sábado, 5 de mayo de 2018

La Amenaza - Revelando Secreta Agenda Alienígena (II)


LA AMENAZA

Capítulo III
Sombras de la mente

He recibido miles de llamadas de teléfono y cartas de personas que tienen recuerdos de inusuales experiencias que les han inquietado sobremanera. Han buscado en vano, durante años, el origen de esos recuerdos. Piensan que yo, tal vez, pueda ayudarles.

Por supuesto, el que una persona haya vivido experiencias fuera de lo corriente no necesariamente significa que haya sido abducida. A este respecto, he diseñado un método de exploración que me permite identificar a quienes no son serios en su búsqueda de una respuesta (y podrían estar, simplemente, tonteando), aquellos que no están emocionalmente preparados para adentrarse en la observación de lo que han vivido, y aquellos otros que no han tenido, según estimo, experiencias que nos sugieran que se trata de abducidos.
En principio, de forma deliberada les hago realizar una serie de tareas. Les pido que rellenen un cuestionario sobre las experiencias que les llevaron hacia lo vivido, y sobre otras que, sin ellos haberse dado cuenta, podían haber sido parte del fenómeno de las abducciones (por ejemplo: ¿Alguna vez has visto un fantasma?). Les pido que me envíen el cuestionario completado, que yo analizo, tras lo cual decido si tal experiencia es, o no, suficientemente significativa como para justificar más investigación mediante la hipnosis. Cuando vuelvo a hablar con ellos trato de persuadirles de que no miren dentro de lo que podríamos llamar la ‘Caja de Pandora’. Les doy sólidas y honestas advertencias sobre los riesgos de adentrarse en una hipnosis que desvelará un evento de abducción: podrían padecer depresión, alteración del sueño, aislamiento emocional, etc. En efecto, se exponen a cambiar un problema por otro. Así que les animo a que comuniquen su decisión a sus seres queridos, y que posteriormente me llamen. Luego les hago saber, de nuevo, mis advertencias, que les envío por escrito, de forma que puedan tomar una decisión lo más informados posible.
Alrededor del 30 % que se pone en contacto conmigo decide no someterse, en ese momento, a la hipnosis. Para ellos es la decisión correcta, sin importar cuales sean sus motivaciones. A quienes deciden sí seguir adelante con el proceso, les vuelvo a reiterar mis advertencias y, si asumen su decisión, acordamos una cita para llevar a cabo una sesión. Para cuando llegan por primera vez a la sesión de hipnosis regresiva, yo ya he insistido suficientemente sobre los riesgos que podrían surgir de una regresión. Igualmente, son conscientes de que aquello que emerja de ella no necesariamente tiene que ser preciso o, incluso, cierto.
Cuando, finalmente, llegan a mi casa, subimos las escaleras que conducen a mi oficina y charlamos durante una o dos horas antes de que la hipnosis dé comienzo. Habremos acordado sobre qué suceso concreto de sus vidas deseamos investigar durante esa sesión. Podría tratarse, por ejemplo, de una ocasión de ‘tiempo perdido’ (missing time) o un incidente en el cual despertaron del sueño y advirtieron la presencia de pequeños seres alrededor de su cama. Después se tienden en el diván, cierran los ojos y los conduzco a una relajación que les permita concentrarse. En esa primera sesión, habitualmente, el paciente se siente desconcertado, pues no advierte un estado de hipnosis que lo saque se su forma habitual; puede debatir conmigo, ir al lavabo, y está completamente en control de sus constantes.
Nunca sé qué es lo que va a surgir en una sesión de hipnosis. Si el paciente recuerda un evento de abducción –y hay falsas alarmas, cuando parece que una abducción podría haber tenido lugar pero nunca la hubo-, empiezo a realizar preguntas prudentes, a modo de simple conversación que sigue el hilo que el sujeto comienza.
Algunos abducidos narran sus experiencias con una cierta distancia e imparcialidad, observando lo ocurrido en el pasado desde un punto presente; otros reviven el suceso como si estuviesen precisamente en el momento en que aconteció. Unos están calmados mientras recuerdan y otros tan aterrados que se les hace muy difícil continuar, por mucho que yo les trato de facilitar la regresión.
Hay quienes recuerdan lo vivido entre titubeos, como si los recuerdos brotasen a cuentagotas, mientras que otros tienen dificultades para describir sus experiencias, pues sus recuerdos parecen ser arrastrados por la corriente. Casi todos los abducidos recuerdan sus vivencias con una combinación de asombro, sorpresa y familiaridad.
Cuando han concluido la regresión, recuerdan lo vivido y hablamos de ello por un tiempo; cuando deja mi consulta han transcurrido unas cinco horas.
A pesar de las advertencias que les doy y de las discusiones preliminares al respecto antes de la primera regresión, sobre el 25 % de los pacientes no continúa con el proceso; están demasiado asustados para proseguir. Pero con aquellos que sí siguen adelante, mis sesiones con ellos son tantas como puedo. Desesperadamente quieren comprender qué les ha ocurrido y cómo les ha afectado en sus vidas. He llegado a conducir hasta treinta y tres sesiones con un solo individuo, aunque el promedio de los 110 abducidos que he tratado es de seis sesiones. Habitualmente no hago dos regresiones sobre un mismo evento de abducción.
Mi cuestionario no es del tipo interrogatorio. Intento establecer intercambio informativo con el abducido, después de estar seguro de que no les influiré, ni siquiera involuntariamente. Los llevo a que piensen cuidadosamente en los eventos, tratando de darles la perspectiva y la habilidad de analizarlos, tal como ellos recuerdan. Y sobre todas las cosas, trato de normalizarlos, de tal modo que los abducidos puedan liberarse a sí mismos del inconsciente agarre emocional que el fenómeno les provoca a lo largo de sus vidas.
Procuro de darles la fuerza que les permita desvincularse a sí mismos respecto de los efectos psicológicos de la abducción, de forma que puedan seguir con normalidad sus vidas, sin pensar constantemente en su situación. Me gusta llevarlos al punto en el que no sienten más la necesidad de buscar a un hipnotizador que les permita comprender lo que hasta entonces les ha venido pasando.
