Es el origen, el epicentro
del que nace el misterio que ha obsesionado al hombre desde el principio de los
tiempos: ¿Solos o acompañados en el universo? Y lo realmente importante, en mi
opinión: ¿Cuál es la naturaleza de nuestra compañía, y cuáles son sus fines?
Aún insuficiente, la primera
respuesta vino dada por unas religiones que estimulan la creencia ciega en
supuestas verdades reveladas, tan incuestionables como extravagantes son sus
dioses.
De naturaleza confusa.
Sí, las deidades del hombre
nada tienen que ver con la idea que de una entidad creadora se concibe en la,
cada vez más, creciente conciencia de determinados seres humanos. Mientras que
la divinidad al uso es romana, judía, ritualista, sionista, islámica, amante de
las castas, aglutinadora de masas en peregrinaje… en la conciencia de otros
muchos aparece como una fuerza -siempre interior- desnuda de todo ornamento.
Permíteme que te cuente, lo
más concisamente posible, una serie de expresiones sobrehumanas que han sido
catalogadas como provenientes de Dios. Se las conoce como teofanías, manifestaciones de la divinidad al hombre.
Teofanías que parecen
obedecer a un plan previo bien diseñado. Apariciones de entes -de marcado
carácter religioso- que se producen en aquellos lugares y momentos en los que
la creencia mitológica se encuentra desafiada por la razón. Momentos en los que
las corrientes sociales y políticas amenazan con destronar el desmedido poder
del mito y su clero sobre la mente de las masas…
La primera de nuestras
historias nos conduce hasta Francia, allá por 1208. La protagonista se llama Nuestra
Señora del Rosario, entidad que se aparece al sacerdote Domingo de
Guzmán, empeñado en llevar almas a su Señor; lo que implicaba luchar contra
todos aquellos grupos que ponían en duda la santidad de la Iglesia Católica.
Nuestra Señora del Rosario
debe pertenecer al Alto Estado Mayor de
los Ejércitos de Dios, si se me permite, pues se le aparece al bueno de
Domingo y le revela el rosario y su
uso. Aquello era información sensible, arma
poderosa contra los herejes que, como los cátaros, atacaban el negocio
montado en nombre de Cristo.
El papa de entonces, el
joven Inocencio III, se consideraba por encima de cualquier otra autoridad
terrenal, por lo que no dudó en declarar la guerra santa contra los enemigos
externos e internos de la cristiandad.
En este sentido, Inocencio apoyó
la labor de Domingo de Guzmán y proclamó la guerra a los cátaros (también llamados albigenses),
una secta cristiana que defendía un orden social en el que estuviese ausente la
presencia criminal de la Iglesia Católica
y sus secuaces.
El movimiento cátaro había
nacido en el siglo X, y enseñaba que el Papado, así como toda autoridad
terrenal y el orden establecido, eran obras de una entidad sobrehumana
(denominada Demiurgo) que había
ocupado el lugar del Dios del amor y la justicia.
Puesto que los cátaros
buscaban el conocimiento y abogaban por el desarrollo espiritual del individuo,
aquello fue motivo suficiente para que el Santo
Padre, el Vicario de Cristo,
Inocencio III, no dudase en la necesidad de exterminarlos. Decenas de miles de
personas, sin importar su edad, fueron masacradas. Crímenes en el nombre de
Dios: en una mano el rosario, en la otra la espada.
Posteriormente, el papa Pío
V atribuyó la victoria cristiana en la Batalla de Lepanto (1571) a la intervención de la Virgen , mediante el uso del
rosario.
(Aunque en breve
analizaremos los episodios sobrenaturales acontecidos en Fátima, Portugal, en
1917, es conveniente saber que la entidad que allí se aparece se identificará
ante sus testigos como La Dama del Rosario.)
Hasta que llega el siglo XX,
las apariciones marianas brotan por toda Europa. Veamos algunas de las más
sobresalientes:
Tenemos a varias entidades con
un claro interés por las edificaciones, como Nuestra Señora del Pilar,
aparecida en Zaragoza en el año 39.
