por Tavo de Armas
Partamos de una premisa: la inmensa mayoría de la opinión pública tiene una visión populachera, contaminada y, por ende, ridícula, del fenómeno OVNI. Casi pareciera que nadie con dos dedos de frente y el método y rigor adecuados se ha acercado jamás al asunto de los objetos volantes no identificados. Sin embargo, todo ello se debe al existente y generalizado desconocimiento por parte del ciudadano de a pie sobre un asunto, el del origen de esos objetos, que tiene profundas, serias y trascendentales implicaciones sociales, religiosas, culturales y políticas. Consecuentemente, los medios de comunicación masivos -aquellos que emiten versiones oficiales y publireportajes, callan lo que se cuece en las cloacas del poder, y arriesgan poco- prefieren no tocar; excepto cuando se trata de equiparar el seguimiento del fenómeno (en sus evidencias) a la creencia en que Elvis sigue vivo, o alguna otra estupidez que logra hacer sentir ridículo a quien pudiera prestar atención a los hechos más que a los prejuicios.
Un verdadero hereje dentro de la comunidad ufológica, Jacques Vallée niega que los ovnis sean vehículos de civilizaciones extraterrestres. En su opinión, el fenómeno es enormemente más complejo: estamos hablando de manifestaciones de otras dimensiones que se materializan en nuestro mundo desde tiempo inmemorial.
Por todo ello, sospecho, acercar al público la figura del Dr. Vallée será una grata sorpresa. Porque Vallée no es un charlatán. Su arduo trabajo ha convertido su nombre en un indiscutible referente científico cuyo prestigio nadie pone en duda. Sus palabras debieran hacer reflexionar a algunos: ‘Mientras estemos atrapados entre los fanáticos de los extraterrestres y los escépticos casi religiosos, nos costará progresar de forma positiva y construir la estructura teórica y sofisticada que necesitamos. Este fenómeno desafía todas nuestras nociones de la realidad, y tenemos que poner a debate numerosos puntos de vista diferentes’.
Propongo
una lectura sosegada del siguiente texto, como punto de partida para comenzar a
analizar el fenómeno de la inteligencia no humana con una actitud adecuada,
abierta y enriquecedora. Mis notas aparecen en color azul.
Lo
que sigue son extractos de la obra Crónicas
de otros mundos (Un punto de vista científico sobre el fenómeno OVNI),
por Jacques Vallée. Dimensions:
A Casebook of Alien Contact (1988). Ediciones
Tikal
INTRODUCCIÓN
MENTES CERRADAS, PREGUNTAS
ABIERTAS
“Este
libro representa la destilación de unos veinticinco años de investigación.
Recopila y actualiza en una colección nueva y más manejable los sucesos más
significativos que han marcado la historia del fenómeno ovni. Y conduce a una
conclusión nueva. A pesar de que me cuento entre aquellos que creen que los ovnis son objetos reales físicos, no
creo que sean extraterrestres en el sentido ordinario del término. En mi
opinión, representan un desafío excitante para nuestro propio concepto de la
realidad.
En
este siglo XX que está a punto de acabar, en el que cada día se hacen realidad
nuevos descubrimientos, las mentes de muchos científicos permanecen cerradas a
este problema. En el ejemplar de junio de 1987 de la popular revista de
astronomía Sky and Telescope, se señala con un cierto escepticismo
despectivo de moda:
Los
objetos volantes no identificados están perdiendo la popularidad de años
anteriores. Quizás los medios informativos son más conscientes de lo poco que
hay detrás de cada historia ovni que ha sido bien investigada.
Irónicamente,
ese mismo mes, dos libros alcanzaron los primeros puestos de la lista de
best-sellers del New York Times: “Comunión” e “Intrusos”. Ambos contenían
sensacionales relatos en primera persona de encuentros con ovnis, y la
confrontación o el contacto espiritual con sus supuestos ocupantes.
Esta coincidencia entre
la arrogancia científica y una nueva tendencia social ilustra un hecho
importante en nuestra sociedad: mientras que la ciencia rechaza considerar
sistemáticamente los fenómenos que permanecen fuera de las regiones seguras de
su comprensión cotidiana, el público busca ardientemente explicaciones que se
adapten a su experiencia.
Mientras
que nuestros científicos siguen sin estar al corriente de la valiosa
información que podría estimular nuevas teorías del universo, el resto de
nosotros echa en falta una oportunidad de hacer progresos serios en lo que
podría ser una cruzada espiritual importante.