La hipnosis es sencilla. En tanto que una persona quiera ser hipnotizada, cualquiera puede llevar a cabo el proceso. El problema estriba en hacer las preguntas adecuadas, del modo efectivo, en el momento preciso, e interpretando las respuestas correctamente.
La dinámica correcta entre hipnotizador y abducido depende del conocimiento que el primero haya adquirido sobre el fenómeno de las abducciones, la práctica de la hipnosis, y las ideas preconcebidas que lleve consigo a la hora de realizar la terapia.
Adicionalmente, el hipnotizador debe ayudar al paciente a sobrellevar los traumáticos recuerdos, interviniendo terapéuticamente durante la sesión y proporcionándole consuelo. De este modo, un hipnotizador competente debe tener conocimiento profesional sobre hipnosis, sólido conocimiento del fenómeno de las abducciones, estar familiarizado con la ‘falsa memoria’, y destreza en cómo desarrollar una terapia. Desafortunadamente, sólo hay unos pocos individuos con semejantes cualificaciones.
Todos los investigadores competentes aprenden rápidamente que la memoria es volátil y poco fiable. No es infrecuente que una persona recuerde los detalles de un evento traumático de manera errónea. Los investigadores han demostrado que se puede hacer recordar algo que jamás ha ocurrido. Una conversación informal, pero deliberada, sobre un evento, puede dar paso a la ‘instalación’ en el paciente de un recuerdo que carece de toda base real. Además, con el paso del tiempo, la memoria se degrada, los sucesos se mezclan unos con otros, y la fantasía se superpone a la realidad.
Fui extremadamente afortunado al haberme topado con la realidad de las mentes volátiles desde la primera vez que conduje una sesión de hipnosis regresiva. Melissa Bucknell -de 27 años- y yo, estábamos de acuerdo desde antes de comenzar la sesión, en investigar un incidente que ocurrió cuando sólo tenía seis años. Ella comenzó a describir cómo jugaba con una amiguita en el campo, cuando se inclinó para observar de cerca una mariposa y se quedó paralizada en esa posición. Seguidamente, se encontró a sí misma elevándose hasta que se adentró en un ovni que flotaba en el aire. Allí, unos seres de extraña apariencia le quitaron el vestido y la colocaron sobre una mesa, donde le realizaron todo un examen físico y, para su vergüenza, hasta una prueba ginecológica.
Tras esto, un alienígena con apariencia bastante cercana a la humana –a quien Melissa llamó ‘Sanda’- la condujo hasta un vestíbulo donde la niña se encontró con una criatura de pequeña estatura. A Melissa se le hizo tocar la cabeza del pequeño alien e, inmediatamente, sintió amor, calidez y cariño procedentes del ente. Posteriormente, Sanda la introdujo en otra sala, donde se estaba celebrando una especie de reunión de muchos aliens, todos sentados alrededor de una mesa, debatiendo sobre cuán brillante, fuerte y buena era Melissa, y que así sería también de adulta. Tras todo esto, la niña fue conducida a un vestíbulo, donde se la vistió antes de ser devuelta al campo de donde había sido tomada.
Aquella noche, tras la sesión, traté de escuchar la grabación de audio que le hice a Melissa, y –para mi horror- descubrí que la paciente había hablado tan suavemente que nada había quedado registrado. Así que, bueno, continué trabajando con Melissa y, tres meses después de aquella primera sesión, sugerí volver a aquel suceso que ella había narrado, explicándole lo que había ocurrido con la cinta de audio. En esa nueva ocasión, la paciente estaba menos segura de lo que había sucedido; se describió a sí misma flotando dentro del ovni, recordó la parte del examen físico relativo a la parte ginecológica (relato que volvió a avergonzarla), cómo la levantaban de la mesa, la vestían y, finalmente, devolvían al campo. Para mi sorpresa, no relató el episodio del encuentro con el pequeño alienígena al que tocaba la cabeza y del que sintió su amor. Tampoco hubo mención al consejo de entidades reunidas alrededor de la mesa, dialogando sobre las cualidades de la niña.
Quedé perplejo. Durante la primera sesión, Melissa me había hablado con gran convicción y emoción del encuentro con el alienígena de pequeña estatura, pero ahora que yo le preguntaba al respecto, ella no estaba tan segura de que tal episodio hubiese ocurrido realmente. También le pregunté sobre el consejo de aliens alrededor de la mesa, y su respuesta –tras pensar sobre ello por un instante- fue que, tal vez, dicho episodio fue vivido por una amiga suya, también abducida. De lo que Melissa estaba bastante segura era de que no le había ocurrido a ella.
Esta experiencia me enseñó una valiosa lección, ya que me había dado cuenta de que, aún con entera honestidad y sinceridad, los abducidos podían, algunas veces, recordar cosas que no eran ciertas. Así que me decidí a trabajar con una estricta metodología que me permitiera estar vigilante ante falsos recuerdos. En tanto que mi investigación progresaba, cuando un abducido me informaba de algo que yo nunca había escuchado antes, yo esperaría por una confirmación de otro abducido desconocedor del testimonio primero. Cuidadosamente cuestioné cada inconsistencia, laguna o salto lógico. Trabajé por una completa cronología de los hechos, segundo a segundo, de cada evento de abducción, sin saltarme nada, sin lagunas u omisiones.
Nunca más volví a escuchar otro relato de abducido al que se le hubiese requerido tocar la cabeza de un alienígena y recibir así emociones amorosas. He escuchado algunos episodios de aliens sentados tras un escritorio, desde donde hablan al abducido, pero en circunstancias distintas a las narradas por Melissa. Además, Melissa nunca volvería, tras más de treinta sesiones conmigo, a mencionar un suceso similar. Todo lo cual sugiere que ella podría haber absorbido, inconscientemente, un fragmento de memoria procedente de su amiga abducida, estando confusa sobre otros detalles.
Melissa Bucknell me ha hecho un tremendo favor, pues me ha enseñado los peligros extraer testimonios mediante hipnosis. Fue una lección que agradezco haber aprendido, pues se trata de una de esas cuestiones que todo hipnotizador e investigador del fenómeno debiera aprender.

