénes son las siete hermanas? Bien. Cinco de ellas son las ruidosas hermanas hispanas (de la Torre) que, al comienzo de la película, gritaban ante la amenaza de un roedor. También las vimos divertirse, llenas de vida, saltando juntas a la piscina.
Las otras dos ‘hermanas’ son Anna y Young-Soon. Esta hermandad no sanguínea es la representación de la feminidad que debe despertar con todo el proceso. Ellas son las comisionadas de esa nueva manera de entender el mundo y las relaciones humanas. Su unidad energética romperá los obstáculos lingüísticos y étnicos, razón por la que deben provenir de culturas diferentes. El número siete, considerado sagrado por la mayoría de las culturas, personifica virtudes tales como la templanza, la prudencia y la justicia.
Además, Las Siete Hermanas es como popularmente se denomina a Las Pléyades, conjunto de estrellas conocido desde la antigüedad, que ayudaba a los navegantes a orientarse en la noche. Las Pléyades es una denominación griega que significa hijas de palomas, lo que las vincula, directamente, con ese otro símbolo del femenino Espíritu Santo, la paloma.
El testigo que no tiene secretos no es otro que el marido de la indiscreta señora Bunchik, cuyas intimidades son de dominio público. El testigo cuya opinión sea muy respetada es el misterioso señor Leeds, cuyos consejos a Cleveland no fueron en vano.
Mientras, el universo sigue en movimiento y comienza a llover, motivando el desalojo de la zona de la piscina por parte de los inquilinos que permanecían en la fiesta.
Esta lluvia purificadora se produce simultáneamente al comienzo de la ceremonia. En ese mismo plano alegórico, vemos al scrunt dentro de la lavandería del edificio, observando una lavadora que está limpiando una prenda de ropa que podría simbolizar el envoltorio del alma.
Todo parece estar listo, pero la señora Bell no se muestra capaz de sanar a Story. ¿Qué hay de La Curandera? El señor Leeds se desespera y lucha contra el fatalismo que lo ha dominado hasta entonces: Yo quería creer que había algo más que todo el horror que nos rodea, pero todo tiene un límite.
La joven Young-Soon, evidenciando que el relato narf también ha hecho mella en su psique, lo anima a seguir creyendo: Señor Leeds, es hora de demostrar que algunos cuentos son reales.
Joey, El Simbolista, aclara la razón por la que la señora Bell no logra sanar a la ninfa: se trata de El Curandero. El Curandero encabezará una ceremonia de siete hermanas… Cleveland creía que se trataba de la señora Bell: yo vi como una mariposa se posaba encima.
-Pero usted, señor Heep –responde la señora-, hizo que la mariposa viniera a mí. La vi venir al acercarse usted.
Sí, el hombre que cree que no vale para mucho más que las tareas propias del mantenimiento de una urbanización, es El Curandero. De hecho, sana a todos los inquilinos, puesto que el hogar de cada uno de ellos es un símil del cuerpo humano.
Estamos en el momento más decisivo del relato. Cleveland Heep coloca sus manos sobre las heridas de la narf mientras las siete hermanas colocan las suyas sobre la espalda de él. Y de ese modo, nuestro protagonista empieza a compartir, entre irreprimibles llantos, aquello que guardaba desde hace años como un dañino secreto: Siento no haber podido protegeros. Debería haber estado allí. Siempre me lamentaré de no haber estado ahí… Echo de menos vuestras caras; me hacían pensar en Dios. ¡Estoy tan perdido sin vosotros…!
Y Story sana a través de la catarsis de su atormentado amigo. Y todo lo que estaba desequilibrado en la mente compartida de nuestros personajes, se personifica en la figura de El Guardián, un hombre que ha desarrollado más la parte derecha de su cuerpo (inteligencia emocional), que la izquierda (inteligencia racional). Puesto que el proceso regenerador en la psique ha fructificado, su manifestación en el plano material debe ser evidente. Y lo es a través de la defensa física que Reggie, el peculiar culturista, hace de la narf. El muchacho frente al scrunt. Masculino y femenino, exterior e interior, unidos contra la bestia.
Heep ha reequilibrado, a través de los demás personajes arquetípicos, sus energías. Porque toda emoción liberada es energía en movimiento que crea un efecto. Emoción que, llegando a ser muy intensa, interviene sobre la materia.
Esa rectificación de nuestro protagonista sobre su masculinidad (excesivamente lógica), dejando intervenir a la feminidad (intuitiva) que lo complementa, se personifica en la acción defensiva de Reggie, como arquetipo de guerrero y guardián. Ahora podrán entran en juego los tartutic -imágenes de la justicia-, que se llevan al scrunt, efigie de los horrores que engendra una mente sin atemperar.
(Lo masculino primigenio ha sido definido como ánimus, y lo primigenio femenino, ánima. Ambos son arquetipos complementarios que debieran estar armonizados en cada ser humano. La preeminencia de uno sobre el otro conduce a todo tipo de desequilibrios. La mentalidad masculina, estrictamente racional y lógica, no podrá llenar jamás el vacío de una emotividad femenina desterrada, cuya función de lazo con la esencia espiritual de las cosas se ve infravalorada.
Igualmente, una emotividad femenina desbocada jamás podrá llenar el espacio dejado por una mentalidad masculina que conecta a la psique con el plano físico. Ambos aspectos del yo se necesitan para subsanar los excesos y contrapesar sus influencias. Sol y luna en conjunción.)
Como insuperable broche final, la tormenta descarga su furia sobre La Ensenada. El Gran Eatlon se acerca a recoger a una Dama Narf que ha cumplido su cometido. Bajo la lluvia, ciertamente como una metáfora que nos habla de purificación y de un nuevo momento, Cleveland Heep y Story se abrazan. Él se despide dándole las gracias por haber salvado su vida. No hacen falta más palabras. Young-Soon tenía razón cuando decía que el cuento era como una oración, buena medicina, que se dice.




3 comentarios:

  1. Genial!!! Una peli que muy pocos entienden, bravo!

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  2. Me encantó este análisis! Muchas gracias por compartirlo solamente diría que la conjunción entre la inteligencia masculina y femenina son propiamente el señor heep y la dama del agua "Story". Esa relación simbiótica sin saberlo ambos trajeron el equilibrio a toda la historia ! 💕 Saludos

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  3. Celebro que te gustara. Gracias por tu apreciación. Saludos!

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