El apóstol Santiago el
Mayor, disgustado después de fracasar en su intento por convertir almas para su
Señor, decide marcharse a su casa. Pero se le aparece la Virgen , sobre un pilar de
mármol, y le pide que allí mismo levante un templo en su honor. Los católicos
le atribuyen la victoria del fascista General Franco (Caudillo por la Gracia
de Dios) en 1939 sobre la
España republicana. Por entonces, la Iglesia Católica dijo que la Guerra Civil era una justa cruzada contra los hijos de Caín.
Nuestra Señora de las Nieves: Siglo IV, Roma. Un
acaudalado matrimonio de nobles recibe la simpática visita de la Virgen , que les indica que
un buen uso de su fortuna sería la edificación de un templo en su honor. Sobre
aquella iglesia acabaría levantándose la actual Basílica de Santa María la Mayor , de la que fue rector
el cardenal Bernard Law, un canalla que tuvo que dejar sus responsabilidades en
Boston, EEUU, para no encarar la justicia por haber encubierto durante años a
los curas pedófilos que tenía a su cargo.
Nuestra Señora de Walsingham: Norfolk, Inglaterra. En
1061 un noble recibe una visión en la que la Virgen le pide que allí mismo construya una
réplica exacta de la que fuera su casa en Nazaret. Lo cierto es que se le
construyó, y se trata del santuario católico más visitado del país.
Nuestra Señora del Carmen: Cambridge, Inglaterra,
1251. Simón Stock recibe la visita de una entidad que dice ser la Señora , y le entrega un
escapulario (colgante de tela con imagen de la Virgen ), a modo de amuleto.
Le promete que quien lleve el escapulario con fe no irá al infierno. Hoy en día
continúa la tradición de los escapularios…
Es en la
Edad Media cuando arranca la actual
veneración hacia la Virgen María ,
observada como una mediadora excepcional para calmar la ira justiciera de su
hijo. Parece que ese rol se ajusta a la perfección a las aspiraciones del mito,
que impulsará durante los próximos siglos, cruciales para el catolicismo, la
imagen de María como icono receptor de los más temerosos pensamientos de los
creyentes.
En julio de 1830, París,
Francia, una joven monja llamada Catherine Labouré recibe la visita de la Virgen María , que le anuncia la
inminente llegada de tiempos dramáticos para Francia y el mundo. En efecto, la
entidad se refería al difícil momento que estaba viviendo Carlos X, Rey de
Francia, cuyo reinado estaba a punto de concluir de forma brusca.
Carlos X ostenta el
privilegio de haber sido el último rey coronado en Francia, sólo seis años
antes de que la Virgen
se presentase ante Catherine Labouré. El monarca, todo un icono de las reaccionarias
fuerzas católicas, se había comprometido a devolver a la Iglesia Católica el poder y
protagonismo perdidos tras la
Revolución (1789-1799). Sin embargo, el compromiso de Carlos
X no se llevaría a cabo, pues sólo una semana después de que la Virgen hablase a Catherine,
la Revolución
de 1830 obligó al rey a poner pies en polvorosa, y los actos violentos
contra el clero se extendieron imparables.
Se entiende que la Virgen elige París por ser
donde en aquel momento histórico se están produciendo tensiones entre las
fuerzas seculares (representadas en los parisinos que se echan a la calle
contra la monarquía) y las fuerzas religiosas (que pretendían conservar sus
privilegios) lideradas por el rey.
Los invisibles titiriteros
que crean el mito debieron pensar que se precisaba de una acción relámpago que
les permitiera remontar aquellos perjudiciales giros históricos…
Varios meses después de la Revolución de 1830, Catherine Labouré volvió a ser
visitada por la Virgen ,
quien le mostró una oración reveladora: María
sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti. De este modo,
el ente sobrenatural se muestra como la Inmaculada
Concepción , identificación que la Iglesia Católica no establecerá
como dogma hasta veinticuatro años después, en 1854.