Recuerdo de un suceso normal

Lo que es un ‘recuerdo normal’ no es fácil de comprender. Los neurólogos saben que el cerebro humano registra sucesos a los que otorga, por así decirlo, un código de prioridad. Por ejemplo, recordar un crimen del que has sido testigo recibe por tu parte una mayor prioridad que el recuerdo de a quién te cruzaste paseando por la calle. Esto es así porque el cerebro organiza todo su material sobre la base del impacto sensorial. En primer lugar toman lugar los detalles surgidos de lo visual, lo auditivo, lo olfativo, y lo táctil, en memoria a corto plazo; después, si fueran suficientemente importantes, almacena esos detalles en la miríada de espacios neuronales que dan forma a la memoria a largo plazo.
El cerebro posee un sistema de recuperación de datos que trae al consciente, por variados medios, los recuerdos: pensando acerca del suceso en cuestión, permitiendo que otro suceso provoque el recuerdo de esos datos. También se puede hacer emerger ese recuerdo mediante una señal determinada, un sonido, aroma, o tacto. La memoria también puede residir en la consciencia de uno, sin un mecanismo que haga saltar recuerdos, como sucesos traumáticos difíciles de olvidar.
La memoria no se almacena de manera lineal, sino en una base de datos ‘relacional’, donde varios bits de memoria están depositados en varios espacios neuronales. La fecha y la hora de un evento son colocados en un espacio concreto, el lugar donde se produjo el hecho es colocado en otro, los sonidos relacionados con el suceso en otro, y del mismo modo sucede con respecto al color, los aromas, sensaciones, etc. Cada uno de esos fragmentos de memoria puede ser eventualmente olvidado; es susceptible de deteriorarse hasta deformarse por completo. Algunas veces, una persona recuerda un fragmento de memoria que únicamente tiene sentido si el sujeto inconscientemente crea un escenario para ese fragmento de memoria, incluso si se trata de un escenario ficticio creado para incorporar ese fragmento.
Dada la complejidad de la memoria, es de esperar que muchos críticos del fenómeno de las abducciones argumenten que las abducciones son sólo creaciones mentales, trampas que le juega la mente al individuo. En ese sentido, los críticos afirman que las abducciones pueden explicarse como consecuencia del síndrome de falsos recuerdos y la contaminación cultural (cine y televisión) de la mente. ¿Son válidas sus objeciones?

Síndrome del recuerdo falso

Los críticos del fenómeno de las abducciones postulan que los abducidos, a menudo animados por los investigadores, inconscientemente se inventan fantasías sobre sucesos de abducción. Que las personas pueden tener falsos recuerdos es indudable; dándose ciertas circunstancias puede, por ejemplo, inventar complejas informaciones sobre abusos físicos y sexuales. La Fundación del Síndrome de Falso Recuerdo (FMSF)(1), en Filadelfia, está compuesta por miembros que injustamente han sido acusados de abuso sexual.
Los falsos recuerdos acerca de abusos se producen cuando la persona recuerda algún suceso, generalmente de cuando se era niño, que nunca ocurrió. No obstante, los detalles que relatan las víctimas pueden ser extraordinarios. Estos reviven sus experiencias con el mismo impacto emocional de los sucesos que son reales. Algunos recuerdan cultos satánicos que los aterrorizaron, en los que incluso aparecen bebés asesinados en sacrificios rituales. Cuando las ‘víctimas’ se ven confrontadas con los hechos reales (los investigadores no han hallado bebés muertos; no hay denuncia alguna sobre bebés que hayan desaparecido cuando los supuestos rituales tuvieron lugar), éstas, las víctimas, dan –furiosamente- explicaciones, tales como que las madres de los bebés sacrificados eran satanistas que entregaron a sus criaturas a dichos rituales, razón por la que no reportaron su desaparición.
Las personas pueden expresar recuerdos falsos con tanta convicción y sinceridad que llegan a engañar a muchos investigadores. Sacar a la luz falsos recuerdos de abuso sexual puede también a conducir a mayores traumas en sus vidas; las familias se rompen, los hermanos se separan, aparecen las demandas judiciales, y personas inocentes son injustamente acusadas e, incluso, encarceladas.
Sacar a la luz recuerdos falsos es algo que, usualmente es facilitado por un terapeuta que está convencido de que su cliente ha padecido abuso sexual (o la clase de abuso que el falso recuerdo muestre), incluso aunque su paciente no tenga memoria de ello. A través de una insistente persuasión, el terapeuta le inculca a su cliente que todos sus problemas emocionales proceden de la represión de un recuerdo de algún trauma anterior. El terapeuta podría decirle al paciente que si piensa intensamente podrá recordar el suceso traumático. A juicio del terapeuta, la sanación sólo tendrá lugar cuando los recuerdos comiencen a aflorar, considerando que no recordar el trauma es síntoma de que la víctima está en un estado de negación, la cual es –a juicio del terapeuta- una ‘prueba’ del abuso. Atrapado en este bucle, la víctima de un terapeuta serio pero equivocado lo tiene difícil para salir de él. Finalmente, como ocurrió en el conocido caso de Paul Ingram y su hija, el sujeto acaba ‘recordando’ el abuso(2).
Hay expertos investigadores del síndrome de Falso Recuerdo, quienes han tenido una extensa experiencia en lo que se refiere a alegaciones de abusos sexuales, y son capaces de detectarlo. En cualquier caso, estos investigadores han comenzado a extender sus habilidades hacia áreas que, desafortunadamente, no son su especialidad. Y el fenómeno de las abducciones se ha convertido en un irresistible objetivo.
Por ejemplo, el psicólogo y especialista en hipnosis Michael Yapko escribe en su trabajo ‘Indicios de Abusos’ (Suggestions of Abuse), que el fenómeno de las abducciones es un simple problema de ‘sugestión humana’, que a Yapko causa ‘irritación e incredulidad’. La psicóloga y experta en la memoria Elizabeth Loftus, en su obra ‘El Mito de la Memoria Reprimida’ (The Mith of the Repressed Memory), clasifica a las abducciones como una forma de irracionalidad asociada a personas que, por otro lado, son ‘sensatas e inteligentes’. Loftus cita al psicólogo Michael Nash, quien afirmó que “había tratado con éxito” a un hombre que decía tener una muestra de esperma que le extrajeron durante una abducción. Nash le tranquilizó y lo ayudó a volver a su rutina normal usando hipnosis y otras técnicas terapéuticas, pero –se lamenta Nash- “salió de mi oficina tan completamente convencido de que había sido abducido como cuando había entrado”. Loftus coincide con Nash en que el poder de los falsos recuerdos de este hombre lo incapacitaba (a Nash) para continuar creyendo su ridícula historia.
Loftus y Nash, como otros críticos, están en lo incorrecto. Ninguno de ellos, ni de los otros críticos, ha presentado alguna vez evidencia de que los reportes sobre abducción sean productos del síndrome de falsos recuerdos (o de otra causa). La razón por la que ellos no han presentado evidencia alguna está causada por su incomprensión del fenómeno de las abducciones. Si lo comprendieran, se darían cuenta que los informes de abducciones difieren del síndrome de falsos recuerdos en cinco significativas áreas:

*1-En contraste con las víctimas del síndrome de falsos recuerdos, los abducidos no sólo cuentan experiencias de la infancia. Por supuesto que sí, cuentan sucesos de abducción que acontecieron durante la infancia, porque el fenómeno llegó a sus vidas en esa época, pero también narran sucesos de la misma naturaleza que se produjeron ya en la vida adulta.
De hecho, muchos de los relatos de abducciones, a diferencia de los de falsos recuerdos, proceden de sucesos muy recientes. En las últimas 450 abducciones que he investigado, cerca del 30 % de las mismas ocurrieron durante el mes previo a la sesión, mientras que más del 50 % tuvieron lugar durante el año anterior a la sesión. También he investigado eventos de abducción que se me contaron tan solo unas horas antes, e incluso minutos antes de que se hubiesen producido.
Por ejemplo, en 1991, Jason Howard, profesor de escuela, se disponía a ponerse en camino hacia mi casa, donde se realizaría un encuentro de apoyo para las víctimas del fenómeno. Se calzó los zapatos, que estaban frente a la puerta de entrada, siendo ésta la última cosa que solía hacer antes de abandonar su hogar. De repente, habían transcurrido cuatro horas y Jason estaba tumbado en la cama de su dormitorio, en el piso de arriba. Me llamó de inmediato, explicándome lo que vagamente recordaba que había sucedido: se había puesto los zapatos y se había tendido en el sofá. Cuando le realicé una sesión hipnótica al respecto de este evento, Jason logró recordar que se había calzado un zapato, tras lo cual cayó en una irreprimible necesidad de tenderse en el sofá(3). También recordó que varias entidades de pequeña estatura hicieron aparición en el salón y lo condujeron –flotando y atravesando el techo- hasta el interior de un ovni. A partir de entonces le practicaron una serie de pruebas, incluyendo la toma de una muestra de esperma, y la proyección de imágenes mentales. Finalmente, los alienígenas devolvieron a Jason a su hogar; ahora bien, en lugar de devolverlo al sofá donde había dado comienzo la abducción, lo colocaron sobre la cama del dormitorio, en el piso de arriba. Entonces, cuando recobró la consciencia, de percató de que algo había sucedido y me llamó por teléfono, informándome de lo ocurrido (missing time’, tiempo perdido: 4 horas), que no se ajusta a la descripción del síndrome de falsos recuerdos.

*2-En contraste con las víctimas del síndrome de falsos recuerdos, los abducidos tienen indirecta confirmación del suceso vivido. Por ejemplo: yo me encontraba al teléfono con Kay Summers, cuya abducción comenzó a producirse mientras estábamos hablando. Kay describía un crepitante ruido algunas veces asociado con el principio de un suceso de abducción, y yo pude escuchar ese sonido a través del teléfono. La hipnosis a la que la sometí posteriormente reveló que inmediatamente después de que ella colgara el teléfono, fue abducida. Falsos recuerdos no toman forma simultáneamente a un suceso actual en el cual el investigador ejerce como confirmador del mismo.

*3-En contraste con las víctimas del síndrome de falsos recuerdos, los abducidos habitualmente recuerdan sucesos sin la ayuda de un terapeuta. Pueden recordar sucesos que les han ocurrido en momentos concretos de sus vidas. Siempre han sabido que ese hecho les pasó, por lo que no precisan de un terapeuta que reafirme sus recuerdos.

*4-En contraste con las víctimas del síndrome de falsos recuerdos, los abducidos están físicamente desaparecidos durante el suceso. El abducido no se encuentra donde se supone que está; quienes los han buscado no los han encontrado. Por lo general, el abducido es consciente de que hay una laguna de dos o tres horas que ni él ni nadie puede justificar. Semejante prueba física no existe en el síndrome de falsos recuerdos.

*5-En contraste con las víctimas del síndrome de falsos recuerdos, los abducidos pueden aportar una confirmación independiente de la abducción. Aproximadamente, el 20 % de las abducciones incluye dos o más personas que se están observando mutuamente durante el suceso de abducción; algunas veces reportan de forma independiente esto al investigador.

Adicionalmente, es importante remarcar que, a diferencia de las víctimas del síndrome de falsos recuerdos, los abducidos habitualmente no experimentan la desintegración de sus vidas personales después de haber tomado conciencia de su particular situación. De hecho, de muchas formas, lo que sucede es precisamente lo contrario; cuando los abducidos se ponen en manos de terapeutas competentes y entienden la naturaleza de sus recuerdos, a menudo comienzan a tomar control intelectual y emocional de dichos recuerdos. Sienten una mayor autoconfianza, en tanto que se dan cuenta de que sus, hasta entonces, supuestamente inapropiados temores y pensamientos de tantos años (por ejemplo; miedo a entrar al dormitorio por la noche, pensamientos sobre estar sobre una mesa rodeada de extrañas criaturas, sentir excesivo temor a los médicos) eran la reacción lógica y adecuada a una fuerza poderosa y desconocida. Mediante el recordatorio de los sucesos, los abducidos se hacen con el control de los miedos que les han acosado durante años, y devuelven el equilibrio a sus vidas, incluso siendo conscientes de que el fenómeno de las abducciones no se ha interrumpido en ellos. El conocimiento del fenómeno les ayuda a llevar una vida más estable e integrada, en vez de sufrir los poderosos efectos desintegradores que son tan comunes en las víctimas que padecen síndrome de falsos recuerdos.

