En La Joven del Agua, Night Shyamalan nos relata un
cuento que habla de lo indispensable que es para el hombre adentrarse en la
visión femenina, para entender y entenderse, por encima de lo que sus ojos
físicos le sugieren.
Sirva mi análisis para
reivindicar una de las más bellas historias que ha parido la pantalla grande en
los últimos años. Denostada por gran parte de la crítica -que se burló de su
espíritu-, La Joven
del Agua es inspiración para el alma. Nos aporta útiles claves de comprensión
del lenguaje arquetípico. Sobre este habla, y sobre las dificultades que las
apariencias ejercen sobre el entendimiento, el propio autor nos cuenta que…
Hubo un tiempo en el que el
hombre y las criaturas del agua estaban unidos. Ellas nos inspiraban, nos
hablaban del futuro. El hombre escuchaba y todo se hacía realidad… pero el
hombre no sabe escuchar muy bien.
La necesidad del hombre de
apropiarse de todo, lo llevó a alejarse tierra adentro. El mundo mágico de los
que viven en los mares y el mundo de los hombres, se separaron. Con el paso de
los siglos ese mundo mágico y todos sus habitantes se dieron por vencidos. El
mundo de los hombres se volvió más violento, se sucedieron las guerras, al no
haber guías a los que escuchar.
Ahora, las criaturas del
agua vuelven a intentarlo; intentan llegar a nosotros. A unas pocas de las más
jóvenes las han enviado al mundo del hombre. Las han llevado a altas horas de
la noche, donde habita el hombre. Un fugaz cruce de miradas, y el despertar del
hombre se hará realidad. Pero sus enemigos deambulan por la tierra. Si bien hay
leyes para proteger a las más jóvenes, las envían conscientes de que sus vidas
corren un grave peligro. Muchas no regresan. A pesar de todo lo intentan.
¡Intentan ayudar al hombre! Pero el hombre ha olvidado cómo escuchar…
Nos situamos a las afueras
de la ciudad de Filadelfia, concretamente en un bloque de apartamentos llamado
‘The Cove’ (La ensenada). Se trata
del escenario en el que se desarrolla este cuento. Absolutamente todo
transcurrirá allí, un espacio de paso, una parada –como ciclo vital de
transición- en medio de las experiencias de sus inquilinos.
La introducción ya nos dio
las claves: el Mundo Azul desea hablarle al hombre… ¿qué mejor lugar para ello,
que la urbanización a la que han recalado un montón de humanos en constante
tránsito? Aquel edificio con forma (y nombre) de bahía, en el que el mar, el
Mundo Azul, está representado por una piscina (con una forma muy similar a un
corazón), se está expresando con su color blanco, según confiesa el propio
Shyamalan, para que cada personaje resalte y añada su particular carácter. La
piscina será el punto de encuentro de todos los vecinos. Si hay una puerta para
acceder a los demás, es ese espacio de recreo, imagen del espíritu universal e
individual que es nuestro epicentro. Luego, el Mundo Azul personifica al cosmos
espiritual, el eterno océano primigenio del que parte todo lo material.
El recién llegado
Érase que escuchamos los gritos
de cinco mujeres jóvenes (las hermanas de
la Torre ),
hispanas, asustadas por la presencia en su apartamento de -según intuimos- un
roedor. El encargado del complejo de viviendas, el superintendente Cleveland
Heep, se ocupa de matarlo.
Heep es más que un simple
supervisor, algo más que el responsable del mantenimiento de La
Ensenada , pero él mismo lo ignora. Tras lo exclusivamente
aparente, el lenguaje visual nos permite comprender que Heep ha protegido a las
cinco chicas, no de un simple e inofensivo roedor, sino de sus miedos.
Cleveland Heep se siente un hombre muy desgraciado, aunque desconocemos
la razón. Se ve a sí mismo como un ser simple, poco útil, pero llegará el
momento en que alguien le recuerde que todos tenemos un cometido, una función
importante en la vida de los demás…
Desde un principio sabemos
que nuestro protagonista tiene problemas con el lenguaje: la fluidez de su voz
se ve entrecortada con un molesto tartamudeo, aquí signo de insuficiencia para
expresar su propio mundo emocional. Estas limitaciones están subrayadas en la
diferencia lingüística entre él y las cinco hermanas hispanas, que necesitan de
la traducción de su padre para hacerse entender.
El aislamiento que sufre
Cleveland Heep es una constante en la mayoría de los personajes que se nos
presentarán. El color verde del uniforme del superintendente, aunque pudiera
parecer irrelevante, no lo es. Los colores siempre hablan en las películas de
Night Shyamalan, y aquí no será una excepción. El verde podría representar el
aislamiento, la incomunicación y hasta la reclusión: Heep habita un bungalow,
rodeado de verde césped, frente al níveo bloque de apartamentos. Aquel es su
mundo aparte. ¿Cuál es el mundo de los demás habitantes de La
Ensenada ?
Al siguiente que se nos
presenta es a un extraño individuo, de aspecto insulso, que acaba de llegar a
la urbanización. Se llama Farber, crítico de cine venido desde muy lejos, que
desde un primer instante parece sentirse poco confortable en aquel lugar.
La distorsionada percepción
de Heep, tan habitual en nuestro mundo, le impide ver la realidad del nuevo
inquilino, al que cree un hombre de gran valía. En este caso, la falta de
autoestima del encargado le hace cometer ese error. Todo parece indicar que
Farber, ser estirado, parco en palabras y de rostro inexpresivo, vive un bajón
en su carrera, razón por la que se ve obligado a aceptar un empleo en el
periódico local.
Después de que Heep le dé la
bienvenida al recién llegado, se encarga de conducirlo hasta su vivienda.