Según dictado de la Virgen monárquica, aquella
oración debía inscribirse en pequeñas medallas que otorgarían excepcionales gracia
a los creyentes. La campaña de marketing mariano arrancó cuando la monja y su
obispo, obedientes, se pusieron manos a la obra, y las medallas milagrosas
comenzaron a colgar de los cuellos del populacho. En sólo siete años ya se
habían repartido diez millones de medallitas fetiche. Durante los setenta años
siguientes a la aparición, sólo en Francia se fundarán más de cien nuevas
órdenes religiosas católicas; la grieta que ponía en grave peligro al mito ha
sido sellada. La fe ciega ha sido abonada por los capataces.
Bienvenidos a la Europa del
siglo XIX y las teofanías. El siglo de María.
La primera mitad de la centuria estuvo
especialmente marcada por el papado de Gregorio XVI (1831-1846), un hombre
rígido en su defensa de la unidad entre el Estado y la Iglesia.
El papa, viendo cómo la sociedad
comenzaba a rebelarse contra todo lo establecido, exhortaba a la quema de
libros, así como a la sumisión a las autoridades. En la Carta Encíclica Mirari Vos (1832) nos dice en un tono de
magisterio infalible: Sabiendo Nos que se
han divulgado, en escritos que corren por todas partes, ciertas doctrinas que
niegan fidelidad y sumisión debidas a los príncipes, que por doquier encienden
la antorcha de la rebelión, se ha de trabajar para que los pueblos no se aparten,
engañados, del camino del bien. Sepan todos que, como dice el Apóstol, toda
potestad viene de Dios y todas las cosas son ordenadas por el mismo Dios. Así,
pues, el que resiste a la potestad, resiste a la ordenación de Dios, y los que
se resisten se condenan a sí mismos. Por ello, tanto las leyes divinas como las
humanas se levantan contra quienes se empeñan, con vergonzosas conspiraciones
tan traidoras como sediciosas, en negar la fidelidad a los príncipes y aun
destronarles.
Así habló el Santo Padre, El pichichi de Dios, como lo califica
Peter Griffin en la serie de animación Padre
de Familia (Family Guy). Y esta
gentuza dice ser voz viva de la divinidad. Su magisterio prosigue: Por aquella razón, y por no mancharse con
crimen tan grande, consta cómo los primitivos cristianos, aun en medio de las
terribles persecuciones contra ellos levantadas, se distinguieron por su celo
en obedecer a los emperadores y en luchar por la integridad del imperio. (…)
Los soldados cristianos, dice San Agustín, sirvieron fielmente a los
emperadores infieles; mas cuando se trataba de la causa de Cristo, no
reconocieron otro emperador que al de los cielos. Distinguían al Señor eterno
del señor temporal; y, no obstante, por el primero obedecían al segundo.
En medio de este clima
llegan las apariciones político-marianas de Nuestra Señora de Lourdes,
de nuevo, en Francia.
Hasta entonces, el grueso
del fenómeno tuvo como portavoces a miembros del clero. Pero, a partir de estas
apariciones, la entidad sobrenatural elegirá a niños y personas de baja
condición social, mayormente analfabetos, como testigos y voceros de sus
mensajes.
Al fin y al cabo, no eran
tiempos de herejías internas (caso de los Cátaros),
sino de decisivos movimientos sociales que lograban el apoyo de los más desfavorecidos,
apartándolos de la creencia en el mito religioso.
En febrero de 1858,
Bernadette Soubirous, de tan sólo catorce años, mientras buscaba leña para el
hogar familiar, observó que un árbol se agitaba extrañamente junto a una gruta
de la que salió una misteriosa nube. Aquellos fenómenos insólitos precedieron a
la inmediata aparición de una entidad junto a la caverna. Su apariencia es la
de una joven descalza, vestida de blanco, con una banda de color azul ceñida a
su cintura y rosario en mano. La aparecida miraba sonriente a Bernadette, que
no sintió miedo. De inmediato, la niña se hincó de rodillas y comenzó a rezar
el rosario, acto al que se unió el insólito ente. Al cabo de unos minutos
concluyó la aparición.