Recuerdos encubridores(4) de abuso sexual

Antes de que el síndrome de falsos recuerdos cobrase importancia, los terapeutas habían asumido que los relatos sobre abducciones eran debidos a recuerdos reprimidos de abusos sexuales padecidos en la infancia. Los terapeutas presuponían que, dado que el abuso sexual había sido tan traumático, la víctima –inconscientemente- ‘transformaba’ esos recuerdos en un relato de abducción; a fin de sobrellevar el terror, la persona asumía un trauma mucho más aceptable que el causado por los abusos: ser secuestrada por alienígenas.
No obstante, no hay pruebas para esta explicación. No hay ejemplos en los registros de un relato de abducción que sea un ‘recuerdo encubridor’ de abuso sexual. De hecho, lo contrario sí ocurre: hay grandes pruebas de personas que ‘recuerdan’ ser abusadas sexualmente cuando, en realidad, lo que les ocurrió es que fueron víctimas de una abducción.
Jack Thernstrom recuerda cuando, con doce años, caminaba junto a su hermana por un área arbolada detrás de su hogar. Durante el paseo, Jack se encontró con un hombre que llevaba puestas unas gafas oscuras y que abusó sexualmente de él. Jack no tenía claros los detalles del suceso, pero sí que recuerda haberse quitado la ropa y quedarse completamente desnudo. Tampoco tenía claridad respecto a qué le ocurrió a su hermana, pero él pensó que, tal vez, había huido corriendo. Él nunca contó a nadie lo sucedido, viviendo los siguientes dieciocho años con los traumáticos recuerdos de haber sido objeto de abusos sexuales por parte de un extraño.
Cuando Jack, en una sesión de hipnosis regresiva, contó este episodio, el hombre que llevaba gafas negras se desveló como un alienígena, y el suceso se mostró como un rutinario evento de abducción en el cual Jack había sido sometido a un examen médico. Ni siquiera había sido sexualmente abusado. Jack había creado un recuerdo a base de piezas de un suceso, tan horrible que pudo haber sido, que tomó sentido para él en un relato de abuso sexual.
En otro caso, Julie ‘recordó’ un suceso que tuvo lugar cuando tenía diez años. Ella estaba en su hogar, concretamente en el sótano (donde había un bar), con su padre y tres vecinos. Julie recordó cómo su padre le sujetaba las manos sobre la cabeza (de ella) mientras los vecinos la asaltaban sexualmente. Mediante hipnosis regresiva la mujer desveló que todo había sido un suceso de abducción, el cual comenzó mientras estaba en el bar del sótano, en compañía de su padre y los amigos de éste. El padre y dos de los vecinos habían sido llevados a un estado de inmovilidad y semi-consciencia (como si los hubiesen ‘apagado’), durante todo el suceso. Los alienígenas se llevaron tanto a Julie como al tercer vecino, el Sr. Sylvester, fuera del sótano, introduciéndolos en un ovni. Durante el episodio de abducción, a ella se la condujo a observar escenas de contacto sexual entre un hombre y una mujer (ella pensó que, quizá, el hombre era el Sr. Sylvester). Cuando esto acabó, tanto ella como su vecino fueron devueltos al bar. En esa ocasión, Julie no había sido sexualmente violada. El Sr. Sylvester, a quien –hasta entonces, durante años- ella había despreciado, había sido tan víctima como la propia Julie.
Obviamente, no todos los casos de abusos sexuales son, en realidad, sucesos de abducción. Una abducida recordaba que había sido sexualmente asaltada cuando tenía trece años. No recordaba cómo había llegado, escaleras abajo –al sótano-, hasta el dormitorio del chico que la asaltó, y estaba confusa acerca de otros detalles. Sospechando que esto podría ser un ‘recuerdo encubridor’ que ocultaba un suceso de abducción, lo revisamos bajo hipnosis regresiva. Entonces, ella recordó al muchacho, cómo bajó las escaleras, lo que aconteció en el sótano y lo que sucedió después. La paciente no tenía recuerdos en los que viese alienígenas, siendo transportada fuera de su hogar hasta ovni alguno. Realmente, ella había sido sexualmente asaltada, pero no había sido abducida.

Contaminación mediática

La serie televisiva ‘Star Trek’, en esencia, ha venido a ser parte de la conciencia estadounidense. Millones de personas han visto esos relatos de ficción sobre humanos y alienígenas, tanto como la gente que ha visto noticias sobre abducciones en televisión o ha leído algún libro al respecto. La sociedad ha sido tan intensamente saturada con historias sobre abducciones alienígenas que es muy difícil, para la mayoría, escapar de ellas. Un relato (sobre abducción) no intoxicado por esa mediatización es cada vez más difícil de obtener.
Durante mucho tiempo, el problema de la influencia de los medios en la información de ovnis y abducciones alienígenas ha desbordado a los investigadores. Con los años, los investigadores han aprendido a analizar cada avistamiento ovni según sus particulares circunstancias, y han desarrollado una metodología para ‘separar la señal del ruido’. La credibilidad del testigo, la calidad de la información, y los relatos confirmatorios de otros testigos, se han convertido en los criterios válidos para evaluar un informe. Este es el proceso que los investigadores aplican.
¿Representa la contaminación mediática un problema significante para la investigación de las abducciones? No. Aunque pueda ser un problema de tiempo en tiempo, en realidad, la mayoría de los abducidos son extremadamente sensibles ante los ‘peligros’ de las influencias culturales. Cuando examinan sus recuerdos junto a mí, ellos son plenamente conscientes de que existe la posibilidad de que hayan incorporado a sus recuerdos un hecho irreal. En las primeras sesiones de hipnosis regresiva, la autocensura que desarrolla el abducido es tan grande que se convierte en un problema, pues las personas no quieren afirmar cosas que les hagan parecer locas, ni quieren repetir como loros al investigador algo que hayan podido tomar de fuera, de la sociedad. Los abducidos me dirán durante la hipnosis cuándo ellos creen que podrían haber mezclado su experiencia con algún residuo cultural externo. Están muy preocupados acerca de esta contaminación, tanto que habitualmente debo decirles que se dejen llevar y no se autocensuren.
Cuando los abducidos me dicen lo que recuerdan, sus memorias suelen contener una riqueza de detalles que no pueden considerarse tomados de la contaminación mediática. Los medios de comunicación masivos diseminan información muy poco sólida sobre abducciones. Que los abducidos recuerden y describan aspectos concretos de los procedimientos que se llevan a cabo con ellos (detalles que montones de abducidos han descrito pero que no han sido publicados) es extraordinario, e incide fuertemente contra las influencias culturales.
Un buen ejemplo de ausencia de contaminación mediática es el enormemente controvertido libro ‘Communion’ (1987), de Whitley Strieber. Estuvo en la lista de los más vendidos del ‘New York Times’ durante treinta y dos semanas, y en el puesto número uno por casi cinco meses. Strieber relata detalles de sus experiencias que no coinciden con lo que la mayoría de los abducidos cuenta. Él dice haber sido transportado a una sucia antesala, donde se sentó en un banco en medio del desorden. Este intensamente evocador pasaje de su libro fue, a la vez, dramático y aterrador.
Si la contaminación mediática fuese un problema, yo esperaría que algunos de los abducidos con los cuales he trabajado, que han leído ‘Communion’, me describiesen una situación similar. Pero eso no ha ocurrido. Ni uno sólo de ellos me ha mencionado alguna vez que hubiese estado sentado en un banco de una sala sucia o llena de ropas. Igualmente, en la versión cinematográfica (también llamada Communion) de la obra de Strieber, vista por millones de personas, hay una escena donde se observa un baile por parte de gordos y azules entes alienígenas. Ni yo ni ninguno de mis colegas investigadores ha oído alguna vez una información similar. No obstante, a pesar de la aparente ausencia de evidencia alguna de contaminación mediática, todos los investigadores debemos, no obstante, permanecer vigilantes. Pues puede que no reconozcamos contaminación mediática si la persona la incorpora sutilmente y acaba siendo parte de sus ‘recuerdos’.