Durante el recorrido asistimos a la presentación de los otros vecinos, en
apariencia, convencionales:
Tenemos a Young-Soon, una
universitaria china que vive con su madre, la señora Choi, que también tiene un
problema con el lenguaje: no habla una sola palabra de inglés.
Caminan por delante de la
vivienda del señor Leeds, un hombre solitario que pasa de los cincuenta.
Intuimos que sus días transcurren encerrado en casa -sentado ante el televisor-
viendo las noticias de la guerra en Irak. Cuando el inseguro Heep y el altivo Farber
pasan por delante de su puerta abierta, Leeds los observa sin pronunciar
palabra alguna.
El ostracismo al que se somete voluntariamente tiene, en el
silencio que les muestra, su más evidente manifestación.
Vemos a otra inquilina, la
señora Bell, abuela, cabello cano, y amante de los animales, a los que recoge y
cuida. Cleveland la considera una mujer muy inteligente, razón por la que cree
que hará buenas migas con el recién llegado.
Junto al apartamento de
Farber viven cinco chicos jóvenes, siempre sentados, fumando, hablando de cosas
que, aparentemente, carecen de importancia.
Y luego tenemos a Reggie, un
joven deportista que sólo entrena y da forma a la parte derecha de su cuerpo.
Por último está la
pintoresca señora Bubchik, incapaz de no contar alguna intimidad de su marido
al primero que se le cruza por delante. Añade que él no debe saber de esa indiscreción.
La narf
Desde hace un par de noches,
Cleveland Heep advierte la presencia de alguien en la piscina y, últimamente,
el agua aparece viscosa y con cabellos.
Al finalizar una dura
jornada de trabajo, agotado y tras quedarse dormido frente a una televisión encendida
que emite noticias sobre la guerra de Irak, el señor Heep escucha chapoteos en
la piscina, y cree ver movimientos en el agua. Sale afuera y, creyendo que se
trata de una gamberrada, advierte al intruso. Pero nadie responde. Es más, resulta
extraño que alguien pueda aguantar tanto tiempo bajo el agua sin respirar.
Cleveland se preocupa y entra en la piscina, pero no ve a nadie y, con sus
ropas mojadas, resbala y cae al agua, donde queda inconsciente...
Despierta en su bungalow,
tendido en la cama. Una joven desnuda, de cabello rojizo, completamente
callada, lo observa cobijada sobre una manta. Ella era quien estaba en el agua.
La chica no siente pudor alguno, pero el superintendente le ordena que cubra su
desnudez.
Es entonces cuando la
desconocida le cuenta que se llama Story, y que es una narf proveniente del Mundo Azul.
-¿Sientes algo especial? –le
pregunta a un Heep perplejo que responde que no, y ella se siente decepcionada.
¿Acaso debía suceder algo diferente?
Es posible que él no sienta
nada especial, pero cae en la cuenta de que no tartamudea…
-Mi nombre es Cleveland.
Story le dice que Cleveland
significa de los acantilados; nombre
muy apropiado para el responsable de unos apartamentos llamados La
Ensenada … (El significado del nombre propio de Heep podría
aludir a la dificultad para estar unido a su mundo interior, representado en el
Mundo Azul, ya que los acantilados son costas abruptas, cortadas en vertical,
difíciles en su acceso al mar.)
La joven siente miedo, razón
por la que él accede a que se quede allí hasta que se sienta mejor. Al cabo de
un breve tiempo, ya dispuestos a salir del bungalow, la tenebrosa silueta de un
animal -similar a un perro, pero de mayor tamaño- se arrastra entre el crecido
césped del jardín circundante. Desafiante, aquella criatura terrorífica se
muestra dispuesta a atacarles, lo que obliga a la pareja a regresar a la casa.
A la mañana siguiente, aprovechando
que una de las inquilinas, Young-Soon, la universitaria de origen chino, le
suele prestar libros, el encargado de la urbanización le pide se informe sobre
la palabra ‘narf’, término con el que Story se definió.
La chica le aclara que esa
palabra procede de un cuento oriental y su significado es similar al de una
ninfa marina. En este punto, recordemos que las ninfas son criaturas
mitológicas que representan a la divinidad femenina.
Según cuenta la joven china,
su bisabuela acostumbraba a narrarle un relato sobre las narfs, pero no
recuerda exactamente su contenido. Añade que dicha fábula le era contada como
si de una oración se tratase, subrayando así su carácter extraordinario,
espiritual, casi místico, algo que ya se advierte cuando se nos dice que la
transmisión del relato se produce por vía femenina, a través de su bisabuela, efigie
de sabiduría.
Con la intención de que la
señora Choi -madre de la joven- le revele más datos sobre el relato, van a su
casa. Choi, amén de su dificultad con la lengua inglesa, se muestra muy poco
dispuesta a compartir con su hija y Heep el fondo del cuento. Vemos en ambos
hándicaps algo nada fortuito, si tenemos presente que las condiciones
desventajosas de Heep para acceder a la fábula, no son sino el resultado de la
ineptitud para ver más allá de sus narices.
El protagonista pone toda su
confianza en el sentido de la vista, sobreestimando su valía ante un mundo que
funciona sobre los pilares de la engañosa apariencia. Ese acceso denegado a las fuentes del relato narf, deberá ser superado
por el señor Heep mediante su inmersión en el lenguaje alegórico, yendo tras
las ilusorias cortinas de la imagen visible. Sólo de ese modo se le revelará
que el propósito principal de Story es dejarse ver ante un determinado humano,
llamado ‘el recipiente’, que al observar a la ninfa habrá de sentir algo
insólito y sensacional. Si este propósito se cumple, el humano en cuestión
obtendrá una respuesta, y Story podrá regresar a su mundo con el Gran Eatlon, una gigantesca criatura semejante
a un águila.
