La Escuela Ariel
El viernes 16 de septiembre de 1994, alrededor de
las 10:00 horas, durante el recreo de un día más en la Escuela Ariel, en la
ciudad de Ruwa, a las afueras de Harare, Zimbabwe (África). Más de sesenta
niños participan –curiosos- de un sorprendente episodio ovni que incluye la
presencia de humanoides. Hay sólo un adulto cerca de los niños.
Dos meses después de que el fenómeno se mostrase a
los escolares, el doctor John Mack -especialista en psiquiatría infantil- viajó
a Ruwa y entrevistó a los niños (de entre 6 y 12 años, y de diferentes
religiones, culturas, y étnias), padres y profesores. El testimonio no arroja
dudas: los niños vieron algo real e inexplicable que les provocó gritos,
llantos y una agitada carrera en busca de los adultos, que permanecían reunidos
dentro del colegio.
Los alumnos de la Escuela Ariel contaron cómo
aquella mañana de septiembre habían visto varios artefactos plateados que
tomaron tierra, llamando su atención. Allí vieron a una criatura humanoide
sobre la nave, y a otra que bajaba y se acercaba a ellos. Los entes (del tipo gris) fueron descritos como de pequeño
tamaño, vistiendo ajustadas ropas negras, con ojos semejantes a balones de
rugby.
No todos los escolares que estaban en aquel momento
allí afuera vieron algo. Hubo quien no se enteró de nada.
Dr. Mack: ¿Qué fue lo
que te asustó?
Niña
1: El
ruido que se oía en el aire. Como si alguien tocara una flauta.
Niña
2: Yo
estaba muy asustada. Vi un objeto flotar sobre nosotros. Era bastante grande, y
había otros pequeños alrededor.
Niña
3: Yo vi un aparato plateado y un hombre de
pie al lado. Tuve miedo, porque nunca había visto una persona como aquella.
Los niños testigos tuvieron contacto directo y
cercano con los ojos negros (de pupila
blanca, según uno de los testigos) de la extraña criatura que se les
acerca. Incluso afirman haber recibido, de ese contacto visual, comunicación
telepática, consistente en la supuesta preocupación sobre el maltrato del ser
humano hacia el medio ambiente. Algunos testigos, los más jóvenes, resultaron
traumatizados por el encuentro, y salieron gritando en busca de sus profesores.
Los adultos no se preocuparon al escuchar los gritos, pues eran habituales en
cada recreo. Los niños negros habían identificado a los humanoides con unas malvadas
criaturas de pequeña estatura –tikoloshes-
protagonistas de las leyendas zulúes.
Dr. Mack: ¿Le viste
los ojos?
Niña
1: Sí.
Eran grandes, puntiagudos hacia arriba. Lo miré a los ojos y sentí miedo. Sus
ojos parecían malignos, porque me miraban fijamente, como si quisiera llevarme
con él. Y yo no quería, así que me moví y comencé a llorar. Pensé que era el fin del mundo, y que
aquello era un aviso. Sus ojos me decían que les interesamos.
Los profesores –en principio- no les creyeron. No
obstante, cuando los escolares volvieron a sus hogares y contaron lo ocurrido a
sus padres, estos fueron al colegio buscando respuestas. El director, Colin
Mackie, aunque escéptico respecto del fenómeno ovni, también creyó a sus
escolares. Finalmente, los pequeños fueron entrevistados individualmente por
Mack, y se les pidió que hicieran dibujos de aquello que habían vivido,
coincidiendo todos –a grandes rasgos- en su descripción.
Podría pensarse que los pequeños tenían
conocimiento cultural previo acerca de los grises,
denominación que se hace de los humanoides de menos de metro y medio de altura,
cabeza abultada, largos brazos, ojos grandes, oscuros y almendrados, y caminar
torpe. No obstante, ninguno de esos niños sabía de tal identificación. Más aun,
la mayoría de los niños carecía de acceso a la televisión, dadas las
condiciones culturales de esa zona rural limítrofe con Suráfrica.
En 2008, el abducido y paciente del Dr. Mack, Randy
Nickerson, viajó a Ruwa (14 años después del suceso) en calidad de realizador
cinematográfico. Su intención era retomar el Caso de la Escuela Ariel
para un documental (Encounter in Ruwa:
The Ariel School Sighting). A pesar del tiempo transcurrido desde el
episodio alien, muchos de los testigos respondieron a la solicitud del John Mack Institute (que gestiona el
legado del desaparecido psiquiatra), organización que había comisionado la
realización del documental de Nickerson junto a la antropóloga y productora
Dominique Callimanopulos, colaboradora del Dr. Mack.