Este
libro es un intento de salvar esta grieta. Para ello, examina la evidencia de
la existencia de los ovnis no sólo en nuestros tiempos, sino en épocas
anteriores. Esta perspectiva histórica, que se resume en la Primera Parte, es
entretenida y frecuentemente cautivadora. Pero lo más importante es que es
crucial para una comprensión total del problema. Si estos objetos han sido
vistos desde tiempos inmemoriales, como mostraré, y sus ocupantes han actuado
siempre de manera similar, entonces no sería razonable afirmar que son
“simplemente” visitantes extraterrestres. Deben ser algo más que eso. Quizá han estado siempre aquí, en la
Tierra, con nosotros.
Desde
mi punto de vista, la creencia extendida entre los ufólogos sobre la verdad
literal de las “abducciones” es solamente una aproximación muy vasta a un tapiz
mucho más complejo. Estamos en presencia de una realidad totalmente distinta,
una realidad que se caracteriza por
casos de seducción cósmica, por la aparición de señales extrañas en el cielo,
y por la sucesión de acontecimientos paranormales que presentan una panoplia
abundante de fenómenos psíquicos.
La
Segunda Parte está dedicada a su análisis; prepara el terreno para la Tercera
Parte, que he llamado “Un desafío a la investigación”. Porque ya es hora de
estudiar seriamente el fenómeno ovni (…) Por ejemplo, yo me contentaría
simplemente con entender cómo esos objetos manipulan ondas electromagnéticas
para crear rayos de luz con efectos gravitacionales capaces de elevar por los
aires objetos, personas, animales, o con comprender cómo paralizan a los
testigos que se acercan a ellos.
Este fenómeno proporciona uno
de los desafíos más excitantes que se han presentado jamás a la ciencia, en
nuestra imaginación colectiva y en la razón humana. Yo no tengo la respuesta al misterio,
pero sí tengo una gran cantidad de información relevante (…) y en mi propio
trabajo he llegado a pensar en el problema ovni en términos de tres niveles
distintos.
-El
Primer Nivel es físico. Sabemos ahora que el ovni se comporta como una
región en el espacio, de pequeñas dimensiones (aproximadamente unos 10
metros), dentro de la cual hay almacenada una gran cantidad de energía. Esta
energía se manifiesta por un fenómeno de luz pulsada de intensos colores y por
otras formas de radiación electromagnética.
-El
Segundo Nivel es biológico. Numerosos informes ovni muestran toda
clase de efectos psicofisiológicos en los testigos. La exposición al fenómeno
causa visiones, alucinaciones, desorientación en el espacio y el tiempo,
reacciones fisiológicas (incluyendo ceguera temporal, parálisis, cambios en el
ciclo del sueño) y cambios en la personalidad a largo plazo.
-El
Tercer Nivel es social. La creencia en la realidad de los ovnis
se está extendiendo rápidamente a todos los niveles en la sociedad en todo el
mundo (…) Las ideas sobre la vida en el universo han sufrido una verdadera
revolución.
La
experiencia de un encuentro cercano con un ovni es una prueba física y mental
muy dura. El trauma tiene efectos que van más allá de lo que la conciencia de
los testigos puede recordar. Condiciona nuevos tipos de comportamiento y de
creencias. Además de las
condiciones científicas, las consecuencias sociales, políticas y religiosas son
enormes si son consideradas a través del lapso de tiempo de una generación.
Frente
a la nueva ola de experiencias de contacto ovni que se describen en libros como Comunion e Intrusos, y en películas como Encuentros en la Tercera Fase, nuestras religiones parecen obsoletas.
Nuestra
idea de la iglesia como entidad social que trabaja dentro de estructuras
racionales se ve obviamente desafiada por la reclamación de una comunicación
directa, en los tiempos modernos, con seres visibles que parecen dotados con
poderes sobrenaturales.
Esta
idea puede sacudir hasta las mismas raíces de la cultura de nuestra sociedad
(…) Tales relatos son folclore en formación. He descubierto que tienen un
paralelismo asombroso con las historias de encuentros con los elfos y los jinn
de la época medieval, así como con los habitantes de “Magonia”, el país más
allá de las nubes de las crónicas antiguas. Pero son algo más también: un símbolo de sucesos importantes que van a
acontecer.
Mis
propias conjeturas, que se desvían considerablemente del dogma aceptado entre
los creyentes en ovnis, es que estamos tratando con un nivel de conciencia
todavía no reconocido, independientemente del hombre pero conectado con la
Tierra, que tiene su propia relación con las fuerzas cósmicas.
La
anticipación de encuentro con otros seres inteligentes ayudaría a trascender conflictos
locales en esta Tierra, y a conseguir en una sola generación cambios de
comportamiento que, de otra manera, se tardaría cientos de años en completar.
Si esta es la contribución del fenómeno ovni, entonces estamos tratando con una
de las mayores transiciones de la historia.”
