Escenario
Analogía política ilegítima
Soberanía individual
Escenario
Las relaciones en pareja
están en permanente en cambio. Sin embargo, sigue siendo un asunto que,
mayoritariamente, sólo recibe la atención marginal de sus implicados.
La pareja, al margen del
tipo de contrato establecido en ella, es una cuestión de vital importancia;
pero únicamente recibe alguna ayuda urgente cuando los devoradores fuegos de la
ignorancia amenazan con poner punto y final a la relación, o acabar pudriéndola
lentamente. En otras palabras, sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando
truena.
La educación que acompaña a
los niños en el largo tránsito hacia el mercado laboral, no pretende ser
instructiva respecto a la lucha contra la ignorancia. Los contenidos que el alumno
recibe son los apropiados, los estrictamente necesarios para la continuidad del
actual estado de cosas. Ese estado de cosas no es sino la esclavitud
del ser humano y, en consecuencia, la pareja.
Una pareja, en sí misma,
carente de recursos para gestionarse de forma eficiente; una asociación o
alianza con fecha de caducidad, aunque conviva bajo el mismo techo hasta que la muerte los separe. La
pareja, dentro de la concepción del Sistema
de Control, ha sido diseñada bajo los parámetros de la obsolescencia programada. Y sólo con grandes dotes personales, o
con intervención externa profesional, se logrará restituir la pareja a su lugar
real: como parte de las vivencias humanas voluntarias, un hecho vital que
merece ser tratado con el mismo tiento y dedicación con el que los usurpadores
del autogobierno abordan las relaciones institucionales. Porque ese, y no otro,
es el primer espejo en el que observar las nefastas consecuencias de nuestra
ignorancia. Desde luego, en cuestiones de ignorancia, el que la hace, la paga.
Pagamos la dejación de
responsabilidad, la ausencia de una reclamación real, a la altura de las
circunstancias, sobre nuestro legítimo derecho a autogobernarnos. A elegir: O
retomamos nuestras responsabilidades, o lo que tenemos es, nada más y nada
menos, que aquello que, sospecho, ya nadie duda: nos conducen directos al
abismo.
Si el objetivo primordial de
la educación fuera adquirir conocimientos útiles para desarrollarnos como
personas en una sociedad, los contenidos sobre gestión de emociones abundarían
en los proyectos que se aplican en las aulas. No es el caso. No es eso lo que
se persigue. Nunca lo veremos, ya que un adversario de altura jamás permitiría
que ese tipo caballos de Troya se
paseara por sus centros de adoctrinamiento.
Si una persona, desde la infancia,
recibiera conocimientos sobre identificación de emociones propias, dinámicas
del pensamiento, comunicación empática, gestión de conflictos, etc, el largo
sendero hacia la edad adulta contribuiría a formar, integralmente, adultos
capaces de ordenar sus prioridades del modo opuesto al que, sutilmente, el Sistema de Control le impone. Sin duda
alguna, ese sendero acabaría devolviendo el autogobierno a cada individuo,
ahora capacitado para vivir, en lugar
de replicar vidas ajenas y circulares de santos esclavos y santas esclavas.
Para entendernos: viejos circuitos que, como en la Fórmula 1, no conducen a
ninguna parte, excepto a llenar el orgullo del deportista y el bolsillo del
rico.
Si se me permite, es momento
de abandonar la política del Viejo Régimen, la política que nos ha traído hasta
aquí; la política de delegar nuestras competencias en otros. Y, entretanto se
hace política colectiva a pie de calle, trasladar el verdadero y cotidiano
epicentro político a donde pertenece, de donde nunca debió irse: la individual
conciencia del ser humano; de la cual se deriva nuestra obligatoriedad de estar
formados para afrontar la vida cotidiana sobre los valores de un ser humano
honesto con los demás. La política en uno mismo, en cada acto, que es lo único
que habla de nosotros.
Volviendo a la pareja, lo
más íntimo y preciado que tenemos junto con la familia heredada, decir que,
cuando se vive una crisis que pone en riesgo su continuidad, no suele ocurrir
que se baraje la opción de acudir a un profesional que les ayude a gestionar
ese momento delicado. No es habitual que se piense, si quiera, en la opción de
recibir, ambos, conocimientos que establezcan nuevas dinámicas positivas que
inhiban aquellas otras dinámicas potencialmente destructivas que se han
naturalizado. La normalización de viejos patrones de conducta que, mayormente,
portan el veneno de la ignorancia que nos trajo a la esclavitud actual. Viejos
modelos de conducta que han perdurado en el tiempo, dado el nulo parecido entre
nuestra sociedad y una civilización con todas sus letras, que escriben ética.
En ausencia del autogobierno
de las personas, lo único que nos ofrece la existencia es la democracia con
modus operandi siglo XXI, donde nada y, por supuesto, nadie, vale un duro. Una
democracia que es mucho más que un ridículo sucedáneo, es una irreverente
usurpación con mal gusto. Hablamos de dos rivales irreconciliables, y uno de
los dos (o tu conciencia soberana, o los poderes institucionales) debe
abandonar esta ciudad, demasiado pequeña
para contenernos a ambos. O gobierna la responsable soberanía individual de
los pueblos o seguirá gobernando lo otro, o sea, el capataz de la granja.
Analogía política ilegítima
La política ilegítima es la
que se describe así: 46 millones de personas viajan, permanentemente, en un
gigantesco avión que, en apariencia, está en manos de un aviador experimentado,
Mariano. La verdad no es esa. Más allá del tablón de mandos que maneja el tal
Mariano, alguien, puede que desde Londres, Washington, Bruselas, Tel Aviv,
Pekín o Moscú, es quien, realmente, pilota el avión.
Lo más divertido es que,
aunque no todo el peso recaiga en él, el tal Mariano no ha leído en su vida
otra cosa que no sea los diarios deportivos.
Es la soberanía usurpada, el
culmen de lo opuesto al autogobierno, única esperanza de los descreídos (de
casi todo).
Cada dos por tres, el avión
con 46 millones de personas a bordo, pilotado por ese fulano, se encuentra con
otros pilotos de otros aviones. Hay aviones que llevan a 800 millones de almas…
Lo cierto es que, estando tú
dentro de ese hermoso avión, Mariano y el resto de los aviadores toman muchas y
variadas decisiones en pleno vuelo. Decisiones que afectan a los pasajeros de
los aviones.
¿Recuerdas que por encima de
Mariano en la cabina del piloto había otros desconocidos tomando decisiones?
¿En quiénes crees tú que estarán pensando esas personas cuando han de tomar
decisiones que entran en conflicto con los intereses de los millones y millones
de pasajeros? ¿En ti, mi niño lindo, tesoro de su papá y su mamá? ¿En mí?
Este es el actual estado de
cosas, el diagnóstico que no debemos eludir.
Soberanía individual
Autogobierno: mediante el
conocimiento gestor de los patrones y dinámicas que nos hacen personas
objetivas, honestas, responsables, etc, y su relación con los demás, también la
pareja.
La diplomacia, prudencia, el
trabajo experto, integral, los métodos elaborados con los que se gestionan las
relaciones políticas ilegítimas, en tanto que usurpación del autogobierno, han
de regresar a su origen, el individuo. Allí, lo comercial, queda excluido.
Y lo que se restablece en la
mujer y el hombre, es la laboriosidad, prudencia, y resto de ingredientes que,
unidas a dinámicas emancipadoras, hacen que las relaciones sociales de
cualquier índole sean prósperas. Hora de ocupar el despacho que te arrebataron
y que nunca ha estado vacío.
24 octubre 2017
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