La experiencia vivida por
Bernadette se repetiría varias veces más, con el progresivo aumento del volumen
de asistentes, si bien la niña era la única que entraba en éxtasis con la
presencia de la misteriosa dama.
La entidad encomienda a su
testigo que haga saber a los sacerdotes de la zona su voluntad, que no es otra
que la construcción, allí mismo, de una capilla. También quiere solemnes
procesiones. (Hay que crear tradición). Un mes más tarde le revela a Bernadette
su identidad: la Inmaculada Concepción.
Y la multitud observa a la
niña besando el suelo, por expreso deseo de la Señora , que le dice que
debe hacerlo por el bien de los pecadores. El ejemplo de Bernadette es imitado
por aquellas ignorantes gentes.
El pasaporte a la fama para
la entidad de Lourdes viene cuando las apariciones son declaradas auténticas en
1862, convirtiéndose en todo un fenómeno de masas que crecía para hacer frente
al enfriamiento religioso francés. Lourdes, como cualquiera de las muchas
apariciones que se produjeron por toda Europa, se había convertido en el
fermento de las contrarrevoluciones.
No
olvidemos que el ente que se aparece repetidas veces a Bernadette Soubirous en
Lourdes, se identifica a sí misma como la Inmaculada Concepción , nombre por el que se
presenta a la monja Labouré sólo unos años antes.
En ese ambiente, el dogma de
la Inmaculada Concepción de María fue establecido en 1854 por el
papa Pío IX, último rey de Roma. Así que la aparición de la misma entidad en
Lourdes es considerada una especie de rúbrica definitiva al decreto papal Ineffabilis Deus (8 de diciembre de
1854), que dice: Declaramos, afirmamos y
definimos que ha sido revelada por Dios, y por consiguiente, que debe ser creída
firme y constantemente por todos los fieles, la doctrina que sostiene que la
santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original,
en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de
Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, salvador del género
humano. Cuatro años después llegarían los eventos de Lourdes.
En momentos especialmente convulsos y
críticos para la Iglesia Católica ,
como fue todo el siglo XIX y comienzos del XX, las apariciones marianas fueron
un verdadero balón de oxígeno para la institución. Su rol consiste en
intervenir acá y allá para evitar que las corrientes liberales que entonces
recorrían Europa, afectasen a los estratos más desfavorecidos de la sociedad,
más proclives que ningún otro a impregnarse de las doctrinas que defienden la
lucha proletaria.
En Gietrzwald, Polonia, se
encuentra un santuario mariano que nació tras la aparición a varias niñas, en
1877, de la Inmaculada Concepción. El
Catolicismo estaba amenazado por Prusia, ocupante de la región. El santuario -conocido
como el Lourdes polaco- se convirtió
en un bastión de resistencia patriótica.
En 1869, este pontífice
convoca el Concilio Vaticano I, donde se decreta la ley Pastor aeternus (1870), que determina la infalibilidad papal: El Romano Pontífice, cuando habla “ex cathedra”, esto es, cuando en el ejercicio de su
oficio de pastor y maestro de todos los cristianos, en virtud de su suprema
autoridad apostólica, define una doctrina de fe o costumbres como que debe ser
sostenida por toda la Iglesia ,
posee, por la asistencia divina que le fue prometida en el bienaventurado
Pedro, aquella infalibilidad de la que el divino Redentor quiso que gozara su
Iglesia en la definición de la doctrina de fe y costumbres.
Afirmaciones como ésta
pretendían blindar el poder terrenal de la institución, ante las rebeldes
mareas sociales y políticas que sacudían el continente europeo. A estas medidas
se le añaden las sobrenaturales intervenciones de la supuesta Virgen, con un
denominador común: expresa abiertamente a los testigos, su firme ligazón a la Iglesia Católica.