Pero cuidado, el relato
también nos habla de unas criaturas malignas, llamadas scrunts, que tienen el cometido de matar a las narfs cuando éstas
salen del agua con el empeño de ayudar a los seres humanos…
Todos esos aspectos del
cuento se los confirmará Story al superintendente, concretando algo más sobre
la identidad del recipiente que debe
verla: se trata de alguien que se expresa con la escritura, de alguien que está
escribiendo algo sumamente importante.
La palabra, esa muralla que
el tartamudo de Cleveland debe salvar cada vez que no está en compañía de la
misteriosa ninfa, toma ahora mayor relevancia. La palabra escrita, el medio de
expresión que reivindica el Mundo Azul, es una derivación del asunto primordial
que da cuerpo a La Joven del Agua, consistente en la
recuperación del lenguaje metafórico, formado no por palabras sino por figuras
arquetípicas que representan ideas abstractas. Ese es el paradigma que el mundo
espiritual desea restaurar en el hombre y la mujer, aquí representados en
Cleveland Heep, un individuo que tiene un pobre concepto de sí mismo,
consecuencia de su inexpresiva dimensión emocional.
A pesar del esfuerzo
psíquico y anímico que ello pueda suponerle, Heep se compromete a ayudar a
Story en la búsqueda de esa persona que está escribiendo algo notable.
Pero como la percepción de
la realidad -su vínculo con el mundo- está contaminada por las limitaciones de
una psique (espiritualmente) disfuncional, supeditada a la falaz apariencia,
nuestro protagonista cree que ese escritor podría ser Farber, el arrogante
crítico de cine que confiesa detestar las películas románticas, sin duda, como
reflejo de su propia atrofia emocional. ¿Cómo va a escribir algo de vital
importancia si la altivez no le permite reconocer su grave insuficiencia
anímica?
Descartado el crítico,
Cleveland se dirige a la señora Bell. Al parecer, esta vecina ha escrito un
libro, según Farber le confiesa al supervisor del edificio. Sentada fuera de su
apartamento, la señora está junto a su gato. Extrañamente,
una mariposa se posa en el hombro de la inquilina justo cuando Heep entabla
conversación con ella. Cierto que escribió un libro, le dice a su interlocutor,
pero eso fue hace más de veinte años…
Tras un nuevo descarte, se
dirige a visitar al señor Dury, un hombre culto pero demasiado ensimismado en
su afición, hacer crucigramas. Vive con su hijo, Joey, un niño de unos diez
años que posee una extraña sensibilidad que, sin embargo, pasa desapercibida a
los ojos de todos…
-Mira este muñeco de los
cereales, papá –le dice el pequeño, que observa la formación de los copos en el
tazón de leche-. Tiene la misma cara que puso tía Sylvia cuando supo que a
nadie le gustaba su bodegón.
Su padre calla y ni lo mira.
Tampoco Heep advierte nada digno de atención. De nuevo, la ceguera espiritual.
La interpretación que hace el niño carece de interés a los ojos de ambos
adultos, que lo oyen hablar pero no lo escuchan. Joey insiste en su comentario,
vinculado al estado de ánimo de su tía…
-La caja (de cereales) es
del mismo color que tu coche, papá. A lo mejor deberíamos coger el coche e ir a
visitar a la tía Sylvia...
Dury es un sujeto
intelectualmente ágil, pero sordo en cuanto a los sentimientos. Sólo rellena
–sistemáticamente- crucigramas, así que no es el hombre que Cleveland está
buscando.
La búsqueda debe continuar,
y se dirige al apartamento de un grupo bien compacto de jóvenes, conocido como los fumadores. Estos chicos pasan el día
juntos, compartiendo charlas aparentemente ociosas, con un lenguaje
insustancial y pueril (rozando lo televisivo). Descartados por completo.
El escritor asustado
En su recorrido por el
edificio, Heep se encuentra (¿casualmente?) con unos vecinos que no nos han
sido presentados: Vick y Anna, dos hermanos de origen hindú, treintañeros, que
viven juntos. Vick se dirige al superintendente para recordarle que la luz de
su escritorio sigue sin funcionar. El chico escribe una novela desde hace seis
meses, pero va con lentitud, algo que su hermana achaca al miedo: está asustado. Busca cualquier pretexto para
no escribir.
¡Vaya!, parece que la
búsqueda ha dado sus resultados. Aparentemente fruto del azar, este revelador
encuentro con el escritor, por fin, comienza a dar consistencia a las palabras
de Story. Resulta obvio que la luz que Cleveland debe arreglar es una metáfora
de su propia vida (también de la de Vick) y no un asunto puramente físico. Así,
cuando el supervisor está arreglando la lámpara del escritorio, se encuentra de
frente con el libro que Vick ha estado escribiendo. Su título: El Libro de Cocina. ¿Sabrá Heep ver más
allá de un nombre tan poco significativo?
-Ya sé que es un mal título
–responde el joven escritor-. En realidad, es mi visión de todos los problemas
culturales, de los líderes y demás. No sé quién va a querer publicármelo.
¡Eureka!, debió pensar nuestro protagonista. Tras El Libro de Cocina se oculta un trabajo interesante que, nuevamente,
nos transporta a la cuestión lingüística (los
problemas culturales, de entendimiento). Esa fractura que el escritor
refleja entre contenido (la temática) y continente (el título) es una muestra
más de la fisura existente entre el mundo interior (espíritu) y el exterior
(imagen).
Vick -personaje interpretado
por Shyamalan- lo expone con gran claridad cuando explica que, a pesar de lo
que expresa el anodino título, la obra contiene su visión sobre los líderes. ¡Unos
líderes que, agradecidos por la ignorancia y desinterés de las masas, serían
los causantes de los consecuentes problemas culturales, y no a la inversa!