Sucesos recordados conscientemente

Si los relatos de abducción no son parte de un síndrome global de sutil e insidiosas influencias en el cerebro de la personas, los críticos del fenómeno dicen que los abducidos deberían ser capaces de recordar conscientemente sus experiencias, y proveer a los investigadores de información precisa de cuanto les ha ocurrido. De hecho, los abducidos conscientemente recuerdan las abducciones; algunas veces se trata de fragmentos, otras de largas secuencias, y en otras ocasiones incluso los sucesos al completo. Habitualmente, esos relatos son concretos y detallados y se igualan cercanamente a aquellos otros relatos obtenidos mediante hipnosis.
Sin embargo, habitualmente los recuerdos conscientes de sucesos son extremadamente inexactos, con destalles distorsionados de hechos actuales y recuerdos ‘concretos’ de eventos que nunca sucedieron.
Un excelente ejemplo es el caso de Marian Maguire, una mujer sexagenaria con dos hijas, quien despertó una mañana de 1992 y conscientemente recordó un caso en el cual ella estaba con una de sus hijas, años atrás, en medio de una abducción. Marian recordaba cómo tomaba a su hija de las manos y, junto a otras personas, eran ‘conectadas’ a un aparato especial que había en un muro. Esto es cuanto ella recordaba, y estaba segura que este suceso había tenido lugar exactamente como ella lo había recordado.
Yo no había oído hablar sobre abducidos que fuesen conectados a una máquina en un muro. Unas semanas más tarde, Marian y yo exploramos su episodio mediante hipnosis, sesión durante la cual ella tuvo dificultad en recordar cómo subía al muro, era conectada a él y luego desconectada. Cuanto más lo analicé, menos segura se mostraba Marian acerca de lo que realmente había sucedido. Se dio cuenta de que el muro tenía pequeños cuadrados negros, a los cuales miraba mientras yo le preguntaba qué veía debajo de ellos. Creí que me diría que lo que veía era el muro o el suelo, pero, en cambio, me dijo que veía unas manos extrañas. Las manos estaban unidas a unas muñecas, y éstas a brazos. Fue entonces cuando Marian se dio cuenta de que estaba mirando dentro de unos negros ojos de un alienígena. Ella no estaba, en realidad, conectada al muro, sino que permanecía de pie en una habitación, junto a sus hijas, mientras una entidad se le acercaba y miraba fijamente a los ojos. Conforme el tiempo pasaba, los ojos negros (alienígenas) que ella observaba en su mente se transformaban en una especie de cajones dispuestos en el muro, y su incapacidad para evitar esos ojos se transformó en verse pegada a ellos (los cajones del muro). Durante la hipnosis, los cajones se transformaron en los cuadrados negros. Aunque había una base real para la memoria de Marian, los detalles que ella recordaba no habían sucedido.
Otro ejemplo es el de Janet Morgan, una madre soltera con dos hijos, quien conscientemente recordaba una rarísima experiencia de abducción. Mientras permanecía tendida sobre una mesa, vio cómo unos pequeños seres se afanaban en llevar a la habitación un caimán vivo. Los entes colocaron el animal en el suelo, cerca de la mesa, pusieron de espaldas al reptil y con un cuchillo lo abrieron en canal. El pobre caimán gruñía y miraba a Janet, que estaba en estado de shock. Estos traumáticos recuerdos sumieron a Janet en una profunda y larga depresión. En principio, ella no quería recordar el suceso mediante hipnosis, porque temía que nuevos detalles de lo sucedido le agudizaran la depresión. Nos obstante, tras estar continuamente afectada por el incidente durante casi un año, Janet se armó de valor y decidió enfrentar el recuerdo y lograr así el control emocional sobre él.
En hipnosis, el recuerdo de Janet se reveló como parte de un complejo suceso de abducción en el cual los alienígenas llevaron a cabo diversos procedimientos sobre ella. La examinaron, le extrajeron un óvulo, la forzaron a sumergirse en un recipiente lleno de líquido y la sometieron a un escáner mental que le produjo un profundo miedo. Después, Janet se encontró sola en la habitación, tendida sobre la mesa, llena de miedo e inquietud. Los alienígenas entraron por una puerta a la izquierda de Janet, empujando al caimán con ellos, al cual colocaron en el suelo, cerca de la mesa. Mirándolo fijamente, ella comenzó a darse cuenta de que el animal realmente no parecía ser un caimán, pues no observó ni cabeza o patas de caimán. En realidad se trataba de un hombre dentro de un saco de dormir de color verde. Cuando el hombre fue sacado por los aliens del saco de dormir, éste miro a Janet y comenzó a gemir. No había habido ningún caimán al que los alienígenas hubieran abierto en canal.
Algunos de los recuerdos conscientes más comunes se corresponden con los primeros o últimos instantes de una abducción, cuando el individuo está todavía en su ambiente habitual. Los abducidos habitualmente recuerdan que se han despertado y observado figuras erguidas junto a sus camas. Pero, en vez de recordar a los alienígenas, recuerdan a familiares fallecidos, amigos o figuras religiosas.
Por ejemplo, Lily Martinson, un agente inmobiliario, recordó el siguiente incidente cuando ella estaba de vacaciones con su madre en las Islas Vírgenes, año 1987. Dormida en la habitación del hotel, despertó y vio a su hermano fallecido, de pie junto a la cama. Lily recordó con claridad su apariencia, encontrando que esta experiencia era reconfortante y tranquilizadora. Cuando examinamos estos recuerdos bajo hipnosis, sin embargo, la descripción que Lily hizo de su hermano era la de una persona pequeña, sin ropas, delgada, sin cabello y con grandes ojos. No era su hermano. Aunque Lily se sintió decepcionada por no haber visto a su hermano, también estaba satisfecha por haber conocido la verdad de lo ocurrido.
Efectivamente, los alienígenas han creado, quizás sin quererlo, un único obstáculo para aprender la verdad sobre las abducciones. Se trata del problema de ‘recuerdos incrustados’, imágenes que los alienígenas han ‘colocado’ intencionadamente en la mente de los abducidos. Durante procedimientos de visualización, los aliens pueden mostrar a un abducido multitud de imágenes: explosiones atómicas, meteoritos impactando contra la Tierra, el planeta partiéndose en dos, degradación medioambiental, desastres ecológicos, muertos bañados en sangre que están esparcidos por la tierra, y supervivientes rogando al abducido por ayuda. También pueden mostrar imágenes de Jesús, María, y otras figuras religiosas. Dichas imágenes son tan vívidas en su efecto sobre los abducidos que éstos piensan que esos sucesos realmente ocurrieron o que realmente vieron a esas figuras religiosas. Esto puede ser un problema, especialmente cuando el investigador no está familiarizado con estos procedimientos de visualización y no se logran identificar estos ‘recuerdos incrustados’.
De este modo, Betty Andreasson relata, en el vanguardista libro de Ray Fowler ‘The Andreasson Affair’, una situación en la cual ella vio un ave similar a un Fénix emergiendo de las cenizas. Fue real para ella, y así lo hizo saber. Yo he tenido personas que recuerdan figuras que se parecían a Abraham Lincoln, con su sombrero de copa, ángeles, demonios, etc.