Anticipándose
sólo seis años al dogma católico de la Inmaculada Concepción ,
Marx y Engels dan a conocer al mundo un texto fundamental, El Manifiesto Comunista (1848), el tratado político más importante
del siglo XX, uno de los más influyentes de la historia humana. Este folleto de
algo más de veinte páginas ha cumplido ya más de 150 años y su vigencia sigue
siendo defendida.
El
manifiesto expone que la historia del mundo no es sino la manifestación de la
lucha entre opresores y oprimidos; y propone una serie de medidas concebidas
para suprimir las desigualdades terrenales.
En
contrapunto, el papado luchaba contra toda tendencia liberal, resistiéndose a
abandonar su rol de señor
latifundista, jefe de ejércitos y destronador de emperadores.
James Petras (1937), estadounidense,
profesor emérito de sociología en la Universidad de Binghamton, Nueva York, reconocido
intelectual en la defensa de los derechos humanos, ha escrito ampliamente
contra el imperialismo y sobre la validez del marxismo en el siglo XXI.
Como otros muchos pensadores
contemporáneos, Petras no duda de la vigencia de la teoría de lucha de clases
como motor de la historia, considerando que incluso en el Estado de Bienestar, donde la confrontación entre el capital y la
clase obrera es menos evidente, el destino del capitalismo es buscar aquellos
espacios transnacionales donde pueda desarrollarse en condiciones de ventaja y
abuso.
Marx vio en ese proceso la
importancia de organizar internacionalmente a los obreros, combatiendo el
imperialismo engendrado por el capital.
En coincidencia con la
transformación social de la segunda mitad del siglo XIX, en Irlanda reaparece la Virgen , esta vez
acompañada: Nuestra Señora, Reina de Irlanda.
Estamos en 1879, en Knock, Irlanda. Allí se
produjeron unos incidentes sobrenaturales muy curiosos, consistentes en la
aparición de varios seres, identificados como la Virgen María , su esposo -San
José-, San Juan, y hasta un cordero; el Evangelista está vestido de obispo
–mitra incluida- y con un libro abierto en su mano izquierda.
En la húmeda tarde del 21 de agosto se
manifestó el fenómeno (junto a la iglesia del pueblo), del cual fueron testigos
algo más de una docena de vecinos, que observaron cómo la lluvia caía y no
mojaba el espacio ocupado por la aparición, que flotaba en el aire. El fenómeno
dura un par de horas, hasta que cae la oscuridad de la noche, momento en que
las entidades relucían. Creyentes y no creyentes de los alrededores dijeron
haber observado extrañas luces en el cielo durante aquel anochecer.
Durante el transcurso del evento, los
testigos -empapados bajo la lluvia- están rezando devotamente el rosario. Los
entes no pronuncian palabra alguna, pero desde
entonces el santuario en su honor recibe más de un millón de peregrinos al año.
Hay que decir que la aparición acontecida
en Knock en 1879 llega en un momento especialmente crítico para Irlanda y su
Iglesia Católica. Entre 1846 y 1849 se produjo una hambruna catastrófica en la
isla, que llevó a la muerte a alrededor de un millón de personas, forzando a la
emigración a varios cientos de miles. Como consecuencia, la población católica
descendió notablemente, puesto que las localidades rurales afectadas eran
mayormente de dicha confesión.
En 1869, diez años antes de la aparición
en Knock, el Estado irlandés establece la neutralidad del mismo en materia
religiosa, lo que suponía el final de los privilegios de la Iglesia Anglicana; así
como el final de las aportaciones económicas para la formación del clero católico…
Loca do Caveço, Portugal,
1916. En medio de un férreo adoctrinamiento católico, tres niños de corta edad,
pastores, presencian la aparición de un ente que dice ser El Ángel de Portugal o El Ángel
de la Paz. El aparecido se dirige a ellos abruptamente: Orad, orad y ofreced
oraciones y sacrificios. Sacrificad todo lo que podáis y aceptad de buen grado
todo lo que el Señor os envíe.
El guión alienígena comienza
a cumplirse al pie de la letra, con un objetivo crucial: proteger a Europa de
la tentación de abrazar la revolución que se está gestando en Rusia.
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