Puesto que la interpretación que el Sr. Vallée hace de algunos
elementos del fenómeno ovni (especialmente cuando considera el contacto con sus
ocupantes como una oportunidad para el hombre y su evolución), no me parece la
más acertada, invito al lector a que complemente los datos que aquí van a
aportarse con el resto del material que sobre el tema puede encontrarse en la
sección ALIEN.
-PRIMERA PARTE-
CONTACTO CON OTROS MUNDOS
“A
menos que uno esté convencido de que el mundo está para siempre restringido a
los fenómenos normales ya conocidos por la ciencia, es difícil negar que los
testigos han vivido un acontecimiento profundo, inusual e incluso terrorífico
que involucra a una forma de inteligencia que aún no hemos reconocido.
No
ha sido hasta hace muy poco que se ha establecido un vínculo entre las
observaciones modernas de ovnis y algunas de las ideas que han dado nacimiento
a nuestro folclore, a nuestras religiones y a nuestras filosofías. De ahí que
todavía deban transcurrir muchos años para reconstruir los eslabones de la
cadena de las experiencias personales, de las leyendas populares y de las
especulaciones teóricas que conectan la visión de Ezequiel en los tiempos
bíblicos con los relatos asombrosos, emotivos y frecuentemente terroríficos de
nuestros contemporáneos. Es hora de comenzar ese trabajo.
Comencemos
por un hecho sencillo: el hombre siempre ha sido consciente de que no está
solo. Todas las tradiciones de la humanidad conservan cuidadosamente los
relatos de contactos con otras formas de vida y de inteligencia superiores más
allá del reino animal. Y lo que aún es más significativo: afirman que estamos
rodeados de entidades espirituales que pueden manifestarse físicamente de
maneras que no comprendemos.
Elena
(supuesta abducida) dice saber cómo resolver la crisis energética gracias a la
construcción de un nuevo tipo de motor, ideado tras una experiencia de
abducción. Lugar: Lompoc, California, yendo hacia Los Angeles, verano de 1968.
En compañía de un grupo de músicos. Ovni ancho como autopista de seis carriles,
blanco, bello, sin ruido. Cuatro luces blancas iluminaron aquella madrugada a
los cuatro testigos, que “salieron del cuerpo”. No hay recuerdos posteriores.
En sesión de hipnosis, Elena recordó más detalles: estuvo en el interior del
ovni, y un hombre vestido de blanco le mostró un motor, el que ella se propone
construir. Otros testigos –Dave y George- describieron la experiencia como “un
momento crucial en su vida”. La construcción de dicho motor se ha convertido en
el objetivo final de la vida de Elena. Sin embargo, hay que decir que el
motor que quiere construir es absurdo. Nunca funcionará.
En
unos documentos japoneses antiguos podemos leer que el 27 de octubre de 1180
fue visto un objeto poco común, luminoso, semejante a una “vasija de arcilla
cocida”.
El
24 de septiembre de 1235, el general Kujo Yoritsune se encontraba en Kyoto,
Jepang, acampado con su ejército, cuando unos centinelas observaron en el cielo
unas fuentes misteriosas de luz que se desplazaban de un lado para otro a gran
velocidad. Todo duró hasta el amanecer. El militar ordenó a sus hombres un
análisis y un informe, que concluyó que aquel era un fenómeno natural: Sólo
es el viento, que hace que las estrellas se muevan.
Noviembre
de 1896: cientos de personas que viven alrededor de San Francisco ven un ovni
alargado, grande, oscuro, con luces reflectoras. En 1897 fue observado un ovni
idéntico en el Medio Oeste. En marzo, Robert Hibbard, un granjero cercano a
Siux City, Iowa, ve un ovni del que cuelga un ancla, que se engancha a sus
ropas y lo arrastra unos 7 u 8 metros.
Estas
máquinas son lentas y majestuosas. Visitan Omaha, Milwaukee, Chicago, y otras
grandes ciudades, cuyas poblaciones las observan.
En
el ‘Chicago Chronicles’ del 13 de abril de 1897 se lee la noticia:
“Avistamiento de una aeronave en Iowa”. Vuela a unos 60 metros de
altura, aproximadamente a unos 15 km/h, y mide unos 20 metros de
largo, con alas, con ruido de motores y los acordes típicos de una orquesta.
En
la edición del 28 de abril de 1897 del ‘Houston Daily Post’ se cuenta que en
Merkel, Texas, un grupo de personas ve un ovni, y un hombrecillo deslizarse por
una cuerda con ancla.
1958.
Mujer que conduce autopista en el Estado de Nueva York, cerca de las Cataratas
del Niagara, bajo una tormenta de nieve. Allí se le aparece un objeto similar a
un avión, de 15 metros de alto, iluminado. El motor del coche se
detuvo, y también los faros. “Entonces vi dos formas, con 4 patas, una cola y
dos antenas como brazos en la cabeza. En cuestión de segundos, los misteriosos
seres desaparecieron de mi vista”. La nave despareció y el coche volvió a
funcionar.
