“Cuando termine el año casi
todos serán profesores. De literatura no saben demasiado, pero es suficiente
para empezar a enseñar. Eso no es lo que me preocupa. Me preocupa que tengan
siempre presente que enseñar quiere decir mostrar. Mostrar no es adoctrinar, es
dar información, pero dando también el método para entender, analizar, razonar
y cuestionar una información. Si alguno de ustedes es un deficiente mental, y
cree en verdades reveladas, dogmas religiosos o doctrinas políticas, sería
saludable que se dedicara a otra profesión, a predicar en un templo o desde una
tribuna. Si, por desgracia, siguen en esto, traten de dejar las supersticiones
en el pasillo antes de entrar al aula. No obliguen a sus alumnos a estudiar de
memoria, no sirve. Lo que se impone por la fuerza se rechaza, y en poco tiempo
se borra. Ningún chico será mejor persona por saber de memoria en qué año nació
Cervantes. Pónganse como meta hacerlos pensar; que duden, que se hagan
preguntas (…) Hay una misión o un mandato que quiero que cumplan. Es una misión
que nadie les ha dado, pero que yo espero que ustedes, como maestros, se
impongan a sí mismos: despierten en sus alumnos el dolor de la lucidez. Sin
límites. Sin piedad.”
(Federico Luppi, en Lugares Comunes, dirigida
por Adolfo Aristarain en 2002.)
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