En la obra de Domingo José Navarro "Memorias de lo que fue la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria a principios del siglo, y de los usos y costumbres de sus habitantes", publicada en 1895, se nos cuenta, en labios del Sargento Llagas:
"¿Dónde ha estado usted que no ha llegado a saber que hace años aparece todas las noches una luz misteriosa que recorre estas playas? Esta luz sale a la prima noche del castillejo del risco de Guanarteme, baja de allí casi a media altura de un hombre, llega al castillo de Santa Catalina, sigue la orilla del mar hasta la ermita de la Virgen; allí se detiene unos instantes y tomando la falda de la isleta, llega a la punta del Arrecife (la Barra de Las Canteras) y desaparece en el mar. Algunos han intentado acercarse a ella, pero nunca se ha dejado alcanzar. La fama de la luz, continuará diciendo, ha llegado a ser tan notoria y poderosa, que no sólo varió el nombre del puerto, sino también el de la Virgen, que siendo del Rosario y patrona de la fiesta de la Naval, ya no se conoce con otro nombre que el de la Virgen de la Luz".
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