21
de abril de 1955. Noche en Kentucky. Una familia ve acercarse a una criatura
con las manos levantadas. A unos 6 metros, dos de los testigos le
disparan, pero el ser dio un salto y desapareció en la oscuridad. Unos minutos
más tarde lo ven a través de una ventana y vuelven a disparar. Otra criatura,
que se encontraba en el techo, recibió el impacto de una bala, pero en vez de
caer violentamente al suelo, lo hizo lentamente, flotando. Los entes tenían una
cabeza grande, casi redonda, y brazos muy largos, con manos con garras. Vestían
traje de aluminio brillante. Ojos muy grandes, sin pupila o párpados, a los
lados de la cabeza. Caminan a dos patas, pero al ser disparados corren veloces,
a cuatro patas.
10
de septiembre de 1954. Quaruble, pueblo francés cerca de Bélgica. 22:30 horas.
Marius DeWilde ve una masa sombría sobre la vía del tren y escucha pasos.
Enciende su linterna y ve a dos seres vestidos con algo parecido a un traje de
submarinista, con grandes cascos. Los dos seres son muy anchos; DeWilde no
observa brazos. La altura es de algo más de un metro. El testigo quedó
paralizado por una luz que sale de la nave en la que se fueron los entes.
14
de octubre de 1954. En Erchin, Francia. El joven Starovsky ve un ser pequeño,
con ojos grandes, oblicuos, y el cuerpo cubierto de piel de animal. El ser
lleva un casco marrón, a pesar de lo cual se advierte que la nariz es plana, y
los labios gruesos y rojos.
20
de octubre de 1954. Parravici d’Erba, cerca de Como (Italia). Un ente enano
paraliza a un testigo con un rayo que lanza desde algo parecido a una antorcha.
El testigo, de 37 años, lo observa volando silenciosamente.
12
de octubre de 1963. Eugenio Douglas, entre Monte Maíz e Isla Verde (Argentina),
ve un ovni y a tres seres de unos tres metros y medio de altura, peinado raro y
algo parecido a una antena. Le disparan un rayo de luz roja que alcanza y quema
unos arbustos.
Agosto
de 1963. Sagrada Familia (Brasil), ovni y ser delgado de tres metros, casco
transparente, ojo en la frente.
Ante observaciones antiguas
y contemporáneas: ¿Qué vínculo puede haber entre estas historias? (…)
Frecuentemente, el diálogo (entre testigos y tripulantes de ovni) tiene
una cualidad absurda de transmitir no un hecho real, sino una verdad superior,
simbólica. Y este carácter absurdo se puede aplicar también a los objetos
intercambiados con los visitantes.
Incidente
vivido por una mujer en el verano de 1968 en Inglaterra. Desde Londres a
Stratford en coche, observa un disco brillante en el cielo. Llega a casa de
unos amigos, cenan, y observa por la ventana lo siguiente: un humanoide con
patas de cabra o perro, piel velluda, sombría y brillante en la oscuridad. El
ente la mira sin mover los párpados, con ojos luminosos de color uva verde, sin
pupila. Una entidad horrible de aproximadamente medio metro, orejas puntiagudas
y hocico largo. Su cuerpo era delgado, y las manos y dedos finos como varillas.
No
se trata de una simple serie de incidentes que se pueden explicar como un
encuentro con viajeros del espacio que habrían descubierto la Tierra y la
habrían explorado por casualidad, o se habrían detenido en ella de paso hacia
otro destino. Por el contrario, nos encontramos ante un grupo de
manifestaciones que abren las puertas de lo espiritual, que abren el camino
hacia una conciencia diferente, y que vienen con acontecimientos irracionales y
absurdos (…) Una tecnología que toca las profundidades de la conciencia
colectiva, que nos inquieta, nos modela, del mismo modo que posiblemente
inquietó y modeló a las civilizaciones humanas de la Antigüedad.
Todo en su comportamiento nos
parece calculado para HACERNOS CREER que estos seres extraños y sus
máquinas son de origen cósmico.
Planea
la leve sospecha de un misterio más grande que nuestra preocupación actual
sobre la vida en otros planetas, bastante más profundo que los relatos de luces
zigzagueantes: quizá podemos tratar de comprender los efectos que sobre
nosotros ejercen estos cuentos, estos mitos, estas leyendas. ¿Qué imágenes se
supone que deben transmitirnos? ¿A
qué necesidades ocultas responden?
