Palabras pronunciadas por el
Cardenal Primado de España, Monseñor Pla y Deniel (el mismo que había cedido el
palacio episcopal de Salamanca al Caudillo, para que instalase allí su cuartel
general) en 1936, dos meses después del comienzo de la Guerra Civil , y con
las que la Iglesia
Católica se posiciona del lado de Franco: ‘La guerra es
contra los hijos de Caín’. Ciertamente, muy aclaratorio.
Sus manifestaciones serían
respaldadas al año siguiente por la máxima jerarquía de la iglesia en estos
términos (Episcopado Español en misiva a todos los obispos, 6 de julio de 1937):
‘Y, a medida que se descomponía nuestro pueblo (...) Rusia, empalmando con los
comunistas de acá, por medio del teatro y el cine, por medio de costumbres
exóticas, por la fascinación intelectual y el soborno material, preparaba el
espíritu popular para el estallido de la revolución (...) Por esto se produjo
en el alma tradicional una reacción de tipo religioso, correspondiente a la
acción nihilista y destructora de los sin-Dios.’
El escritor Ricardo de la Cierva , en su biografía sobre
el General Franco, dice lo siguiente al respecto (“Francisco Franco, un siglo
de España”, Editorial Nacional, 1973): ‘Monseñor Enrique Pla y Deniel, fue el
primero que lanzó oficialmente, la invocación de ‘cruzada’, referida a la lucha
capitaneada por Franco. Su tajante opinión sobre la Guerra Civil española
logró rápidamente el asentimiento de los obispos españoles y de los de todo el
mundo. Sin embargo, marchaba sobre un seguro precedente: La bendición, apenas
velada por el protocolo vaticano que el 14 de septiembre de 1936 había trazado
Pío XI desde Castelgandolfo, sobre la causa de los rebeldes españoles, a
instancias –como se ha sabido después- de su entonces Cardenal Secretario de
Estado, Monseñor Pacelli, luego Pío XII’.
La actitud de la iglesia española
en la Guerra Civil
no es de extrañar teniendo en cuenta que el pontífice vaticano era Pío XI,
hombre de limitada visión que en 1928 desaprueba la celebración de competiciones
deportivas femeninas en Roma; en 1931 se reafirma como suprema autoridad sobre
cualquier injerencia externa, especialmente a todo lo que tenga que ver con los
sacramentos, como el matrimonio; en 1932 recibe con gran pompa en su palacio
vaticano al fascista Benito Musolini; en 1937 condena el comunismo ateo, y es
el primer jefe de estado que reconoce (4 de mayo de 1938) al gobierno de
Francisco Franco como el único legítimo de España. Bonito curriculum.
Ésta es la élite, la aristocracia
del espíritu en su acción dominadora de la mente humana a través de la
religión; siempre del lado de los vencedores, siempre suprema autoridad del
ganado humano, censores de todo lo que escapa de su autoritario control. Tan
milenaria institución debiera haber aprendido que signos de sabiduría y
enseñanza esencial, son censurar poco y predicar siempre con el ejemplo.
https://vavel.media/es/2013/02/28/historia/220554.html
ResponderEliminarEl fraude de la Donación de Constantino
La Iglesia redactó un documento para justificar el poder político que poseía en el que Constantino nombraba al Papado como su sucesor en el Imperio Romano Occidental. El texto, conocido como La Donación de Constantino, fue empleado por primera vez en 752 y su falsedad no fue demostrada hasta el Renacimiento.