Recuerdos que surgen durante la hipnosis

La fiabilidad de traer a la memoria recuerdos durante hipnosis no depende del sujeto, sino del hipnotizador. Usada de manera inapropiada, la hipnosis puede conducir a confusión, canalización, y falsos recuerdos. Desafortunadamente, hay consenso a la hora de afirmar que se hace un uso inapropiado de la hipnosis en la investigación de las abducciones. Y cuando los sucesos de abducción son traídos al consciente por un investigador que tiene poca experiencia o está instruyéndose en técnicas de hipnosis, en ambos casos, el paciente y el terapeuta pueden caer en el error de dar por buenos los falsos recuerdos que nunca acontecieron.

Influyendo al testigo

Los escépticos del fenómeno de las abducciones a menudo acusan a los investigadores que hacen uso de la hipnosis de influir a la persona en la creencia de que, en efecto, ha sido abducida. Los críticos dicen que los factores culturales o psicológicos empujan a la persona a buscar a un hipnotizador que tenga un interés -emocional o intelectual- en considerar al paciente como un abducido. El sujeto acude al terapeuta y se establece una fuerza o presión que conduce a hablar sobre abducciones. Y a través de sutiles indicaciones y preguntas directas, el hipnotizador presiona al paciente a ‘recordar’ todo un inventado relato de abducción.
Esa influencia es un serio problema en la investigación del fenómeno, aunque no en la forma en que los críticos la consideran. Cuando un hipnotizador, inexperto o ingenuo, escucha la historia de un abducido, a menudo no reconoce fantasías y falsos recuerdos, ni recuerdos inculcados por los alienígenas. El resultado es que el paciente conduce al terapeuta a creer en algo que no ha ocurrido.
Un ejemplo: Supongamos que un abducido viene a mí para hablar sobre sus supuestas experiencias de abducción, y que bajo hipnosis me cuenta que estando a bordo de un ovni se sentó en el suelo y participó con los alienígenas en un juego de mesa bastante parecido al Monopoly, pero con nombres de calles realmente extraños. Si yo le preguntase por el nombre de tales calles correría el riesgo de llevar a cabo una inadecuada influencia sobre el paciente. En mis más de once años de investigación en el terreno de las abducciones jamás he escuchado a nadie (abducido) que hubiese estado jugando a juegos de mesa, y debo estar seguro de que el hecho ha sucedido tal como ha sido descrito, antes de ahondar en él.
Dado que sé que la persona creará experiencias imaginarias, especialmente en las primeras sesiones hipnóticas, sospecharía inmediatamente, en este caso, que se estaba fabulando, si bien siempre debo tener presente que es posible que los alienígenas hayan estado jugando al Monopoly con el abducido... Yo probaría a explorar para así determinar lo que quiera que ese suceso fue realmente. Observaría las contradicciones o inconsistencias yendo sobre el incidente desde diferentes perspectivas de tiempo, realizando preguntas que conduzcan al abducido hacia delante y hacia atrás en el tiempo. Le pediría que describa la secuencia de sucesos –segundo a segundo- buscando leves incoherencias en su versión de los hechos. Le preguntaría si los alienígenas estaban de pie o sentados, hacia dónde estaban mirando y exactamente el qué miraban. En otras palabras, buscaría los procedimientos de visualización del alien, que pudieron haber infundido esta imagen en la mente del abducido, haciéndole creer que realmente jugó a este juego (el Monopoly, como mero ejemplo práctico y poco probable) cuando, en realidad, no lo jugó. Si el abducido fuera inconsistente en sus respuestas, yo consideraría su suceso de abducción con escepticismo. Si el abducido sostiene su historia, como mínimo, pondría el relato ‘en cuarentena’, a la espera de que otro abducido confirme –de forma independiente- una experiencia similar.
En contraste a la metodología que acabo de describir, el ingenuo hipnotizador, inconsciente de que está siendo engañado, escucha la historia sobre el Monopoly y pregunta: ‘¿cuáles eran los nombres de las calles (del juego de mesa)?’. Esta pregunta, sutilmente aceptada por el terapeuta de la hipnosis, sirve para reforzar el convencimiento del paciente, de que su (fantasiosa) experiencia ha sido real. De ese modo, al abducido se le fomenta a fantasear. Una inconsciente y sutil forma de disociación toma forma, y el abducido comienza a ‘recordar’ más sucesos de los que ha imaginado. (Este estado mental es semejante al de las ‘canalizaciones’, a través del cual una persona, en un estado alterado de conciencia, cree que está recibiendo comunicación por parte de un espíritu invisible, o una entidad que responde a preguntas o imparte enseñanzas.) El abducido –inconscientemente- ha inducido al terapeuta a cometer un error, y éste (el terapeuta) actúa, inconscientemente, del mismo modo, llevando a error al paciente. Ambos están manufacturando un relato que podría tener una porción de verdad, pero que es fantasía en su mayor parte.