Los
que plantean que las apariciones de ovnis son el resultado de experiencias de
naturaleza ‘científica’ o incluso ‘supercientífica’, llevadas a cabo por una
raza de viajeros del espacio son, a mi entender, VÍCTIMAS DE LA IGNORANCIA del folclore antiguo. Los pedantes,
por una reacción común que los psicólogos serían susceptibles de explicar si
ellos no fueran las primeras víctimas, han
cubierto la creencia en las hadas con el mismo ridículo con el que los
otros pedantes cubren hoy el fenómeno ovni (…) En mi opinión, la
creencia moderna en los platillos volantes y sus ocupantes es idéntica a la
creencia antigua en la Gentry (los míticos ‘los gentiles hombres’ del
folclore irlandés). Las entidades descritas como pilotos de las naves no se
distinguen de los elfos, silfos y duendes de la Edad Media. A través de las
observaciones contemporáneas de los ovnis, nos encontramos DE NUEVO ante
una ORGANIZACIÓN que nuestros ancestros conocían muy bien y que algunos han
llamado la ‘Organización Secreta’.
Los
ocupantes de los ovnis, igual que los elfos de antaño, NO SON EXTRATERRESTRES. Son los
habitantes de otra realidad.
No
se trata simplemente de cuentos que relatan los encuentros entre humanos y
extrañas criaturas celestes. Más bien, se trata de un mito mundial que ha
conformado las estructuras de nuestras creencias, nuestras expectativas
científicas y nuestra imagen de nosotros mismos.
No
empleo aquí la palabra ‘mito’ para representar algo que sea imaginario, sino,
por el contrario, algo tan cierto que ejerce influencia sobre los elementos
fundamentales de nuestros pensamientos. Ese mito está formado por cuatro
componentes:
*Emocional.
Que tiene forma de una seducción cósmica, historias de contactados sexuales que
frecuentemente parecen chocantes o escandalosos, pero que son parte integrante
del conjunto del problema.
*Celeste.
Los signos celestes, y los relatos de contacto con ángeles y con criaturas de
otros planetas; en otras palabras, explica la intervención exterior en los
asuntos humanos. Por precaución, sustituyo aquí la palabra “extraterrestre” por
la de “celeste”, más precisa y más práctica debido a los sentidos
desafortunados que la primera tiene en nuestra cultura.
*Psíquica.
La lógica ordinaria no se aplica a lo paranormal. He inventado la palabra
“metalógica” para describir la sustancia de la experiencia que frecuentemente
implica observaciones que la lógica considera en apariencia absurda.
*Espiritual. El
aspecto más poderoso y más atemorizante del mito ovni: la componente
espiritual, que nos ha dado lo que he bautizado como una “morfología de los
milagros”. Fátima, en lugar de sentir satisfacción siento miedo mezclado con
humildad ante las dimensiones del problema que tratamos de describir con
nuestra comprensión humana limitada, con recursos científicos que no han
sumergido en los fuegos del mundo subterráneo, ni bendecidos por el rozar de
las alas de los arcángeles.
La
teoría más atractiva que se ha propuesto es la de los extraterrestres: según
esta hipótesis popular, los ovnis serían sondas provenientes de otros planetas.
Ahora bien, ésta es INSUFICIENTE para explicar el desarrollo
histórico del fenómeno. No se puede juzgar los platillos actuales sin referirse
a la aeronave de 1897 o a los otros avistamientos anteriores de objetos
similares.
Hablando claro, NO HAY
NINGUNA EVIDENCIA DE QUE EL FENÓMENO OVNI SEA UN HECHO EXTRATERRESTRE. Sí
parece ser interdimensional y manipulador de realidades físicas fuera de
nuestro propio continuo espacio-tiempo.
¿Acaso
es razonable establecer un paralelismo entre las apariciones religiosas, la
creencia en las hadas, los informes sobre criaturas semejantes a enanos con
poderes sobrenaturales, los relatos de aeronaves en los EEUU en el siglo XIX, y
las historias actuales de aterrizaje de ovnis? Sostengo enérgicamente que sí es
razonable establecer dicho paralelismo, pues los mecanismos que han generado
estas distintas creencias son idénticos. Su contexto humano y sus efectos
sobre los humanos son constantes. La observación de este mecanismo muy profundo
es crucial. Tiene poco que ver con el problema de saber si los ovnis son
objetos materiales o no. Tratar de comprender el significado, el objetivo de
los llamados “platillos voladores”, es tan fútil como lo era la persecución de
las hadas, si uno incurre en el error de confundir apariencia y realidad. El
fenómeno tiene rasgos estables, invariables: hemos tratado de identificar algunos
de ellos, y de clasificarlos claramente. Pero también hemos tenido que señalar
cuidadosamente el carácter cambiante de los aspectos secundarios de las
escenas: las formas de los objetos y las apariencias de los ocupantes; y las
declaraciones que varían en función del medio ambiente cultural en el que se
encuentran situados.