Es exactamente aquí donde La Joven del Agua enlaza el camino iniciático de
un simple mortal, con el colectivo sobre el cual el héroe ejercerá su acción
regeneradora. Porque el Mundo Azul personificó sus colectivas fuerzas femeninas
en una ninfa, que a su vez contactó con un hombre-héroe (que debe arrebatar el
liderazgo de su vida al torpe sentido de la vista, para entregárselo a su
conciencia), que será quien restablezca el nexo de unión entre el
escritor-héroe y el mundo interior del que se nutre.
Si Vick supera su falta de
autoestima y su miedo (está asustado.
Busca cualquier pretexto para no escribir), se restablecerá el puente que
une el mundo espiritual y el físico, sustituyendo el desequilibrio producido
por líderes que enfrentan al hombre, por un liderato unificador y equilibrado.
Será el vencimiento en su alma el que genere un efecto transformador en el
exterior, a través del inspirador libro.
Porque su alma, eventualmente
estéril y fracturada por la guía del temor, está en guerra. Lo mismo le ocurre
a Cleveland con el aprecio que no siente hacia sí mismo. Ninguno de los dos
hombres puede crear si no se sobreponen a sus déficits.
Trazando un paralelismo
entre el liderazgo (político, religioso o social) en la colectividad, y el
liderazgo en la psique, veremos que los problemas culturales (cuya consecuencia
más grave es la guerra que declaran los estratos sociales dominantes) tienen su
equivalente en la preeminencia de lo visual sobre lo intuitivo, de las
exacerbadas fuerzas masculinas sobre las minusvaloradas fuerzas femeninas. Entendemos,
pues, la tartamudez de Heep, la sequía creativa de Vick y el desenlace de ambas
en la materia: la irracional guerra en Irak, que tanto el señor Leeds como el
propio Cleveland observan por televisión.
Mientras todo esto ocurre,
Story encuentra y lee el diario personal de Heep, descubriendo la razón por la
que siempre está triste: su mujer e hijos fueron asesinados cuando él no estaba
en casa. Cleveland era médico, motivo por el que –posiblemente- estaba ausente
en aquel trágico momento.
Cuando la narf le hace saber
que conoce su pasado, éste le dice que nadie lo conoce y que, por favor, no
vuelva a mencionarlo. Absurdamente cree que aquello de lo que no se habla, no
existe, pero su dolor aún es fresco.
-Tus palabras son preciosas
–le dice Story, alentándolo a expresarse-. Tienes un corazón enorme… Crees que
no tienes una función en la vida, pero ayudas a todos los que viven aquí.
-Creo haber encontrado a tu
recipiente –responde Heep, quien hace entrar a Vick. El joven queda obnubilado
por la presencia de la ninfa. Ese cúmulo de nuevas emociones confirma que se
trata del predestinado. Story ya puede regresar a casa.
Las cortinas del apartamento
de la asiática señora Choi, cuyo nulo conocimiento del inglés limita sus
posibilidades de comunicarse únicamente a su hija, son verdes. Del mismo color
son las paredes del hogar de la indiscreta señora Bubchik, cuyo comportamiento
podría estar motivado por una vida demasiado centrada en su marido, exenta de
más vida social. Y lo mismo ocurre con el apartamento del señor Dury y su hijo;
aquí el verde refleja la incomunicación entre el niño y su padre.
Concretamente, la insuficiencia del adulto para entender el habla emocional del
pequeño Joey.
Ser como niños
Una vez que la narf y
Cleveland se despiden junto a la piscina, y todo parece que ha concluido, volvemos
a ver a Story, esta vez corriendo asustada dentro del edificio de apartamentos.
La acción sucede mientras el supervisor está desarrollando sus habituales
labores de limpieza. No hay duda alguna: la ninfa ha sido atacada por un scrunt.
Aterrorizada y con grandes
arañazos en sus piernas, y con el fin de no volver a exponerla al mismo
peligro, se dirigen al apartamento de Vick y Anna, los dos hermanos, quienes
acceden a que Story descanse allí mientras Heep busca -en el cuento- las claves
para curarla.
Con esa intención se dirige
a hablar con Young-Soon, quien le cuenta que la bestia que atacó a la narf
tiene un veneno que sólo se cura con una especie de barro que las ninfas tienen
en su mundo. También le cuenta que existen tres criaturas, llamadas ‘tartutic’,
que hacen cumplir la ley en el peculiar mundo del cuento. Los tartutic, parecidos a los monos, viven
en los árboles y son muy temidos por todos, incluido los scrunts.
Estas nuevas informaciones, desveladas
a cuenta gotas, llevarán a Cleveland a sumergirse en la piscina, para así
acceder a la cavidad subterránea en la que la narf tiene el barro con el que
sanará.
Young-Soon, con el fin de
que su madre acepte revelarle más datos sobre el cuento, le sugiere al
supervisor que se muestre como un niño. De ese modo, la singular señora Choi no
lo verá como un extraño, y accederá de buena gana a transmitir el saber
reservado a los que son como niños, esto es, vírgenes de ideas preconcebidas y abiertos
al aprendizaje.
Cleveland se acomoda a los deseos de la señora Choi, y se tumba en su
sofá, come sus galletas y toma un vaso de leche con las maneras propias de un
crío. El cuento le será revelado… En cada generación de narfs nace una
excepcional: la Dama Narf , considerada una
reina por los suyos. El recipiente con el que contacte esa relevante ninfa será
importante, porque traerá cambios globales para el hombre. Esa será la razón
por la que los scrunts harán todo lo
posible por matarla, olvidando, incluso, el miedo reverencial que le tienen a
los tartutic. Además, la Dama Narf desconoce su
propia identidad de líder.
Story desconoce su identidad
como líder del Mundo Azul, algo que la asemeja a Vick y a Cleveland, también ignorantes
respecto de la envergadura de sus respectivas labores.