(2)Información sobre este caso lo encontramos en el siguiente artículo: ‘Polémica mundial sobre las terapias regresivas’
(3)El Profesor Corrado Malanga da una explicación al súbito sueño padecido por los abducidos. Fue respondiendo a una consulta (Conferencia ‘Un portal entre pasado, presente y futuro’) sobre estelas químicas (chemtrails). Aunque los chemtrails no son su campo de trabajo, allí mencionó un análisis químico de muestras recogidas en terreno, tras una fumigación, que revelaba una composición de bario, aluminio y cristales de cuarzo. Y añadió que algunos de esos componentes producen, mediante pulsaciones del campo magnético, una alteración (de naturaleza piezoeléctrica) sobre algunos de los cristales existentes en la glándula pineal. Sugirió, entonces, que esa alteración podría ser el objetivo de las fumigaciones.
Después de todo, la pineal es considerada vital, no sólo a niveles del sistema endocrino y sus funciones, sino, en última instancia, por su relación con los procesos de conciencia, siendo esta minúscula glándula una suerte de enlace con el cosmos espiritual (nuestra conciencia, a la que en mis trabajos he denominado, simbólicamente, nuestro ‘80 %’).
Dentro de este marco, Malanga formula las siguientes preguntas: ¿No será que los elementos que son introducidos en el ambiente son componentes que distraen la glándula pineal cuando realiza cierto tipo de función? ¿Esparcir esas sustancias (micro-cristales que interactúan piezoeléctricamente con los mismos tipos de cristales existentes dentro de la glándula pineal), es un obstáculo creado para dificultar la toma de conciencia (80 %)?
De hecho, afirma, los implantes alienígenas que se colocan cerca de la glándula pineal, introduciéndolos por las fosas nasales (generalmente, la derecha) y rompiendo el hueso esfenoides, tendrían como propósito intervenir magnéticamente sobre la glándula pineal y, consecuentemente, alterar la secreción de melatonina, pues esta hormona induce al sueño. Sueño que reduce las defensas conscientes en nuestra mente, y que facilita la intervención del alienígena sobre la parte anímica, la codiciada alma del abducido…
(4)‘Recuerdos encubridores’, en inglés ‘screen memories’, es una expresión propia de psicología, y hace referencia a un falso recuerdo que, inconscientemente, construye una víctima para evitar reconocer el verdadero recuerdo que causó un trauma.

MÁS INFORMACIÓN:


Los niños de la Matrix (2001), obra de David Icke, menciona a la Fundación del Síndrome de Falso Recuerdo (FMSF):

Páginas 248-249:

‘Las personas sometidas al trauma causado por control mental sufren lo que se denomina Desorden de Personalidad Múltiple (MPD) o Trastorno de Identidad Disociativa (DID). Algunas están ahora empezando a recuperar recuerdos de sus traumas e implicaciones en los proyectos Illuminati, así como de quiénes están detrás de estos proyectos. Con cierta consistencia, algunos nombres muy famosos están saliendo a la luz: George Bush, Henry Kissinger, Dick Cheney, Al Gore, la familia real británica, los Rothchild, los Rockefeller, y una larga lista de otros más que ha documentado en mis libros. Es por esto que la Fundación del Síndrome de Falso Recuerdo (FMSF) fue creada a toda prisa, con el fin de desacreditar los recuerdos que esas víctimas están teniendo esas víctimas. Se trata de un encubrimiento gigantesco, el cual, como es habitual, los medios de comunicación se lo han tragado de cabo a rabo.
Aducir que la víctima está sufriendo de ‘falsos recuerdos’ es ahora la más sencilla forma de que aquellos que son acusados de abusar de los niños se libren de los tribunales, y los medios de comunicación informan sobre esos casos mostrando a los acusados como las verdaderas víctimas.
¿Son algunas personas acusadas falsa y maliciosamente? Sí, y por supuesto que eso siempre puede ocurrir, pero la mayoría de esos casos son inciertos. De ninguna manera. Simplemente, mirad a algunas de las personas que están detrás de la creación de la Fundación del Síndrome de Falso Recuerdo (FMSF). Los más destacados:

*Ralph Underwager, psicólogo y ministro luterano, de Minnesota, y su esposa, Hollida Wakefield. Underwager ha sido citado como un ‘experto’ (ante los tribunales) en casos de abusos infantiles. Esta es la misma pareja que fue entrevistada en la edición de invierno de 1993 de la revista ‘Paedika’ (publicación danesa de naturaleza pedófila), apoyando la pedofilia! (véase aquí más información)

*Pamela y Peter Freyd, también involucrados en la creación de la FMSF, quienes se presentaron a sí mismos como padres falsamente acusados. Su hija, Jennifer Freyd es ahora profesora de psicología en la Universidad de Oregón. Jennifer es categórica y firme acerca de la veracidad de las acusaciones que vertió sobre sus padres, y ha hablado contra las motivaciones y métodos de la FMSF.

*Shirley y Paul Eberle son otros dos ‘expertos’ que han dedicado su tiempo a echar basura (en nombre de la FMSF) sobre las alegaciones de abuso infantil, recuperación de recuerdos y satanismo. Han escrito ‘The Politics of Child Abuse’, un libro que acusa a madres, profesionales de la salud mental y fiscales, de alimentar las historias de abusos sexuales infantiles. Desde entonces han sido considerados ‘expertos’ en procesos de abusos, aunque en lo que realmente parecen ser expertos es en poner en marcha magazines pornográficos, y contribuir a ellos. Los Eberle editan en California un magazine de sexo no explícito (soft-core) llamado ‘L.A. Star’, en el cual se promociona el libro del que son autores. En la década de los setenta también estaban involucrados en pornografía, mediante una revista llamada ‘Finger’. (…) Donald Smith, un sargento que trabaja en la sección de ‘obscenidad’ del Departamento de Policía de Los Angeles, los siguió durante un par de años. La Policía nunca fue capaz de acusarlos de pornografía infantil, pero Smith afirma: ‘Había un montón de fotografías de personas que parecían ser menores de edad, pero nunca pudimos probarlo’. (…) Sí, la Fundación del Síndrome de Falso Recuerdo (FMSF) es, ciertamente, una institución de confianza que se preocupa de corazón por los intereses de la infancia. ¿Algún periodista está leyendo esto?’

Página 286:

‘Los pedófilos poseídos. (…) Al final, la gente está empezando, muy lentamente, a apreciar algo de la magnitud que alcanza la pedofilia y los abusos infantiles, aunque la Fundación del Síndrome de Falso Recuerdo (FMSF) esté tratando –desesperadamente- de mantenerlo oculto.’

Página 302:

‘Uno de los casos más famosos sucedió en la Guardería McMartin en Los Angeles, donde 369 niños dijeron haber sufrido abusos sexuales. La Fundación del Síndrome de Falso Recuerdo (FMSF) ha estado trabajando extremadamente duro para convencer a la gente de que esas historias no son sino fantasías. Los niños hablaron de matanzas de animales y otros rituales. También describieron cómo fueron encerrados en la oscuridad y llevados a diferentes lugares, donde se abusaba de ellos”.

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