En
las historias de aeronaves, como las que vimos en el capítulo 2, una buena
cantidad de personajes barbudos desembarcaron en el Medio Oeste o en otras
partes, en 1897 para pedir agua, un poco de sulfato de cobre u otras cosas
semejantes.
Las
historias contadas por los testigos eran verosímiles, aunque un poco asombrosas
para los granjeros americanos de la época.
La
aeronave correspondía al concepto popular de máquina voladora sofisticada:
tenía ruedas, turbinas, alas, y unas luces poderosas. Solamente hay un detalle
del cual todavía no hemos hablado: la aeronave si era creíble de 1897, ya no lo
es para nosotros ahora. Sabemos muy bien que la invención descrita era incapaz
de volar, a menos que su apariencia exterior haya sido concebida para inducir a
error a los posibles testigos. Pero, si es así, ¿por qué? ¿Y qué fue? ¿Cuál era
el objetivo de tal mistificación?
Quizá
la aeronave, como las bromas de las hadas y los platillos voladores, era una
invención tan bien combinada que su imagen podría penetrar profundamente en la
conciencia humana y ser olvidada, como había olvidado los aterrizajes de ovnis
y el aspecto de los seres sobrenaturales de la Edad Media. Pero, entonces,
¿están verdaderamente olvidados? (…) Dominar la imaginación humana es
formar el destino colectivo de la Humanidad.
Por
el momento, la única conclusión que podemos sacar es que es posible hacer creer
a una gran parte de la población en la existencia de razas sobrenaturales, en
la posibilidad de máquinas voladoras, en la pluralidad de mundos habitados,
ofreciéndole algunas escenas cuidadosamente logradas, cuyos detalles están
adaptados a la cultura y a los símbolos de un tiempo y un lugar particular. ¿Los
encuentros con las entidades de los ovnis podrían estar concebidos para dominar
nuestras creencias? Examinemos su carácter versátil. En los EEUU, aparecen
como monstruos de ciencia ficción; en América del Sur son sanguinarias, y
siempre están dispuestas a combatir. En Francia se comportan como turistas
razonables, cartesianos, pacíficos (…) Los pilotos de las aeronaves tenían
personalidades fuertes y poseían todas las características del pionero
americano.
1954.
Trípoli, Libia. Un granjero observa cómo un objeto ovoide de unos seis metros
de largo toma tierra. El testigo advierte la presencia de varios seres en su
interior, uno de los cuales atendía un panel de radio –con sus rudimentarios
hilos-, mientras otro ponía una rueda en el tren de aterrizaje.
Leyendo
el relato del caso del aterrizaje libio, nos vemos tentados a admitir que el
granjero, lejos de ser un testigo casual de las maniobras de los visitantes
interplanetarios, ha sido deliberadamente expuesto a una escena preparada
para que pudiera grabársela y transmitírnosla. De ahí las máscaras de gas, los
tableros de mandos, y el aparato de radio con todos sus hilos.
¿Son
acaso los ovnis más bien “ventanas” que objetos? Si tenemos NECESIDAD
ABSOLUTA DE CREER EN ALGO, entonces basta con afiliarse a uno de los numerosos
grupos de gente que pretenden tener todas las respuestas. Lean los libros de
Menzel o el Informe Condon, ese bello ejemplo de abuso de confianza científica.
O bien, suscríbanse a revistas que prueban que los platillos voladores existen
realmente y vienen del espacio. No es para esta gente para quien he escrito
este libro, sino para los pocos que pasaron a través de todo esto y han llegado
a un nivel más claro y más elevado de percepción, para aquellos que han
reconocido las numerosas pesadillas de la historia humana, para los que han
comprendido los mecanismos delicados del inconsciente colectivo.
Puede
parecer inútil hacer conjeturas respecto a un fenómeno que evidentemente
todavía no podemos comprender (…) No es vano tratar a la vez pruebas críticas,
sociológicas y materiales con el fin de determinar si los fenómenos descritos
por los testigos forman parte de un plan deliberado (…) Se puede suponer que el
universo contiene criaturas inteligentes que tienen una organización de la cual
no se podría construir ningún modelo sobre la base de los conceptos humanos
actuales.
Comportamiento
absurdo, como la apariencia de su ridícula nave. Las comunicaciones
inducen –premeditadamente- al error. Esta actitud absurda ha tenido como
resultado mantener apartados a los hombres de ciencia (…) También sirvió para
darle sobreentendidos religiosos y místicos al mito de los platillo.