Mientras tanto, Story va
sanando de sus heridas y Vick le confiesa las emociones que ha sentido desde
que se encontró frente a frente con ella…
-No sé quién eres –dice el
escritor-, pero has despertado algo en mí, en mi mente. De repente he visto
todo claro. Los miedos que desordenaban mis pensamientos han desaparecido. Me
oigo a mí mismo.
Es entonces cuando Story le
desvela a Vick las consecuencias de ese despertar: Un niño de esta tierra crecerá en un hogar donde estará tu libro, del
que hablarán mucho. Crecerá con esas ideas en su cabeza y se convertirá en un
gran orador. Hablará y sus palabras las escucharán en toda esta tierra y en
todo el mundo; ese niño se convertirá en el líder de este país, e iniciará un
movimiento de grandes cambios. Hablará de ti y de tus palabras. Tu libro será
la semilla de muchas de sus grandes ideas; será la semilla del cambio.
Los arquetipos
Aunque parezca
intrascendente, vemos a las hermanas de la Torre saltando al agua
de la piscina y gritando al unísono…
Dado que el legado ya ha
sido entregado, ahora sólo resta preparar el regreso definitivo de la narf a su
mundo. Cleveland le dice a Story que entiende que ella no puede revelar más
sobre el Mundo Azul, pero que necesita cierta información para la estrategia de
apoyo a su partida, así que le propone que responda sí o no a una serie de
preguntas.
Anna, la hermana del escritor,
le dice a la narf que ella, cuando era una niña y hacía alguna travesura en
compañía de sus amigas, para no sentir que las traicionaba cuando su madre le
preguntaba por ello, callaba pero informaba a través de gestos. Story acoge la
sugerencia y se presta a entrar en el juego, y Cleveland sigue hablando:
-En este cuento la narf ha llegado a un lugar
predestinado, y debe regresar a su mundo partiendo del mismo sitio. El Gran Eatlon, el águila gigante,
regresará a por ella. Hay humanos con poderes que pueden ayudarla, y esas
personas han ido –de manera inconsciente- a vivir cerca del recipiente. Esas personas no saben
quienes son, y siempre aparecen al principio del cuento. Tienen nombres
extraños: El Guardián, El Simbolista y El Gremio.
Story gesticula afirmativamente,
y Anna entiende que Heep es El Guardián. El Simbolista es alguien que interpreta mensajes provenientes del
universo. El Gremio se define porque
en él se unirán muchas manos para ayudar (se trata de la vertiente física del
arquetipo). También está La Curandera , que no
siempre aparece en este cuento; generalmente es una mujer, tan llena de
esperanza que puede devolverle la vida a todas las cosas. Es fácil de reconocer
porque las mariposas (tótem de la resurrección) van a ella.
Story no desvela quiénes son
La Curandera ,
El Gremio y El Simbolista, y les
hace saber que ellos deben averiguarlo. Esa es parte indispensable de la
esencia de esta fábula, en la que las adversidades provocan la búsqueda, y la
búsqueda en sí conduce a la identificación de los arquetipos en sus respectivos
cuerpos.
Al acabar la charla, Cleveland
va a visitar al escéptico y malhumorado crítico de cine, en la creencia de que
se trata de El Simbolista o, al
menos, puede ayudarle a reconocerlo. Sin embargo, éste es demasiado terrenal, odia
las comedias románticas y desprecia los sentimientos. Esos son síntomas
suficientes de su desconexión con la naturaleza misma de la interpretación
simbólica, ya que ésta tiene un alto componente de visión poética de las cosas,
algo de lo que Farber carece por completo.
Nada más abrir la puerta del
apartamento, el crítico reprocha a Heep que no sea capaz de evitarle los ruidos
de otros vecinos. No obstante, le sugiere que El Simbolista podría ser alguien al que se le dan bien los
crucigramas, mientras que El Gremio
podría ser el molesto grupo de jóvenes fumadores que tiene por vecinos.
Con esos datos, Cleveland se
dirige a casa del señor Dury, persona experta en crucigramas que parece reunir
las condiciones para ser el intérprete de los mensajes del universo. Y es
entonces cuando volvemos a escuchar al pequeño Joey, mientras observa una caja
de cereales:
-Se supone que debiera
hacerme sentir feliz, pero me pongo triste… como esa vez que te olvidaste de
venir a por mí al colegio.
En efecto, el crío ve más
allá de las imágenes, tal como ocurriera en una primera ocasión, pero su padre
y Cleveland no le prestan atención.
A pesar de que el señor Dury
es un ser excesivamente racional, ajeno a los sentimientos de su hijo, el
supervisor cree ver en él al intérprete que se requiere para ayudar a la ninfa.
Cierto que este experto en hallar las palabras adecuadas hace uso de su
inteligencia deductiva, pero su comportamiento es demasiado frío. No es de
extrañar que su apellido derive del término latino para definir ‘estricto’.
Con todo, Cleveland,
claramente influido por la opinión de Farber, considera que tanto el señor Dury
como los holgazanes que matan las horas fumando y hablando, son las personas
apropiadas para la labor de apoyo.
Respecto al rol de La Curandera ,
nuestro hombre piensa que debe estar representada por la señora Bell, puesto
que cuando fue a verla la última vez una mariposa revoleó cerca y se posó en su
hombro.
De este modo, todos los
arquetipos se reúnen alrededor de Story. Ya puede comenzar a escenificarse el
acto que la devolverá a su mundo.
Enfrentando a la bestia
Tenemos a El Simbolista (Dury), a La
Curandera (Bell), a El
Gremio (los fumadores), y a El
Guardián (Heep). O eso parece…
Cuando todos están reunidos
en torno a la narf, Dury toma en sus manos un crucigrama y comienza su labor
interpretativa. Cree entender que hay un plan
esencial que debe desarrollarse durante la celebración de una fiesta
nocturna junto a la piscina. El festejo, a organizar por El Gremio, ha de servir para proteger a Story del ataque del
scrunt, hasta la llegada del águila gigante. Vale, todos se ponen manos a la
obra…
Mientras tanto, el inseguro
señor Heep, de nuevo en su bungalow junto a la narf, se propone comprobar que
él es El Guardián. Para ello sale afuera,
al jardín cubierto de niebla, a la espera de mostrarle su determinación al temible
scrunt. Story le explica que El Guardián
posee la capacidad de hipnotizar a la bestia con la mirada, controlando su
mente. De ese modo la criatura retrocederá.