Los entonces niños, como Salma Siddick, ahora eran
jóvenes; mayormente, estudiantes repartidos por Estados Unidos, Nueva Zelanda,
o Canadá. Sus testimonios seguían siendo convincentes.
Salma Siddick, que tenía once años en 1994, lo
tiene claro. Sabe que vivió algo excepcional. Han pasado muchos años; y está en
contacto con tres compañeros de la época, con quienes comparte sus recuerdos…
Junto a la explanada de tierra donde jugaban, que
servía de espacio de recreo escolar, un grupo de niños señalaba a unos extraños
flashes de luz, provenientes de más allá de los matorrales y árboles. Después,
la nave en tierra. No recuerda su tamaño, pero tenía cierto parecido con un
disco, plateado, aparentemente, de metal. No sabría decir cuál (su padre
trabaja con metales), pero no se parecía a nada que ella haya visto.
El tiempo en que el episodio se desarrolló parecía correr inmensamente lento. De
hecho, no sabría decir cuánto duró todo. Lo que no ha podido olvidar son los
zumbidos que se escuchaban. Vieron la nave, que parecía ser una consecuencia
material de los flashes de luz previos. ¿Materialización?
Más y más niños se acercan, confusos. Alguno llora,
provocando la réplica de otros muchos. Es entonces cuando alguien corre a
buscar a los profesores, que esa mañana están, excepcionalmente, ausentes, en
una reunión de trabajo.
Salma recuerda que estuvo a algo más de un metro
del alienígena, cuya expresión facial, ausente de sonrisa alguna, ella no
comprendió. No sintió miedo. Observaba curiosa a aquella criatura (cuya piel
parecía muy suave) que no se movía como los humanos. El ser y la niña se
miraron a los ojos. Ella sintió que aquello no lo había vivido nunca, como si
el ente, con la mirada, estuviera mirando
dentro de mi alma, como si me conociera. Me sentía como si esta cosa (el alien) me conociera. Como si supiera algunas cosas de mí y sobre muchas cosas.
Le dije a mi madre que estas cosas vinieron, porque sabiendo muchas cosas sobre
la Tierra, desean decirnos algo.
Salma, que tiene formación en derechos humanos,
añade, en relación a la expectación que aquel episodio provocó luego en los
adultos, que primero le resultó divertido, pero después le parecía agotador
tener que estar convenciendo a los adultos de qué era lo que realmente habían
visto. Además, insiste sobre las circunstancias culturales en las que habían
crecido los testigos infantiles: sin
internet, sólo algunas personas con cable, y con acceso muy limitado a
influencias externas sobre qué son los ovnis.
¿En qué modo cree Salma que lo vivido en aquella
jornada escolar de 1994 ha afectado a su vida?
Me
abrió la mente a aceptar que no somos los únicos. Que hay vida ahí afuera. Creo
que me he convertido en una persona con mente muy abierta. Con voluntad de
entender qué hay ahí, creo que es bueno que la gente sepa de este caso.
¿Qué crédito le damos a sesenta y dos niños que
relatan cómo un objeto volante toma tierra junto a su escuela, y de él salen
dos humanoides del tipo gris?
Según Vusumazulu Credo Mutwa (1921), chamán
africano que se ha hecho popular en la Red, los grises (por él llamados mantindanes)
son sirvientes, operarios, de otros entes más sofisticados, con ciertos rasgos
reptiloides, a los que denomina chitauris.
Es 2018, y el realizador cinematográfico Randy
Nickerson prosigue con el trabajo documental. Afirma que hubo muchos otros
testigos fuera de la Escuela Ariel. Tres pilotos de líneas aéreas fueron
testigos de ese objeto, bola de luz,
la noche antes, a una altura de 25.000 pies, en un vuelo de Barcelona a
Johannesburgo. El radar del aeropuerto de esta última ciudad lo detectó por
segundos. Para los pilotos y los pasajeros, la experiencia -las maniobras del
ovni alrededor del avión- resultó perturbadora.
Nickerson concluye esperanzado: Hemos de hablar de ello; en casa, en los
medios. Tengo la impresión de que
algo como esto (la existencia de vida extraterrestre) nos uniría como no lo hemos estado nunca antes. Creo que revelar
estas informaciones está en la vía para la mejora de nuestra humanidad.
Tras escucharlo, me queda la impresión de que
Nickerson es una de las personas que, siguiendo la estela marcada por Mack,
aplica sobre el fenómeno una lente diferente a la mía.
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