El
mecanismo de las apariciones en los tiempos legendarios, históricos y modernos,
es constante y sigue el modelo de los milagros religiosos. Varios casos que
llevan el sello oficial de la Iglesia Católica (Fátima, Guadalupe, etc) si uno
aplica las definiciones estrictamente, no son, en realidad, más que fenómenos
ovni en los cuales la entidad ha dado un mensaje que se relaciona más con las
creencias religiosas que con el espacio y la mecánica.
LA COMPONENTE PSÍQUICA: LA
METALÓGICA
“Lo
que hace que esas observaciones (ovni) sean interesantes a mis ojos es,
precisamente, lo que rechazan los especialistas de otras disciplinas
científicas haciéndolos apartarse con horror: su absurdo aparente (…)
Algunos hombres de ciencias prosiguen esta tarea a pesar de la absurdidad
aparente de los datos. Su trabajo para comprender el enigma de los ovnis está
centrado, cada vez más, en la componente psíquica de los informes,
que indica ya sea una comunicación real con el testigo, ya sea una influencia
directa inexplicable por los medios físicos ordinarios.”
Vallée nos cuenta el caso sucedido en Francia, 1968, a un
doctor. El testigo se despierta de madrugada al escuchar los gritos de su bebé
de 14 meses, que está señalando a la ventana. El doctor tenía una herida en la
pierna, causada por un accidente. Se asoma por la ventana y observa que fuera
hay relámpagos, observando también dos ovnis con forma discoidal que,
finalmente, se fusionan en uno solo. La herida del testigo desapareció al
instante, al igual que las secuelas físicas sufridas por su participación en la
Guerra en Argelia. Días después del suceso ovni, al doctor le salió en la piel
una marca triangular, de color rojizo, alrededor del ombligo. La misma marca
apareció poco después, en el mismo sitio, al bebé. La pigmentación con forma de
triángulo aparecerá y desaparecerá durante años, al menos hasta 1986. El doctor
vive episodios de telepatía, levitación, e incluso actúa sobre relojes y
circuitos eléctricos, que se estropean en su presencia.
Vallée menciona otro caso:
“1954,
región rural francesa: un hombre que regresaba a su casa a lomos de su caballo,
tuvo que soltar las riendas del animal después de que éste se elevara un metro
del suelo al sobrevolar un objeto circular oscuro el camino a gran velocidad.
Tales
situaciones tienen –frecuentemente- la calidad poética profunda y paradójica de
los cuentos religiosos orientales (“¿qué ruido hace una sola mano cuando
aplaude”?) y las expresiones místicas de la cábala judía que contienen
referencias a una “llama oscura”. Si uno trata de comunicar una verdad que se
sitúa más allá del nivel semántico que puede alcanzar el lenguaje del
auditorio, uno se ve obligado a construir contradicciones aparentes para el
significado ordinario.”
Respecto de esto último, Vallée hace referencia a una pregunta
realizada por uno de los pilotos de un ovni al humano protagonista del
encuentro: ‘¿Estoy en Italia o en Alemania?’. El científico añade:
“¿Qué
científico tomaría en serio semejante historia? ¿Qué autoridad arriesgaría su
reputación exigiendo una investigación? (…) Un agente desconocido que
quisiera sustraerse a la intelectualidad y a la iglesia, escapar de las
autoridades militares sin perturbar ni el nivel político ni los mecanismos
administrativos de una sociedad, infundiendo profundamente en esta sociedad
dudas con respecto a su doctrina filosófica fundamental, no actuaría de
otro modo. Al mismo tiempo, por supuesto, semejante proceso debería dar una
explicación de sí mismo para escapar a toda detección. En otros términos,
debería proyectar una imagen justo más allá de la estructura de creencias de la
sociedad en cuestión. Debería perturbar y tranquilizar al mismo tiempo, explotando
la credulidad de los fanáticos y la estrechez de mente de los detractores.
Precisamente, eso es lo que hace el fenómeno ovni.”
Es aquí, precisamente, cuando viene como anillo al dedo las
palabras del investigador Antonio Ribera sobre
el fenómeno ovni:
“Cuando
me preguntan si «nos invadirán» o «cuándo establecerán contacto», suelo
responder que, de hecho, ya nos han «invadido» (de una manera discreta y
sigilosa) desde hace años —los casos recopilados en este libro, ínfima parte de
los ocurridos, así lo demuestran, y en cuanto al contacto, lo han establecido
ya... con quienes ellos han querido (no, desde luego, con los políticos
pomposos y vociferantes, ni con los científicos oficiales, de los que nada
aprenderían, y mucho menos con los militares, a los que sólo les interesarían
las posibilidades bélicas de su maravillosa tecnología). Y quienes ellos han
querido han resultado ser, por lo general, hombres y mujeres sencillos, del
montón, no especializados.”