Pero lo que no se tiene
seguro en la psique no se puede formalizar en un acto tan arriesgado, y
Cleveland siente miedo frente a la bestial criatura, cayendo en su huida…
Estamos junto a la piscina.
Con un cierto halo de comicidad, vemos a Heep tirado en el suelo de forma
ridícula. Frente a él no tenemos al monstruoso animal que lo amenazaba, sino al
siempre tedioso señor Farber. Sospechosamente, viste una camiseta verde,
semejante al color del scrunt…
-¿Qué es lo que hace?
–pregunta el crítico.
-Ah… -Heep balbucea
avergonzado- ¿puedo ayudarle en algo?
-No –responde con
rotundidad.
Este breve diálogo repite la
misma estructura que ya vimos cuando el supervisor acudió a buscar consejo al
apartamento del crítico. En ambos casos, el engreído inquilino presupone la inutilidad
del apañado señor Heep, al que hace sentir una completa frustración. No es
descabellado pensar que existe una relación simbólica entre el crítico y la
bestia que trata de acabar con la vida de Story, personificación de la inocencia.
De hecho, Farber acaba de
ver una película romántica -que califica de ‘basura’- en la que la pareja se dice que se quiere bajo la lluvia. También
se pregunta ¿por qué a todo el mundo, en
el cine, le gusta hablar bajo la lluvia?
Cleveland responderá dando
muestras de un lento despertar al lenguaje que había olvidado:
-Bueno, quizás es una
metáfora para hablar de la purificación y de un nuevo comienzo.
-No –contesta seco y hasta
autoritario-. Claro que no.
Sin duda se trata de un
enfrentamiento psicológico, una superposición de lo que acaba de ocurrir sobre
el césped. Farber y el scrunt son dos
imágenes de una misma esencia. Así que, aunque la apariencia diga lo contrario,
Heep combate a la bestia cuando responde sobre la interpretación poética de la
lluvia en el cine. La convicción que fluyó de su contestación enfureció más aún
a su contrincante dialéctico. En verdad, la bestia sí se sintió amenazada.
No obstante, la repentina aparición
del crítico junto a la piscina será malinterpretada por Cleveland, que cree que
su llegada evitó que el animal lo atacara. Y se siente desgraciado, incapaz de
proteger a su amiga, preguntándose dónde está la justicia…
El buen consejo
Amanece un nuevo día y se
anuncia la fiesta que esa noche se celebrará junto a la piscina. Para dar una
oportuna justificación se dice que el festejo es en honor del recién llegado.
Cuando Cleveland se acerca
al apartamento del reservado y observador señor Leeds, con el fin de preguntarle
si asistirá al festejo, éste le hace partícipe de que conoce lo que ocurrió con
su familia años atrás. Y le ofrece palabras de ánimo y apoyo: No puede rendirse. No puede esconderse aquí,
hijo. No querrá acabar como yo. Y de ese modo le hace comprender que la
tragedia familiar no es algo que él pudiera evitar, motivo por el que no debe
torturarse.
Simbólicamente, Leeds
personifica lo que será nuestro protagonista si no resuelve el conflicto
emocional que tiene a su alcance solucionar. Este vecino ve la vida pasar sin
optimismo alguno, sin chispa, siempre atento a la dura realidad, representada
en la guerra televisada.
Leeds es un mero observador
de lo que ha supuesto la ruptura entre el mundo interior y el exterior, tal
como se nos expresó en la introducción al cuento: Se sucedieron las guerras, al no haber guías a los que escuchar.
Por esa razón anima a Heep, su yo actual,
para que sea fuerte y rectifique la senda de su vida asimilando el legado de la Dama
Narf , que aspira a que el hombre se escuche a sí mismo, y
que esa determinación acabe derivando -a modo de silenciosa revolución
espiritual ajena a todo obstáculo- en la aparición de líderes responsables que
no entren en el indebido juego de la especulación sobre el alma del hombre.
Líderes que no sean cínicos, que venzan los obstáculos de lo evidente y crean
en la realización de lo utópico.
Sin rendirse ante el miedo, Vick, el escritor que
necesitaba recobrar la fuerza creativa, acaba su libro. La inspirada creación
ha tomado forma en un texto que disgustará mucho a los capataces de la granja
mundial. Sin duda, es simiente de cambio. Y la semilla, la buena semilla, debe
morir, transformarse, para germinar. Y así se le hace saber al intuitivo autor.
Las palabras contenidas en su libro son él mismo, y perdurarán. Pero Vick, como
recipiente, no ha concluido su trabajo, su compromiso con un mundo nuevo. Aun
le resta enfrentar al intolerante mundo viejo que presume de civilizado,
mientras firma sentencias de muerte para los inocentes más incómodos.
Story le hace saber al
escritor que ese libro será su sentencia de muerte.
Comienza la fiesta. Y vemos
al señor Farber, cómo no, elegantemente vestido con una corbata de color verde.
Cree que todo ese bullicio es en su honor, razón por la que se muestra exultante,
lleno de su propio ego. El temible scrunt,
extensión del crítico, merodea por los alrededores.
Parece que todo está como
debe ser, pero –repentinamente- el plan diseñado en torno a Story fracasa.