Se observa en el autor (Ribera) -a la hora de mencionar con
quiénes no han establecido contacto los alienígenas- un prejuicio concreto
hacia políticos, científicos y militares. Es comprensible. Ahora bien -sin que
suene a reproche-, cuando se lee esta obra no se halla en Ribera un
razonamiento que nos permita pensar que la decisión tomada por los alienígenas
esté justificada, precisamente por un bien mayor. No parece que haya nada
especialmente encomiable en la decisión de esas inteligencias por establecer
contacto con la gente sencilla, del montón. A mi parecer, el contacto, per
se, es una amenaza en cualquiera de los casos. Y lo es por varias razones:
*Desconocemos la procedencia de dichos entes. La explicación dada
por las entidades -de que provienen de otros planetas- no es satisfactoria.
*Desconocemos si, como parece, están aquí, acompañándonos, desde
que el mundo es mundo.
*Desconocemos su grado de implicación en la dinámica de la
historia humana, especialmente en el ámbito religioso.
*Y, sumando oscuridad, desconocemos sus intenciones, no así sus
mensajes, envueltos en un atractivo ropaje de esperanza y buen rollo.
Arrojando luz, y otorgando peso a la suspicacia, decir que los
comunicados que diseminan entre sus elegidos terrestres conducen a una
filosofía –cada vez más extendida- de inoperancia.
Mi sospecha -basada en la perfecta teatralidad que flota en
los contactos directos con humanos, en mensajes narcotizantes que invitan a no
razonar, y en el componente traumático existente en el capítulo de las
abducciones- es que la elección de la gente llana como interlocutor no es algo
a lo que se ven obligados por las miserias existentes en política, ciencia y
militares. Los alienígenas han optado por el público mayoritario por simple
predilección (como lo hicieron con los niños de Fátima); como el
depredador que no se enfrenta al pastor ni a los perros, sino que condiciona al
ganado de una forma muy poco explícita.
Como la nación que subvierte al pueblo de su
enemigo, para que el camino de la intervención directa se allane
consistentemente con mucha antelación, y con vocación de permanencia.
Dicho esto, y volviendo a Antonio Ribera, aclarar que el
investigador se adhiere a la Hipótesis Interdimensional propuesta por Jacques
Vallée. Continuamos, ahora sí, con Jacques Vallée:
“La
metalógica es un tipo de coherencia que se encuentra en este tipo de diálogos:
“¿Un unicornio tiene un cuerno en medio de la frente?” “Sí” “¿Los unicornios
existen?” “No”. Los amantes de platillos volantes piensan que los ovnis son
simplemente máquinas empleadas por visitantes de otros planetas. Esta creencia
es totalmente ingenua. La explicación es demasiado simplista para dar cuenta de
la diversidad de comportamiento de los ocupantes y de su relación con los seres
humanos. ¿Este concepto tendría como misión la diversión y el
enmascaramiento de la naturaleza real, inminentemente más compleja, de la
tecnología que engendra los avistamientos?
‘He
aquí, pues, brevemente, cinco nuevas proposiciones basadas en los hechos a los
que hemos pasado revista hasta aquí:
1* Los ovnis no son, propiamente
hablando, ni objetos ni volantes. Se pueden desmaterializar y violan leyes del
movimiento de la manera como los conocemos.
2* Los ovnis han sido vistos durante la
historia y siempre han recibido una explicación en el marco de cada cultura:
dioses o viajeros del cosmos. Los pilotos de las aeronaves de 1897 declararon:
“Venimos de Kansas” o incluso “Somos de cualquier lugar… pero mañana estaremos
en Grecia”.
3* De los informes ovni no se desprenden
necesariamente visitas del espacio. Podrían venir del tiempo. Si la conciencia
puede manifestarse fuera del cuerpo, el abanico de hipótesis es aún más vasto.
4* La clave para comprender el fenómeno
está en los efectos psíquicos: cambios en la vida del testigo, desarrollo de
habilidades.
5* El contacto entre los testigos
humanos y el fenómeno ovni se produce siempre en condiciones controladas por
este último. Su característica es un factor de absurdidad que conduce -a las
capas superiores de la sociedad en cuestión- a rechazar la historia. Los
símbolos transmitidos por el encuentro son absorbidos a un nivel profundo. El
mecanismo de esta resonancia entre el símbolo ovni y los arquetipos del
inconsciente humano, han sido demostrados abundantemente por Carl Jung, cuyo libro,
‘Un mito moderno’, hace numerosas referencias a la importancia, vieja como el
mundo, que tienen las señales en el cielo’.
‘No
considero el fenómeno ovni como el juego incognoscible e incontrolable de un
orden de seres que serían infinitamente superiores a nosotros. No creo que
un encuentro con ovnis pueda agregar al ser humano un elemento cualquiera que
no posea ya.”
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