Reggie, el joven culturista,
peculiar personaje del que no sabemos nada desde el comienzo del relato, intuye
que algo extraño está sucediendo. Él ignora el objetivo que se oculta tras la
fiesta; ni tan siquiera conoce a la ninfa, pero se siente en estado de alerta e
intuye que algo misterioso y singular está por suceder…
Entretanto, el supuesto Gremio anda desorganizado, ocasión que
el scrunt aprovecha para ir a por una
Story completamente desprotegida. En medio de tanta confusión, sólo la
sagacidad de Cleveland evitará que la narf desaparezca, arrastrada por el
animal, más allá del jardín. Pero Story está inconsciente y es llevada al
bloque de apartamentos, al que también vemos acceder a la bestia verde...
¿Por qué ha fallado el plan?
Bueno, vemos que la señora Bell (la supuesta Curandera) no puede sanar las heridas de la joven ninfa.
Definitivamente, la idea de hacer una fiesta ha sido un verdadero fiasco,
evidenciando que el señor Dury no es El
Simbolista, ni los fumadores -coordinadores del evento- son El Gremio. Una vez más la apariencia ha
jugado una mala pasada. Se exige mayor precisión en la descodificación del
lenguaje simbólico, pero también definir la verdadera identidad del respetado
señor Farber. Porque fue el crítico, y no otra persona, quien asesoró a
Cleveland.
-Parecía tan seguro… -se
lamenta el superintendente-. Parecía que él lo sabía.
-¿Qué tipo de persona podría
ser tan arrogante como para presumir que conoce las intenciones de otro ser
humano? –pregunta el señor Dury- ¿Quién ha puesto en peligro la vida de esta
joven?
Y la respuesta es muy
simple: vemos a Farber entrar en el edificio y tratar de encender la luz, pero
la bombilla estalla... Indiscutiblemente, no es un personaje más. De una manera
sutil se nos deja ver que representa todo aquello que Cleveland debe extirpar
de su mente.
Pero no sólo el encargado de
La Ensenada tiene a Farber como simbólico enemigo;
la bombilla que estalla cuando ha apretado el interruptor nos transporta a la
lámpara estropeada del escritorio de Vick, alegórica razón de su apatía a
seguir escribiendo.
Farber es de carácter agrio,
cree que está de vuelta de todo y que no hay nada nuevo por lo que sorprenderse.
Sencillamente, el feroz crítico es la encarnación de la involución, de los monstruos
que crea la preeminencia del hemisferio izquierdo (racional) del cerebro.
Tal es así, que su llegada
al bloque de apartamentos coincide –premeditadamente- con la llegada de la
narf, personificación de un mundo que reivindica el equilibrio entre
hemisferios cerebrales, reclamando el ejercicio de las prestaciones que ofrece
el lado derecho, emocional.
Lo hemos visto reprochar a
Heep, con poca sutileza, su incapacidad para evitarle los ruidos provocados por
otros vecinos: ¿Puede hacer algo al respecto?
Claro que no. Y presenciamos un duelo psicológico junto a la piscina, en el
que se mostraba ofendido por la perspicacia del superintendente al dar
explicación a determinado lenguaje cinematográfico.
Incluso las aportaciones que le hace sobre quiénes
podrían personificar a El Simbolista
y El Gremio, fueron erradas. La
ingenuidad del supervisor, la alta consideración que le dio al recién llegado,
facilitaron el engaño.
(El intérprete necio se
precipita, pero el sabio escucha, observa, sigue observando y extrae
conclusiones. El objetivo de la observación es la observación misma, que es tan
sustanciosa y rica en sí misma que en ella se madura y se acrecienta la
paciencia y la perspicacia.)
En el plano simbólico, la
veneración a la apariencia es la que produce los errores de percepción de
Cleveland Heep. Sólo ahora, interpretando desde lo más profundo de su psique
intuitiva, podrá adjudicar perfectamente los roles arquetípicos.
Así que no es de extrañar que
ahora, cuando se han desvelado las falsas apreciaciones y se afina la agudeza,
el ya prescindible personaje secundario
desagradable sea atacado por el scrunt.
En una de las escenas más cómicas de la película, Farber muere violentamente.
Entretanto, se avecina
tormenta y hay que reescribir un plan para salvar a Story.
Secreto revelado
El tiempo escasea y hay que identificar a los cuerpos que portan los
arquetipos de Guardián, Curandera, Gremio y Simbolista. Este último es, en palabras de la hermana del escritor,
alguien que ve pureza donde nosotros
vemos mundanidad; que ve la voz de Dios en lo cotidiano. Ahora resulta
mucho más sencillo. Ya no existe la maraña mental que creaba el difunto señor
Faber.
Y vemos al pequeño Joey. Él
es el intérprete cotidiano, El Simbolista.
Paciente, frente a un montón de cajas de cereales, comienza su trabajo: Hay una ceremonia que celebrar, encabezada
por una Curandera… Se van a necesitar las manos de El Gremio y las de dos
personas más… Es una ceremonia de siete hermanas que entrelazarán sus manos
como si fueran una sola persona, un solo corazón, para otorgar fuerza al
momento. Harán falta, como testigos, un hombre que no tenga secretos y otro
cuya opinión sea muy respetada.
¿Quiénes son las siete
hermanas? Bien. Cinco de ellas son las ruidosas hermanas hispanas (de la Torre ) que, al comienzo de la película,
gritaban ante la amenaza de un roedor. También las vimos divertirse, llenas de
vida, saltando juntas a la piscina.
Las otras dos ‘hermanas’ son
Anna y Young-Soon. Esta hermandad no sanguínea es la representación de la
feminidad que debe despertar con todo el proceso. Ellas son las comisionadas de
esa nueva manera de entender el mundo y las relaciones humanas. Su unidad
energética romperá los obstáculos lingüísticos y étnicos, razón por la que
deben provenir de culturas diferentes. El número siete, considerado sagrado por
la mayoría de las culturas, personifica virtudes tales como la templanza, la
prudencia y la justicia.
Además, Las Siete Hermanas es como popularmente se denomina a Las Pléyades,
conjunto de estrellas conocido desde la antigüedad, que ayudaba a los
navegantes a orientarse en la noche. Las Pléyades es una denominación griega
que significa hijas de palomas, lo
que las vincula, directamente, con ese otro símbolo del femenino Espíritu Santo,
la paloma.
El testigo que
no tiene secretos no es otro que el marido de la indiscreta señora Bunchik,
cuyas intimidades son de dominio público. El testigo cuya opinión sea muy respetada es el misterioso señor Leeds, cuyos
consejos a Cleveland no fueron en vano.
Mientras, el universo sigue
en movimiento y comienza a llover, motivando el desalojo de la zona de la
piscina por parte de los inquilinos que permanecían en la fiesta.
Esta lluvia purificadora se
produce simultáneamente al comienzo de la ceremonia. En ese mismo plano
alegórico, vemos al scrunt dentro de
la lavandería del edificio, observando una lavadora que está limpiando una
prenda de ropa que podría simbolizar el envoltorio del alma.
Todo parece estar listo,
pero la señora Bell no se muestra capaz de sanar a Story. ¿Qué hay de La
Curandera ? El señor Leeds se desespera y lucha contra el
fatalismo que lo ha dominado hasta entonces: Yo quería creer que había algo más que todo el horror que nos rodea,
pero todo tiene un límite.
La joven Young-Soon,
evidenciando que el relato narf también ha hecho mella en su psique, lo anima a
seguir creyendo: Señor Leeds, es hora de
demostrar que algunos cuentos son reales.
Joey, El Simbolista, aclara la razón por la que la señora Bell no logra
sanar a la ninfa: se trata de El
Curandero. El Curandero encabezará una ceremonia de siete hermanas…
Cleveland creía que se trataba de la señora Bell: yo vi como una mariposa se posaba encima.
-Pero usted, señor Heep
–responde la señora-, hizo que la mariposa viniera a mí. La vi venir al
acercarse usted.
Sí, el hombre que cree que
no vale para mucho más que las tareas propias del mantenimiento de una
urbanización, es El Curandero. De
hecho, sana a todos los inquilinos, puesto que el hogar de cada uno de ellos es
un símil del cuerpo humano.
Estamos en el momento más
decisivo del relato. Cleveland Heep coloca sus manos sobre las heridas de la
narf mientras las siete hermanas colocan las suyas sobre la espalda de él. Y de
ese modo, nuestro protagonista empieza a compartir, entre irreprimibles
llantos, aquello que guardaba desde hace años como un dañino secreto: Siento no haber podido protegeros. Debería
haber estado allí. Siempre me lamentaré de no haber estado ahí… Echo de menos
vuestras caras; me hacían pensar en Dios. ¡Estoy tan perdido sin vosotros…!
Y Story sana a través de la
catarsis de su atormentado amigo. Y todo lo que estaba desequilibrado en la
mente compartida de nuestros personajes, se personifica en la figura de El Guardián, un hombre que ha
desarrollado más la parte derecha de su cuerpo (inteligencia emocional), que la
izquierda (inteligencia racional). Puesto que el proceso regenerador en la
psique ha fructificado, su manifestación en el plano material debe ser
evidente. Y lo es a través de la defensa física que Reggie, el peculiar
culturista, hace de la narf. El muchacho frente al scrunt. Masculino y femenino, exterior e interior, unidos contra la
bestia.
Heep ha reequilibrado, a
través de los demás personajes arquetípicos, sus energías. Porque toda emoción
liberada es energía en movimiento que crea un efecto. Emoción que, llegando a
ser muy intensa, interviene sobre la materia.
Esa rectificación de nuestro
protagonista sobre su masculinidad (excesivamente lógica), dejando intervenir a
la feminidad (intuitiva) que lo complementa, se personifica en la acción
defensiva de Reggie, como arquetipo de guerrero y guardián. Ahora podrán entran
en juego los tartutic -imágenes de la
justicia-, que se llevan al scrunt,
efigie de los horrores que engendra una mente sin atemperar.
(Lo masculino primigenio ha
sido definido como ánimus, y lo
primigenio femenino, ánima. Ambos son
arquetipos complementarios que debieran estar armonizados en cada ser humano.
La preeminencia de uno sobre el otro conduce a todo tipo de desequilibrios. La
mentalidad masculina, estrictamente racional y lógica, no podrá llenar jamás el
vacío de una emotividad femenina desterrada, cuya función de lazo con la
esencia espiritual de las cosas se ve infravalorada.
Igualmente, una emotividad
femenina desbocada jamás podrá llenar el espacio dejado por una mentalidad
masculina que conecta a la psique con el plano físico. Ambos aspectos del yo se
necesitan para subsanar los excesos y contrapesar sus influencias. Sol y luna
en conjunción.)
Como insuperable broche
final, la tormenta descarga su furia sobre La Ensenada.
El Gran Eatlon se
acerca a recoger a una Dama Narf que ha cumplido su cometido. Bajo la lluvia,
ciertamente como una metáfora que nos habla de purificación y de un nuevo
momento, Cleveland Heep y Story se abrazan. Él se despide dándole las gracias
por haber salvado su vida. No hacen falta más palabras. Young-Soon tenía razón
cuando decía que el cuento era como una oración, buena medicina, que se dice.
Genial!!! Una peli que muy pocos entienden, bravo!
ResponderEliminarMe encantó este análisis! Muchas gracias por compartirlo solamente diría que la conjunción entre la inteligencia masculina y femenina son propiamente el señor heep y la dama del agua "Story". Esa relación simbiótica sin saberlo ambos trajeron el equilibrio a toda la historia ! 💕 Saludos
ResponderEliminarCelebro que te gustara. Gracias por tu apreciación. Saludos!
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